Cómo Nació y se Consolidó la Tiranía Machadista por Emilio Roig de Leuchsenring
No eran nuevos en Europa y América los Hombres Providenciales cuando apareció en Cuba el Egregio Machado. Apenas liquidado con la Revolución Francesa el reinado de los monarcas absolutos –gloriosos antecesores de los Hombres Providenciales– e independizados los pueblos de América, fueron surgiendo, tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo —más en éste que en aquél— caudillos que con la falsa o real aureola del héroe o del estadista…
…por un golpe de audacia y aprovechando momentos difíciles de sus pueblos, se erigieron en el Salvador de la Patria, el Hombre Indispensable, y apoderándose del poder, o permaneciendo en él por la violencia o el fraude y la debilidad, la cobardía, la inconsciencia o el sometimiento del pueblo, se perpetuaron después en el gobierno por tiempo indefinido, bajo la forma de tiranos o dictadores, convertidos ya en el Gendarme Necesario, en el Hombre Providencial, de sus respectivos países.
No eran nuevos en Europa y América los Hombres Providenciales. Francia y España, entre otras naciones europeas, los padecieron. Todas las repúblicas de la América Latina los sufrieron desde sus primeros años de vida independiente; y a muchas de ellas les han costado sangre, ruina, desolación, eclipse total de vida civilizada, de libertad y de derecho, retroceso a los tiempos bárbaros.
No eran nuevos en Europa y América los Hombres Providenciales; pero fue en los tiempos de la postguerra, que adquirieron singular y curiosísimo predicamento, multiplicándose en ambos continentes el número de individuos de este tipo, y encontrando defensores y panegiristas entre escritores pobres de espíritu, con alma de lacayos y la conciencia a la espalda…
que por satisfacer su modus vivendi, entonaban loas y hacían el panegírico y hasta pretendían justificar con falsos argumentos jurídicos y sociales, la necesidad de la existencia y la providencialidad de estos nuevos y pintorescos salvadores de sus pueblos, que no eran en el fondo más que simples tiranos y dictadores o vulgares macheteros.
¿Cómo surgieron estos Hombres Providenciales? ¿Cómo surgió nuestro catastrófico Hombre Providencial?
Ya por medio de un golpe de Estado en momentos de aguda crisis política, o por un cuartelazo o una revolución, o –como Machado- desde el propio poder alcanzado por medios constitucionales, perpetuándose en él por reelección o cualquiera otra forma de continuismo, la prórroga en el caso cubano.
Antes, le fue preparado el terreno por una situación económica en bancarrota, por la desatomización de los partidos políticos, por las protestas llevadas a vías de hecho de los campesinos y obreros contra el capitalismo que los ahogaba y explotaba, por las insatisfechas ambiciones de políticos o militares, por las luchas de clases…
Entonces, ante el fracaso de partidos, gobiernos y parlamentos, algunos escritores faltos de visión histórica o intelectualmente afeminados, empezaron a clamar por Un Hombre, como en la selva la hembra brama en la época de celo por un macho; por un Hombre Fuerte que empuñara las riendas del gobierno, y con mano de acero impusiese al país el orden, la autoridad y la paz y prosperidad materiales.
Y el Hombre Fuerte, el Hombre Necesario, el Hombre Providencial apareció. ¿Cómo le fué revelada al pueblo cubano la llegada del moderno Mesías, a falta en estos tiempos de las profecías bíblicas o de la estrella que según la leyenda guió a los Reyes Magos?
Por actos de violencia, por atropellos a la Constitución y a las leyes, por enérgicas declaraciones antidemocráticas y antirrepublicanas, por fusilamientos, aplicaciones de la ley de fuga, ejecuciones sumarias, misteriosas desapariciones, drásticas medidas contra campesinos y obreros.
¡Ese es el Hombre! ¡Los signos son evidentes! ¡La mano de hierro indudable! ¡Es el Hombre Fuerte! ¡El Hombre Necesario! ¡El Hombre Providencial! ¡Así apareció el “Egregio” Machado!
En seguida, le rodearon e inciensaron el servilismo y la adulonería. Se le proclamó al oído, y en discursos, libros y periódicos, como el Salvador, el Indispensable, el Único, el Hombre Providencial.
Todos se prosternaron a sus pies: unos por cobardía, otros por debilidad, otros por complicidad o conveniencia. El Congreso, fue un guiñol cuyos muñecos manejó por los hilos del soborno o el amedrentamiento, el Hombre Fuerte.
Los partidos políticos fueron meras ficciones de representación popular, convertidos en camarillas de caciques palaciegos. La prensa, se transformó en arpa de David que cantaba perennemente junto al Ara Santa, al Sancta Sanctorum, al Hombre Providencial.
Los demás Hombres Providenciales, jefes de Estado de otros países de Europa y América, saludaron alborozados al nuevo Grande y Buen Amigo, que venía a reforzar el grupo de Elegidos del Señor, como salvadores de sus respectivos pueblos y a robustecer la falsa doctrina antidemocrática que les servía a todos de deleznable pedestal sobre el que asentaban su poder.
El novato Hombre providencial recibió cálidos mensajes, rutilantes condecoraciones y expresivos regalos de sus colegas mundiales, muestras de afecto y altísima consideración, que devolvió en idéntica forma: mensajes, condecoraciones y regalos. Estos dioses del Olimpo dictatorial se dedicaban a chicolearse mutuamente, con gran regocijo y esparcimiento de los espíritus burlones que aún existen en el mundo.
El Gobierno de la grande, fuerte y poderosa Yanquilandia imperialista, con admirable ojo clínico, vió en el “Egregio” Machado, convertido en Hombre Providencial, fácil presa y dócil cómplice para el mejor desarrollo de su imperialismo. Lo atrajo con elogios y ofrecimientos del jefe de Estado de ese gran país vecino —Coolidge, primero, Hoover, después— y de sus banqueros y comerciantes, hasta que al fin para no perder el nuevo Hombre Providencial el apoyo, para él decisivo, de Norteamérica, a los gobernantes y capitalistas yanquis entregó al país en forma de empréstitos, monopolios, concesiones, venta de tierras.
Y el Hombre Providencial, adulado por sus conciudadanos, contando con la grande y buena amistad de los otros Hombres Providenciales y el apoyo y protección decisivos de Washington y Wall Street, se consideró realmente indestructible en el poder, creyendo encarnar en sí, no ya la representación de la patria, sino la patria misma, llegando al extremo de considerar como ataques a ésta las censuras o críticas que a él se le hacían por lo que no las toleró cuando surgían aisladas, de alguno o de los muy contados románticos o locos oposicionistas que entonces existíamos.
“El Estado es Ud.” Le decían a diario sus incontables adoradores, y se lo repetían en la prensa, el libro y la tribuna.
“El Estado soy yo”, llegó él a estar totalmente convencido.
Recabó entonces para sí, obteniéndola fácilmente o siéndole ofrecida, toda clase de facultades y poderes extraordinarios para gobernar con absoluta libertad y sin estorbo del Congreso, que se convirtió en sancionador de cuanto el Hombre Providencial quería hacer o había hecho.
Plenamente convencido de que era el Salvador y Regenerador del país y que desempeñaba una misión divina, el Hombre Providencial no pensaba abandonar el poder sino el día que creyese cumplida su misión y encontrase un sucesor digno de él y de su obra… día que no habría de llegar nunca por su voluntad, porque las grandes obras de los Hombres Providenciales jamás las consideran estos terminadas, ni tampoco es posible que en un mismo país surja un segundo Hombre Providencial, existiendo el primero.
Este pensaba seguir en el poder hasta que Dios —su aliado y protector— en cualquier forma, natural o accidental, lo llevase a descansar en el seno de su gloria, al Olimpo donde moran las divinidades.
Mientras tanto, el pobre pueblo cubano que tuvo la desgracia de sufrir a este Hombre Providencial, a este “Egregio” Machado, vió que el orden y el respeto a las leyes se invocaban para defender la opresión y la tiranía y negarle toda clase de derechos individuales y colectivos, políticos sociales y hasta civiles; que la tierra y la economía pasaban a manos de unos cuantos capitalistas y…
negociantes nacionales y principalmente extranjeros, amigos y socios del Hombre Providencial, y que el nativo se convertía en paria en su propia patria; que la libertad, el derecho y la justicia, eran para el pueblo letra muerta en la Constitución y las leyes; que invocando una falsa prosperidad material, de la que no gozaban más que unos cuantos, mientras la mayoría, el pueblo, sufría privaciones, miserias y hambre.
Se ahogaban drásticamente los clamores y protestas de los descontentos que a exteriorizarlos se atrevían, sufriendo persecuciones, prisiones, exilios, desapariciones, aplicación de la ley de fuga, asesinatos… y que no era ya adelanto, progreso ni mejoramiento los que gozaba el país durante esos años, sino retroceso en verdadera civilización, que no consiste solo en obras materiales de refinamiento capitalista, sino en bienestar colectivo, en educación de las masas, en nivelamiento social, en justicia y libertad para el pueblo.
¡Pobre el pueblo que tiene la desgracia de sufrir un Hombre Providencial! ¡Pobre Cuba, que sufrió la catástrofe de su Hombre Providencial, el “Egregio” Machado!
¡No! No es Un Hombre, el Hombre Fuerte, el Hombre Necesario, el Hombre Indispensable, el Hombre Providencial! lo que necesitan los pueblos en momentos de crisis agudas y graves conflictos nacionales o difíciles complicaciones internacionales.
¡No! Lo que necesitan los pueblos para salvarse, para su progreso y engrandecimiento, no es Un Hombre ni el Hombre Providencial, sino hombres conscientes de sus derechos y de sus deberes cívicos: ¡CIUDADANOS!
¡Ojalá en nuestra tierra haya servido la dolorosísima experiencia de la tiranía Machadista, para que de ahora en lo futuro, por graves y difíciles que sean las situaciones políticas y económicas que Cuba confronte, no exista jamás un solo cubano que piense siquiera cifrar el remedio y solución a nuestros males, crisis y dificultades, en la aparición de Un Hombre, de Un Caudillo, de un Hombre Fuerte, de un Hombre Providencial! ¡”Remember” Machado!
¡Ojalá de aquí en adelante puedan ser los movimientos de masas los que se levanten de las ruinas del pasado bochornoso y el presente caótico, la nueva República, nueva no sólo en el cambio de dirigentes y leyes sino, principalmente en la transformación radical de las condiciones sociales, políticas y económicas que Cuba ha sufrido y sufre!
Bibliografía y notas
- Roig de Leuchsenring, E. (17 de diciembre de 1933). Cómo Nació y se Consolidó la Tiranía Machadista. Revista Carteles p. 34
- Escritores y poetas.
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