Pascual Cervera y Topete desde el Periódico La Lucha, 1909.
A las once de la noche, recibimos el siguiente cablegrama de nuestra Agencia de Nueva York:
LUCHA. — Havana — Cádiz, Cervera dead. —(Dicen de Cádiz que Cervera ha muerto).
El laconismo de la infausta noticia, es tan brutal, como profundamente triste la noticia misma. Y aunque ya esperábamos ansiosos el fin de agonía tan prolongada, el último momento de esa lucha de años en que la muerte, al cabo vencedora, pugnaba por despojar de su envoltura terrena, á aquella alma grande y heroica, no por eso ha sido el golpe por nosotros soportado, menos rudo ni menos doloroso…
Pero Pascual Cervera y Topete no murió ayer.
Cervera vivía sin vivir. Cayó el tres de julio de 1898. Los proyectiles americanos al incendiar y despedazar con el fuego y la fuerza del rayo aquellas débiles naves que se llamaban Escuadra de Cervera, destrozaron también el corazón de su almirante; y desde ese día las sombras de Bustamante, de Lazaga y Villamil, envueltas en una bandera toda roja, por sudario, acompañaron al héroe en su peregrinación última á aquel vivo sin vida en su marcha lenta, pero fatal, hacia el no ser…!
Cervera, el último almirante de la vieja España, cierra la serie no igualada jamás de una estirpe de soldados muertos por el honor de su patria; de una legendaria cronología de marinos que, cuando no pudieron vencer, cayeron como buenos, haciendo tumba gloriosa de sus barcos.
La nueva savia española podrá quizá dar mañana nueva vida á otros soldados, á otros marinos ilustres que busquen ejemplo en el pasado; pero las generaciones venideras, no podrán nunca superar la gloria de los que fueron.
Con orgullo registra la española historia la frase aquella del insigne Méndez Núñez, cuando respondiendo á las preguntas de un almirante inglés asombrado ante la audacia de la campaña del Pacífico, le dijo:
Voy á la mar.
Pero, el poema de esa frase, sin perder nada de su grandeza, se empequeñece junto á lo que Cervera pudo contestar si se le hubiese hecho demanda semejante, al salir de Santiago.
El almirante español hubiese podido responder:
Voy á morir.
Si tal no dijo, puede la historia recoger frase que vale tanto como esa.
Al requerirle el general Blanco para que intentase de noche la salida, contestó:
Saldré de día. Otra cosa semejaría una huida.
Hombres de ese temple, no debieran morir nunca!
Y no mueren en realidad.
Su nombre y sus hechos perduran como ejemplo, y desde hoy, cuando á esos jóvenes guardias marinas, esperanza de la Madre patria les hablen sus maestros y sus jefes de lo que un marino y un soldado debe al honor de su bandera, mezclaran al recuerdo de Don Juan de Austria y Andrés Doria, de Roger de Lauria y Bocanegra, de Bazán y la Ensenada de Oquendo y de Gravina, de Churruca y Méndez Núñez, el de don Pascual Cervera, honra y gloria de la española armada.
¡Que Dios haya recibido en su seno, el alma del héroe, el espíritu del justo!
Bibliografía y notas
- “Cervera.” Periódico La Lucha, no. 94. Abril 4, 1909, 1.
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