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El Convento de Santa Clara pasado y presente en 1928

03/09/2025 Por Almar Deja un comentario

Patio central del claustro del Convento de Santa Clara en la Habana.
Patio central del claustro del Convento de Santa Clara en la Habana.

El Convento de Santa Clara de la Habana en 1928. Pasado y presente del edificio que fué templo del silencio y fragua en 1928 de la más intensa actividad por Tiburcio Castañeda.

Correrán rápidas las centurias, aumentarán a más de veinte millones de habitantes los cuatro escasos que tiene hoy esta Isla de Cuba, y cuando ni un solo rincón de ella deje de estar cultivado hondamente y sea Cuba centro del Turismo Universal que acuda a presenciar su prístina belleza y la fabulosa riqueza que entonces ostentará, podrán los cicerones que vayan descubriendo a los turistas los tesoros de arquitectura, los grandes parques y los bellos museos del arte…

…y el Palacio Permanente de sus exposiciones que se construirá en el lugar que hoy ocupa la Quinta de los Molinos, que será entonces el centro de la Habana, como lo es hoy el Parque Central, llamar la atención de los visitantes de ese famoso Convento de Santa Clara, que encierra las primeras casas sencillas, pero sólidas, que construyeron los pobladores colombinos, la antigua Iglesia conventual que fué construida con el convento en 1643, transformadas en 1927 en las Oficinas de Obras Públicas, siendo Presidente el general Gerardo Machado y Secretario de Obras Públicas el poli-genial señor Carlos Miguel de Céspedes.

Puede decirse en realidad que ese Convento de Santa Clara condensa y resume los primeros años de lucha de los descubridores españoles, desde que sus Carabelas los desembarcaron en este Puerto de la Habana hasta que en el siglo XVII las galeras de los ingleses y holandeses buscaban por todos los dominios de España en los mares antillanos los yacimientos de metales preciosos que españoles e indios ponían a descubierto o trataban de arrebatar como hacía Drake, el oro que llevaban a España sus carabelas.


Y cuenta la leyenda que en la misma bahía de esta Ciudad de la Habana penetraban los buques de esos depredadores y desembarcaban después de haber atemorizado a los pobladores con los disparos de sus arcabuces; y entonces había un túnel subterráneo que desde el mismo borde de la bahía de la Habana, donde está lo que queda del muelle de Caballería, llegaba al sótano de la Iglesia de ese vetusto Convento de Santa Clara que servía de refugio a los pobladores que por allí cerca vivían.

Desde el descubrimiento , a fines del siglo XV, en 1492 , hasta que se construyó el cuadrángulo, que entonces debió parecer inmenso que formaba, como hoy, los límites del Convento de Santa Clara, estaban aquellos terrenos casi yermos, sin caminos, con solo las sendas que conducían al Matadero y a cuatro o cinco casitas de piedras y teja, sin tabique interiores que eran, sin duda, viviendas de los empleados del Matadero.

Cuando en 1643 se terminó la edificación del Convento de Santa Clara, debió haberse terminado también el enorme aljibe que se ve en el centro de uno de los patios, en cuya cubierta y en el centro de esta se levanta enhiesto el mástil en que flota de día la bandera de Cuba.


La leyenda y la fantasía, que siempre van unidas y se completan, han poblado los claustros de ese Convento de consejas y fábulas, ora era una bellísima mujer contrariada en sus amores a quien se encerraba en la soledad de las Salas y Claustros para que, abstraída por la constante contemplación de Dios, olvidase el amor humano trocándolo por el infinito de la divinidad, sin pensar que si ésta consintió en que prendiese en el corazón de la claustrada el fuego del amor nupcial, humano, no habría de consentir en que el divino lo excluyese.

Casa del Marino en el segundo claustro del Convento de Santa Clara.
Casa del Marino en el segundo claustro del Convento de Santa Clara.

Ora era un marino valeroso y enamorado que escribía en vano endechas al objeto de su amor, encerrado en el Convento y con la que no podía comunicarse, hasta que los padres de la amada daban su consentimiento; de modo que, en el completo aislamiento del convento no llegaban a la beldad, las cartas del marino; pero las Madres Clarisas juzgaban tan bien o mejor que los mismos padres de la novicia, que el amor terrenal de ésta por el marino no podía desaparecer; y ellas fueron las que aconsejaron el casamiento.

Los diversos Conventos de esta Ciudad de la Habana van desapareciendo del corazón de la urbe y se construyen en los barrios de los alrededores, porque el ruido del creciente comercio, el chirrido de los tranvías circulantes, las constantes llamadas de atención de los automóviles, impiden ciertamente la abstracción espiritual necesaria para la dedicación a la oración y la abstención del alma de todo ruido terrenal.

También emigraron a otra parte de la ciudad las Monjas Clarisas por venta del antiguo y enorme Convento, siendo hoy sus salas, claustros y espacio que ocupaba la iglesia, salas, despachos y talleres de Obras Públicas.


Secretario de Obras Públicas Dr. Carlos Miguel de Céspedes en el Convento de Santa Clara (Ca. 1928).
Secretario de Obras Públicas Dr. Carlos Miguel de Céspedes en el Convento de Santa Clara (Ca. 1928).

El señor Secretario Céspedes ha tenido el buen gusto de conservar las grandes líneas de lo construido y los jardines que han sido embellecidos por el arte moderno floral.

Se han conservado las casas que rodean el Matadero, este mismo edificio primitivo y el aljibe en cuyo centro se levanta el mástil en que flota desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde la bandera de Cuba.

Ha sido un acierto indudable del señor Céspedes el mantener despierto y ante los ojos de los empleados de Obras Públicas el culto a la bandera.

Al toque del clarín, a las ocho de la mañana, acuden al patio central, entrando por la calle del Sol, un pelotón de la fuerza de policía y después de pasada lista de los empleados a quienes correspondió en turno asistir al acto de izar la bandera, es llevada plegada y amorosamente en sus brazos por un policía que, en unión de otros dos, la desdobla y la iza lentamente hasta el tope del mástil.

El que vea esa nube de empleados laboriosos que desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde llenan las salas y hasta algunos claustros del Convento de Santa Clara, comprenderán la inmensa labor de transformación y actividad que ha sufrido la Secretaría de Obras Públicas.

Desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, han visitado la Isla de Cuba el Presidente Machado y el Secretario Céspedes para darse bien cuenta de todas las obras públicas, de todas clases, que necesitaba el país.

Se han fijado esos Gobernantes en que las primeras obras que debían realizarse eran las de las traídas de aguas y las de comunicaciones; y así vemos que por todas partes se han construido o ampliado los Acueductos, siendo una maravilla de la actividad del Dr. Céspedes y del Ingeniero Montolieu el descubrimiento y la captación de la Aguada del Cura, que ya había concebido el insigne Albear.

La obra de la Carretera Central facilitará las comunicaciones de Cuba y abaratará los transportes, enriqueciendo de este modo poco a poco a los agricultores. No hay duda que Cuba con sus 42,000 millas de extensión, está muy poco poblada con sus escasos tres millones y medio de habitantes.

Pero no se hubiese podido fomentar la inmigración sin ofrecer a los que vinieren a hacer a Cuba su lugar de vida, medios de enriquecerse con una asidua labor.

Ahora digamos de modo cierto que con esa labor en Obras Públicas, Cuba podría tener tantos habitantes como tiene Java, con la misma extensión territorial, o sea 20 millones.

No es esto una quimera; sino una justificada ambición, que no hubiera sido posible sin la enorme obra de construcción del Presidente Machado y de su Secretario de Obras Públicas Sr. Carlos Miguel de Céspedes.

Bibliografía y notas

  • Castañeda, Tiburcio. “El pasado y el presente del edificio que fué templo del silencio y hoy es fragua de la más intensa actividad”. Boletín de Obras Públicas. Vol. V, núm. 2, junio-julio 1928, pp. 3-11.
  • “Miradas retrospectivas. El tesoro oculto en el convento de Santa Clara”. Boletín de Obras Públicas. Vol. VI, núm. 1, enero 1929, pp. 21-24.
  • Personalidades y negocios de la Habana

Publicado en: Habana Etiquetado como: Habana: Instituciones y Negocios, Habana: Personalidades

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