El Teatro de Tacón visto por El Fígaro en 1899: Si de alguna cosa puede estar orgullosa la Habana, es de encerrar en su seno, en su mismo corazón, el magnífico y universalmente conocido Gran Teatro de Tacón; edificio terminado de construir el año treinta y siete bajo la dirección de su dueño el célebre don Francisco Marty y Torrens, hombre de tan grandes iniciativas como inagotable en ocurrencias originales, que gozó en el antiguo régimen de altísima preponderancia y que reunió con los auxilios de su ingenio claro y el apoyo material y político del Gobierno español una cuantiosa fortuna.
El Gran Teatro de Tacón fue en los tiempos de su inauguración, indudablemente, el primero de los teatros de América, como lo proclamaban todos los touristes y todos los grandes artistas que pisaron sus tablas.
Por su hermosura grandiosa, amplia, por sus cinco pisos en anfiteatro y por su patio ó platea en que caben 600 lunetas, su bello ornato, el magnífico tesoro de su antiguo decorado (hoy casi del todo inservible) sus graneles almacenes de útiles, su salón de armas y armaduras y, en fin por sus condiciones acústicas inmejorables sigue siendo si no ya el mejor uno de los mejores coliseos del continente.
El teatro fue adquirido pocos años después de su inauguración por aquella inolvidable sociedad, orgullo de nuestros abuelos, el Liceo de la Habana, cuando la fiebre de las compañías anónimas, en una de las cuales se convirtió; y esas acciones se dividieron entre las personas más distinguidas y ricas de la Habana, hasta que más tarde, por las altas y bajas de las cotizaciones y una gran crisis que á consecuencia del agio[1] sobrevino, vinieron á quedar casi todos esos títulos en manos del mismo D. Francisco Marty á cuya muerte sus hijos recibieron junto con cuantiosas propiedades urbanas y rústicas muchos miles de onzas de oro.
Como entre las cláusulas del testamento de Marty y Torrens había una que prohibía que las acciones del teatro que legaba y que eran casi todas, pasaran á manos extrañas á la familia, andando los años, hubo de adquirirlas de casi todos sus hermanos D. Francisco Marty y Gutiérrez, que, aunque tuvo épocas brillantes durante las que fomentó el edificio, también luchó luego con la competencia de los otros teatros ya levantados, con la carestía, cada día mayor y las grandes pretensiones ele los artistas modernos; cosas éstas, que unidas á las pérdidas que le produjeran algunas compañías de ópera, gravaron sus intereses de sensible manera.
Así heredaron la respetable señora doña Petra Pérez Carrillo, viuda de Marty y sus hijos el teatro de Tacón. A sus manos vinieron casi todas las acciones de la Compañía anónima, pero con una deuda de alta consideración que consumía las utilidades de la finca por pago de intereses.
La Compañía anónima Liceo de la Habana hubo de disolverse á principios del 94, por acuerdo de varias Juntas Generales de la sociedad, siendo la misma familia de Marty la que pagando el resto de las acciones que andaban en las manos de diferentes tenedores, adquirió el dominio de la finca, constituyendo una hipoteca que acaban ahora mismo de pagar, con la venta del famoso edificio — la finca urbana más valiosa de la Isla de Cuba,— á la Tacón Realty Co., sociedad que representa en la Habana uno de sus miembros, D. Guillermo de Zaldo.
Mucho se habla de los provectos que tiene en cartera la nueva compañía propietaria de Tacón y nosotros sabemos como cosa positiva que en el inmenso terreno que rodea el teatro se levantarán hermosos edificios construidos á la moderna y que el mismo teatro sufrirá tan grandes transformaciones y arreglos, que es probable que pueda competir, no sólo con los mejores de América sino con los más afamados de Europa.
Muy pronto, por tanto, el Gran Teatro por iniciativas de sus nuevos dueños lucirá espléndido y radiante como prueba de que los beneficios de la paz han de alcanzar á todos.
Bibliografía y notas:
[1] Especulación sobre el alza y la baja de los fondos públicos. (N.d.E.).
- Gran Teatro de Tacón. El Fígaro (Febrero, 1899).
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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