Del mundo de los negocios: La Sucursal del Banco Español en Manzanillo, Oriente.
La más joven de las instituciones bancarias establecidas en Manzanillo —La Sucursal del Banco Español de la Isla de Cuba— no es, por cierto, la más débil ni la menos briosa.
Al contrario, esta Sucursal ha demostrado una actividad y una energía tan extraordinarias que en el poco tiempo que lleva de fundada se ha colocado a la altura de las entidades similares de aquella población.
Parece como si su mocedad fuera signo de pujanza y de alientos vigorosos para hacerla una poderosa entidad financiera.
Al frente de la Sucursal en su inicio estuvo el manzanillero Enrique Roca en su calidad de Administrador y Eduardo López Archillas como Contador y Subadministrador, quienes fueron las primeras potencias con que contó esa joven institución bancaria para arraigarse y obtener las simpatías con que contó desde los primeros momentos.
Un grupo de jóvenes entusiastas y expertos, llenos de buena fe y amor al trabajo pusieron toda su juventud y esfuerzos a contribución del nuevo Banco, y, mientras los directores estudiaban la manera de atraer clientes y realizar proyectos que hicieran florecer en ganancias suculentas la institución, esos muchachos trabajaban como bravos paladines.
Una de las primeras dificultades con que tropezaron los iniciadores fué con la del edificio donde instalar las oficinas.
Las demás instituciones bancarias tenían edificios soberbios, construidos a propósito y no era cuestión de instalar el nuevo Banco en una casa cualquiera, pues ya todos por experiencia sabemos que “las buenas plumas hacen los bellos pájaros”, es decir: que para determinadas especulaciones la vista, si no lo es todo, al menos es la mitad de la vida en un negocio cualquiera.
¿Dónde instalar la Sucursal? ¿Dónde? Las buenas relaciones del señor Enrique Roca y la seriedad de la entidad bancaria ayudaron, en mucho, a resolver aquel problema.
Y el Banco Español encontró en Manzanillo un local excelente, amplio y decente para sus oficinas: la gran casa, de construcción antigua, de Merchán y Saco, propiedad de Valentín Pena; lo más céntrico de la ciudad.
Y después de unas pequeñas reformas, y labores de adaptación la Sucursal se estableció en el lugar indicado. Las oficinas, cual corresponde a una empresa rica, fueron instaladas con lujo y confort.
Por renuncia del señor Enrique Roca Matas, otra nueva inteligencia, otra nueva fuerza, otro prestigio, otra capacidad mercantil está al frente de la Administración, otro distinguido caballero y joven de muchas simpatías y arrestos.
Todo cambio trae novedades, nuevas iniciativas. Junto con el señor Administrador, otros jóvenes laboran tesoneramente por el auge y el prestigio de la institución, jóvenes que son aptos y capaces, quienes dan el ritmo de sus fuerzas mentales, la vibración de sus espíritus emprendedores.
Así sabemos que los jóvenes manzanilleros Rodolfo Rivero Tamayo y Salvador Carbonell Fluriach, quienes poseen conocimientos poco o nada comunes, son unas vigorosas voluntades, probidades creadoras y por todos reconocidos.
Pudiéramos decir que esta Sucursal tiene su asiento en la juventud, pues casi todos los empleados son jóvenes. He ahí su nervio, su novedad, y, desde luego, su impulso generatriz. La Juventud es la sonrisa de la vida: ella todo lo puede; a ella no se le resiste nada, ya que posee el imán seductor de los espíritus despiertos.
Bibliografía y Notas
- “Del mundo de los negocios: La Sucursal del Banco Español”. El Fígaro Periódico Artístico y Literario, Año XXXVII, núm. 1, 2 y 3, 1920, p. 27-18.
- Personalidades y negocios de Oriente.
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