Hubo en la Habana la Fábrica Sabatés S. en C. de los hermanos José y Juan Sabatés Costas que se dedicó a la producción de jabón, velas, estearina[1] y glicerina, la que, por la importancia del negocio y la enorme cantidad de talento y constancia puesta en el desarrollo de la empresa por sus fundadores y los continuadores de esta obra, figuraba con justicia entre los más altos exponentes del progreso industrial de la Isla de Cuba.
Fué fundada esta fábrica en el año de 1863 por dos hermanos españoles que ya habían logrado destacar su nombre en el ambiente comercial de la Habana: los señores José y Juan Sabatés y Costas. Naturales de Calella, en la provincia de Barcelona, emigraron a Cuba siendo aún unos niños.
Juntos trabajaron siempre puesto el pensamiento constantemente en el noble ideal de labrar una fortuna por medio del trabajo.
Así, pues, tan pronto tuvieron ahorrado un pequeño capital, convencidos de que la fabricación de jabones pudiera constituir allí un negocio reproductivo, montaron la industria con la modestia que es de suponer en quienes, años antes, habían desembarcado en la Isla con el solo capital de su juventud entusiasta y de su laboriosidad sin límites.
Debido a esto, a su gran intuición de las necesidades del mercado cubano y a su constancia indomable, la industria, tan modestamente establecida, comenzó a prosperar, a ensancharse y a convertirse en un negocio brillantísimo que tuvo su sede en la calle Universidad número veinte.
Antes de que tales señores dejasen de dirigirla directamente, era ya, en su clase, una de las principales de toda América. Luchaban les fundadores de esta empresa no sólo por la consecución de la fortuna, sino por el engrandecimiento industrial del país que consideraban como su patria, verdadera, donde habían constituido su familia y que tan necesitado estaba entonces de ejemplos prácticos, en virtud de los cuales pudiera dirigirse animosamente hacia las supremas conquistas del progreso.
Regía hacia 1916 la fábrica como gerente único de toda la empresa don Juan Sabatés Pérez, hijo de don Juan Sabatés y Costas, que la fundó.
Nacido en Cuba y educado a la sombra generosa de aquel ambiente familiar, donde se rendía tan constante culto al país cubano y a las virtudes de la laboriosidad y la constancia, es el mejor de los continuadores de aquella magna obra emprendida un día al calor fecundo del entusiasmo y el ansia de mejoramiento social para sus iniciadores y para cuantos tomasen parte en ella.
De talento natural, clarísimo, el señor Sabatés y Pérez une a esta gran cualidad el tesoro de una amplia y bien cimentada cultura, especialmente dirigida hacia el negoció que había de tenerle un día por director.
Desde muy joven don Juan Sabatés y Pérez comenzó a viajar, frecuentando las más importantes ciudades industriales de Inglaterra, donde adquirió el dominio de la lengua inglesa, indispensable hoy al comerciante cubano; llegó a poseer sólidos conocimientos mercantiles y se hizo un técnico en la química y en la industria a la cual había de dedicarse.
Con este bagaje intelectual verdaderamente útil, volvió a Cuba muy joven aún, para ponerse al frente de la empresa de que estamos ocupándonos.
Todo lo que había aprendido en los libros y en los viajes, las lecciones que le había dado la vida en los grandes centros fabriles, fueron nuevas luces aumentando la claridad de su inteligencia y de su entusiasmo por el negocio. De ahí los frutos verdaderamente espléndidos de esta gestión.
Ocupaban las dependencias de la fábrica una superficie de 50.000 metros cuadrados, sobre los cuales se levantaban seis edificios cuya base llenaba un área de 15.000 metros.
Todos ellos estaban dedicados a la industria: a la fabricación, almacenes, oficinas, etc. El resto del perímetro estaba totalmente ocupado por espléndidos jardines, que debían de hacer más llevadero y agradable el trabajo del hombre.
La maquinaria toda de la fábrica pertenecía a los tipos más modernos y más eficaces y los edificios eran no sólo sólidos y muy aptos para el fin a que se les destinaba, sino también trazados con una gran elegancia arquitectónica.
El orden que reinaba en la fabricación y en la marcha del negocio era verdaderamente admirable. Todo funcionaba en los seis edificios con regularidad matemática. De todo aquello parece elevarse algo así como un himno al trabajo y la paz.
Refiriéndose a esto, que más de una vez llamó la atención de los visitantes, dijo el señor Sabatés que quiso hacer de la fábrica un templo para el trabajo…
Secundaba a don Juan Sabatés, como socio industrial de la casa, don Francisco García Suárez, quien llevaba desde 1896 en esta institución y trabajó a las órdenes de los fundadores.
Eran socios comanditarios de la empresa la señora doña Concepción Pérez, viuda de Sabatés, y doña Elena y doña Estela Sabatés Pérez.
La casa, desde su fundación en estado cada vez más floreciente y próspero, tenía una producción enorme y un mercado tan amplio como ésta. Producía al año unas 150.000 cajas de jabón, que se consumían íntegramente en el territorio de la República.
Fabricaba diferentes marcas de este producto, que se grababan en los jabones, y entre ellas la famosa de “La Llave”, cuyo crédito era de los más grandes en el país, a tal punto que con frecuencia estaba vendida toda la producción de esta marca antes de haber podido elaborarse.
La manufactura de velas esteáricas ascendía anualmente a 180.000 cajas, con cuya producción tampoco podía la casa atender a todos los pedidos del territorio.
La glicerina era la única manufactura que exportaba la razón social Sabatés, sociedad en comandita, que tal era la firma mercantil de esta institución. Su producción anual de glicerina, solicitada también afanosamente en el mercado consumidor de este producto, alcanzaba las 250.000 libras anuales.
Obra de laboriosidad y de constancia, la institución fue ensanchándose continuamente a medida que, por producir más, se conocían mejor sus manufacturas. Esta marcha progresiva, no interrumpida jamás, experimentó un aumento considerable bajó la acertada dirección de sus gerentes.
Referencias bibliográficas y notas:
[1] Estearina: es el triglicérido (o triacilglicérido) del ácido esteárico, derivado de la grasa animal creada como producto derivado del procesamiento de la carne. Utilizado como agente endurecedor en la manufactura de velas y jabón. En la producción de jabón, es mezclado con una solución de hidróxido de sodio en agua. (Wikipedia)
- Sabatés, S. en C., fábrica de jabón, velas, estearina y glicerina. en Libro de Oro Hispano-Americano. Sociedad Editorial Hispano Americana, 1917, 289-293.
- Jabón Palmichín. Boletín Oficial de Marcas y Patentes. Habana: Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo, Febrero 1923. [En línea]
- Personalidades y Negocios de la Habana.
gregorio Alvarez dice
quisiera poder acceder a mas información sobre el señor Francisco García Suarez, socio industrial de la industria jabonera Sabatés S.en C