

Una carta sobre monumentos güineros. Datos sobre la historia de Güines en letras de Raimundo Cabrera dirigidas a la Revista Cuba y América en 1915.
Habana 15 de Mayo de 1915.
Sr. Eugenio Sánchez Fuentes.
Estimado compañero:
Mi tardanza en enviarle notas sobre monumentos güineros ha dependido de la busca de documentos: vea lo que he hallado.
En 1813 D. Francisco Arango y Parreño donó al Ayuntamiento de Güines 8,000 pesos para fundar una escuela gratuita. Se invirtieron en la obra 28,000 que completó y suplió el fundador.
En Mayo 12 de 1820 se colocó la lápida que aún existe en la puerta de la escuela de Arango con la fecha del año 14 en que comenzó a construirse. En julio 6 de 1821 se colocó el retrato de Arango en la Escuela Grande que así se llamaba la de su fundación. Ese retrato existe.
En Noviembre 19 de 1822 se empezó la reparación de la escuela de Arango, sustituyendo los techos de azotea mal construidos con techos de teja.
La tormenta de 1836 destruyó esta escuela: por suscripción popular y un bazar se reconstruyó en 1862. Se abrió de nuevo en 1863 ensanchada, estableciéndose una escuela primaria y de enseñanza superior, siendo Teniente de Gobernador D. Inocencio de las Peñas y Director y maestros por oposiciones públicas D. Federico Biso, D. Feliciano Ferraez y D. Ricardo Zamora. La lápida y el retrato se conservaron.
En Mayo 21 de 1815 el Ayuntamiento de Güines compró la casa del Pbro. D. Gerónimo Pérez de la calle de San Julián hoy núm. 3 para casa capitular y cárcel.
Construida la actual cárcel y trasladada la casa Capitular a la calle de Cuatro Palmas junto a la Zanja, se destinó la casa San Julián núm. 3 a Escuela Municipal, la que dirigía D. Joaquín Ruiz de Austrí (en ella aprendí a leer). Sobre el arco de entrada que termina el zaguán se colocó una lápida de mármol pequeña con letras doradas que decía:
Initium sapientia timor domini.
Esta casa se permutó después de 1865 por la casa de Álvarez donde está hoy el Hospital propiedad de D. José Carretero: Carretero vendió luego la casa San Julián ocupada hoy por vecinos.
Hace pocos años entré en esa casa para pagar tributo de recuerdo a mi primera escuela y ví sobre el arco la lápida, cubierta con lechadas. El propietario supo por mí lo que era aquél rótulo cuyo origen ignoraba y que había dejado allí porque no le molestaba. Hable inútilmente a un concejal influyente para que recogieran y guardaran ese monumento.
Vea Vd. si existe y trabaje en ese sentido. Debía colocarse en la escuela de Arango y recordar el hecho.
La actual plaza o parque central de Güines, fué una magnífica plaza de Armas que competía en belleza con la de la capital y más amplia que ésta. Era un gran cuadrilátero desde la calle Real o Seiba hasta San Julián y de la de Habana a Barroso. Dividida en cuatro hermosos jardines enverjados, por avenidas anchas en cruz y centrales.
Pavimentada con lozas grandes; con asientos de piedra y hierro en las avenidas centrales y las exteriores que formaban el cuadrado: a más de los asientos la cerraban pilotes de hierro unidos con cadenas en forma de guirnalda. A la entrada de cada avenida central en la línea de las calles se levantaban dos pirámides de piedra en forma de castillejo cuadrado, con su basamento, capitel y un remate cónico que sostenía como trofeo un mortero de hierro.
Embellecían esta plaza a más de cuatro grandes palmas, en el centro destinados la orquesta en las retretas, una doble hilera de frondosos árboles a los lados de las calles limítrofes.
En los dos pilares de entrada por la calle Real de la Seiba, —creo que hoy de Máximo Gómez— había dos lápidas de mármol con caracteres esculpidos y pintados de negro que creo recordaban la fecha de la construcción e inauguración de la plaza en 1858 siendo general (el que lo era, creo que Concha) y Teniente de Gobernador el Coronel D. Juan Huerta y Sostre.
¿Dónde están esas lápidas…? Búsquelas y crea que el parque actual es pobre comparado con aquella plaza de Armas que debió restaurarse y no destruirse. En esa plaza pasé mis primeros años y sentí mis primeros anhelos y amores.
En el viejo e inútil hoy acueducto de Güines debe existir una lápida que recuerde su construcción. Yo la vi allí en mi niñez.
Hubo otra lápida en el viejo Cementerio de Güines.
La actual casa del Ayuntamiento fué Hospital Militar y de caridad. Allí también conocí yo una lápida y otra en el anfiteatro que así se llamaba el lugar destinado al fondo del Hospital a autopsias.
Interesante.
En 19 de Abril de de 1820 se proclamó y juró la Constitución del año 12 en Güines. En Mayo del mismo año se acordó construir un monumento y lápida frente a la Iglesia, que recordara ese suceso.
Ocurrieron desavenencias entre los vecinos del pueblo y de la villa pretendiendo éstos que el monumento se colocara en la plaza de la villa y aquéllos frente a la Iglesia, reuniéndose por suscripción en la villa $324, mil ladrillos y el trabajo de dos albañiles y en el pueblo $368 y además la piedra esculpida que ofreció D. Gerónimo Pérez con un albañil. La diferencia de lugar se consultó a la Exma. Diputación Provincial, la que en Noviembre del mismo año resolvió que se pusiese en la plaza de la Iglesia, y que ésta se llamara en lo sucesivo plaza de la Constitución.
En Julio de 1821 se principió la construcción del monumento siendo encargado de la obra Alzaga y Ocatra, trabajo que se interrumpió dos veces y que se terminó en el mes de Diciembre prorrogándose la colocación de la lápida hasta el mes siguiente por las fuertes lluvias que caían. En Enero 28 de 1822 —día del patrono—, tuvo lugar la solemne ceremonia de la colocación de la lápida en el monumento erigido frente a la Iglesia; hubo grandes fiestas populares y entre ellas el primer bando de gallos.
Creo recordar por tradición que la Iglesia de entonces era de madera, estaba al centro del actual parque y la plaza era más pequeña. La actual Iglesia de mampostería se construyó con dos torres después: en el ciclón de 1870 ví caer una de las torres: derribar luego la otra y construirse más tarde la única —poco vistosa— que hoy tiene.
Por haberse abolido el sistema constitucional en Diciembre de 1823 se quitó la lápida y se dejó el monumento. ¿Qué fué de esa lápida? ¿Qué decía? No lo sé; indáguelo Vd. en el archivo del Ayuntamiento.
En Enero 16 de 1824 se acordó también destruir el monumento. La reacción ha sido siempre cruel con la historia. Hubo disensiones en el Ayuntamiento: el Alcalde de la villa pretendía que se trasladara a la plaza de la villa; el Alcalde 2o. sostenía que se dejara donde estaba, poniéndole otra lápida dedicada a Fernando VII.
Se consultó al Capitán General quien fué más absoluto: dispuso que se destruyese el monumento y que no se aprovechasen sus escombros y así se hizo, guardándose éstos en un cuarto de la escuela de Arango.
En Marzo 1 de 1824 se empezó la construcción en la plaza de la Villa de un monumento con la lápida ¡Viva Fernando VII!, que se terminó en el mismo mes y los costeó —a sus expensas— el Alcalde D. Domingo Álvarez y se solemnizó con la bendición religiosa y tres días de fiestas.
Hasta aquí alcanzan mis investigaciones. Unos interesantes apuntes cronológicos de Güines, no terminados, por mi maestro Francisco Calcagno, me han suministrado los datos de esta nota.
Yo conocí de niño un monumento en el centro de la Plaza de la Villa. Era como un gran pilón: formado por un muro circular alto de un metro, que dejaba abierto un tanque en cuyo centro se elevaba sobre base rústica y redonda una pirámide cónica formada por piedras superpuestas y en la cúspide un bloque cuadrado, rematado por otro cónico: el bloque y el remate estaban forrados por cubiertas de mármol o eran de mármol con inscripciones, cuyo texto no recuerdo.
Averigüe Vd. dónde están esas lápidas: ese monumento desapareció siendo yo niño —no hago memoria del suceso— debió ser allá por los años de 1862 o 64.
Si le son de utilidad estas notas aprovéchelas. Me han servido para renovar mis recuerdos y afectos a Güines, de donde me han alejado los negocios, la familia, las nuevas relaciones y la incesante lucha de la vida que es ya larga.
Me entran ahora deseos de remover archivos y hacer yo la historia de aquella Villa que he amado y que amo tanto.
¡Oh Juventud: qué corta fuiste.
Pero para no ponerme triste recordando el pasado, pongo punto y le deseo éxito en su buena obra.
Su afmo.
Raimundo Cabrera
Bibliografía y notas.
- Cabrera, Raimundo. “Una carta sobre monumentos güineros”. Revista Cuba y América. Año XIX, Vol. 4, núm. 3, junio 1915, pp. 94-95
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