Juana Borrero por Carlos Pío Uhrbach desde el Fígaro y algunos poemas.
Hace un año exacto que conocí á Juana Barrero. ¿Para qué? me pregunto hoy desolado. Cuando nos encontramos, traíamos cada cual su faldo abrumador de nostalgias, tristezas y esas aspiraciones soñadoras que constituyen el patrimonio aniquilador, que ensombrece la vida, porque pugna en desacuerdo perpétuo con la realidad, y es demasiado altivo para someterse á la vileza de la adaptación.
Yo no quiero, debo ni puedo, exponer la intimidad de esa grande alma que nos deja. Es un Santuario inaccesible á los profanos, á los que como yo, no la han consagrado todo el anhelo de un espíritu, todos los afanes de dicha.
Pero sí diré lo que valía, lo que era, lo que pudo ser, donde le hubiera sido fácil llegar, porque sus alas eran poderosas para cernirse sobre las cimas maravillosas del arte, porque la estructura de su pecho no estaba constituida para respirar los miasmas de la tierra. Nadie más sedienta de idealidad que ella!
Se ha juzgado á Juana Borrero un temperamento de fuego. Están en un error los que así piensan. Ella no tenía nada de tropical; solo su aspecto pudiera hacer creer que había nacido en esta zona. Siempre soñaba con brumas;
Alemania la seducía y su imaginación se desencadenaba para volar, alondra inspirada, á la Selva Negra, ó rasgar con el filo jamás embotado de sus alas, los cendales neblinosos que envuelven al Rhin.
“Yo sueño con un clima extraño”, —me decía— donde nunca haya Sol! “Ah! el Sol es mi primer enemigo” y se complacía con lujo de imágenes en desplegar á los ojos de mi mente, panoramas septentrionales, paisajes de hielo, castillos circundados de pinos, lejanías crepusculares, lagos helados y comarcas pobladas de abetos…
Y yo, confidente de esos desvaríos ansiosos, la escuchaba, la escuchaba, sugestionado por la magia fascinadora de su verbo! —¡Oh! ¡Cuán lejanas me parecen esas palabras! Sus ecos revibrarán mientras viva en mi corazón; pero ya jamás, jamás las volverán á escuchar mis oídos!
Juana Borrero tuvo el presentimiento de su prematuro fin. Amaba y al mismo tiempo la muerte le inspiraba horror. Este dualismo no será comprensible; pero fué un hecho real.
En las noches melancólicas de luna; cuando la naturaleza parecía narcotizada por la lumbre fría de los astros, recitábame las inmortales rimas que le consagró el pobre Casal y cuando llegaba al último verso
“Porque en ti veo la honda tristeza
de los seres que deben morir temprano”
su cabeza hacía signos afirmativos y su voz desfallecía, desvaneciendo sus timbres flébiles, como se apagan las notas musicales en las penumbras de los templos.
Yo quiero que sepan lo que valía, repito. Quiero gozarme en la enumeración de sus aptitudes excepcionales, porque el infinito de mi dolor no puede en mi corazón dilatarse con recuerdos punzadores. Su memoria es un legado; queda en mi corazón indigno de albergarla, pero grande, sí, dos veces grande, por el infortunio y por encerrar su historia.
Después de muerto Casal, nadie en Cuba ha tenido un temperamento tan artístico, intuiciones tan precisas, ni inspiración tan delicada.
Sus últimas rimas inéditas, son una demostración palpable del alcance adquirido por su estro desde la publicación de Rimas hasta ahora. Ella supo no dedicar su pluma más que á colorear asuntos elevados, á cincelar versos impecables, porque su divisa literaria era “el Arte por el Arte”. Su desdén por lo vulgar fué tan grande como su talento!…
Y cuantos proyectos constelaban su fantasía! Todos hermosos, levantados, excelsos, —“Mira, me dijo una vez,— tengo en preparación un libro, muy curioso que titularé En la Dicha, tu escribirás el prólogo, yo las rimas, y colaboraremos en el epilogo…” Y su faz se iluminaba y de sus labios entreabiertos por la sonrisa, me figuraba ver surgir una aureola que se iba convirtiendo en nimbo para circundar aquella cabeza soberbia y erguida que ya jamás encontraré.
Sus pinceles supieron conquistarle lauros. Cada cuadro era un triunfo, cada rasgo el signo de una inspiración. Yo soy un indocto. Yo no puedo juzgarla. Casal ya expresó su valía. Yo no he sabido más que amarla, como ya no sabré más que recordarla llorando…
Recuerdo que sus predilectos eran, por rara coincidencia, también los míos. Cristián Chalón y el gran Botticelli, la encantaban! Una ocasión me describía la gran tela El Destino del simbolista italiano, y su semblante se animaba, traduciendo sus sensaciones de modo tan asombroso que sus ideas iban á clavarse en mi cerebro conmoviendo toda mi red nerviosa.
Sus pupilas fosforecían radiosas como agrandándose en dilataciones elásticas para abarcar el conjunto de la pintura sugestiva y acabada que ponía ante ellas el poder indestructible del recuerdo… y terminaba por dejarme profundamente impresionado, pálido, anheloso, como si hubiera puesto ante mí el cuadro y prestado su sensibilidad dolorosa por lo sutil, para apreciarlo…
Después serenábase su rostro adquiriendo la expresión inteligente que le era habitual, como si aquel soplo tormentoso que cruzó por su alma, llegando de las regiones de la Belleza, no hubiese alterado su espíritu!
¿Y qué más…? No sé; no sé! No quiero saberlo. ¿Para qué? ¿Qué importa á los más? Los que la amaron; los que supieron quien era; los que hayan penetrando mi alma; comprenderán que la partida de la virgen ha sido el eclipse total de mis ilusiones…
Y yo al trazar desordenadamente estas líneas, sin pulirlas, porque son para ella y no puedo tener vanidad, siento el vértigo que producen las caídas en los precipicios y que se abre en mi alma la flor embalsamada de la fe religiosa, no sé si blanca ó negra, porque las sombras de mi espíritu me impiden percibir el matiz de su corola…
Y esta mañana gris y fría, me parece radiosa y cálida; porque el invierno está en mi corazón y la noche en mi alma!
Marzo 12, 1896.
Carlos P. Uhrbach
Juana Borrero
En este número de El Fígaro se rinde homenaje de dolor, tributo de duelo, á la memoria de la inspirada hija de Esteban Borrero, por cuya muerte deben hoy llorar las artes cubanas.
Profundamente conmovidos ante esa terrible desgracia, El Fígaro viste de luto y envía á su atribulado padre y á sus familiares la más sentida expresión de pésame.
Si se nos encargara un epitafio para la tumba de Juana Borrero, nosotros grabaríamos estos cuatro versos:
¡Es un sueño de amor su breve historia; nació, fue amable, candorosa y bella; amó; reinó; murió; se abrió la gloria, entró, y el cielo se cerró tras ella!
Vibraciones1
Escuchando las notas aladas que surgen vibrantes de tu arpa de oro, se han llenado mis ojos de lágrimas y ha subido a mi boca un sollozo escuchando las notas aladas que surgen vibrantes de tu arpa de oro Yo no sé lo que tienen tus rimas que al llenar mi alma de triste dulzura, me recuerdan la imagen querida de un sér adorado que duerme en la tumba! misterioso poder de tus rimas que llenan mi alma de triste dulzura... Canta oh bardo! tus cantos evocan en mi pecho enfermo profunda tristeza, y se puebla mi mente ardorosa de febriles, fugaces quimeras, cuando escucho tus cantos que evocan en mi pecho enfermo profunda tristeza. ♱ Juana Borrero
Virgen Triste
Tú sueñas con las flores de otras praderas, nacidas bajo cielos desconocidos, al soplo fecundante de primaveras que, avivando las llamas de tus sentidos, engendren en tu alma nuevas quimeras. Hastiada de los goces que el mundo brinda perenne desencanto tus frases hiela, ante tí no hay coraje que no se rinda y, siendo aún inocente como Graciela, pareces tan nefasta como Florinda. Nada de la existencia tu ánimo encanta quien te habla de placeres tus nervios crispa y terrores secretos en ti levanta, como si te acosase tenaz avispa ó brotaran serpientes bajo tu planta. No hay nadie que contemple tu gracia excelsa que eternizar debiera la voz de un bardo, sin que sienta en su alma de amor el dardo, cual lo sintió Lohéngrin delante de Elsa Y, al mirar á Eloisa, Pedro Abelardo. Al roce imperceptible de tus sandalias, polvo místico dejas en leves huellas y entre las adoradas sola descuellas, pues sin tener fragancia como las dalias tienes mas resplandores que las estrellas Viéndote en la baranda de tus balcones, de la luna de nácar á los reflejos, imitas una de esas castas visiones que, teniendo nostalgia de otras regiones ansían de la tierra volar muy lejos. Y es que al probar un día del vino amargo de la vid de los sueños, tu alma de artista huyendo de su siglo materialista persigue entre las sombras de hondo letargo ideales que surgen ante su vista. Ah! yo siempre te adoro como un hermano, no sólo porque todo lo juzgas vano y la expresión celeste de tu belleza, sino porque en ti veo ya la tristeza de los seres que deben morir temprano. ♱ Julián del Casal
Fragmento de una carta de Juana Borrero
Abril, 1895
A pesar de que algunos me juzgan tan venturosa hay en mi alma abismos tan profundos de tristeza y sinsabores tan ocultos que, muchas veces anhelo la muerte consoladora de todas las amarguras. En estos momentos en que me atormenta despiadado el insomnio, cruzan por mi cerebro ideas tan lúgubres que me producen un desaliento inmenso…
Intima
A mi amiga Luisa Chartrand
¿Quieres sondear la noche de mi espíritu? …allá en el fondo oscuro de mi alma hay un lugar donde jamás penetra la clara luz del sol de la esperanza
¡Pero no me preguntes lo que duerme bajo el sudario de la sombra muda... detente allí junto al abismo y llora como se llora al borde de las tumbas!
♱ Juana Borrero
En el Palco
A Luisa
Aunque sólo la vieron mis ojos en noche remota. no he podido borrar de mi mente la imagen hermosa. Sobre el fondo sombrío del palco las luces radiosas le ceñían de bucles de fuego luciente corona; negro trage de raso y encaje cubría sus formas, modelando del talle correcto la curva graciosa
Se veían sus brazos de nieve cubiertos de blonda, en el pecho llevaba prendida un ramo de rosas... ¡Pero yo comprendí al admirarla que no era dichosa! que al través del raudal de su risa vibrante y sonora, expiraba el gemido profundo de intensa congoja...! (Inédita). ♱ Juana Borrero
Poema Exótico á Juana Borrero desde el Almanaque Sud-americano
Esparcida en regueros carmesíes
del rojo sol la púrpura caldea,
de árido monte el dombo, que chispea
con encendidos fuegos de rubíes;
Fresco ramo de abiertos alelíes
en el erguido tallo balancea
aura sutil, que perfumada ondea
canas de melancólicos faquíes;
En las hojas de lánguidos bambúes,
como encajes de oro en los tisúes,
cuelga la blonda luz sus rubios flecos,
Y bordeando los límites del Ganges,
las cigüeñas, en pálidas falanges,
el aire pueblan de estridentes ecos.
Carlos Pío Uhrbach.
Matanzas (Cuba).
Bibliografía y notas
- Uhrbach, Carlos P. “Juana Borrero”. El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. Año 12, núm. 11, 1896, pp. 121-122.
- Uhrbach, Carlos P. “Exótico“. Almanaque Sud-americano para el año 1897. El Siglo Ilustrado, p. 125.
- Escritores y Poetas.
- Rima inédita que proporciona a El Fígaro un amigo del alma, de Juana Borrero. ↩︎
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