He aquí la institución organizada militarmente de más abolengo en la Cuba republicana de 1917. Las Fuerzas Armadas de la República, su Ejército, y su Marina, tenían la misma antigüedad que su Independencia. Los Bomberos no.
Desde que la Isla, allá por el primer tercio del siglo XIX, empezó a demostrar su gran capacidad productiva y consumidora surgió esta benemérita institución, y de entonces acá, jamás plegó su bandera de altruismo, ni abandonó un solo día su heroica y desinteresada dedicación al servicio de la comunidad esa agrupación de hombres de bien y de buena voluntad que se llamó: Cuerpo de Bomberos de la Habana.
Para dar principio a la Historia de los Bomberos de la Habana tenemos que remontarnos al año de 1835, época en la que nos cuentan las crónicas, se organizó en la Habana el primer Cuerpo de Bomberos bajo los auspicios del Gobernador de la Isla, General Tacón.
Quedó organizado en seis Tercios, tres para la ciudad y tres para extramuros, teniendo por todo material extinguidor “bombas de mano” introducidas entonces en la Isla. El personal lo constituían artesanos de las tres razas (blanca, mestiza y negra) y fue su Coronel Jefe el Sr. Manuel Pastor.
Con esta organización existió el Cuerpo veinte años, en que si bien coartado a menudo por la deficiencia de sus bombas, prestó servicios que afirmaron su razón de existir.
En 1855 el Capitán General Concha inició una reorganización que no tomó forma definitiva hasta 1858 en que el Cuerpo quedó dividido en seis Compañías (con unos 1000 hombres) integradas exclusivamente, dos por cada raza; y fue su nuevo Jefe el Tte. Coronel de Ingenieros José Díaz Casanova.
Con diversas alternativas, pero siempre sosteniendo su vida: a fuerza de abnegación y desinterés trabajó el Cuerpo de que hablamos (Bomberos Municipales) hasta 1894 en que pasó a ser el “Muy Benéfico Batallón de Bomberos” bajo el mando de D. Antonio González Mora, dividido en siete Compañías con Banda de Música, Sección de Sanidad y un material relativamente eficiente constituido por cuatro bombas de vapor y varios carreteles de mangueras y carros de auxilio.
Pero a pesar de su entusiasmo y esfuerzos el único Cuerpo de Bomberos existentes no llenaba completamente las necesidades de la Habana, que iba tomando aspecto de gran ciudad; ya estaban muy lejos aquellos tiempos de Tacón y aún los de Concha.
Duplicado el radio de la población y aumentado el número de edificios y de almacenes creció el promedio de incendios con el consiguiente perjuicio para las Compañías de Seguros y para el Comercio y propietarios en general; entonces surgió la iniciativa de formar otro Cuerpo de Bomberos, sostenido por particulares, y he aquí como nació en 1873 el de “Bomberos del Comercio”.
El Delegado de las Compañía de Seguros, Mr. Will, logró la aprobación por el Gobierno del Reglamento del nuevo Cuerpo que quedó modestamente formado por 150 hombres (tres secciones de a 50) casi todos empleados del Comercio.
Unos meses después, en la noche del seis al siete de septiembre de 1872 se declaró un enorme incendio que destruyó el Mercado de Tacón, el que también conocido como Plaza del Vapor era un edificio de dos pisos enclavado en la manzana que comprenden las calles de Galiano, Dragones, Águila y Reina.
Este siniestro fue el más elocuente abogado del nuevo Cuerpo, pues quedó plenamente demostrada la necesidad de completarlo, como se hizo, dotándosele de un Cuartel propio y logrando del Comercio capitalino y las Compañías de Seguros, los recursos necesarios para sostenerlo.
Fue así creado el primer Cuerpo de Bomberos del Comercio No. 1 que abrió las puertas de su Estación el día 17 de septiembre de 1873 en la calle de San Ignacio número 19.
En 9 de mayo de 1876, y por iniciativa de D. Enrique B. Hamel, un entusiasta fundador, los Bomberos del Comercio establecieron el servicio de “Alarmas de Incendios” por el Telégrafo Eléctrico y el 30 de octubre de 1877 el teléfono con idéntica aplicación.
Fue por tanto la Habana, la primera ciudad del mundo que empleó el teléfono aplicado al servicio de extinción de incendios. Unos años después, en 1886, los Bomberos Municipales establecieron también su red telefónica.
Con lo dicho queda expresado el origen y desarrollo de los dos Cuerpos de Bomberos que son los ascendientes legítimos del que tratamos, continuador de sus gloriosas vidas y mantenedor de sus laureles.
Ahora veamos en detalle sus progresos. Antes de quedar los dos Cuerpos refundidos ambos tenían sus Cuarteles independientes y su respectivos materiales, constituídos por bombas de vapor, carreteles y Sección de Sanidad.
En el año 1880, cuando la Institución, en sus dos Cuerpos por igual, iba tomando la enorme importancia que merecía, nació el primer periódico bomberil; se llamaba “El Bombero” dirigido por F. de P. Astudillo. Doce años después surgió “El Incendio”, dirigido por D. Vivino Govantes, y un año más tarde “El Fuego” fundado por el distinguido escritor D. Benito Nieto.
Asimismo en 1880, año de progresos, se fundó la primera Escuela de Aprendizaje, patrocinada por los Bomberos del Comercio y bajo la dirección del Sr. José Hevia, entusiasta miembro de la Sección de Salvamento, esta escuela tuvo una vida efímera, y aunque no es asunto de esta historia, diremos que resurgió años más tarde en Guanabacoa bajo los auspicios de los Bomberos de esta Villa.
Por esta época también se perfeccionó el servicio de agua, exclusivo del Cuerpo. Ya eran muy remotos aquellos tiempos en que las humildes “bombas de agua” se aprovisionaban con odres de agua que eran trasladados a lomo de mulas; aprovechando la abundante faja de agua que atraviesa el subsuelo de la ciudad de S. a N. el Cuerpo de Bomberos del Comercio abrió, a sus expensas, pozos en toda la extensión de aquella que surtían de abundante agua, y el Ayuntamiento, para completar el esfuerzo costeo las tapas de seguridad.
Mas tarde su utilidad la demostraron las bombas de vapor que llegaron a desalojar de ellas hasta 2.650 galones de agua por minuto.
Para 1883 un grupo numeroso de bomberos, descontentos por haber sido separados de la Institución mediante expediente administrativo, trataron de formar un nuevo cuerpo de bomberos denominado Bomberos de la Humanidad, al serles denegada la autorización por las Autoridades pues ya existían los Bomberos del Comercio No. 1 y el Batallón de Bomberos Municipales, estos ultimos militares, gestionaron y crearon una compañía anexa a este batallón que se dedicaba exclusivamente al servicio de extinción de incendios.
Llevaban una blusa suelta o camiseta de franela color rojo por lo que se les llamó los “Camisetas Rojas”, fueron mandados primero por el malogrado Andrés Zencowich, después por D. Felipe Pazos, y allá por el 1894, año de la reorganización, por Pepe Jeréz Varona.
El año de 1890 ocurrió en la Ciudad de la Habana la hecatombe que todos los habaneros conocen históricamente, con el nombre de la del “17 de Mayo”.
A las once de la noche de este día estalló un incendio en la ferretería de Isasi, calle de Mercaderes esquina a Lamparilla, atacado prontamente por los dos Cuerpos de Bomberos, Municipales y del Comercio; luchábase bravamente con el fuego cuando una hórrida explosión que hizo estremecerse la ciudad entera, redujo a escombros el edificio incendiado sepultando en ellos a un gran número de Bomberos y paisanos.
Allí dejaron sus vidas sacrificadas de la más noble manera los Jefes de Bomberos Municipales Cadaval, Solís, Pereira, Zencowich y los del Comercio Musset, Ordóñez, Conill, el terrible saldo fue de 17 Bomberos del Comercio, 8 Camisetas Rojas, 4 miembros del Cuerpo de Policía y varios paisanos fallecidos además de un gran numero de heridos y lesionados, todos desde entonces en Cuba recordados y venerados como Mártires.
Aquella noche luctuosa la conmemoró la Habana 7 años después levantando a la memoria de aquellos “hombres heroicos y de buena voluntad” el soberbio monumento que se yergue majestuoso en el Cementerio de la Habana para admiración de extraños y recordatorio de propios. Es obra de Joaquín Querol.
Al estallar la guerra de Independencia en 1895 funcionaban normalmente ambos Cuerpos, el de Bomberos Municipales (o muy benéfico Batallón) y el del Comercio; durante la sangrienta lucha de que surgió la República Cubana la anormalidad de la época alejó a un plano muy secundario a la filantrópica Institución.
Muchos de sus miembros partieron a sostener con las armas en la mano la Causa Libertadora, otros sufrieron persecuciones y los más sintieron entibiarse su entusiasmo ante el espectáculo que dió la tiranía española en sus últimos años de dominación en la Isla. Pero firmado el Tratado de París que independizó a Cuba, resurgieron en la nueva era dispuestos a aumentar bajo Cuba libre los Laureles que habían conquistado en medio siglo de brega.
Más por desgracia, el dualismo de la Institución originó un conflicto latente que decidió al Gobernador Militar Wood a su reorganización bajo la planta de un solo Cuerpo: insensiblemente había surgido entre Bomberos Municipales y del Comercio una rivalidad que pudiéramos decir profesional, noble emulación en un principio y fuente de bochornosas disputas, y aún reyertas, más tarde, que Jefes y Oficiales no podían impedir a pesar de sus esfuerzos.
El hecho que determinó definitivamente la fusión de ambos Cuerpos, para evitar aquella perenne y perjudicial rivalidad que tenía su origen en detalles de nombre y forma, fue un incendio ocurrido en el Mercado de Tacón y en el que el Gobernador de la Habana, General Emilio Núñez, presenció actos que le obligaron a informar abogando por la fusión.
El General Leonardo Wood, Gobernador Militar de Cuba, dictó días después una Orden (No. 103. de fecha 15 de Abril de 1902) por la que se refundía en un solo “Cuerpo de Bomberos de la Habana” los dos existentes, se le organizaba civilmente dándosele un Consejo de Dirección, y se le concedía una subvención de $12.000.00 anuales, amén de las que el Municipio y las Compañías de Seguros le concediesen.
Más esta Orden conciliadora y resolutiva de la rivalidad entre los dos Cuerpos, fue tan mal acogida por el de Bomberos Municipales, que puede decirse que al ser promulgada renunció en masa. No obstante al año siguiente, 1903, el segundo de la República, el Cuerpo quedaba definitivamente constituido con un nuevo Reglamento de acuerdo en todo con la Orden 103 citada.
En 1908 el Gobernador Provisional Charles E. Magoon dictó un Decreto derogando ciertos puntos de ella, entre otros el de las Cuotas con que contribuían los Oficiales del Cuerpo para los gastos de representación.
Al mismo tiempo concedió un crédito de $75.000.00 para construir una Estación Modelo con material moderno y servido por personal retribuido, logrando también del Ayuntamiento $15.000.00 anuales para su mantenimiento; este proyecto al ser llevado a la práctica se convirtió en la Estación “Charles E. Magoon” la mejor y más moderna de la Habana.
El primero de julio de 1915 el Ayuntamiento de la Habana, después de larga discusión y de sostenidas campañas por parte de la Prensa para municipalizar el Cuerpo de Bomberos, acordó la municipalización del cuerpo tomando a su exclusivo costo su sostenimiento y denominándosele Bomberos Municipalizados de la Habana.
Este acuerdo fue ejecutado el 16 de febrero de 1916 por el entonces Alcalde de la Habana Sr. Fernando Freyre de Andrade creándose 90 plazas de Bomberos retribuidos con su correspondiente oficialidad.
La razón que más pesó para esta medida fue la necesidad que se sentía de un material más eficiente y más rápido que el que había, al mismo tiempo que de un personal experto y profesional, controlados ambos por las autoridades del Municipio.
El Consejo Directivo que funcionaba, legalmente según la Orden No. 103 del Gobernador Wood, presidido por el Marqués de Esteban, acordó aceptar el nuevo estado de cosas, e hizo entrega al Alcalde, Jefe Nato del Cuerpo, del material y Estaciones, que eran las dos centrales de “Andrés Zencowich” y “Charles Magoon” y las Locales de Cerro, Vedado, J. del Monte y Casa Blanca, el 2 de marzo de 1916.
Inmediatamente se procedió a redactar por un Departamento técnico de la Administración Municipal el pliego de condiciones para la subasta del nuevo material de extinción, el cual, previamente inspeccionado por el Sr. Ingeniero Leopoldo Freyre de Andrade, nombrado Jefe del Cuerpo, llegó a la Habana poco tiempo después.
Para reemplazar al antiguo material de vapor y tiro animal se recibieron: una bomba capaz de impeler 1.100 galones; tres de 700 galones; cuatro de 300 galones, cuatro carros de auxilio, un carro de transporte; dos de escaleras de extensión, una con 80 pies de altura y la otra con 40, un carro torre de agua; dos carros con reflectores. Todas estas máquinas automóviles, con poderoso motor de gasolina y complementadas con equipo de herramienta, piezas de recambio, etc.
Días después, en noviembre 1916, fue probado ante el pueblo de la Habana el nuevo servicio con el más lisonjero resultado y mereciendo elogios de la prensa y pueblo.
Desde la época en que fue municipalizado el servicio y muy especialmente desde la creación del Departamento de Prevención y Extinción de Incendios del Municipio de la Habana, en cuyos trabajos puso especial empeño el coronel de la Guerra de Independencia José Fernández Mayato, jefe del mismo y responsable del estado de organización, orden y disciplina reinantes, recibió del Alcalde José María de la Cuesta y Cárdenas esmerada atención, estaciones modernas, materiales de utilidad, talleres de carpintería y personal suficiente para atender las crecientes necesidades de la capital.
Hacia 1925 contaba el departamento con tres jefes, veinte y cuatro oficiales, doscientos quince bomberos y choferes además de treinta y nueve obreros del taller, siendo la consignación para todos los gastos $246.376. Por su parte el material automovil se detallaba de la siguiente manera:
- 1 bomba de 1,200 galones, marca Ahrens-Fox.
- 6 bombas de 750 galones, de igual fabricante.
- 1 carro escalera de 45 pies de elevación, Ahrens-Fox.
- 1 carro escalera automático de 85 pies, Américan La France.
- 3 extinguidores químicos, de 160 galones, Américan La France.
- 2 extinguidores químicos, de 70 galones, Seagrave y Holloway.
- 1 carro transporte Ahrens-Fox.
- 1 carro generador de luz electrica, construido en los talleres del Departamento.
- 1 ambulancia.
- 3 cuñas para jefatura
- 2 motocicletas extinguidores químicos Henderson.
- 9 bombas de vapor de 750 galones y dos de 600 galones.
- El material se encontraba distribuido en seis estaciones, radicando la Jefatura, el Servicio Médico y Talleres en la número Uno.
En lo dicho está comprendida la Historia de los Beneméritos Bomberos de la Habana, de los que en 1935 se celebró el Centenario de la fundación de su primer Cuerpo que, incesantemente, prestó sus servicios, mucha gloria recogieron estos hijos del trabajo.
También es verdad que cayeron muchos de ellos, pero siempre de cara a las llamas cumpliendo hasta lo último con el Deber, luchando heroicamente por el patrimonio de sus semejantes, o por estos mismos, jalonando con sus nombres las fechas de una Historia que es toda abnegación y desinterés.
Zencowich, Conill, Ordoñez, y todas las demás víctimas de su generosidad, son cada una un símbolo y dieron con su muerte heroica esos timbres de gloria, gloria encresponada, que son el orgullo y al mismo tiempo el lema y el programa de la Institución.
Referencias bibliográficas y notas
- Los Bomberos de la Habana, En El Libro Azul de Cuba (The Blue Book of Cuba). Habana: Imp. Solana y Cía., 1917, 97-102.
- Comoglio, E.C. Corona fúnebre a los héroes del 17 de mayo de 1890. Habana: Imprenta Los Montieles, 1890.
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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