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El lenguaje del abanico en Por esos Mundos

03/02/2023 Por Almar Deja un comentario

El Lenguaje del Abanico. Por esos mundos, Marzo 1902
El Lenguaje del Abanico. Por esos mundos, Marzo 1902

El Lenguaje del Abanico desde Por esos mundos. En las ondulaciones que la mujer sabe dar al abanico hay infinita variedad de movimientos que tienen cada uno distinto significado, y asรญ sucede que aquel adorno que las damas llevan tanto puede expresar en la manera de manejarlo la cรณlera รณ el terror, como la alegrรญa, el amor, los celos, etc., etc.

El abanico nos presenta
todo lo que la mujer ama, todo
lo que su corazรณn puede sentir;
dice que sรญ y que no; condena
y aprueba; y puede revelarnos,
en fin, todos los pensamientos
de una dama.
Desprez

Apenas si existe una emociรณn del รกnimo que no produzca la consiguiente agitaciรณn en el abanico, hasta el punto de que bastarรก algunas veces observar sus movimientos cuando se halla entre las delicadas manos de una seรฑora de mundo para saber si la dama estรก de buen humor, si tiene ganas de reรญr, รณ sรญ desea discusiรณn y no quiere dejarse convencer.

He visto en cierta ocasiรณn un abanico manejado con tanta cรณlera por su dueรฑa, que hubiera sido peligroso para el amante ausente que provocaba el enfado encontrarse al alcance de sus vendavales; y otras veces he visto abanicos tan lรกnguidos, que considerรฉ ventajoso para su propietaria que el amante no se encontrara en su presencia.

Si todos los abanicos hablaran tan sinceramente como estos que acabo de citar, cuando el poeta inglรฉs Addison dio cuenta de sus ingeniosos estudios sobre el particular, ยฟno se retratarรญan en ellos todos los deseos y afectos de la mujer tan claramente como si ella misma nos los expresara verbalmente?

Pero la joven del siglo XX no es, ni con mucho, tan experta en el manejo del abanico como las Pompadour y las Du Barris, cuyas historias estaban escritas en ellos.

Nuestras jรณvenes necesitarรญan estudiar un curso de lecciones de este gรฉnero en la cรฉlebre Academia del Abanico, donde, entre otras palabras de mando, el batallรณn femenino contestaba รก las de ยกCojan abanicos!, ยกAbran abanicos!, ยกAbajo abanicos!, ยกรbranse de nuevo!, ยกAbanicarse! y otras por el estilo.

El mal que una mujer verdaderamente coqueta puede hacer con el abanico, es increรญble.

La tรกctica de estas expertas harรญa ruborizar de vergรผenza รก un Napoleรณn. Decรญa una seรฑora
amiga de Madame Stael que el manejo del abanico era lo suficiente para dar รก conocer รก
la princesa y รก la plebeya; y que de todos los adornos de la mujer elegante, no hay uno
solo del que pueda sacarse tanto partido como del en que estamos ocupรกndonos.

Tiene el abanico un alfabeto sencillo, muy fรกcil de aprender de memoria y en el que, mediante un poco de prรกctica, cualquier novicia puede leer de corrido.

El lenguaje del abanico ha caรญdo en desuso, como otras muchas de las costumbres del pasado.

Nosotros la asociamos รก la รฉpoca de la โ€œBelle Marquiseโ€, cuyos movimientos de abanico acompaรฑaban en crescendo รก los rayos lanzados por sus hermosos ojos.

Lenguaje del Abanico: Puedes hablarme.
Lenguaje del Abanico: Puedes hablarme.

Todavรญa existen, y existirรกn por mucho tiempo en el mundo, multitud de ojos bellos que saben mirar por detrรกs de las frรกgiles varillas del abanico. Por otra parte, si algunos piensan en resucitar el lenguaje cรฉltico, para hablarlo, ยฟpor quรฉ no se ha de restaurar el lenguaje del abanico?

Tiene tantas ventajas, tantas variaciones, dice tan atrevidamente cuanto los labios no se deciden รก expresar, que el abanico resulta un arma utilรญsima en las luchas del amor, como que es la mรกs sutil entre las muchas argucias de que el amor se sirve, porque resulta el medio de dirigir impunemente tiernas miradas, el verdadero epรญtome, en fin, de una caricia.

En el lenguaje del abanico existe verdadera poesรญa y, como la mรบsica, se hace entender en todos los idiomas.

Y sino, ยกcuรกnto mรกs elocuente es decir ยกTe amo! abriendo el abanico con suavidad y colocรกndolo al travรฉs del rostro, que emplear aquellas palabras simple y vulgarmente!

Supongamos por un momento que una excelente y bondadosa madrina regala รก su ahijada una soberbia colecciรณn de maravillosos abanicos. Cuando la joven los contempla, uno tras otro, cuando abre los ojos y va recreรกndolos en el brillante contenido, no se cambiarรญa por la mรกs dichosa de las mujeres.

Lenguaje del Abanico: Sรญgueme.
Lenguaje del Abanico: Sรญgueme.

Abanicos de varillaje de nรกcar, de cristal, marfil, concha, sรกndalo, oro y plata, etc., etc.; abanicos con paรญs de gasa, raso, pergamino y brocado; abanicos con trabajos รบnicos de Watteau y Fragonade, cupidillos risueรฑos que tejen guirnaldas de rosas, visiones de una fiesta campestre รณ de una poรฉtica zambra pastoril; abanicos con piedras preciosas incrustadas, con delicadas puntas de plumas de avestruz, y, en fin, abanicos de alegres colores reminiscencia de una tropa de mariposas.

La joven favorecida con la brillante colecciรณn admirando uno tras otro los ejemplares de que se compone, y con el espejo por รบnico confidente ensaya la siguiente comedia, tan concisa como linda:

Esta noche irรฉ al baile y allรญ estarรก mi ideal. Por supuesto, que รฉl sabrรก leer el lenguaje del abanico, porque todos los ideales entienden eso lenguaje. Yo estarรฉ sentada con mucha gazmoรฑerรญa al lado de la persona que me acompaรฑe; cuando รฉl pase junto รก mi, en la primera oportunidad cambiarรฉ con indiferencia mi abanico hacia la izquierda y me lo colocarรฉ enfrente de la cara.

Esto querrรก decir en nuestro encantador lenguaje:

โ€”Quiero entablar conocimiento con usted.

Por supuesto, que tal conducta serรก atrevida รฉ impropia de una seรฑoritaโ€ฆ pero lo harรฉ. El me mirarรก muy rรกpidamente; adivinarรก, vacilarรกโ€ฆ y, por รบltimo, asentirรก. Casi se acercarรก รก donde yo estรฉ, dirigiรฉndome significativas miradas; pero mi acompaรฑante le mirarรก con el ceรฑo fruncido y se retirarรก.

Modestamente esperarรก otra seรฑal y yo le telegrafiarรฉ con gran rapidez:

โ€”Estoy comprometida.

Todo esto, por supuesto, lo harรฉ con รกnimo de darle en quรฉ pensar; pues no hay que decir que eso de comprometidaโ€ฆ no es verdad. El infeliz se pondrรก muy triste, y yo harรฉ lo posible por desanimarle mรกs aรบn, apresurรกndose mi abanico รก decirle:

โ€”Estoy casada.

El enamorado doncel lanzarรก miradas de cรณlera รก รก mi acompaรฑante, y yo me apresurarรฉ รก decirle:

โ€”ยกMucho cuidado! ยกQue hay quien nos vigila…!

Instantรกneamente adoptarรก aspecto serio y se pondrรก รก revisar el cielo raso del salรณn, como si en รฉl hubiera cosas interesantรญsimas. Cuando crea que la costa estรฉ libre de moros, volverรก รก mirarme, pero guardando todo gรฉnero de precauciones. Yo me abanicarรฉ lentamente, como diciรฉndole:

โ€”ยกEs usted un coquetรณn!

Esto no serรก muy bondadoso, pero sรญ muy justo. Todos los ideales son coquetones.

Otro movimiento de abanico; por mi parte, y seguidamente la seรฑal siguiente:

โ€”Quisiera hablar con usted.

Dicho esto, รฉl procurarรก obtener el medio de que me lo presenten, y ya no habrรก necesidad de que el abanico hable; pues mientras bailemos un vals siguiendo las dulces notas emitidas por la banda hรบngara, hablaremos muy bajito.

Lenguaje del Abanico: Sรญ.
Lenguaje del Abanico: Sรญ.

Despuรฉs, mientras descansamos en una glorieta del jardรญn sombreada por hermosas palmeras, mi ideal me dirigirรก la esperada pregunta y yo contestarรฉ con un sรญ, franco y elocuente, y manejando el abanico; como lo manejan las coquetas responderรฉ รก sus miradas suplicantes con una seรฑal indicadora de mi amor hacia รฉl que se aprovecharรก de esta circunstancia para besarmeโ€ฆ aunque yo no lo consienta.

ยกBuenos estรกn los ideales para desperdiciar ocasiones…!

Cuando nos despidamos, me pondrรฉ el abanico; juguetonamente detrรกs de la cabeza, y รฉl interpretarรก inmediatamente esta seรฑal del modo siguiente:

โ€”ยกNo me olvides!

A lo que contestarรก el ideal con un vulgar, pero sincero:

โ€”ยกNo haya cuidado!

Y entoncesโ€ฆ Pero ยฟhasta dรณnde van รก llegar mis pensamientos? Todo esto es un sueรฑo; una brillante visiรณn de amor y de esperanza. Yo nunca voy al baile; yo jamรกs me encuentro con un ideal. La escena es dulce y poรฉtica; pero ยกay! esa escena nunca se realizarรก: solo ha sido hija de la fantasรญa.


Aunque el idioma del abanico no estรก ya en moda, lo cierto es que aquel adorno no serรก nunca cosa del pasado. Es tan antiguo que su origen es legendario, y tan moderno que nunca estorba su uso ni deja de ser elegante.

Existe una versiรณn en la que se cuenta que hallรกndose Psiquis somnolienta en la florida orilla de un rรญo, la abanicaba dulcemente el gentil Cรฉfiro, dando lugar รก que el celoso Cupido le arrancara furiosamente una de sus alas y la entregara รก Psiquis para que en lo sucesivo pudiera ella disponer de los cรฉfiros รก voluntad.

De entonces data la importancia y celebridad del abanico.

Desde tiempo inmemorial forman los abanicos parte principalรญsima en la indumentaria de los japoneses, para quienes aquel artefacto es emblema de vida significando el pequeรฑo remache รณ punta del mango el punto de partida de nuestra existencia, mientras que los rayos รณ varillas simbolizan los caminos que nos conducen รก la dicha รณ รก la desgracia.

Tanta importancia conceden los japoneses al abanico, que no hay objeto entre ellos que juegue mejor papel. En aquel imperio, todo jรณven noble de la corte del Mikado usa un abanico; que difiere en su forma de los que ordinariamente se llevan allรญ.

Estรกn adornados con cintas de seda de los colores blanco, amarillo, verde, rojo y negro, que forman combinaciรณn con el traje especial que solo pueden usar los privilegiados รก quienes se consiente llevar ese abanico.

Aparte otras aplicaciones importantes que los japoneses dan al abanico, allรญ no se ponen los soldados en marcha sin llevar tal adherente consigo; se sirven de ellos para sustituir รก las bandejas en que deban presentar a sus amadas los regalos que les hacen, y รก los criminales se les anuncia su sentencia de muerte presentรกndoles un abanico especial y cortรกndoles la cabeza en el momento en que los desgraciados se inclinan para extender la mano y recibir aquel artefacto.

En China existe una preciosa leyenda acerca del abanico. Cuรฉntase que en una de las grandes y suntuosas fiestas denominadas de las antorchas, que allรญ se celebran, la hermosa Kan-Si, hija de poderoso mandarรญn, sentรญa tan sofocante calor que para aliviarse de รฉl separรณ de su rostro la mascarilla que lo cubrรญa, segรบn costumbre en las doncellas chinas; pero como la estaba vedado por las leyes del pudor exponer su belleza รก las miradas de los donceles que en la fiesta estaban presentes, Kan-Si agitรณ rรกpidamente la mascarilla para hacerse aire con ella mas sin alejarla de sus facciones.

La idea fue comunicรกndose รก las concurrentes รก la fiesta en nรบmero de unas ocho mil, las cuales, sintiendo el mismo calor que la bella hija del mandarรญn, agitaron tambiรฉn las mascarillas que llevaban para mitigar con ello la pesadez de la atmรณsfera que las asfixiaba.

De aquรญ el origen del abanico que despuรฉs, durante tantos siglos, habรญa de imponerse a las mujeres.

Por รบltimo, en China, todo hijo del Celeste Imperio que se tenga por distinguido, debe lucir el abanico en la mano.

No solamente en Oriente ha obtenido el abanico honores de tal naturaleza. Dice un tratado referente รก aquellos artefactos que hemos consultado para la confecciรณn del presente artรญculo, que en la Edad Media los abanicos eran verdaderos flabelos de plumas de pavo real, de avestruz, de papagayo รณ de faisรกn, sujetas รก mango de oro, plata รณ marfil.

Las damas los colgaban de la cintura por medio de una cadenita de oro, y eran tan estimados que ellos solos constituรญan uno de los comercios mรกs lucrativos de los mercados de Levante, de donde eran exportados รก Venecia y otras ciudades de Italia.

En la Catedral de Monza se conserva el flabelo รณ abanico de la reina Teodolinda, casada el aรฑo 558 con Antario, rey de los lombardos: es de plumas pintadas y montadas sobre un mango de metal esmaltado.

Durante el reinado de Isabel de Inglaterra se confeccionaron flabelos de plumas, fijas al rededor de un circulo de madera y en su mismo plano, del que salรญa un mango torneado. Un hilo que pasaba por las barbas de las plumas contribuรญa รก mantenerlas en posiciรณn.

Otros flabelos consistรญan en dos vistosas alas de pรกjaros, adosadas por su parte convexa. Los retratos de la รฉpoca representan รก las damas con abanicos de esta clase.

En Inglaterra usaron entonces flabelos de plumas, tanto las seรฑoras como los caballeros, y los mangos solรญan ostentar ricas incrustaciones y piedras de gran precio. Era moda entre las seรฑoras llevar colgando de la cintura un espejito asegurado รก una cadena de oro; pero el espejo pronto perdiรณ su independencia, y pasรณ รก formar parte de las incrustaciones de los flabelos, encadenados a su vez y pendientes tambiรฉn de la cintura.

Cuando leyeron รก la condesa de Essex su sentencia de muerte, llevaba uno de รฉstos, con el cual se cubrรญa la cara durante la lectura. La reina Isabel poseรญa nada menos que veintiocho, regalados, en su mayor parte, por sus cortesanos. Uno de ellos valรญa dos mil duros.

Tambiรฉn registra la historia el regalo hecho por Moctezuma รก Hernรกn Cortรฉs de seis abanicos de plumas de diferentes colores, de ellos cuatro montados sobre diez varillas, uno sobre trece y el sexto sobre treinta y siete varillas incrustadas en oro.

En Suecia, el aรฑo 1774, la reina Luisa Ulrick fundรณ para las damas de su corte la Orden del Abanico, pero permitiรณ รก algunos caballeros que entrasen en ella.

En 1827, el 30 de Abril, el rey de Argel, en un acceso de cรณlera diรณ รก Mr. Duval, entรณnces cรณnsul de Francia en aquel Estado, un terrible abanicazo, y la consecuencia de tal arrebato fuรฉ la conquista de Argel por los franceses.

En la liturgia cristiana tambiรฉn juega importante papel el abanico.

En Grecia y Roma hubo sacerdotes ocupados en defender de los insectos voladores las sagradas especies de la Eucaristรญa, agitando continuamente el aire por medio de flabelos hechos con plumas de pavo real.

San Atanasio fue flabelรญfero, y en una antigua patena encontrada en las Catacumbas de Roma se ve grabado un flabelo de esta clase y destinado รก tal uso, habiendo llegado hasta nosotros uno que representa un querubรญn con seis alas.

Cuando el Papa es conducido en su silla portรกtil en ciertas procesiones y actos pontificales, dos camareros secretos de Su Santidad, colocados รก derecha รฉ izquierda de aquella silla, agitan cada uno un flabelo.

Segรบn algunos escritores, los frigios y los feniciosโ€ฆ ยฟpero รก quรฉ cansar al lector con relato de hechos antiguos? El que los desee puede leerlos en los rincones de las bibliotecas, pues รก nuestro actual propรณsito no sientan bien esos pormenores.

Aquรญ se trata solo de lo novelesco del abanico, no de su historia, y sobre todo, nuestro รบnico objeto, y ya nos hemos desviado bastante de รฉl, fue tratar del tierno รฉ insinuante lenguaje del abanico que empiezan รก hacer revivir para su uso las jรณvenes del dรญa.

Por esto, con decir que el abanico serรก siempre un bello artefacto y que el arte de adornarlo con preciosas pinturas no decaerรก nunca, ni pasarรก jamรกs de moda, como lo demuestran los exquisitos ejemplares de trabajos modernos hechos por Vibert y por Mauricio Selvis, hacemos punto final en estas lรญneas con las que creemos haber proporcionado un rato de distracciรณn รก los lectores.

Bibliografรญa y notas

  • โ€œEl Lenguaje del Abanicoโ€. Por esos mundos, no. 86, Marzo 1902, pp. 208-213. [En lรญnea]

Publicado en: Colonia Espaรฑola Etiquetado como: Costumbristas

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