

Autores: Dr. Ing. Luis R. González Arestuche & Arq. Ramón F. Recondo Pérez
Colaboradores: Ing. Hidráulica Martha Choong Estupiñán & Ing. Geofísico Germán Chirino Clement
Desde 1845 hasta 1871 el Ayuntamiento promueve el estudio de distintos proyectos para un acueducto en la ciudad de Matanzas. Las primeras acciones para ejecutarlo se debieron a Manuel del Portillo, quien en agosto de 1845 propuso tomar las aguas del río San Agustín, en el punto llamado represa de Contreras, llevando mediante zanjas el preciado líquido hasta diferentes surtidores colocados en plazas y barriadas de la urbe.
El Gobernador en Matanzas, solicita a Francisco de Albear y Fernández de Lara[1] la atención a tan importante asunto, quien en junio de 1847 siendo el Ingeniero-Director de Obras de la Real Junta de Fomento, Agricultura y Comercio, emitió el Informe sobre un Proyecto de Acueducto para llevar a Matanzas agua buena y abundante y distribuida por cañería en esta ciudad, cuya construcción total, solicitó Manuel del Portillo, bajo ciertas condiciones ventajosísimas para él.
El presupuesto estimado que resultó para estas obras fue cuestionado por Albear y así se frustró esta primera intención. Desde ese momento fueron múltiples las variantes realizadas por figuras de la ingeniería civil cubana reconocidas como hitos, yendo desde el propio Albear quien estudió diferentes soluciones entre 1947 y 1856, pasando por Jules Sagebien Tavernier[2] quien en 1852 concluyó el primer proyecto realizado, contentivo de la documentación que exigía esta gran obra. Proponía represar el agua del río San Agustín poco más arriba del Paso del Medio y de allí moverla hasta otro punto de este, conocido como presa de Contreras o Molinos del Rey.
Así aprovechaba la caída del río para disponer una máquina hidráulica que bombeaba el agua hasta conducirla en una tubería de hierro fundido de 9½ pulgadas hacia varios depósitos distribuidos en la ciudad. Este último elaboró el proyecto más completo realizado hasta la fecha con tal fin, pero no prosperó debido a que utilizaba como fuente el San Agustín, que por esos años, durante la temporada de lluvia, arrastraba desechos y materias orgánicas putrefactas resultantes de la matanza de ganado.
Desde 1852 otras figuras no menos reconocidas como el ingeniero Rafael de Carrerá y Heredia, quien por 1856 estaba entonces encargado del desarrollo de los ferrocarriles de Júcaro y Sabanilla; y el ingeniero civil Francisco Villafranca auxiliado del agrimensor Andrés del Portillo, quedaron ocupadas del importante asunto pero no pudieron concretar proyecto alguno. Así es que el 13 de mayo de 1859 se crea por el Ayuntamiento una comisión que nombra al ingeniero civil mexicano, radicado en Matanzas, Juan Francisco Sánchez Bárcena[3] como proyectista del acueducto.
De manera diferente a los anteriores ingenieros, centró sus estudios en los manantiales cercanos al Ingenio El Pan, apoyado en el Letrado en Farmacia Teodoro Munch. De los 13 manantiales analizados, seleccionó como idóneo para abastecer a la ciudad, el ubicado en un sitio propiedad del Sr. Gregorio Bello.
Ya en mayo de 1860 terminó un esquema con el resultado de sus minuciosos estudios topográficos e ingenieriles, que en síntesis contemplaba la construcción de una represa de piedra y césped en el manantial, con lo que elevaba el nivel de las aguas conducidas por gravedad en una tubería de hierro de quince pulgadas hasta las bombas ubicadas en Molinos del Rey para ganar la energía necesaria que elevaría el agua hasta el depósito ubicado en la Plaza de la Horca, desde donde se distribuiría a toda la ciudad.
Vale entonces explicar que esa solución para el acueducto matancero se estudió y ejecutó a la par que el de La Habana. Fue iniciado el 15 de Septiembre de 1871 y realizado en diez meses, con una tubería que abarcaba once kilómetros. Incluso se inauguró antes que este último[4]; en mayo de 1872 se coloca la gran fuente de agua en medio de la Plaza de Armas, cercana al lugar donde subía el pedestal de la estatua a Fernando VII, con lo cual fue probada su explotación.
El 23 de junio de 1872 se inauguran oficialmente las obras, en un punto de las calles Zargazazo y Guachinango. Se denominó como acueducto Burriel, en homenaje a Juan N. Burriel y Lynch, Gobernador Político y Civil del Ayuntamiento de Matanzas, quien propició su construcción. La licencia para la construcción de este acueducto fue otorgada a dos particulares, Fernando Heydrich y Gabriel Faura, quienes disfrutaron durante cuarenta años de los altos beneficios aportados por la empresa creada. El ingeniero jefe de la construcción se nombraba Pascual García Artave y su asesor facultativo fue el también ingeniero Restituto Blancafor.


En la memoria descriptiva indicaba Sánchez Bárcena: “En el paso del río San Agustín he proyectado un puente tubular de hierro para colocar la cañería sobre él. Esta obra es la única de alguna consideración que existe en toda la línea que me ha parecido inevitable”. Unos párrafos después señala que: “En la alternativa de pasar el río por debajo o hacerlo por arriba en un puente de acueducto, he preferido este último… Debe tenerse presente que al atravesar un río como el citado que trae muchas maderas y malezas en las primeras avenidas… es conveniente hacer el puente de un solo arco o tramo y para esto se prestan admirablemente los puentes tubulares”.
Significamos que este puente colgante es el único de su tipo del siglo XIX en Cuba, que a su vez utilizó la tecnología de cables de acero trenzados inventada por John Roebling[5] y utilizada por este con éxito en el Puente de Brooklyn en la ciudad de Nueva York.
Analicemos entonces a partir de esta breve semblanza, cuánta inteligencia, preparación y actualización poseían quienes en el siglo XIX con su esfuerzo, crearon en la ciudad de Matanzas importantes obras que hoy son orgullo de sus pobladores; y que estamos conminados a defender, rescatando la memoria histórica de quienes las originaron y crearon, al ser estas parte del valioso patrimonio construido, a veces olvidado y desconocido como es el caso de este acueducto y de ese puente colgante, reconocido por su propio autor el ingeniero Sánchez Bárcena, como la obra más importante de ese proyecto.


Este acueducto se desactiva por primera vez entre los años 1970-71 por la contaminación de las aguas de los manantiales, provocada por los residuales de los centrales azucareros en la zona. Se reactiva por dos años más, entre 1984-1986, hasta que se ejecuta la nueva conductora sifonada sobre el río San Agustín, con un diámetro de 32 pulgadas que sustituyó a la anterior de 15. No obstante a ello, consideramos que, por la belleza del sitio en que está enclavado ese puente colgante y sus alrededores, puede ser de interés para el turista que accede a Matanzas, ávido de conocer acerca del surgimiento de la ciudad y su desarrollo.
Anexos en imágenes:


Memoria sobre los Anteproyectos de Conducción de Aguas Potables a la ciudad de Matanzas, del año de 1863. Presentado por Juan F. Sánchez Bárcena, al quedar encargado de los estudios del acueducto. Este presenta un nuevo Anteproyecto basado en el anterior que elaboró entre el 13 de mayo de 1859 y el 4 de septiembre de 1860.


Las aguas del Manantial de Bello al alcance de todos. Un folleto más sobre la cuestión del día. Publicado por el Establecimiento Tipográfico de la Aurora del Yumurí, Mayo de 1864. En la página final el autor (anónimo) expresó: En una palabra, no ambicionamos gloria alguna por nuestro plan, caso de que sea útil, y si es aceptado, si por él saltan las aguas del manantial de Bello en las plazas y casas de Matanzas, habremos pagado una deuda de gratitud para con esta ciudad que nos ha dado y nos dá (sic) la subsistencia á (sic) nosotros y á (sic) nuestros hijos.




Nota descriptiva de la Obra del Acueducto de Matanzas, elaborada por Fernando Heydrich el 22 de febrero de 1894, con el objetivo de actualizar cuáles de los objetos de obras construidos se mantenían en explotación, y sobre el nivel de servicios que se brindaban. En esa fecha había 864 servicios suspendidos por falta de abono de las cuotas correspondientes.








Bibliografía y notas
[1] Proyectista del Acueducto que lleva su nombre y que aún abastece a una parte importante de La Habana. En el año 1999 esta obra fue seleccionada por la Sociedad de Ingeniería Civil de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba-UNAICC como una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.
[2] Francés radicado en Matanzas desde 1834 con importantes realizaciones: Edificio de la Aduana, Residencia de la familia Coffigny en la calle Río, Red de Ferrocarriles para la provincia de Matanzas, Torre de la Parroquial de Matanzas, entre otras.
[3] Su otra obra cumbre en esta ciudad es el proyecto del Cementerio San Carlos Borromeo, inaugurado en 1871.
[4] Las obras del acueducto de Albear se ejecutan entre 1858 y 1893.
[5] John Roebling inmigrante alemán nacido en 1806. Inspirado en un puente colgante de Bamburg en Bavaria, proyecta el puente de Brooklyn, inaugurado el 24 de mayo de 1883. Antes en 1855 había proyectado y ejecutado el puente colgante en las cataratas del Niágara.
- Sánchez Bárcena, Juan F.; 1863. Memoria sobre un Ante-proyecto de conducción de agua potable a la ciudad de Matanzas. Matanzas-Imprenta El Ferrocarril, Expediente 13834, Legajo 176, Negociado de Hacienda, Archivo Histórico Provincial, Matanzas.
- Anónimo, 1864. Las aguas del Manantial de Bello al alcance de todos. Matanzas-Establecimiento Tipográfico de la Aurora del Yumurí, Expediente 14059, Legajo 179, Negociado de Hacienda, Archivo Histórico Provincial, Matanzas.
- Empresa del Acueducto; 1883. Reglamento de Aguas del Acueducto de Matanzas. Matanzas-Imprenta La Nacional, Expediente 14060, Legajo 179, Negociado de Hacienda, Archivo Histórico Provincial, Matanzas.
- Heydrich, Fernando; 1894. Nota descriptiva de la obra del Acueducto de Matanzas. Matanzas-Empresa del Acueducto, Expediente 13832, Legajo 176, Negociado de Hacienda, Archivo Histórico Provincial, Matanzas.
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