Si la suerte fatal que me ha cabido
y el triste fin de mi sangrienta historia
al salir de esta vida transitoria
deja tu corazón de muerte herido:
Baste de llanto: el ánimo afligido
Recobre su quietud; moro en la gloria
Y mi plácida lira á tu memoria
Lanza en la tumba su postrer sonido.
Sonido dulce, melodioso y santo,
Glorioso, espiritual, puro y divino,
Inocente, espontáneo como el llanto
Que vertiera al nacer: ya el cuello inclino.
Ya de la relijion me cubre el manto!...
Adiós, mi madre ! adiós...
Desde la capilla
El Peregrino.
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