Los rones “Ron Quiroga” y “Carta Quiroga” de Isidro Quiroga en Manzanillo.
Hay una mentalidad norteamericana, poco o nada conocida para el mundo hispano-americano, que se llama Prentice Mulford quien, en su breviario evangélico de salud y fuerza, proclama que la mayor parte de las veces no triunfamos en nuestras empresas porque somos esclavos del miedo o porque no tenemos un propósito firme, una persistencia creadora.
Somos esclavos del miedo porque no queremos arriesgarnos más allá de lo conocido. Los terrenos inexplorados nos asustan. Y sin embargo, en los nuevos caminos está nuestra dicha.
Buscar el camino, la ruta de nuestra suerte: he ahí a lo que debemos dedicar la mayor parte de nuestra actividad. Cada uno de nosotros tiene delante de sí un camino inexplorado ¿Dónde está? He ahí lo que ha de constituir la gran búsqueda de nuestra vida.
Pero una vez que encontramos el sendero que nos conducirá al lugar en que hemos de hallar la forma para resolver nuestros grandes problemas, ya morales o ya materiales, hemos de ser perseverantes. La mayor parte de las veces fracasamos en nuestros propósitos porque nos abandona la paciencia. Todo plan nuestro o deseo, que se relacione con un negocio o un invento, es una positiva producción de fuerzas constructivas.
Empezamos por producir una fuerza que va dirigida la consecución de nuestro deseo, y si persistimos con energía en el propósito hecho, iremos acumulando fuerzas sobre otras fuerzas, las cuales irán fortaleciendo el fin nuestro cada vez más favorable.
Cuando abandonamos un propósito antes de haberlo conseguido, lo que hacemos es detener la aproximación de las fuerzas triunfadoras que ya venían hacia nosotros atraídas por nuestra persistencia. El éxito, en todo negocio, depende de la persistencia en un propósito, una vez encontrado nuestro camino.
He aquí lo que, sin conocer estas teorías, ha llevado a la práctica el industrial Isidro Quiroga, otro cubano de los que prueba excelentes condiciones para la actividad comercial.
Es admirable, digno de todo encomio, lo que ha hecho el señor Quiroga para llegar al apogeo de su triunfo personal y económico. Antes de llegar a la industria licorera tanteó otros negocios. Se le conoció una relojería, una tienda de víveres y fue vendedor ambulante. Esto le honra.
Eran los tanteos. Buscaba la ruta. Su vocación era la industria. Pero no acertaba con la que debía proporcionarle nombre y ventajas económicas. Y después de mucho cavilar y de recorrer múltiples caminos halló su propio sendero en la combinación de los alcoholes.
¡Lo que ha trabajado este hombre para llegar a la altura en que se halla, para levantar una fortuna! Su labor tesonera y fuerte es un vivo ejemplo que imitar. Cuando concibió el plan de fabricar y refinar alcoholes tropezó con miles de dificultades que Quiroga supo sortear con una paciencia admirable, con un tacto exquisito y un optimismo creador.
Los grandes optimistas han podido realizar grandes cosas porque no han sido esclavos del miedo, porque han tenido la visión serena de sus triunfos inmediatos porque han poseído la fuerza pensante y un corazón siempre abierto al amor y a la fe.
Los que tienen fe en sí y en la faena que realizan obtienen el fin que se proponen. “La fe transporta montañas” dice el Evangelio. Con efecto, la fe es constructora, ella levanta toda clase de edificios, estén estos destinados a mercurio o a Minerva.
Cuando Quiroga comenzó a fabricar la carta que lleva su nombre, y que ahora está exquisitamente refinada, casi todos le auguraban el fracaso. Era imposible decían, que Isidro Quiroga hiciera una buena carta blanca con los aparatos destiladores que poseía. Empero él tenía fe en sí con su viejo alambique y sus viejos instrumentos de destilar. Hoy su “Ron Quiroga” y “Carta Quiroga” le han dado fama y dinero.
Si Quiroga se amilana, si abandona la industria al tropezar con los primeros grandes escollos, es seguro que hoy no sentiría la fruición inefable de haber vencido en una batalla singular librada contra el medio, el prejuicio y la falta de fe en los que le rodeaban.
Hoy Isidro Quiroga en la Avenida de Bayamo ha construido un gran alambique. Posee los aparatos modernos necesarios para fabricar toda clase de licores, y para refinar miles de galones diarios de alcoholes.
Una vez el negocio en buena marcha Quiroga lo quiere ampliar. Ahora está laborando para el fomento de una nueva industria anexa a la licorera: la de refinar azucares.
Ya tiene uno o dos aparatos en monta. Pronto estarán en funciones. Las pruebas del azúcar refino dicen que son aceptables. No nos causaría extrañeza otro éxito de Quiroga en su nueva actividad. Este fabricador de licores e importador de vinos es un gran optimista y por tanto un gran triunfador.
Bibliografía y notas
- “Un gran licorista: Isidro Quiroga”. El Fígaro Periódico Artístico y Literario, Año XXXVII, núm. 1, 2 y 3, 1920, p. 26.
- Boletín Oficial de la Agricultura, Comercio y Trabajo. Habana: Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo, 1917, p. 240. [En línea]
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