El Presidente Carlos Hevia juró el estatuto constitucional. Aunque no es de concentración su gobierno, el dará entrada en los cargos públicos a todos los sectores. Detalles de la toma de posesión. Muchos funcionarios y dos secretarios del anterior gobierno, fueron ratificados por el nuevo presidente.
Aunque desde la víspera, ya estaba instalado en Palacio, el señor Carlos Hevia suponiéndose que había tomado posesión, informalmente, de la Presidencia de la República, que recibiera de manos del Dr. Grau, hasta ayer (16 enero 1934) no tuvo efecto la ceremonia oficial que fué muy sencilla.
Ella se celebró momentos antes de las doce en el despacho presidencial del primer piso, hallándose presentes los Secretarios de Justicia, Sanidad, Obras Públicas, y Estado, Almagro, Finlay, Moreno y Márquez Sterling; el Subsecretario de Estado Barnet, Aurelio Álvarez, Ferrer, ayudante del coronel Batista; el Gobernador Baizan, el Subsecretario de Hacienda Martínez; Mariblanca Sabás Alomá y Flora Díaz Parrado, los ayudantes del Presidente y un grupo de periodistas nacionales y extranjeros.
En el exterior de Palacio eran contadas también las personas.
Prestóse el juramento ante el Tribunal Supremo, que preside el Dr. Edelmann, padre político del Dr. Hevia.
La fórmula fué pronunciada, o mejor dicho, leída con voz firme por el nuevo Presidente en estos términos:
“Yo, Carlos Hevia y Reyes Gavilán, nombrado para el cargo de Presidente de la República juro que sostendré y defenderé el estatuto jurídico constitucional de la República de Cuba contra todo enemigo, nacional o extranjero y lo guardaré y haré guardar lealmente. Que contraigo esta obligación con entera libertad, sin reservas mentales ni intención de evadirla y que desempeñaré bien y fielmente el cargo para el que he sido nombrado.”
A continuación dijo: “Tomo posesión del cargo de Presidente de la República”. Momentos después, abordado por los periodistas manifestó que había decidido ratificar en el Gabinete a los señores Almagro y Despaigne, secretarios de Justicia y de Hacienda respectivamente. También fueron ratificados en su cargo el Gobernador Baizán, que había ido a ponerse a su disposición, y el Jefe de la Policía Judicial Edmundo Nin.
El Jefe de la Policía Nacional Labourdette le informó que existía completo orden en la ciudad. También se le confirmó en su puesto.
Otro de los que conversaron con el nuevo Presidente fué Finlay, Secretario de Sanidad. Muy aliviado después de su extensa entrevista, dijo a los periodistas “que continuaría en su cargo de Secretario”.
Entre los visitantes que fueron a ofrecer su adhesión al Jefe del Estado los comandantes Querejeta y Díaz Versón, René Morales y los expedicionarios de Gibara, Márquez Sterling fué invitado a almorzar. Único invitado. Después del almuerzo, el Presidente se retiró a descansar en sus habitaciones particulares.
Declaraciones Del Presidente.
Conversando el Sr. Hevia con los periodistas locales, “con quienes desea mantener un trato amistoso”, (agradecidos, Presidente), recordó que cuando él se graduó en la Academia Naval de Annapolis, concurrió al acto el actual Presidente de los Estados Unidos, entonces Subsecretario de Marina.
El periodista piensa, en seguida, que quizás esto influya en el próximo reconocimiento de su gobierno.
Refiriéndose a los problemas existentes en las empresas extranjeras declaró que aún no había tenido tiempo de estudiarlos, pero que prestaría a ellos la mayor atención. Aseguró también que contaba con el apoyo absoluto de las fuerzas armadas de la nación.
El Gobierno que preside no es de concentración nacional pero tratará de dar cabida a todos los sectores en los cargos públicos, entre aquellos que ofrezcan garantías y estuvieren dispuestos a cooperar al restablecimiento de la vida política de la Nación.
Agregó, en fin, que no ha considerado la posibilidad de dictar amnistía política alguna.
Secretario Particular.
Fueron ratificados en sus puestos todos los empleados de Palacio y Presidente Francisco Masique.
Dolz Apoyará al Gobierno.
El doctor Ricardo Dolz estuvo en Palacio, y dijo a los periodistas:
“He venido a saludar a mi amigo Carlos Hevia. Apoyaré al actual Gobierno con todos mis esfuerzos. Lo ayudaré como lo hice con el otro, especialmente desde la Comisión Jurídica, cuya Presidencia renuncié por que me quedaba solo en la misma, ya que, antes, lo habían hecho mis compañeros.
Considero de mi deber prestarle a esta nueva situación mi colaboración mas eficaz hasta la Convención Constituyente.
Después el doctor Ricardo Dolz habló extensamente con el Jefe del Estado.
Aurelio Álvarez Secretario del Trabajo.
El señor Aurelio Álvarez manifestó a los reporteros de Palacio que había sido designado por el Presidente Hevia para ocupar la Secretaría del Trabajo y que consideraba que era el deber de todos los que fueran designados para ocupar cargos el cooperar por el restablecimiento de la normalidad.
Tenemos entendido que una de sus primeras actuaciones será solucionar el conflicto ferroviario.
Impresiones desde el Diario de la Marina
Si la sustitución de Grau por Hevia ha de significar sólo un cambio de personas en la Presidencia de la República, el golpe de Estado se habrá reducido a un apretón inútil y sin explicación posible.
Por lo que es lógico creer que el golpe o se traduce en un enderezamiento de la nave nacional, escorada hacia babor por los radicalismos frenéticos y atolondrados de sociólogos de primeras letras o se traduce en una nueva perturbación sin sentido destinada a agravar aún más los males de la República.
Juzgado serenamente el acontecimiento no se puede ver en él sino una reacción contra el desorden por parte de los encargados de mantener el orden.
Advenido el gobierno que rigió los destinos de la Republica durante cuatro meses, a virtud de la revolución de los cuarteles, dedicóse al cultivo amoroso de cuantos líos sean susceptibles de armarse entre humanos, confiado siempre en que los embrollos que formase su imprudencia los desenredase el Ejército.
Más de una vez advertimos desde esta misma columna que la labor oficial asemejábase a la de la esposa de Ulises, en que los civiles destejían con la pluma de los decretos lo que los militares tenían que tejer con la punta de las bayonetas.
Y en esa labor fatigosa el Ejército se fatigó. Y como la facción revolucionaria que gobernaba no ganó el Poder ni por los votos de unas elecciones ni en batalla campal contra la Tiranía, sino por decisión de una Junta nacida en los cuarteles lógico fué que “cuna y sepulcro en un cuartel hallase”.
Se cansó el brazo, eso fué todo. Era demasiado bregar para sostener un régimen que no entendía nadie, excepción hecha de unos cuantos teorizantes, de las multitudes desesperadas a las que se les ofrecía una hipotética mejoría fulminante y de no pocos señores admirablemente dispuestos en todas las épocas a burlar a los cobradores.
El error de los que labraron nuestra ventura durante ciento treinta días mortales consintió en entender que estaban capacitados y posibilitados para enfrentarse con los gravísimos problemas a los que quisieron dar solución en un periquete.
No estaban capacitados por su naturaleza de gobernantes provisionales; y no tenían la menor posibilidad de salir airosos del empeño por las circunstancias económicas en que se encontraba Cuba y aun se encuentra, circunstancias que se modifican galvanizando la riqueza del país mediante tratados comerciales que nos permiten vender bien y vender más nuestros productos, no promulgando leyes de repartición que, en las presentes condiciones, se reducen a propiciar tremendas riñas por la posesión de un hueso.
Le, inquietud, el pánico, el desorden y el malestar acrecentados hicieron sentir a los hombres de armas la necesidad de un viraje en el izquierdismo perturbador y estéril.
El tiempo dirá si lograron realmente su propósito o, si al dar a luz, no fueron en realidad los cuarteles, sino los montes, los que parieron.
Falto del apoyo que esperaba renunció el Presidente Carlos Hevia.1
Díaz Verson confirma la renuncia. A la una menos cuarto de la madrugada de hoy nuestro repórter tuvo la oportunidad de hablar con el comandante de la Policía Nacional, señor Díaz Versón, del cual inquirió algo sobre la certeza de la proclamación del Coronel Mendieta para la Presidencia de la República.
El señor Díaz Versón, amablemente nos informó que, efectivamente, el Presidente Hevia había renunciado a las once de la noche (17 enero 1934) y que se había decidido proclamar al Coronel Mendieta, el cual aceptaba la designación, encontrándose en estos momentos las personalidades que han intervenido en los hechos referidos aunando voluntades y poniendo de acuerdo a los diversos factores.
También nos dijo el Comandante Díaz Versón que a partir de las seis de la tarde del día de mañana serán retiradas las fuerzas del Ejército de todos los lugares en que hacen guardia, haciéndose cargo la policía del mantenimiento del orden en lo sucesivo, no pudiendo los miembros del Ejército actuar del lado capitalino del Puente Almendares.
Un Ayudante de Freeman. A las doce y media llegó a Palacio el Oficial de la Marina Americana, señor Ertmal, Ayudante del Almirante Freeman, el cual pasó inmediatamente al despacho del señor Presidente Provisional dando la sensación de que era esperado.
Bajó el Ayudante de Freeman. Al cuarto de hora de haber subido hasta el despacho del Presidente el Capitán de la Marina americana, señor Ertmal, descendió del elevador, siendo inmediatamente abordado por los reporteros a los cuales manifestó que no lo había llevado a Palacio ningún asunto oficial, que era amigo personal del Presidente Hevia y le había visitado con el solo propósito de saludarle y hacerle presente el pesar que le causaba que no pudiera continuar en su alto cargo.
El Secretario de Hevia, opina. A las doce menos cuarto bajó en el elevador el señor Masique, Secretario Particular del Presidente Hevia, rodeado por los periodistas manifestó que no tenía nada que decir del Presidente. De lo único que tengo noticias, dijo, es de que “Batista ha proclamado a Mendieta en Columbia”. Después de una breve pausa, agregó Esto es algo muy teatral.
Refiriéndose al apoyo de los sectores afirmó que el Presidente en vista de que no lo había logrado estaba dispuesto a renunciar pero que no a admitir la imposición militar.
Hevia propicio. En casa del propio Coronel Mendieta recogimos la noticia de que el Presidente señor Hevia, se había producido con altas miras patrióticas, propiciando todos los arreglos para llegarse a una solución cubana, pacífica y contentiva del núcleo de opinión nacional para que el Gobierno Cubano que haya de ser definitivo se vea respaldado por todos los sectores y en condición de entablar negociaciones y ser bien recibido por las demás naciones.
Consignamos con gusto este hecho, en elogio del Presidente saliente señor Hevia.
Acción Republicana opuesta a Hevia. Hemos recibido una declaración escrita del Comité Central de Acción Republicana por la que se manifiesta que continúa en franca oposición al Ingeniero Sr Hevia como Presidente, igual que la mantuvo con respecto al doctor Grau San Martín, por no satisfacer las ansias populares del momento presente.
Treinta y ocho horas de presidencia. El Secretario Particular del Presidente Provisional manifiesta que efectivamente el señor Hevia acaba de presentar la renuncia de su alto cargo y que es posible que abandone la mansión presidencial esta noche. Es la una y media. Dada la forma en que se vienen desarrollando los hechos parece que la República estará durante algunas horas sin Presidente.
Los empleados del Palacio a las órdenes del Jefe del Estado bajan las maletas de éste por el elevador confirmando la impresión de que el Presidente se va. Hace justamente unas treinta y ocho horas que ocupa el cargo.
Los periodistas hemos rogado al señor Hevia que nos reciba, el Ayudante señor Bolet nos anuncia de su parte que no tiene declaraciones que hacer a la Prensa. Hemos insistido y esperamos que nos reciba. Son las dos menos veinte de la madrugada.
Mucha oficialidad en Palacio. Desde las once y media aproximadamente han venido llegando a la mansión presidencial nutridos grupos de Oficiales de nuestra Marina Nacional y estudiantes de la Universidad. En uno de los formados por estos últimos vimos al líder Segundo Curtis, al cual nos acercamos solicitando nos hiciera algunas declaraciones sobre los hechos que están ocurriendo, negándose el señor Curtis rotundamente a complacernos.
De madrugada esperaba el Tribunal Supremo la renuncia del Sr. Hevia.
El Comandante Oscar González abandona el elevador, viene del Despacho Presidencial; es la una y cuarto de la mañana, trae en sus manos un voluminoso sobre dirigido a la Junta Revolucionaria. suplicado al Coronel Batista. La dirección está escrita de puño y letra del Presidente.2
Creemos —y esa es la opinión general— que se trata de la renuncia del señor Hevia, porque minutos antes, el Ayudante del Jefe de la Policía Nacional ha dicho: “El Presidente va a presentar la renuncia ante la Junta Revolucionaria de Columbia”.
Los acontecimientos parecen precipitarse; la máquina sigue esperando; hay la sensación de que el Presidente abandonará Palacio esta misma noche.
Minutos después de salir el Comandante González llega la noticia de que se encuentra reunido el Tribunal Supremo.
Debe Intervenir el Supremo. El Jefe de la Marina bajó de las habitaciones del Presidente a la una menos diez de la madrugada, y aunque no dice haber hablado con el Presidente, nos informa que esta noche no se producirá el cambio de Presidente, porque Hevia recibió el Poder del Tribunal Supremo y tiene que hacer la renuncia ante ese Tribunal; pero tanto el Ejército como la Marina está en disposición de acatar todo lo que legalmente se haga y ven en la persona del Coronel Mendieta, el cubano que llena todos los requisitos necesarios para dar una solución a los conflictos que ha venido confrontando la República.
Bibliografía y notas
- “El Presidente Carlos Hevia juró el estatuto constitucional”. Diario de la Marina. Año 102, núm. 5, 17 enero 1934, p. 1.
- “El último día del Presidente Grau en Palacio”. Revista Bohemia. Vol. XXVI, Año 26, núm. 3, 21 enero 1934, pp. 36, 37, 44, 45, 49.
- “Falto del apoyo que esperaba renunció el Presidente Carlos Hevia”. Diario de la Marina. Año 102, núm. 6, 18 enero 1934, p. 1. ↩︎
- Confirma Levi Marrero que: A las dos de la madrugada del jueves 18 de Enero, —cuando todo el pueblo de Cuba estimaba que el Coronel Carlos Mendieta era el Presidente de la República—, abandonaba el Palacio de la Presidencia el comandante Ángel González, que era portador de un sobre. En el sobre se leían, escritas con letra nerviosa, las siguientes palabras: “A los señores de la Junta Revolucionaria de Columbia. Suplicada al coronel Fulgencio Batista”. El sobre contenía la renuncia del Presidente relámpago, ingeniero Carlos Hevia. Véase: Marrero, Levi. “Cuatro Horas sin Presidente”. Revista Bohemia. Volumen XXVI, año 26, núm. 4, 28 enero 1934, pp. 26, 44. ↩︎
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