El nombre de Barraqué Maciá y Cía. constituía sin duda alguna uno de los mayores títulos de orgullo del comercio de Cuba, a cuya cabeza figuró por mucho tiempo.
No era cosa corriente de ver en Cuba una entidad comercial con medio siglo cumplido de existencia en 1925, ser propiedad y estar dirigida siempre por miembros de una misma familia, que cual legado de honor, se trasmitían de padres a hijos, con la encomienda de honrarla, elevarla y engrandecerla.
Fué fundada en el año de 1875, por don José Barraqué Sotolongo, cubano de nacimiento, que hasta entonces había estado dedicado al comercio en Barcelona, España, en sociedad con don Francisco Serra (fallecido dos años después) y secundados por un hijo de aquél, don José Barraqué Adué e hijo político Narciso Maciá Domenech, que mas tarde fueron sus continuadores; bajo la razón social de F. Serra Y Ca., hasta que tres años después en 1878 la cambió por la de Barraqué y Compañía, girando así hasta 1909, año en que fué de nuevo cambiada por la de Barraqué, Maciá y Compañía, nombre que todavía conservaba finalizando el primer cuarto del siglo XX.
Fué también gerente de esta firma, durante los años de 1899 a 1912, otro hijo del fundador, el señor don Santiago Barraqué y Adué.
También fueron socios gerentes de esta casa los señores Narciso Maciá Domenech, José F. Barraqué y Baguer, Narciso J. Maciá Barraqué y Federico B. Maciá Barraqué; siendo el primero tío del segundo y padre de los dos últimos.
Sus oficinas y almacenes estaban instalados desde la fecha de su fundación, en la calle de Oficios número 48, en esta ciudad de la Habana, en un edificio de su propiedad, al cual tuvieron que agregar otros colindantes y algunos depósitos en la vecindad, impelidos por la siempre crecientes necesidades de sus negocios, los que se extendieron a toda la República, por cuyos principales puertos realizaban importaciones y en los que mantenían también grandes depósitos de mercancías.
Su negocio principal consistía en la importación y distribución de víveres en Cuba, habiéndose dedicado con especialidad a los de tasajo, arroz, café, harina de trigo, aceite y vinos; siendo en casi todos ellos los mayores importadores y distribuidores.
Tenían la representación exclusiva en Cuba, de los señores G. Sensat, Hijos, de Barcelona, España, productores y refinadores de los afamados aceites de su nombre, los que durante cincuenta años fueron por su insuperable calidad, los predilectos de nuestros consumidores.
También tenían la representación exclusiva en Cuba de don Francisco G. Maristany, de Barcelona; cosechero de los, desde antiguo, muy acreditados vinos “Pera Grau”, reconocidos por el consumo como los mejores que en su clase se importaban aquí.
Igualmente representaban al señor A. Pedrerol, de Barcelona, fabricante de las acreditadas conservas «Pedrerol».
Tres firmas españolas que por su importancia y el crédito de sus productos, honoraban a la firma que las representaba, como honoraba esta a aquellas que eran representadas.
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