Marta Abreu de Estévez un homenaje desde la Revista El Fígaro en 1895. El Fígaro cumple hoy con el más grato de sus deberes, haciendo que de sus modestas páginas se alce, sincero y vibrante, un murmullo de admiración, de bendición, hacia la noble dama cuyas bellas acciones no se pueden contar ya, hacia la que en nuestro pueblo es sin disputa el modelo más acabado y puro, no precisamente de la caridad cristiana, sino de algo más comprensivo y general de la filantropía.
Hermoso es el espétaculo que acaba de ofrecerse en Santa Clara: un pueblo prodigando ardorosas muestras de cariño á la más buena de sus hijas, á la rica que no cesa de desprenderse de partes considerables del exceso de su riqueza en beneficio de la ciudad natal.
En estos tiempos, cuando tanto se discute acerca de la legitimidad y aún de la moralidad de las riquezas excesivas, no deja de ser grande elogio el afirmar, como afirmamos, que Dª Marta Abreu de Estévez es una rica que merece serlo.
Goce la noble dama del placer rarísimo y dulcemente embriagador que proporcionan explosiones como ésta del amor y de la gratitud de todo un pueblo, placer superior á todas las satisfacciones mundanas que procura la opulencia:
El Fígaro une su humilde voz á ese concierto, y deposita á los pies de la cubana ilustre el homenaje de su admiración y su respeto.
Sólo el corazón hace la humanidad en el hombre, dijo Schiller, y por el corazón es la señora Abreu de Estévez eminentemente humana, honra de nuestra especie y orgullo de sus compatriotas.
Santa Clara en los Viajes de El Fígaro.
A las 4 y 17 minutos de la tarde del día 26 último, el tren ascendente que entronca en Jovellanos con el de Matanzas, de la empresa de Cárdenas y Júcaro, nos trajo a esta ciudad de Villaclara, después de nueve horas de viaje en el que pasaron ante nuestros ojos más de 30 estaciones.
De entonces acá El Fígaro ha asistido en infatigable movimiento á cuanto ha realizado la hermosa Villa de Conyedo en estos memorables días.
De la estación, al Hotel Santa Clara, magnífico edificio tan bien montado y atendido que, dicha sea la verdad, nos sorprendió. Y, después de soltar el polvo del camino, á dar un paseo por la simpática población para ir luego a sentarnos á la mesa de esa reina felicísima que tiene por imperio el inagotable de su caridad, por súbditos á un pueblo entero que la adora; por cetro la limosna y por ley fundamental de su gobernación, el bien.
La graciosa villa, suavemente reclinada sobre el verde de sus oteros y lomas, parece, cuando el viajero alcanza a distinguirla y á medida que la locomotora va acercándosele, blanca paloma que, extendidas sus alas, va á emprender en aquel instante el vuelo.
Báñala juguetón El Bélico y guárdala, centinela inconmovible, El Capiro, sembrado de altas y verdes palmas. Las afueras de la población son muy bonitas. La fecundidad del suelo y su forma montuosa, irregular, dan al paisaje variedad y encantos grandes.
Entre esas ondulaciones y cuestas, como sabrosa fruta en cercado huerto, está la ciudad que allá á fines del siglo XVII se fundara con un circuito de 4 leguas en las cercanías de la histórica y bien venerada ermita del Buenviaje cuando, después de quedar sin efecto la disposición del Sr. Capitán General de la Isla, D. Diego Antonio de Viana Hinojosa que mandaba á los fundadores, procedentes de Remedios, establecerse en el hato El Cupey, vinieron dirigidos por el Alcalde Rodríguez á ocupar otra hacienda á la que desde entonces se llamaría la gloriosa Santa Clara.
La ciudad que hoy lleva ese nombre es bien dichosa. Ha evolucionado, como es lógico, a través del tiempo y con los impulsos que las exigencias de estos imponen á cuanto vive; pero además, y he aquí su dicha, tiene una hija que, traduciendo en protección material, ya que su fortuna se lo permite, su incomparable amor por ella, no se conforma con proteger á sus pobres, con consolar á sus desgraciados, sino que realizando el ideal caritativo de la filosofía cristiana y el fin benefactor que las corrientes liberales quieren cumplan los que, para su ventura cuando así es, reúnen en sus manos grandes riquezas, no hay fomento para su pueblo que ella no proponga, no hay mejoramiento á que ella no ayude, ni bien que ella no practique, ni empresa de cultura y civilización en que no sea ella la primera.
Esa hija-madre, todos los sabéis ya, es la señora Marta Abreu de Estévez.
Santa Clara, pueblo agradecido, ofrece á su preclara hija sencillas y tiernas fiestas cuando ésta, todos los años, va á despedirse de ella antes de marchar á Europa.
Pero las festividades que ahora se han realizado tienen, sin duda, un carácter excepcional.
Por dos razones: por que se trataba de inaugurar dos cosas que, de ambas, cualquiera serviría para alborozar la más fría sociedad; el alumbrado eléctrico y el Dispensario para niños pobres, y por que esta vez el entusiasmo, la cultura y la sensatez del pueblo villaclareño le han presentado á los ojos de sus visitadores como merecedor de esas excepcionales venturas.
Tan general es la simpatía de que goza la ilustre benefactora y tan dichosos se sienten todos de deberle gratitud, que no hay en Villaclara quien no anhele rendirle la ofrenda de su consideración. Por eso el elemento militar de suyo movedizo, inestable, quiso también ofrecerle su tributo y con una magnífica serenata organizada por el coronel Sr. Rizo comenzaron las fiestas la noche del 27 de febrero último.
Y aquí un rasgo de la ilustre dama: en su casa, capaz sólo para su reducida familia, no podía recibirse á los visitantes, pues no caben en la sala cincuenta personas; en cambio, frente á su modesta vivienda se extienden, magníficos y espléndidos, dos preciosos edificios, San Pedro Nolasco y Santa Rosalía, dedicados á escuelas de ambos sexos y sostenido uno por su hermana y otro por ella; de modo que la opulenta festejada tuvo que pedir prestada á los niños que educa, la casa que les ha regalado, para la recepción.
Todo lo que en esta ciudad vale, allí fue. El Sr. Gobernador Militar y su distinguida familia, la del Sr. Rizo, el Gobernador Civil, los magistrados señores Martín y señora y Castro, los abogados Sres. Montero Estrada, García y familia, Berenguer y familia, los médicos Sres. Tristá, Cué y señora, Cornides, Cuesta, Torrens, La Torre y señora, Ledón, toda la distinguida oficialidad del regimiento Alfonso XIII, los Sres. Martínez, Alcalde Municipal, Asensio, Director de La Opinión, y las familias de Martínez, Fernández Silva, González, Payrol y Acosta; jefes y oficiales del simpático cuerpo de Bomberos, el Sr. Comisario de Guerra, el Delegado de Hacienda, los Sres. Llavería, Jiménez, Martínez, Rafael y Agustín Abreu, Muxó y cien personas más que se escapan á nuestra memoria.
Después de un paso doble de Meyerber, ejecutado por la música del Regimiento de Alfonso XIII pidió la concurrencia piezas bailables á la brillante banda, y hasta las doce corrieron veloces las horas entre valses, rigodones y cuadrillas.
Amaneció la población el 28 profusamente engalanada. Arcos erigidos por la Excma. Diputación, por los Bomberos, por el Ayuntamiento &… en los que se leía: ¡Marta! A la Señora Marta Abreu de Estévez, A Marta benéfica, &. adornaban las calles que desembocan en el parque.
En cada uno de los lados de éste, y en el centro, arcos también. En medio de este una preciosa reproducción de la torre Eiffel, y en toda aquella hermosa plaza, desde el Teatro á la Iglesia y desde El Oriente al Hotel Santa Clara, banderas, cortinas, cadenas de flores, luces y adornos que daban á la población el aspecto más agradable.
Bajo la torre construida dejando en el centro el obelisco que eterniza la memoria de los sacerdotes Conyedo y Hurtado de Mendoza, preclaros varones del tiempo de la fundación de la villa, celebróse en la mañana del 28, y como para inaugurar las fiestas, solemne misa de campaña, á la que asistieron las autoridades, las fuerzas existentes en la población, los festejados esposos Estévez Abreu y gran número de personas distinguidas, tras de las que se extendía un público de más de 1.000 personas.
A la una llegó un tren de Cienfuegos y á la propia hora, próximamente, celebróse la ceremonia de descubrir el rótulo que hará que desde aquel día se llame la estación del ferrocarril de esta ciudad Marta Abreu.
A propuesta del caballeroso é inteligente Ingeniero Director de la Empresa de Cienfuegos á Villaclara, señor don Francisco Paradela y Gestal, acordó la compañía tan justa distinción á favor de la Sra. Abreu, quien con una modestia que la hace más admirable, y como si creyese que sólo á Villaclara le puede estar permitido acordarse de ella, la acepta con la condición de que se siga llamando Villaclara, oficialmente, en los itinerarios, en los boletines, es decir, que sea Marta Abreu sólo para los villaclareños.
El magnífico edificio de la estación estaba sencilla y elegantemente adornado. Sobre la entrada de su puerta principal se leía la siguiente inscripción: A la señora doña Marta Abreu de Estévez. La Compañía del Ferrocarril entre Cienfuegos y Villaclara. Y debajo: Estación Marta Abreu, Santa Clara.
Ante un numeroso concurso y á la hora indicada, el Sr. D. Juan Manuel Martínez como Alcalde de la ciudad, y en su nombre, descorrió el velo que cubría la inscripción, pronunciando breves, pero sentidas frases en loor de la brillante idea que la empresa realizaba y en alabanza de la más gloriosa de sus conciudadanos.
Una vez que hubo concluido hizo uso de la palabra el señor Paradela. El simpático y entusiasta ingeniero justificó en lacónicas pero expresivas frases la determinación de la compañía que allí representaba. Con palabra nerviosa y llena de fuego tributó elogios á los villaclareños, merecedores por su cultura, á decir de él, de aquella obra, y á la insigne dama á quien estaba dedicada como exponente de la gratitud de su pueblo.
Una explosión de aplausos y ¡bravos! Acogió los elocuentes periodos del señor Paradela que tan generosamente empeña su actividad en tan nobles obras y que tan dignamente sabe representar la sociedad á que pertenece.
Para las 3 de la tarde del mismo día estaba anunciada la ceremonia de inaugural del Alumbrado eléctrico. Deslizóse rápidamente en la estación el tiempo, de suerte que de allí pasamos al edificio desde el cual se reparte luz diariamente á Villaclara, el cual se encuentra frente á dicho paradero, hacia la derecha.
Una vasta y hermosa fábrica donde se halla la espléndida instalación á uno de cuyos costados se alza soberbia torre, construido todo de vistosos ladrillos rojizos, y rodeado de bonita verja de hierro practicable por dos elegantes portadas, constituye la planta eléctrica.
En el interior, orden, gusto, dentro de la bondad técnica de los aparatos; detalles de elegancia en medio de aquella fabrica de luz donde se produce, dirige y se utiliza esa fuerza maravillosa que se llama electricidad. Allí, después de bendecir el local, el P. Chao, vicario de la Iglesia Mayor, colocados los esposos Estévez, á los que acompañaban los Excmos. Señores Da. Concepción Maraver y D. Agustín Luque, frente al altarcito que con tal motivo se levantó, repartían por su mano las medallas conmemorativas de la fiesta á las innumerables personas —más de 700— que desfilaban ante ellos.
Dichas medallas, de bronce, tienen por el anverso un foco eléctrico como alegoría y á su derredor una inscripción que dice:
Alumbrado eléctrico de Santa Clara
Y en su reverso otra así:
Recuerdo de su inauguración. — 21 de febrero de 1895.
En el escritorio y salón de recibo, uno de los tres departamentos en que se divide el edificio, fué servido un magnífico lunch en el que, entre las espumas del champagne, se hicieron merecidos elogios del ingeniero-director de la obra, Sr. D. Juan Tatjer. Servidos los invitados, invadió los salones el pueblo, que satisfizo sin restricciones su curiosidad y su golosina.
En el frontispicio de la casa se lee: Alumbrado eléctrico de Santa Clara, 1894. Dentro, en una plancha de cobre incrustada en la pared: El alumbrado eléctrico de Santa Clara se debe á la ilustre dama benefactora Doña Marta Abreu de Estévez, 1894-1895. El Ingeniero Jefe, Juan Tatjer y Riqué.
Y llegamos á uno de los números mejores de esta obra de fiestas: la velada con que la Juventud Liberal Villaclareña obsequiaba en solemne función á la adorada madre de su Presidente honorario. En el precioso teatro La Caridad, tras de cuyo título ya se transparenta el nombre de esa elegida del bien, no cabía una persona más. Aumentadas las sillas de los palcos y aprovechados todos los sitios desde donde podía verse la escena, aun llenaba los corredores un público numerosísimo.
De la suma de esfuerzos que ese simpático pueblo ha realizado ha surgido todo lo que para empresas como la que acometía érale preciso. Necesitó un músico y el Sr. Palma, un inteligente compositor que desde el Conservatorio de París saltó á la capital de las Villas, llevándose de grato recuerdo un premio de violín, apareció allí representando á Villaclara musical.
Con una sinfonía para gran orquesta dirigida por él, su autor, comenzó la fiesta.
Al alzarse el telón la Directiva de la sociedad y las personas que habían de tomar parte en la fiesta ocupaban el escenario. Una salva de aplausos saludó a los que con sus nombres llenaban el programa, quienes aparecieron de pie, en muestra de respeto á la dama á la cual se festejaba y á la selecta concurrencia allí reunida.
El Sr. D. Juan Gutiérrez Quirós, joven abogado de clara y serena inteligencia, y orador de distinguida figura y de elegante acción, como presidente efectivo de la sociedad inició la parte literaria.
Explicó someramente el objeto de la fiesta; holgóse elocuentemente de que la colectividad que presidía supiese exaltar acciones humana de tan rara valía como las que constituyen esa historia sin historia, —por que más es tradición que vive en labios y corazones palpitantes y no en fríos libros de añejos sucesos— de la magnánima santaclareña, y con párrafos sobrios y sustanciosos, terminó diciendo que si el imperio soberano del derecho no era una ficción, que si la solidaridad no era fantaseo, él confiaba en que así como un hecho accidental, la demostración de la gratitud sentida, había unido á todos los elementos de la ciudad, en estrecho lazo, el reconocimiento de la ley de sociabilidad que la civilización impone como una de sus más próximas emergencias, haría que uno fueran siempre para todas las obras buenas sus hermanos los villaclareños.
La marcha Ruinas de Atenas, ejecutada brillantemente al piano por el distinguido profesor Sr. D. José Ballos Rebolé; Si yo fuera Rey, sinfonía á cuatro manos, que ejecutaron con expresión y justeza notables las señoritas González y Concepción; la poesía A Marta Abreu de Estévez de la señora Cansino V. de Beola, recitada admirablemente por una simpática é inteligente señorita que se llama Mariana Payrol Arencibia:
Una sinfonía de la ópera Marta ejecutada por los Sres. Ballos y Salas; una poesía del Sr. Mortué, recitada por su autor; el precioso soneto A mi madre que á continuación reproducimos, testimonio de un hijo que ama y admira á una madre en cuyo corazón impera: la ejecución á toda orquesta del vals Cielo azul dirigido por su autor don Eduardo Sánchez y Fuentes, un breve pero inspirado y oportuno discurso del Sr. Berenguer, y las quintillas A Villaclara que en otro lugar aparecen, formaron la primera parte.
Es este el soneto:
Poema A MI MADRE por Pedro Estévez Abreu.
Madre augusta, constante protectora
de un pueblo agradecido que te aclama.
excelso corazón que el bien derrama,
ángel de caridad, luz bienhechora.
¿Por qué mi pecho que tu nombre adora
no ha de cantar tu merecida fama,
si mi gloria eres tú, si eres la llama
que ilumina mi mente soñadora?
Ah! Quién pudiera en atrevido vuelo,
persiguiendo de Dios las sacras huellas,
batir las alas, remontarse al cielo
y con la misma luz de las estrellas,
dejar tu nombre para siempre escrito
“en la bóveda azul del infinito!”
La segunda parte lo constituyó la revista Villaclara, escrita para aquella noche con notable gracia por el que ha sido el alma en la organización de esa velada, por el entusiasta villaclareño D. Antonio Berenguer, quien compartiendo sus labores de abogado y notario con las tareas literarias ha sido, nuevo Lope de Rueda, autor y actor en esta apoteosis de Marta. El Sr. Palma, á quien ya citamos, ha puesto una música preciosa en esta chispeante obrita.
Villaclara, puede decirse, por la propiedad con que están tratados los principales tipos, como el del pilongo o ósea el nacido en Villaclara y bautizado en su iglesia parroquial, cuyo papel desempeñaba el Sr. Berenguer y por las bellezas y chispeante intención de la música, puede colocarse al lado de cualquiera de esas piecesitas de las que ha sido modelo y primicia La Gran Vía.
El día Io los alegres sones de la diana vespertina, despertaron, como la mañana anterior, desde bien temprano, á los vecinos de la ya ciudad de Marta Abreu. Los bomberos, en un bien dirigido simulacro, trabajaron desde las 8 hasta las 10 de la mañana, próximamente.
A las 12 sesión solemne en el Ayuntamiento. Este acto ha sido de lo más importante que han llevado á buen fin los hijos del Capiro.
A la hora indicada se reunía en sesión extraordinaria el cuerpo municipal para efectuar la ceremonia de declarar hijo adoptivo de Villaclara al único de los esposos Abreu, y para colocar en el salón de sesiones una lápida en memoria de estos benefactores.
Abrió la sesión el Sr. D. Juan M. Martínez popular y querido alcalde de la ciudad, hombre á la moderna, que une á la consideración que le dan sus años la simpatía que inspiran siempre la finura y la cultura, y que ha sabido representar dignamente á su pueblo en esta noble empresa de la que ha triunfado.
En cortas frases excusó al Sr. Gobernador de la provincia de no poder presidir aquel acto por encontrarse enfermo; explicó el objeto de la junta é indicó al Sr. Secretario que leyese las actas relativas á los acuerdos que en aquel instante iban a cumplirse, las que se aprobaron por los señores Concejales, unánimemente y entonces pasó el señor don Pedro Estévez Abreu á ocupar el sitio que se le reservara.
Ordenó después que se diera lectura también entre otras á la en que se adoptó al Dr. D. Luis Estévez Romero, á la en que se acordó poner Marta Abreu á la calle en que vive esta distinguida señora, la en que se convino que se cumpliese el acuerdo referente á la colocación de la lápida, tomado desde el año 87, y se cambiase esta fecha por la de 1895 y terminó indicando al concejal que había de hacerlo que descorriera el velo que cubría la lápida, la cual, incrustada en la pared, á la derecha del dosel dice:
Testimonio de gratitud á la señora doña Marta Abreu de Estévez y al señor doctor don Luis Estévez y Romero por la construcción del Teatro “La Caridad”, la de los lavaderos públicos y otros beneficios en favor de los pobres de esta ciudad, 1885-1895.
Leído luego el acuerdo de 31 de octubre de 1894 en que se aprobó la moción del Sr. Concejal Síndico Primero Lcdo. D. Alejandro F. Ruiz Rojas relativa á que el día de la inauguración del alumbrado eléctrico se publicase, con cargo á los fondos municipales, un folleto que se titulará Homenaje de Villaclara á la señora Marta Abreu de Estévez.
Fuéle concedida la palabra á éste, quien con frase clara enalteció la trascendencia del acto, hizo la historia de los beneficios que á la festejada se debían, consagró un respetuoso recuerdo á la memoria de sus padres, narró el origen del folleto y aseguró a la generosa dama que su nombre quedaría eternamente grabado en el corazón de todos sus conciudadanos.
Acto seguido les fue entregado un ejemplar del Homenaje lujosamente encuadernado. Entonces, el señor Estévez pidió la palabra al presidente y dijo que queriendo aprovechar aquella ocasión, propicia cual ninguna para dar las gracias á todos en nombre de su esposa, y deseando, por otra parte, repetirles las palabras que de labios de ésta había escuchado, iba á leer unas breves frases con las que realizaba tal deseo.
A continuación, leyó un admirable discurso profundamente sentido y gallardamente escrito, que nos vemos privados de reproducir por falta de espacio.
Después que los entusiastas aplausos que estos conceptos arrancaron hubieron concluido, levantóse el nuevo hijo de Villaclara, y con visible emoción leyó también unos originales párrafos en que daba las gracias por el honor que acababa de recibir.
Terminado el solemne acto fueron acompañados los esposos Estévez y su hijo Pedro por el Ayuntamiento en pleno hasta su casa.
A las siete de la noche se celebraba la inauguración del Dispensario. Ante una escogida concurrencia de lo más valioso en ciencias y letras de Villaclara, entre la que lucían sus encantos elegantes damas, abrió el señor Estévez la ceremonia, brindada que le fue la presidencia por no haber asistido al acto el señor Gobernador Civil de la Provincia.
Acompañaban en aquel sitio al ilustrado ex catedrático de nuestra Universidad, el señor Gobernador Militar, el Alcalde Municipal, señor Martínez; al lado de éste el Dr. Ledón, Presidente de Centro Médico, y al lado del señor Luque el Magistrado decano de aquella ciudad.
Gracias á la amabilidad del Dr. Torens, pudimos enterarnos de que había ya cerca de 400 niños inscritos y de que se habían practicado allí operaciones tan importantes como la aplicación del suero antidiftérico con el mayor éxito.
Terminó la noche de aquel agradable día con un magnífico baile en el teatro La Caridad.
Recuerdo del día dos, último de las fiestas, es la fotografía que en la primera página del periódico aparece. Y al publicarla, no queremos hacerlo sin pedir excusas á la modestia de la generosa dama que no soñaba, al dejarse retratar, con verse aquí; pero ¿qué forma más adecuada de presentarla á ella? Marta Abreu y sus pobres: he aquí su historia.
Por la tarde celebróse esplendida procesión de la que reproducimos las carrozas que representaban á Santa Clara y la de la Empresa de los F. C. de Cienfuegos. Con una función teatral, en que se volvió a representar la revista Villaclara, terminaron brillantemente las fiestas.
Para concluir haremos nuestra una atinada observación que nos hacia un respetable amigo. La solemnidad de estas fiestas, decía, no presenta su verdadera importancia para los que están aquí, para los que se hallan familiarizados con esta obra de agradecimiento; pero para nosotros, los de fuera, el espectáculo es nuevo, conmovedor, hermoso.
Ese esfuerzo, que aviva las inteligencias, incita á la imitación y predispone al trabajo, aunque otros bienes no reportase, ha dado origen á las mil manifestaciones de arte y de cultura que llevo reseñadas. Y todo eso se debe á una mujer que tiene talento, corazón y carácter; que las dádivas que ella ofrece no son simplemente contribuciones á que somete su capital, nó; su bien, el que ella prodiga, es un bien pensado, sentido y para cuya realización cuenta con una facultad que, cualquiera que fuese su posición social bastaría a distinguirla: voluntad.
Sta. Clara, 3 marzo, 1895
Pernán Sánchez
Bibliografía y notas
- Sánchez, Pernán. “Viajes de El Fígaro Santa Clara.” El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. Año XI, no. 8, Marzo 10, 1895, pp. 121-
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