
El ingenio Tuinucú es una de las fincas más pintorescas y valiosas de Cuba. Está enclavada en la jurisdicción de Sancti Spíritus y pertenece a la sociedad anónima “Tuinucú Sugar Co.”, en la que tiene vinculados fuertes intereses la opulenta y distinguida familia de Rionda.
Un miembro prestigioso de esta familia, el señor Manuel Rionda, que representa poderosos capitales azucareros de Cuba, es el Presidente de la Compañía; y otro familiar, hombre de singular capacidad y experto en la complicada administración de estos “centrales”, señor José B. Rionda, está encargado de la gestión financiera de “Tuinucú”.
A su lado, como Viceadministrador, está un norteamericano de envidiable aptitud para las funciones que le están encomendadas, y es por lo tanto su cooperación eficacísima. Se llama Oliver K. Doty, y puede decirse que es el brazo derecho de Rionda.
En el personal del ingenio, se distinguen también el Jefe de la Oficina, señor Manuel Laje; el Superintendente, Eaol Hime; el maquinista, Manuel López; el Jefe del batey, Pedro Álvarez; y el electricista técnico, Frank H. Jones.

¡Qué paseo más emocionante el del “turista” que tiene la fortuna de recorrer los campos de Tuinucú! La finca posee 567 caballerías de tierra, de las que la mitad están en explotación. Trescientos colonos preparan y ponen al pie de la inmensa trituradora, una enormidad de arrobas de caña cada zafra;

Y como es natural, una red de paralelas admirablemente distribuidas por los campos de caña facilita el acarreo del precioso fruto hacia el batey: hay más de 21 kilómetros de vía ancha, que recorren seiscientos carros impulsados por cinco potentes locomotoras.
Hay también mucho campo dedicado a la producción de tabaco y a potrero. La fertilidad de Tuinucú es asombrosa, pues el río de su nombre atraviesa más de 500 caballerías, de las que forman el total de la finca.

La producción del Tuinucú está en relación con su enorme extensión y riqueza. La zafra de 1923-24 representa para esta admirable finca un verdadero “récord”, pues ha producido 253.822 sacos! Figúrese el lector la potencia de la maquinaria de ese Central. Posee un soberbio “tándem” Fulton, completo, movido por la electricidad; dos “cuádruples efectos” y doce centrífugas.
Pero a nosotros, pobres poetas, más que el poderío del ingenio, nos seduce su belleza, sus jardines admirables, sus bosques frondosos, sus ricos árboles frutales. ¿Qué quieren ustedes? Los poetas somos así…
En Tuinucú no sólo hay vida industrial, hay también vida urbana, vida social, vida intelectual.

La vida urbana se ofrece allí a la admiración del visitante en las avenidas, calles trazadas por expertos ingenieros, en las que se han levantado preciosos chalets, artísticas glorietas, formando una población bellísima.
La vida social se encuentra animada, correcta, bulliciosa, en la sociedad de Instrucción y Recreo allí constituida.

La vida intelectual en la escuela instalada en el magnífico edificio construido a expensas del ingenio y en donde se reparte el pan de la instrucción a centenares de niños.

¿Qué más? El llamado Ferrocarril espirituano de la familia Valle es hoy propiedad del “Tuinucú”.
El central Tuinucú estaba en el poblado de su nombre, municipio de Taguasco en la provincia Sancti Spíritus se renombró Melanio Hernández después de 1959.
Bibliografía y notas
- “Central Tuinucú”. Revista El Fígaro. Año XLI, núm. 9, septiembre 1924, pp. 234-235.
- Cruz Pérez, R. “Viajes de El Fígaro”. Sancti Spíritus. Notas Históricas. Revista El Fígaro. Año XI, núm. 29, 18 de agosto 1895, pp. 373-374.
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