
Batabanó en las poblaciones de Cuba. El pueblo del legendario bobo es uno de los más antiguos de Cuba. A fines del siglo XVIII una mujer filantrópica, doña María de los Ángeles Barreto, cedió cuatro caballerías de tierra de su propiedad para que se estableciera el pueblo, que según los cronistas de la época, se llamó Matamanó.1
Dícese que un sanguinario mayoral. de los que abundaban en los tiempos de la esclavitud de los negros, encargado de la construcción de las primeras viviendas del pueblo, por no se sabe qué desmanes de los esclavos, pasó á cuchillo á varios de ellos y aterrorizado de tal matanza un chino bozal daba gritos, desaforado, diciendo: mata má nó (que no matara más).
De esa frase tomó nombre el pueblo, bautizado de un modo tan siniestro con sangre humana. Mas tarde, por corruptela, se llamó Batabanó.
La señora Barreto no se limitó á ceder el terreno para la población, sino que dió algunos centenares de caballerías á sus moradores para que vivieran de su cultivo. De entre ésos salió, sin duda, el famoso bobo que vino á la Habana á cambiar una chiva por una vaca, pidiendo algo encima. De esos bobos había el año 1857 unos 635, a pesar de haber sido diezmada la población por tras horrorosos incendios en 1822, 27 y 39, con cuyo fuego quedó purificado el suelo injustamente empapado de sangre inocente.
La comunicación con la Isla de Pinos, á donde iban en tiempos pasados los ricachos á veranear y á curarse el estómago, le dieron importancia extraordinaria á Batabanó. Más tarde, fué el punto de tránsito obligado para la gente de mal vivir que el gobierno español deportaba á la pintoresca isla que nos disputan los americanos.

Hoy (1903) Batabanó es una población floreciente, que vive de la exportación de esponjas, (que abundan extraordinariamente en sus cercanías ), de la pesca y de la fabricación de carbón vegetal.
Cuando se llega al pueblo, recibe el viajero grata impresión, por la limpieza de sus calles, que revelan la excelente gestión municipal de su Alcalde, el apreciable Sr. Andrés del Valle Olivares, modesto hijo del pueblo, elevado por sus propios méritos al cargo que hoy ejerce con beneplácito de los vecinos.

Entre los elementos de su población —que según el último censo es de 6,523 habitantes— distínguense, por su número crecido, los inmigrantes baleares y griegos. Dedícanse los primeros á la pesca y los segundos á la recolección de esponjas en cuyo trabajo son peritos concienzudos. Es de notarse que los españoles baleares allí residentes —a pesar de ser numerosísimos— pocos fundan familias en el pueblo, constituyendo una respetable familia de solterones que no ven con buenos ojos las muchachas casaderas.
Lo contrario sucede con los griegos, que casi todos se han casado identificándose con el carácter del país y muchos de ellos, como el Sr. Jorge Leves —el decano de la colonia— y los jóvenes Miguel Gevasimus, Juan Spirus y otros, han prestado su concurso personal a la revolución.
Dedícanse todos los griegos á la industria de la esponja y una casa de ellos, solo, la de Juan Zurdos y hermano, exporta mas de doscientos mil pesos del medio millón que anualmente se vende en Batabanó de aquel artículo.
El resto lo exportan las casas de J. Cuadreny (cubano); Gaspar Onis y Ca., V. Fernández y Hno. y Juan Playa (españoles ); J. Nicoleto y J. Spirus ( griegos); y M. Mermin y M. Gardet, (franceses). Esta última casa es de las mas importantes, exportando también carey y plumas de garza, artículos que exhibió en la ultima exposición de Paris, obteniendo medalla de oro.
Hay cerca de quinientas embarcaciones entre todas las que trafican en el puerto, en donde se encuentran siempre, alternativamente, de cuarenta á sesenta de ellas rindiendo marea, como dicen por allí; solo dos veces al año se reúnen todas ó casi todas en puerto, el día 24 de Diciembre y el primer día de carnaval.
En esos días es digna de visitarse la playa para ver la arribazón, no de pescados, sino de pescadores; los barcos los anclan formando calles y de uno á otro os cruzan con cuerdas de las que penden alegres farolitos venecianos de perspectiva preciosa. De más está decir que al día siguiente se deshacen como por encanto.
Además de estas embarcaciones pequeñas existen en Batabanó tres líneas de vapores costeros, siendo la mas importante la de Menéndez y Ca. que va por el E. hasta Santiago de Cuba; los vapores de Arazoza que hacen la travesía á Isla de Pinos, y por ultimo, la de Vueltabajo, por donde se conduce todo el tabaco cosechado al oeste de Pinar del Río.
Entre los edificios principales deben citarse las casas de salud de los Dres. Collazo y Campo, que sostienen la gran inmigración balear soltera; la gran fabrica de hielo y particularmente la soberbia casa construida expresamente por la colonia española para establecer en ella el Casino Español, que cuenta con dos mil socios.
Su Presidente, el Sr. Manuel Torres Olaiz es persona popularísima en el pueblo por sus prendas de carácter, ocupando, además, el cargo de Vice Cónsul de España.
Existe también admirablemente organizado un excelente Cuerpo de Bomberos, á cuyo frente se encuentra el entusiasta Sr. Juan Torres Duarte, uno de sus fundadores.
Como se vé, Batabanó es un pueblo de envidiable presente y de porvenir halagüeño, sobre todo cuando se realice el proyecto de llevar hasta su pintoresca Playa las paralelas del tranvía eléctrico de Jaimanitas. Como anuncio de esa prosperidad puede citarse la solicitud que se ha hecho á su Ayuntamiento para alumbrar al pueblo por la electricidad y el proyecto del Havana Commercial de construir allí una colosal fabrica de tabacos con capacidad para cinco mil torcedores.
De intento hemos dejado para lo ultimo el hablar de las lindas mujeres de Batabanó. Hablar de la mujer siempre es tarea gratísima. Porque si bien es cierto que, como dice Michelet, nadie sabe odiar mejor que ellas cuando se las ofende, también lo es que nadie agradece mejor que ellas los halagos. Y nosotros no tenemos que decir de las damas de Batabanó sino buenas cosas.
La mujer ribereña es leal, afectuosa y abnegada: vivaz y alegre de soltera, cuando se casa es modelo de madre y esposa y educa a sus hijos con celo y carácter y ayuda al marido con amoroso empeño. Y nada decimos de su belleza encantadora. Muestras de su delicada belleza son los retratos que aparecen en estas páginas.

Las tres obtuvieron merecidamente puestos de honor en el certamen de belleza efectuado allí no hace mucho. ¿Verdad que son lindísimas? Al contemplarlas nos explicamos porqué le dicen á Batabanó el pueblo del bobo. Es que la belleza de sus hijas deja bobo á cualquiera.
Apuntes históricos2 del término municipal de Batabanó desde la Guía Provincial de la Habana en 1944
Hay indicios prehistóricos, de que antes de la conquista de Cuba, existía en el lugar en que hoy se asienta el pueblo de Batabanó, un caserío de indios con el nombre de Matamanó, nombre que aún conserva el golfo que cierran las puntas Gorda y Fisca; y 4 kilómetros al Sur franco, en el Surgidero del mismo nombre, otro caserío de indios pescadores.
Narváez, en sus recorridos tierra adentro hacia la costa sudoccidental de la Isla, así parece haberlo comprobado y se indica, que al ser trasladada la ciudad de La Habana de la costa Sur a la costa Norte, algunos de sus moradores se quedaron rezagados en aquellos caseríos, avecindándose allí y haciendo vida común con los primeros pobladores.
Por el año de 1688, ya aumentado el número de los habitantes de la región de Matamanó, se dieron a la tarea de fundar un pueblo, al cual pusieron el nombre de Batabanó, vocablo que viene a ser una corruptela de la voz indígena Matamanó. Más tarde, fué fundado el pueblo de Surgidero de Batabanó.
El desarrollo de Batabanó no comenzó, sino a partir del año 1715. con la donación que hiciera Doña María de los Ángeles de Barreto, de cuatro caballerías para poblado y doce para los primeros pobladores.
En el año de 1730 el Marqués de San Felipe y Santiago hizo construir, a sus expensas, un camino sobre la ciénaga para unir a Batabanó con el Surgidero, camino que fué mejorado en 1790.
En el año de la fundación del poblado fué erigida en Batabanó una pequeña ermita dedicada a la Divina Pastora. Esta ermita sufrió diferentes transformaciones a causa de incendios y devastaciones, siendo construido el nuevo templo en 1943.
La existencia de un camino que conducía de La Habana a la costa Sur de la Isla, y que pasaba por Batabanó y el Surgidero, contribuyó al desarrollo de estos dos pueblos, aumentándose su progreso con la construcción del ramal de vía férrea de San Felipe al Surgidero, el cual pasa al Oeste y a corta distancia del pueblo de Batabanó, favoreciendo así su tráfico, al unir a estos dos pueblos con la Capital y los más importantes pueblos intermedios.
La importancia estratégica del Surgidero hizo que en 1779 fuese fortificado el puerto defendido con algunas piezas de artillería contra los piratas y corsarios que de continuo lo amenazaban. Estas baterías fueron abandonadas por su poca eficacia, y hoy existen en el lugar de su emplazamiento y en sus alrededores, hermosos edificios de moderna construcción en los cuales están establecidos el Ayuntamiento, las Oficinas de Correos, la Aduana y el Cuartel de Bomberos.
El 19 de Enero de 1879 fué creado el Ayuntamiento de Batabanó, con este pueblo como Cabecera, siendo su primer Alcalde Don Juan Pérez San Pelayo. En 1898, se trasladó la Cabecera al Surgidero.
El 24 de Enero de 1902 fueron suprimidos los Ayuntamientos de San Felipe y San Antonio de las Vegas, anexándose el primero a Batabanó y el Segundo a Melena del Sur, y al ser suprimido el de Melena del Sur el 8 de Febrero del mismo año, el territorio que pertenecía a San Antonio fué anexado al Término de Batabanó, siéndole segregado más tarde al crearse nuevamente aquel Ayuntamiento.
La superficie del Término de Batabanó era en 1944 – 1945 de 213 kilómetros cuadrados y su población de 20,000 habitantes. Limitaba por el Norte con los términos de Bejucal y San Antonio de las Vegas; por el Este con Melena del Sur; por el Sur con el Golfo de Matamanó y por el Oeste con Quivicán y La Salud.
Estaba dividido en los barrios Este de la Cabecera y Oeste de la Cabecera (Surgidero); Pueblo Nuevo. Pueblo de Batabanó, Guanabo, San Agustín, Cuatro Caminos, Quintanal, Mayaguanó, Azcárate, San Felipe y Aguacate. Cuenta con los pueblos de Surgidero de Batabanó, Batabanó, San Felipe, Pozo Redondo, Mayaguanó, Quintanal y otros de menor importancia.
Los Ferrocarriles Unidos de La Habana hacen un recorrido de 15 kilómetros en territorio del Término. Parten de San Felipe: pasan por Pozo Redondo y Quintana) y terminan en el Surgidero.
Una carretera une al Surgidero con Batabanó y sigue hasta San Antonio de las Vegas, donde entronca con la de Managua. Además, todos los pueblos y barrios están unidos entre sí por buenos caminos vecinales.
El terreno del Término es llano y feraz; pero la parte del litoral resulta improductiva e insalubre por lo cenagosa. Está fertilizado por los ríos Guanabo, San Felipe, Santa Gertrudis, San Juan, Pacheco y otros de menor importancia.
Produce caña y frutos menores, existiendo en el Término una buena crianza de aves de corral. La importancia de este Municipio depende especialmente de su situación en la vía Habana-Isla de Pinos, de sus famosas pesquerías de esponjas, su gran tráfico de cabotaje, sus carbonerías de carbón vegetal, y sus importantes fábricas de conservas.
El Surgidero de Batabanó, Cabecera del Término con más de 5,000 habitantes, es puerto habilitado, muy frecuentado por ser apostadero de los vapores y barcos de vela que comunican a la Capital con toda la costa Sur de la Isla, y con Isla de Pinos.
El Canal de la Hacha al S-O, y otro al S-E, conducen al Surgidero de Batabanó. Los vapores que de La Habana se dirigen a Santiago de Cuba, y viceversa, hacen su derrotero por estos canales.
El Término de Batabanó fué escenario de importantes acciones durante la Guerra de Independencia.
Cerca de Pozo Redondo, libró el Lugarteniente Maceo rudo combate con las fuerzas españolas, y el General Quintín Banderas, auxiliado por la caballería del Comandante Tamayo, intentó varias veces invadir el Surgidero, sin éxito alguno por lo bien guarnecida que estaba dicha plaza, pero sí poniendo constantemente en jaque a las tropas españolas.
Batabanó por Gabriel Camps para Cuba y América en 19043

Batabanó no es una sola población. Son dos. La cabecera ó Batabanó, pueblo que está tierra adentro y el Surgidero junto al mar del Sur. Es el Surgidero el centro urbano más rico e importante de la provincia de la Habana, después de la capital, y está llamado en breve término á ser una plaza mercantil de primer orden.
Mucho ha contribuido a este resultado la terminación de la carretera de Bejucal que lo pondrá en comunicación con la cabecera judicial y con el resto de la provincia, y el enlace directo con la Habana por medio del ferrocarril eléctrico.
Cuanto a la primera obra existen muy fundadas esperanzas de que se llegue a feliz término desde luego, pues la prolongación de la carretera ya dispuesta hasta Quivicán es presagio alentador de su conclusión, y el eléctrico, bien por la Insular Co. ó por otra empresa que se constituya, es obra que habrá de realizarse tarde o temprano, pues no es desdeñable la utilidad que reportaría, á no dudar la vía.
Para poder apreciar la riqueza de Batabanó y sus tierras, baste saber que en 1893, fué Pozo Redondo, estación del ferrocarril, ramal de San Felipe, junto á Batabanó, la que cargó mas caña, después de la de los Palos, á 1a que se llamó entonces, en broma sugestiva, el Chicago de la caña.
Cuenta el término de Batabanó según el último censo, diez mil doscientos noventa y tres habitantes. Su Ayuntamiento trasladado de Batabanó al Surgidero, en 1896, después del incendio efectuado por fuerzas del general Quintín Banderas, es rico y cumple todas sus obligaciones.
El comercio, representado por casas de la importancia de Camino y Cagigas; Torres, Gutiérrez y Compañía; Horms Hnos., Julián Quadreny, Valdés Hno., que mueven varios millones de pesos, tributan a; Municipio unos ocho mil pesos al año.
Cinco mil habitantes tiene el Surgidero. Todos los adelantos de una ciudad a la moderna allí se ven y los hoteles Louvre y Dos Hermanos están a la altura de los mejores de la Habana.
Hay allí acueducto, fábrica de hielo, dos magníficas casas de salud, el casino Español con edificio propio y seiscientos asociados.

En la bahía, en la que se destaca el gran muelle de los F.C. Unidos, atracan los vapores de Menéndez y compañía, los que van al Oeste con escala en la Colonia, Punta Cortés y Bailén, el vapor que va a la Isla de Pinos, y para que la marina sea completa allí se mueven en todas direcciones el Alacrán y el Alfredo, nuestros guardacostas, dispuestos á multar á todo bicho viviente que infrinja la policía de los mares.
Los productos principales de Batabanó, son la Esponja. Del 1 de julio 1902 al 30 de junio 1903 se vendieron trescientas veinte mil doscientos cuarenta y cinco docenas de esponjas de varias clases por valor por valor de trescientos diez mil quinientos cuarenta y dos pesos en oro. Ciento setenta balandros viven y se dedican á tan productiva pesca.
Pescado. De 1ro. de julio de 1902 a 30 de junio de 1903, los cincuenta balandros viveros tripulados por doscientos pescadores vendieron á un precio de ciento ocho mil quinientos ochenta y cuatro pesos oro más de dos millones de libras de pescado, todo destinado a la capital.

Carbón. Del 1ro. de Julio de 1902 á 30 de Junio de 1903 desembarcaron en el muelle real, las treinta y cinco goletas tripuladas por ciento veinte hombres que se dedican al trafico de cabotaje, doscientos diez mil sacos de carbón por valor de trescientos quince mil pesos plata, más gran número de cuerdas de leña para ingenios y panaderías, polines de llana y júcaro para los ferrocarriles, madera para botes y chalanas.
Como mil hombres están empleados en los cortes haciendo carbón, cortando leña y haciendo zanjas para el paso de las chalanas. El carbón de Batabanó llega a competir con el de la Isla de Pinos que es el preferido en plaza por la excelencia de las maderas.
Otras Industrias Diversas. Embarcaciones se dedican al lucrativo negocio de la pesca del carey que se vende a un centén la libra; a la de tortugas; á la del manatí que algunos pesan ochenta y noventa arrobas y se vende la libra de grasa á diez centavos; a la langosta, a la saca de mangle y patavan, a la salazón de pieles de cocodrilo. Dedícanse algunos á la caza de la garza real, se utilizan de cada pájaro cuatro o cinco plumas, que se venden á ciento veinte pesos en moneda americana la libra.

En fin, Batabanó puede llegar a ser un gran centro de pesquería, a poco que se le preste por los particulares y el Estado mayor atención. El señor Arizurrieta, de Batabanó, ha facilitado a Cuba y América, datos muy interesantes sobre la esponja, la mayor riqueza de su pueblo.
Se empezó a pescar por el año de 1878, siendo los iniciadores de la pesca los señores Escona y Rivero, en el bote “Teresa” de don Benito Artan quien en aquella época lo vendió al actual decano de los esponjeros, D. Juan Playa, en ochenta pesos billetes. Entonces vendíanse las esponjas en las bodegas, de donde se embarcaban á la Habana, sin ninguna preparación.
Su precio llegaba a tres pesos la docena. En el año de 1884 Playa regularizó la pesca, enviando barcos de su propiedad con tripulantes a sueldo hasta la llegado de D. Carlos Salmon, quien trajo buzos, los que no dieron resultado. Después se siguió el método de la pinchara y el vidrio, mucho más fácil y seguro.

Este método es original. Un balandro lleva tantas chalanas ó pequeñas embarcaciones sin quilla, como la mitad de sus tripulantes. Ya en los criaderos de esponjas son botadas esas chalanas, llevando un marinero como bogador y otro que lleva una pincharra (madero de seis á ocho brazas y de dos pulgadas de circunferencia) y un cubo cuyo fondo es de vidrio. Este cubo es inttroducido en el agua y se explora así perfectamente el fondo del mar. Sacada la esponja es metida en unos tanques donde se limpia de impurezas.
Los barcos están fuera de puerto todo el tiempo que llaman marea, y que á veces dura cincuenta días. Hacia 1903 se dedicaban a esta clase de pesca unos ciento setenta barcos tripulados por unos mil doscientos individuos, de los que la mitad son mallorquines, gente recia, dócil y muy trabajadora y económica.
Muchos de estos baleares son dueños de la embarcación ó de parte de ella. Otros operarios se ocupan en recortar, secar, clasificar y empacar la esponja. Cobran un jornal de un peso cincuenta centavos diario y a veces trabajan de noche a causa de pedidos precipitados.
A principios del siglo XX la esponja alcanzaba buen precio habiéndose pescado en 1901 unas doscientas mil docenas que dejaron más de trescientos mil duros. El sistema de venta es particular, acaso único en el mundo. Los barcos descargan la esponja en los portales de las casas de una de las calles del pueblo.
Los compradores toman nota y ponen los precios en un papel, el que es leído en voz alta, á una hora dada y en lugar convenido. El papel se considera pagaré a la vista y sin discusión, se adjudica la partida al que mejor precio ofrezca.
Dando facilidades en los transportes, como condición primordial, estableciendo bancos y cajas de ahorro, construyendo viviendas con todos los adelantamientos modernos y prestando alguna atención a Batabanó, puede predecirse que Cuba contará con una industria de pesquería importante, llamada a aumentar la riqueza nacional y el bienestar de los cubanos.
Bibliografía y notas
- Chroniqueur. “Poblaciones de Cuba Batabanó”. Revista El Fígaro. Año XIX, núm. 9, 1 de marzo 1903. ↩︎
- “Apuntes históricos del término municipal de Batabanó”. Guía Provincial de la Habana. Editorial Panamericana, Burgay y Cía., 1944-1945 ↩︎
- Camps, Gabriel. “Batabanó”. Revista Ilustrada Cuba y América. Año VIII, Vol. XIV, Núm. 2, 1904, pp. 1-33. ↩︎
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