El doctor Andrés Ulmo Truffin nació en Matanzas el 22 de abril 1849.1 Tuvo esta ciudad la fortuna de contar entre sus preclaros hijos al prestigioso doctor, tan respetado por sus conocimientos, como querido y estimado por sus envidiables dotes de carácter.
Aún á trueque de mortificar la natural y nunca desmentida modestia de nuestro ilustrado amigo, queremos hoy tributarle sincero homenaje accediendo á la invitación de El Fígaro.
La ley de herencia parece haberse cumplido en cuanto á su vocación por la Medicina; pues nadie ignora que fué su padre uno de aquellos eximios doctores que en Matanzas honraron dignamente la ciencia de Hipócrates y Galeno, durante el segundo tercio del siglo XIX.
Desde su iniciación en el estudio, hizo esperar el Dr. Ulmo brillantes resultados de su clarísima inteligencia, avivada y fortalecida por el deseo de saber, que lo impulsaba á dedicarse al trabajo sin tregua ni descanso. Muy joven aún, trasladóse á París, foco inagotable de cultura, y allí se consagró con fe, con entusiasmo, con verdadera vocación, al estudio de la ciencia médica.
Los que entonces le conocieron se hacen lenguas al hablar del estudiante modelo que, en un país donde abundan los talentos, llegó á hacerse amar de amigos y profesores, alcanzando en breve tiempo, una plaza de externo en un Hospital, medalla de bronce de la Asistencia Pública y elogios constantes y desmedidos de eminencias como Lorain, Veillemier, Bouchardat y otros.
En 1875, tras brillantísimos ejercicios, obtiene el grado de Doctor, y su tesis Considerations sur les ongles2, le vale unánime aplauso del mundo científico. Poco después trasládase á Madrid, donde efectúa la reválida de su título con la más satisfactoria calificación, y ejerce allí la Medicina con tal éxito, que el Dr. Candela, notabilidad científica de la Corte y médico de la Casa Real, no titubea en llamarle en consulta y en confiarle varias veces su abrumadora clientela.
La nostalgia del país natal y de la familia le traen á nuestro suelo en 1882, y aquí comienza, sin pomposos anuncios, ni presunción alguna, á ejercer la profesión á que noblemente se consagra. Su indiscutible mérito no puede permanecer mucho tiempo en secreto: el público, cuya perspicacia es muy grande, advierte pronto la valía de Andrés Ulmo, y el que llegó ignorado, con toda humildad y con toda modestia, se ve hoy al frente de una clientela, cuya asistencia no le permite instantes de vagar ni de reposo.
Ulmo es un verdadero sacerdote de la ciencia. Con un carácter todo desinterés, todo bondad, todo ternura, no es posible que mire en el enfermo el objeto de miserable lucro, sino al hermano que sufre y á quien es preciso dar alivio y consuelo.
Por eso no será millonario, pero en cambio su nombre se pronuncia con respeto, con admiración y con gratitud. ¡Glorioso privilegio de los hombres que unen á las dotes de inteligencia y laboriosidad, el relevante mérito de la bondad del corazón!
A la cabecera de los dolientes revélase en el Dr. Ulmo, á más del facultativo celoso y entendido, el excelente corazón del amigo, siempre dispuesto á servir, del filántropo que jamás se niega al bien de sus semejantes. Su experiencia y sabiduría de médico y su habilidad reconocida de cirujano, siempre han estado al servicio de los menesterosos.
En la vida privada, pocos hombres merecen tan justas alabanzas. ¡Cuántas veces le hemos oído citar como espejo de hijos, de hermanos y de amigos! Desde hace poco, su hogar, enlutado por la pérdida de seres queridos, ha vuelto á iluminarse con nuevos esplendores, por haber elegido una compañera digna bajo todos conceptos de compartir con él las penas y regocijos de la existencia.
El Dr. Ulmo es poco aficionado á dar su nombre á la publicidad, pero no ha podido impedir, que, conocidas sus evidentes condiciones, se le haya confiado el cargo de Presidente de la Junta de Patronos del Hospital San Nicolás, de Matanzas, cuya existencia mejora notablemente desde entonces.
No necesitamos encarecer tampoco sus servicios en la administración de la vacuna y en la Estación Sanitaria, porque son de todos conocidos y apreciados. A vivas instancias de sus amigos, y de seguro, en contra de su voluntad, acaba de aceptar el cargo de Concejal del Ilustre Ayuntamiento de aquella ciudad; en el cual, unido á sus eximios compañeros los Dres. Félix Vera y Domingo Madan, habrá de laborar, entre otras muchas cosas, por el saneamiento de aquella ciudad, que constituye uno de sus más vivos afectos.
¡Viva largos años el Dr. Ulmo para gloria de su país y para bien de su familia, de sus amigos y de la sociedad en general, que ve en él á uno de los verdaderos apóstoles de la ciencia y de la virtual!
Miguel Garmendía.
Familia Ulmo — Noticias de interés
Andrés Ulmo Truffin fue médico y nació en el año de 1852 falleciendo en 1899. Ejerció casi siempre su profesión en Madrid y París.3
Emilio Navarrete y Romay, quien fuera doctor en medicina de la Facultad de París, publica en 1872 un volumen4 en el que agradece la colaboración y observaciones realizadas en 1871 por los doctores Ulmo en Matanzas. En esta ocasión realiza las observaciones el Dr. Antonio Ulmo y su hijo Dr. Andrés Ulmo las traduce al francés.
Una felicitación. Para Zunilda Ulmo y Oliva, la encantadora jovencita que es primogénita de mi amigo muy querido Andrés Ulmo, que acaba de examinar con notas brillantísimas su cuarto año de piano. Notas que fueron entregadas a la señorita Ulmo por su Profesora señora Diez, con la felicitación más entusiasta del gran Maestro Alberto Falcón, a cuyo conservatorio está incorporada la Academia “Diez”. Enhorabuena.5
En 1942 aparece Andrés Ulmo y Caraballo propietario de una imprenta y librería con dirección Milanés 28.
Bibliografía y notas
- Garmendía, Miguel. “Médicos distinguidos. Dr. D. Andrés Ulmo”. Revista El Fígaro. Año X, núm. 46, 30 diciembre 1894, p. 599.
- Ulmo y Truffin, Andrés. Considérations sur les Ongles.París: A. Parent, Imprimeur de la Faculté de Médecine, 1875.
- Personalidades y negocios de Matanzas
- “Geneanet’s family tree for Andrés Ulmo y Truffin, b. 1849.” (Geneanet, “Family Tree of Mónica Mosquera Vázquez,” https://gw.geneanet.org/cubichi?lang=en&n=ulmo+y+truffin&oc=0&p=andres&type=tree ↩︎
- Del francés: “Consideraciones sobre las uñas” (N. del E.) ↩︎
- Magazine de La Lucha, 1924, p. 194. ↩︎
- Navarrete y Romay, Emilio. Études des Abcès du Foie dans la Dysentérie Chronique. París: A. Parent Imprimeur de la Faculté de Médecine, 1872, p. 68. ↩︎
- Jarquín, Manolo. “Matanceras. Una felicitación”. Diario de La Marina. 2 de octubre 1924. Año XCII, núm. 201, p. 6 ↩︎
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