José Arechabala Aldama nació el 9 de noviembre de 1847 en España y emigró a Cárdenas, provincia de Matanzas, Cuba, donde expandió sus exitosos negocios: preparación de aguardientes y alcoholes, mieles y lanchajes.
Resulta difícil hacer un relato detallado, amplio, de los trabajos realizados por don José Arechabala Aldama a lo largo de su vida en las cortas páginas de este libro, a sus negocios dedicadas.
Antes de hacer la exposición de sus industrias, que nacieron y medraron al impulso de su fuerza creadora, detengámonos en él: primero el hombre y después en el fruto de sus esfuerzos.
Don José Arechabala Aldama nació el 9 de noviembre de 1847 en España, Vizcaya, la tierra del trabajo y del fuego, cuyos hijos parecen llevar dentro de si el ardimiento ele sus hornos mantenidos por la mano de la industria y la sed inextinguible de azul, de elevación, de sus montañas.
De niño mostró grandes aficiones por el comercio y la industria, quebrantando así los deseos de sus padres, don José Arechabala y doña Juana Aldama, que quisieron encausarlo por el estudio de otras profesiones, en las cuales pudiera alcanzar un doctorado.
Frustró así los propósitos de los autores de sus días, pero, enamorado de la gloria que dá el trabajo incesante, poniendo en juego el espíritu y el cuerpo, sintiendo ya la necesidad de rendir faenas interminables, un buen día, cumplidos ya los quince años, abandonando las tierras y los mares de su patria, embarcó hacia Cuba.
Aquí desplegó todas sus energías (caudal inagotable) multiplicáronse sus ansias, y al cabo, llegó al feliz coronamiento de su obra.
Saltemos por cima de sus insomnios, de sus luchas, de sus trabajos, de sus afanes y hagamos alto frente a la maravillosa labor que ha rendido; frente a la luminosa suma de sus esfuerzos. Todo ha convergido a un mismo fin: al comercio y la industria, agigantándose al través del tiempo.
La ciudad de Cárdenas, ese centro de industrias justamente llamado el Chicago de Norteamérica o la Barcelona de España, ciudad laboriosa besada por las ondas alborotosas del océano por una parte y de otra abrazada por lomas de un frescor eterno; rincón hecho para la laboriosidad de colmena del nuevo campeón de la tenacidad, fué la elegida por aquel jovencito, Arechabala, para adiestrarse en la empeñada justa del vivir.
Gradualmente han ido expansionándose sus negocios: Primero, humildísimo local y pobres maquinarias dedicadas a la preparación de aguardientes y alcoholes; ampliándolo en 1878 con mieles y lanchajes.
Desde el 1885 la destilería fué una rama de su negocio que en 1903 se vió vigorizado con la instalación de Refinería y simultáneamente fué inaugurada su línea de goletas que hacen la travesía Cárdenas Habana.
Tal ha sido el proceso de su hoy poderosa empresa que representa cuantiosos intereses y el sostén de centenares de personas que a su amparo viven.
Hace solo 39 años (Ca. 1878) abrió su establecimiento, denominado “La Vizcaya” bajo la firma de su nombre ha llegado a ser todo esto. Destilería de aguardientes y alcoholes; refinería de azúcar; almacenes de depósitos de azúcares en general y empresa de lanchas y goletas.
La prosperidad, su compañera inseparable, le ha sonreído siempre. Ningún tropiezo de importancia ha surgido a su paso para interrumpir la marcha de su empresa. Es al presente uno de los más sólidos capitalistas de la provincia de Matanzas y de mayor crédito en la República.
Tiene, además, intereses en diversos Bancos extranjeros y en otras instituciones económicas del país, contándose también como accionista principal de conocidas empresas nacionales y extranjeras.
Hace 43 años (Ca. 1874) contrajo matrimonio José Arechabala Aldama con la señorita Carmen Hurtado de Mendoza, rama de un tronco familiar respetable, que, todos consideran.
Su unión conyugal le ha dado cinco hijos ya mayores, y que son, por el orden de su nacimiento: José Nicolás, José Antonio, Carmen, Mercedes y Juana.
El primero, soltero, no obstante fungir de Cajero de la casa y como apoderado de su señor padre prestar íntima atención a la parte financiera de la complicada ramificación de todos sus negocios; es Presidente de la Sección de Fiestas del “Casino” de la Colonia Española de Cárdenas.
El segundo de los varones José Antonio, reside con su esposa en Madrid.
De las hijas, Carmen, reside en Cárdenas con su esposo el señor José Arechabala Saiz que presta su perseverante concurso al desarrollo de los negocios de su señor tío y padre político; Mercedes que con su esposo el doctor Tomás Pita ha instalado su hogar en Gordejuela, España, y Juana, residente con su esposo el señor Gabriel Malet, en Gijón, donde posee propiedades.
Don José Arechabala, también en tiempos de Cuba colonial, desempeñó el cargo público de Regidor de la mencionada ciudad. Es actualmente Presidente de la Compañía de Accidentes del Trabajo “Cárdenas”, socio de honor de Corporaciones y miembro de la Unión Mercantil.
Y ahora, después de hablar del hombre, hablemos de su obra dando un vistazo general al movimiento de sus fábricas, donde trabajan más de trescientos operarios diariamente sin contar el personal de Oficina.
Para el transporte de sus productos a la Habana con destino al extranjero utiliza tres goletas, y para los trasbordos en el canal del Puerto cardenense cuatro lanchas de gran porte.
Tiene instalados dos alambiques para la destilación y tres más dedicados a rectificar los líquidos.
La refinería elabora diariamente doscientos cincuenta barriles de azúcar y la destilería produce mensualmente un máximum de tres mil pipas de alcoholes.
La maquinaria abundante y compleja, responde a todos los adelantos de la mecánica en estos últimos tiempos; señalaremos entre sus componentes principales cuatro calderas de 22′ de largo por 8′ de ancho; dos más de 20′ por 7′ también (Léase ‘pies).
Su acreditado establecimiento exporta grandes cantidades de azúcar para la Habana y el extranjero, y otro tanto hace con el aguardiente y el alcohol, productos de los que embarca para Europa, particularmente para Inglaterra y F rancia, en millares de pipas.
Y mirando, en fin, a la significación que alcanza ese trabajo acumulado de años y años del señor Arechabala, no podemos por menos que asombrarnos.
Dentro de las fábricas ha instalado tres líneas de ferrocarril que recorren una gran extensión de tierra. Un solo edificio, separado de la fábrica, está destinado a cubrir los tanques depositarios de la miel destinada a la elaboración.
Con gran trabajo hemos sacado unas fotografías de estos depósitos y aunque es casi imposible dar idea correcta de estas inmensas Bodegas, alguna se puede dar el público viendo las vistas interiores de los diferentes departamentos.
Además de la fábrica a que en grandes rasgos nos hemos referido posee el señor Arechabala y Aldama distintas propiedades urbanas, sobresaliendo entre ellas la más confortable residencia de Cárdenas, un palacete enclavado en el Paseo de las Quintas denominado “Villa Carmen”; una residencia espléndida en Gordejuela, Vizcaya, su pueblo cuna, donde pasa los veranos y un coquetón chalet en el ya comentado, pintoresco Varadero, que parece ha surgido a una era de prosperidad.
En justo reconocimiento a los méritos de su esposa, la compañera de su vida, denominase el chalet “Villa Carmen” al igual que el palacete el más vistoso paseo cardenense.
Queda, pues, sentada la reputación económica de este comerciante e industrial que llegó a Cuba joven, lleno de esperanza y pletórico de fuerza, con una energía indomable, y que ya hace muchos años, mucho antes de que remontara la cima de los 70, logró alcanzar la materialización de sus ensueños, condensando sus aspiraciones en la prosecución de un fin digno de loa: el engrandecimiento de sus negocios con el consiguiente beneficio para la tierra en que los desenvolviera.
Por eso en Cárdenas al hablarse de José Arechabala Aldama se admira su labor, se le elogia por su perseverante triunfo; viendo, además del anciano respetable y voluntarioso, un verdadero protector de miles de seres que sin fatuidad vive y ayuda a vivir.
Por tener excesiva modestia este bondadoso señor, y gran capitalista, siempre trata de hacer sus obras de caridad de manera escondida, derramando siempre el bien a cuantos de él lo solicitan, enjugando muchas lágrimas con el poder que da su inmensa fortuna, siempre basándose en el pensamiento del célebre escritor Anatole France, que dice: “la caridad que se proclama deja de serlo”.
El entierro del señor Arechabala desde el Diario de La Marina en 1923.
Cárdenas, Marzo 16. Diario — Habana.
A las ocho de la mañana de hoy se verificó el imponente entierro del señor José Arechabala Aldama, desde la casa mortuoria hasta el Panteón de la familia en el Cementerio.
Asistieron las principales autoridades, el presidente de la Cámara de Representantes, comisiones de la Banca, el Comercio. Industrias y sociedades locales, así como figuras prominentes de los partidos políticos, de las federaciones obreras y las congregaciones religiosas.
En el Cementerio despidió el duelo en nombre de la familia del señor Arechabala, el señor Marcial Rossell. Corresponsal del DIARIO DE LA MARINA en Cárdenas, que ostentaba la representación del director de este periódico doctor José I. Rivero.
Un numeroso público en actitud respetuosa presenció el desfile del cortejo fúnebre. Los familiares reciben continuas demostraciones de pésame.
El Corresponsal.
El patriarca José Arechabala Aldama, fundador de la compañía que por muchos años contribuyó al desarrollo de Cárdenas, falleció el 15 de marzo de 1923. Repose su alma en paz.
Bibliografía y notas
- José Arechabala Aldama en El Libro Azul de Cuba (The Blue Book of Cuba). Habana: Imp. Solana y Cía., 1917, 249-255.
- “Vizcaya en Cárdenas. Destilería Vizcaya de José Arechabala”. El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. Mayo 1900, pp. 218-219.
- Rodríguez, Herminia. “Cosa de Refranes. Vivir como Carmelina”. Revista Bohemia, Año 92, núm. 4, 2000, pp. 8-10.
- “El Entierro del señor Arechabala”. Diario de La Marina. Año XCI, núm. 76, 17 marzo de 1923, p. 5.
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