
En esta isla maravillosa que Dios, en sus fantasmagóricas creaciones, dotó de magníficos encantos caprichosos y sutiles, se destaca grácil y atrayente la playa de Varadero.
Cuando llegamos allí, si antes no hemos frecuentado las playas fastuosas de Cannes, de Biárritz, de San Sebastián, de Niza y otras tantas de la Costa Azul y del Cantábrico, nos preguntamos, llenos de emoción: ¿Es posible, acaso, que haya tenido la Naturaleza acopio tanto de tan variadas gamas para pincelar así, con su creadora y mágica paleta, tan bella y espléndida creación?
Y si ya hemos visitado aquellas playas cuyo esplendor se debe mas a los artificiosos empeños de los hombres de negocio, nos decimos con tristeza:
¿Por qué el hombre aquí también, teniendo entre sus manos una joya tan primorosa y exquisita, más exquisita y primorosa en su prístina creación natural que aquellas otras tan afamadas por su fasto y opulencia, por que no ha dedicado amor, capital y buen propósito para rodear este delicioso balneario de las condiciones que lo hagan asequible con naturalidad y atracción a los mismos hijos de esta tierra prodigiosa y, como fuente de riqueza, a esa que muy bien pudiera ser corriente inmensa de turismo que de las diferentes latitudes del planeta busca descanso, paz, alegría, y lugares de clima encantador y saludable como el nuestro? ¿Por qué?

Cuando llegamos a la hermosa playa, se ven colmadas las ilusiones que hemos tenido en nuestros momentos de fantaseo poético, de vivir nuestra existencia en parajes esplendorosos, llenos de gracia, de luz, de armonía y de caprichos misteriosos.
Hasta nos dolemos de emoción intensa al ver como la superficie tersa de sus aguas refleja diáfana la comba sideral, cual si fuese un espejo de limpio y suave color turquesa, y al recibir el efluvio arrullador y la caricia tierna de la la ola multimilenaria que al llegar a aquella playa se engalana con la magnificencia de su gracia y su esplendor
Nos entregamos entonces, en aquel bello recinto de ternura arrobadora, a hondas disquisiciones filosóficas, porque es que aquella ola que ha recorrido fatigada las inmensidades desiertas del océano, ha venido a morir, ennoblecida al desgajarse en blanquísima espuma en los brazos amorosos de la luminosa, espléndida, y serena playa de Varadero.
Personalidades y Negocios de Varadero.
- Cámara de Comercio de Varadero
- Casa La Rosa (Margarita de la Rosa)
- Casa Mazón (Matilde Mazón)
- Casa Pilar y Gran Restaurante Hatuey (Pilar Costa, viuda de García)
- Casa Playa Azul Inn (Julio Bermúdez y Eleonora Caldwell)
- Club El Kastillito (Ernesto González)
- El Bar Kukito (Juan Sosa)
- Estación de Servicios Kawama (Eugenio Silva Giquel y Evelio Giquel Echevarría)
- Hotel Chez Roig (Santiago Roig)
- Hotel Dos Mares (Angela Rodríguez Parquet)
- Hotel Miramar (Panchita González y Luis R. Díaz y Díaz)
- Hotel Torres (Enrique, Oscar y Humberto Torres Ortega)
- Hotel Vista Alegre (Leopoldo González Quevedo)
- La Casa Blanca (Lucila Díaz viuda de E. Torres)
- La Casa Portilla (Zoila Escudero & Luis Portilla)
- Marbella Club
- Residencia Toki Ona (María de los Angeles Irizar de Lorenzo)
- Sociedad comercial Peña de Hicacos
Referencias bibliográficas y notas
- Extracto de: Matanzas Contemporánea, Guía Provincial, Editorial Panamericano S.A., 1942.
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