Eran los señores Zaldo y Compañía banqueros representantes en la Habana de La Compañía de expreso Cubana y Panamericana dedicada al envío de paquetería.
La sede del negocio se situaba en el edificio número setenta y seis y setenta y ocho de la calle de Cuba en la capital de la Isla teniendo arrendado por un alquiler de quinientos dólares mensuales todo el piso bajo, destinándose este a déposito de envíos.
La compañía que era americana y se llamaba en inglés “The Cuban and Panamerican Express Co.” tenía su casa matriz en la ciudad de Nueva York, Broadway número treinta y dos en el barrio de Manhattan.
En la Habana regalaban mapas de bolsillo impresos de la capital, pudiéndose encontrar en sus páginas la Isla de Cuba y el Mapa Mundi con un nivel de detalle extraordinario. El mapa propagandizaba el funcionamiento de la compañía.
Dedicada al envío y recepción de paquetes estaban entre sus rutas los Estados Unidos, Cuba, Puerto Rico, las pequeñas Antillas y todas las repúblicas de América Central y del Sur, lugares a los que también se enviaban letras de cambio y cobros además de desempeñarse como Comisionistas para cualquier asunto comercial.
El Expreso Panamericano remitía sus envíos y consignas en los vapores más rápidos teniendo estudiadas las mejores combinaciones con los diferentes ferrocarriles de toda la América apoyados por Agencias locales en las que laboraban empleados de pericia y práctica.
Todos, absolutamente todos, los vapores empleados en la travesía de Cuba á los Estados Unidos y vice-versa, ó de Puerto Rico y la Unión, se hallaban debidamente habilitados con cajas fuertes y baúles especiales, que iban encomendados á la vigilancia especial de un agente experto de la misma Compañía: con lo cual quedaba asegurada siempre —pues no se dió caso contrario— la entrega de los paquetes de todas clases, valor y tamaño que se le fiaban, así como dinero contante, prendas de valor y documentos de gran importancia.
Con la intervención americana en la guerra de independencia que desde 1895 se desarrollaba en Cuba contra España, comenzaron á abrirse amplios horizontes en la isla con la esperanza legítima de una paz inalterable y el advenimiento de las grandes empresas comerciales fuente de progreso y de cultura, de preponderancia y riqueza para todos los pueblos del mundo.
Apenas la derrota de la escuadra española en Santiago se fundó en New York “The Cuban Pan-American Express Co.”, con un importantísimo capital, y en unas oficinas regias, situadas en el mejor punto de Broadway.
La Directiva de la Compañía, que tenía un empuje soberano por la actividad que le imprimían sus iniciadores y condueños la componían los reputados banqueros y comerciantes siguientes del Norte:
El Presidente y Administrador General era Mr Edward C. O’Brien. Mr. Aaron Vanderbilt Vice-Presidente y Mr. George Chamberlaine el Secretario y Tesorero General.
No hay más que nombrar á los Directores de la Empresa para apreciar su valor y la garantía que prestaban á los negocios y transacciones que cerraban con el público pan-americano.
Esos directores eran los señores Edward C. O’Brien, Aaron Vanderbilt, Thomas A. Mc Intyre, Timothy Hogan, Guillermo de Zaldo, Frank D. Pavey y John V. Bacot.
La Compañía de que hablamos llenó un vacío en todo el continente, y en Cuba muchísimo más.
Con las facilidades que ofrecía en el despacho de Aduanas el nuevo orden de cosas y con la seguridad que imprimía esta gran campaña á sus negocios, el público cubano fue el que verdaderamente cobró en comodidades un pingüe dividendo.
En abril de 1901 reportaba el Boletín de Union Panamericana que la “Cuban and Pan-American Express” había llegado a un acuerdo con la “Southern Express Company” para que esta ultima transportara frutas cubanas.
El servicio incluía transporte a vapor entre Cuba y Tampa en la Florida y por ferrocarril desde Tampa a Nueva York y Chicago, así como a todo el este y noroeste. De regreso transportaba aves, huevos y carne fresca desde los Estados Unidos a las ciudades cubanas.
Los envíos que llegaban a Tampa se reenviaban hacia Cuba, alcanzando en 1900, solamente en huevos de gallina, más de cuarenta mil cajas cada una conteniendo treinta unidades. En los mercados de la Habana se vendían entre dos y cuatro centavos cada una. Por ese entonces varios mercaderes comisionistas de la Southern habían establecido ramas en la Isla.
Bibliografía y notas:
- La Compañía de expreso Cubana y Americana. El Fígaro (Febrero, 1899).
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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