La Boda de María de la Merced Santa Cruz y Montalvo con el Conde de Merlin. El salón de la Condesa de Jaruco fué el punto de reunión de lo más distinguido de la villa. Añadiremos lo que de estas reuniones dicen algunos autores, para que bien se comprenda el ambiente en el que Mercedes dió sus primeros pasos y en el que se decidió la boda de la que nos ocuparemos después.
Calcagno atribuye a la Avellaneda las palabras siguientes: “En casa de la Condesa de Jaruco leyó Quintana sus tragedias Pelayo y El duque de Visco, antes de ser representadas; allí disertaban Moratín, Meléndez Valdés, Arriaga, Mauri y otros literatos de fama. Allí traían los bosquejos de sus cuadros Goya y Ducker.”
Pero la Avellaneda no dice más que ésto: “Y según dice la señora Merlin allí se conocían antes que en ninguna parte los bellos versos de Meléndez, Arriaga y Quintana.” Estas palabras concuerdan en absoluto con las que escribe la Merlin en su libro Mis doce primeros años.
De lo cual se deduce que Calcagno, como en otras ocasiones, ha puesto mucho de su cosecha, pues ni la Avellaneda, ni mucho menos la Merlin, mencionan a Pelayo ni a El duque de Visco, ni a Moratin, etc. ¡Así se escribe la historia!
En fin, lo que es cierto es que la sociedad era escogidísima y que, después de la invasión francesa, se codeaban en él vencedores y vencidos. Allí fué presentado el general Merlin por O’Farrill.
No se ignora que éste conservó el cargo de ministro de la guerra en el ministerio del rey José Bonaparte, el cual había sido constituido en la forma siguiente:
- Estado: Don Pedro Ceballos.
- Indias: Don José Aranza.
- Hacienda: Conde de Cabarrus.
- Guerra: General O’Farrill.
- Marina: Don José de Mazarredo.
- Gracia y Justicia: Don Sebastián Piñuela.
- Gobernación: Pedro Jovellanos.
- Subsecretario de Estado: Don Mariano Luiz de Urquijo.
Todos habían jurado fidelidad al nuevo Rey, como lo habían hecho la mayor parte de las autoridades y consejos, y puede decirse que fueron fieles al Rey francés hasta en la adversidad.
Efectivamente, así lo demostraron desde la primera salida de Madrid, cuando los franceses debían salir por la puerta de Fuencarral al mismo tiempo que los españoles entraban por la de Toledo. Los ministros españoles, menos Ceballos y Piñuela, marcharon con las tropas francesas.
Mercedes, aun soltera, realizó la “primera salida de Madrid” y, en ese detalle se vé la influencia que el general O’Farrill debía ejercer en su vida…
Vamos a narrar, la primera entrevista del general Merlin con María de las Mercedes, traduciendo las indicaciones que ésta facilita en sus Souvenirs.
Una mañana, la Condesa de Jaruco la hizo ir a sus habitaciones.
—Mercedes —la dijo —el Rey quiere casarte.
¡El Rey…!, Napoleón más bien, puesto que la política de éste consistía en provocar estos casamientos que debían consolidar la conquista acercando a él las nobles familias de los países conquistados. De todos modos, el Rey lo había dicho. ¿A la condesa de Jaruco? ¿A O’Farrill? Quizás a los dos, lo cual equivale a decir que las relaciones con la Nueva Casa Real eran bastante estrechas.
—¿Con quién?
—Con el general Merlin,
—¡Pero si no le conozco!
—Ya le conocerás y te prometo que nada se decidirá sin tu consentimiento.
—Creí que no querías que me casase con un extranjero.
Para Teresa Montalvo, quizás no se tratase de un extranjero, desde el momento en que José era Rey de España y que Merlin no se separaba del Rey…
Contó la madre a la hija todas las confidencias que ella sabía: que José le había nombrado su ayuda de campo y que no había querido enviarle a Paris, a donde había sido llamado por el Emperador1 (*) para combatir en Austria.
El general Merlin era muy distinguido, muy estimado
“EI Rey tiene mucho interés en que tu boda se celebre.”
“EI general vendrá con mi tío (O’Farrill) , tú le verás y después hablaremos.”
María de las Mercedes pasó por los mismos trances que las señoritas a las que ofrecen un marido. Pero, como ella había tenido ya novio y la experiencia no la había dejado muy buen gusto, decidió acatar las disposiciones de su “buena” madre.
Aquella misma noche se hizo la presentación del general Merlin. Dice su prometida que “su aspecto le pareció frío y severo; que le pareció aún más hombre del Norte que los otros franceses y eso que le parecían mucho; que como todavía no estaba acostumbrada a la tez blanca y a los ojos azules, aunque cuando ello no la desagradaba, la imponía empero.”
Además, continúa, Merlin era un militar muy guapo, sabía lucir su uniforme de húsares, su predilecto; parecía deferente sin ser amanerado y algo tímido, pero este defecto es muy natural considerando que debía agradar.
Eso es todo y era bastante para una primera entrevista.
Cuenta que Merlin estaba loco por ella2 y no ocultaba sus celos.
Una noche —el tiempo había hecho su obra, pues ya se había anunciado la boda —el general, nervioso, disimulando su cólera, preguntó a su prometida:
¿no ha dicho a usted nada su tío? —No, respondió ella. Es que ayer cuando asistíamos en el palco regio a una representación, en la que tomaba parte la bailarina Victoriana, el general H. S.3 dijo a O’Farrill: He ahí la querida de Merlin.
—No lo hubiera creído aún cuando me lo hubiera dicho exclamó espontáneamente la futura condesa de Merlin, ya que nunca hubiera podido imaginar “que el hombre que iba a ser su marido pudiese engañar a una pobre joven que iba a hacerle don de su felicidad y de su persona”.
Para fijar el día de la boda, Teresa Montalvo esperaba conocer el estado en que se hallaba su fortuna, porque no quería de ningún modo que se uniese su hija al general Merlin sin que llevase en la canastilla la fortuna que su hija tenía derecho a llevar.
El general pudo decir que sólo quería la linda muchacha y no su fortuna de la que no sabría lo qué hacer y, según la Merlin, su madre insistió de tal modo que hasta el Rey tuvo que intervenir para que cediese y, ante tanta intervención, se inclinó aquella y «se fijó el día de la boda en el más corto plazo». Este corto plazo, había de ser el 31 de octubre de 1809, como luego se verá.
Es curioso señalar que la condesa de Merlin al describir la lucha desinteresada que precedió a la fecha de su boda, nada dice de la carta dirigida por el Rey José a su hermano Napoleón, desde El Pardo, el 21 de enero de 18094 y de la que damos a continuación su extracto:
Le décret qui confisque les marchandises et denrées coloniales aura des effets bien injustes ici, puisque ces denrées appartiennent aux propriétaires du sol espagnol; ils ne peuvent pas étre assimilés aux marchands ou aux commisaires de Hambourg, qui travaillaient pour le compte du commerce anglais.
Si cette loi est exécutée ici, mon ministre de la guerre5 perd trois ans de ses revenus de la Havane, arrivés en sucre dans las ports de la Galicie; deux de ses r que l’avaient suivi a Vittoria, et dont l’une allait épouser officier général francais6, perdent leur dot, qui était tres considérable.
El decreto quedó sin efecto, así es que las rentas de O’Farrill se cobraron y la dote de María de las Mercedes no debió perderse y todo nos induce a creer que la medida fué tomada antes de la boda. “Tout est bien qui finit bien”, dicen los franceses.
Llegó el día de la boda, de las dos bodas, pues Pepita de Santa Cruz, hermana de Mercedes, se casó el mismo día con Perico Saenz, hijastro del general O’Farrill, boda a la que contribuyó grandemente el general Merlin.
Acerca de fa fecha en que se celebró, se ha discutido mucho. Nosotros adoptamos la del 31 de octubre de 1809, dada por el mismo O’Farrill en su Carta7 y confirmada por Révérend.
Según Agüero, fué a fines de 1811 y esta opinión tan errónea es adoptada por Michaud y por Larousse. Tampoco podremos fiarnos en las declaraciones de la misma condesa. Ésta dice8: “ocho días después de la boda Merlin tuvo que ir a Andalucía para reunirse con el rey”, y como la famosa expedición andaluza, “salió de Madrid el 8 de enero de 1810”9 si creyésemos a la interesada, deberíamos pensar que la ceremonia tuvo lugar hacia esta última fecha.
Sin embargo —la cosa parezca quizás paradójica— no podemos dar fé a sus declaraciones, ya que éstas están llenas de contradicciones. Es que la condesa de Merlin no ha sido nunca muy fuerte en eso de citar fechas.
Otra prueba:
“Esto me recuerda —dice— una partida de campo que hicimos algunos días después de nuestra boda…10, Mi marido había comprado un hermoso castillo11 a tres leguas de Madrid y yo deseaba verlo. A las ocho de la mañana con tiempo ideal, el más bello del mes de mayo…”12 Por consiguiente, para Madame Merlin, el mes de mayo viene algunos días después del de enero… ¡Efectivamente!
Dice la condesa que la víspera del día de su boda fué a la iglesia de San Ginés13 para comulgar y rogar fervorosamente a Dios que le diese los medios de “ser agradable a su marido” y de hacerle feliz.
Aquella noche tuvo muchas pesadillas. Y los condenados a muerte se le aparecían en sueños. Se trataba de varios condenados políticos “des braves gens issus de bonnes et honnetes familles” que debían pagar un crimen para unos, un sacrificio para los demás.
Cuenta que desde las doce, (la boda tendría lugar a las tres), pensaba tan sólo en la ejecución de aquellos desgraciados que debía celebrarse en aquellos momentos: “De pronto, oímos un ruido lejano; mi madre calló y escuchó… El ruido aumentaba, se precisaba: era la muchedumbre que hablaba y gritaba. Como ya estaba peinada no me atreví a salir al balcón.
Todo me amedrentaba aquel día, las otras personas que estaban en la casa corrieron para decirnos: “Todos entran, pero no hay que temer nada, pues gritan ¡Viva!, ¡Viva! y parecen contentos. A pesar de ello cerramos las puertas cuidadosamente.
Momentos después, Isabel, dijo: “Señorita Mercedes, salga usted, no tema nada, preguntan por usted”, “Abrimos la puerta, la multitud invadió mi habitación, las mujeres me rodearon, se arrojaron a mis pies, después de besarme las manos y por último me cogieron en brazos antes de que hubiese podido saber la causa de tanto, entusiasmo.
“Bravo general, decían, será usted feliz. Si los hubiese usted visto… medio muertos, casi muertos ya. Pero el bravo general les ha salvado… ¡Oh, sí, usted será feliz! Todo lo adiviné sin comprenderlo —termina diciendo— y mi corazón henchido de emoción, cesaba de respirar agobiado por el peso de la felicidad que me rodeaba.”
Recuerdo imperecedero del día de mi boda y signo de buen augurio.
María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo desaparecía para dejar su puesto a la señora Condesa de Merlin.
Bibliografía y notas
Del valiosísimo libro que sobre nuestra compatriota, María de la Merced Santa Cruz y Montalvo, Condesa de Merlín, una de las más interesantes figuras femeninas que han cultivado en Cuba las letras, acaba de publicar en Paris la viuda del que fué bibliógrafo e historiador muy notable, Domingo Figarola-Caneda, con cuya colaboración se honró muchas veces esta revista, reproducimos aquí, para regalo de nuestros lectores, uno de sus capítulos y varios de los grabados que enriquecen esa obra, hecha toda con el cuidado, la laboriosidad y el amor a las cosas de la patria, que eran características en el fundador de la Biblioteca Nacional de la República.
- Figarola-Caneda, Domingo. “La Boda de María de la Merced Santa Cruz y Montalvo con el Conde de Merlin”. Revista Social. Vol. 13, núm. 8, Habana, agosto 1928, pp. 14, 70, 73.
- La Condesa de Merlín (María de la Merced Santa Cruz y Montalvo). Estudio biográfico e iconográfico escrito en presencia de documentos inéditos y de todas las ediciones de sus obras. Su correspondencia Íntima (1789-1852) obra póstuma de Domingo Figarola Caneda, Paris, 1928, 391 p.
- Escritores y poetas.
- Napoleón tenía al general Merlin en gran estima. Una prueba entre varias, es la. carta del Emperador a José (Supplement a la Correspondance de Napoleon 1er; Paris 1887, p. 96-97) escrita en Astorga el 2 de enero de 1809, de la que damos un extracto: II y a une telle imbécilité dans la correspondance du duc de Dantzig que je n’y conçois rien. J’espere que Merlin l’aura rejoint et lui aura appris a lire.’ ↩︎
- Considérese que tenía cerca de cuarenta años y que Mercedes no había cumplido los veinte. ↩︎
- No podemos precisar de quien quiere hablar la Condesa. Habíamos pensado en Savary, contemporáneo del conde y que hubiera podido dirigir sus miradas a la linda cubanita, pero Savary se llamaba René, es decir, R. y no H. ↩︎
- Carta del Rey José al Emperador Napoleón. Mémoires et correspondance politique et militaire du Roi Joseph, Paris 1854, t. V p. 390-391. ↩︎
- El general O’Farrill. ↩︎
- Este general no es otro sino el barón de Merlin. ↩︎
- Carta a don Pedro Miguel Saenz de Santa María y Carassa de su padre político don Gonzalo O’Farrill, publicada en Paris el 26 de julio de 1817, cuyo libro poseernos pero que no tiene pie de imprenta. ↩︎
- Souvenirs et Mémoires, t. II p. 314 . ↩︎
- Miot de Melito, Mémoires, t. III p. 81. ↩︎
- Souvenirs et Mémoires, t. III p. 108. ↩︎
- Castillo de Bobadilla que había pertenecido al Cardenal de Borbón. ↩︎
- Souvenirs et Mémoires, t. III p. 110. ↩︎
- Este dato nos hace suponer, que allí se celebró la boda. ↩︎
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