Regresamos al simpático poblado de Unión de Reyes y como era oriundo de aquí el joven Manuel Merlán les contaré de su vida. Abundan en la historia los relatos de amor, algunos con finales felices y otros con desenlaces fatales, se han cantado los hechos y de ello se ha escrito, porque la pasión es una llama inextinguible.
De estos pasionarios son bien conocidos Isabel y Diego, los Amantes de Teruel de quienes se dice reposan juntos en una capilla. Descansan también el sueño eterno Eloísa y Abelardo en el cementerio Lachaise de París. Y aun de los más conocidos ¿Cómo no mencionar la tragedia de los amantes de Skakespeare? Romeo y Julieta vencedores del amor imposible sirviéndose de la muerte.
La historia que hoy les cuento no ha sido caso aislado ni producto de fértiles imaginaciones, sucedió en tres pueblecitos cercanos de la provincia de Matanzas, en la Isla de Cuba. El joven Manuel Merlán era de Unión de Reyes y Brígida Oteiza de Bolondrón, a finales de febrero 1912 huyeron ambos a Güira de Macurijes y aquel amor terminó en tragedia.
Era aquella una época de sagrados cánones eclesiásticos, etiquetas familiares y también de Partidos y politiquerías. La familia Merlán estuvo presente en el acto de fundación del ayuntamiento de Unión de Reyes en 1879 y fueron alcalde, concejal, presidente del Casino Español, propietarios de tiendas de víveres y mixta, panadería, almacén de madera y hasta uno de ellos era cronista del término para el Diario de La Marina en la Habana.
En las elecciones de noviembre de 1912 en Unión de Reyes resultó ganador el Partido Liberal1 con Clemente Mesa Valdés como alcalde. Por unión los Merlán tenían lazos familiares2 con Angélica Piñar, esposa del Dr. Mesa Valdés.
En Bolondrón correspondió la alcaldía a José Albistur Oteiza3 por el Partido Conservador. Don Ángel patriarca de los Albistur y padre de José estuvo presente en la fundación del Ayuntamiento de Bolondrón y poseía importantes talleres de pailería en la localidad. Ángel Albistur entre sus varios hijos tuvo una nombrada Brígida Albistur Oteiza.
A Brígida Oteiza y Manuel Merlán el escritor y poeta Federico Uhrbach dedicó por aquellos días un artículo titulado “Crónicas sentimentales. El Amor y la muerte”:
Hace pocos días publicaron los diarios, entre la inacabable serie de artículos dedicados á la política de bandería y á los fraudes escandalosos, la conmovedora noticia de un trágico acontecimiento que, por lo insólito, ha sorprendido singular y dolorosamente el ánimo de cuantos se han fijado con alguna atención en sus novelescas circunstancias y su dramático desenvolvimiento, de un romanticismo tan sincero é intenso, que evoca en la memoria, con precisión maravillosa, el recuerdo poéticamente deslumbrador de aquel período que pobló de aventuras y leyendas la bohemia sentimental del año treinta.
En la feraz provincia de Matanzas, acaso la menos propicia de nuestras regiones para las divagaciones del espíritu por su vulgar ambiente de afanosa comarca azucarera, dos pobres enamorados, muy jóvenes, muy apasionados y muy espirituales, acuerdan suicidarse, y embriagados de ensueño, de romántica locura y de sufrimiento.
Se entregan el uno al otro sin mancharse, viven en unas horas todos sus sueños, sus aspiraciones idílicas todas, su vida entera en la suprema comunión de las almas, y aún en pleno vértigo de idealismo y de vida, al ser sorprendidos por la aspereza brutal de las exigencias sociales, sienten toda la humillación de su ensueño profanado por la sospecha;
Sienten el pudor de sus almas desnudas ante la ávida y malsana curiosidad de las muchedumbres; presienten el estrépito de fracaso producido por el derrumbamiento de su romántica locura, y deciden ejecutar al instante su fatal acuerdo, dando su amor á la muerte, su amor inmaculado, antes que entregarlo á la vergonzosa tramitación de un proceso judicial.
Tal ha sido el caso originalísimo de los desventurados amantes Manuel Merlán y Brígida Oteiza, la gentil enamorada que, nueva Julieta, ha conservado intacta su pureza virginal, respetada por el raptor y por las solicitudes del instinto; tal ha sido el amoroso episodio comentado por la prensa de diversos modos, y que, por un instante, ha conmovido hondamente los ánimos.
¿Cuáles han sido, realmente, los móviles de la pasional tragedia? ¿El temor al escándalo?….no es verosímil habiendo existido la premeditación; ¿la exaltación romántica…? ¿la locura…? ¿la tenacidad de algún sufrimiento por ambos compartidos…?
Todos estos factores pueden haber contribuido al desarrollo del amoroso drama iniciado con la fuga de los amantes para terminar cuarenta y ocho horas más tarde, en plena carretera, al ser conducidos por la policía los que sólo habían cometido el crimen de amarse mucho, disparando Merlán sobre su amada, con el revólver que ella misma le entregó y que llevaba oculto en el seno, hiriéndola en el pecho, y disparándose un tiro en el corazón que le mató en el acto.
Se ha afirmado por alguien que Merlán era un maniático del suicidio, y que desde hacía tiempo había sugerido la misma idea á su amada, que sólo cuenta quince años4, y lo adoraba; se ha afirmado también que había grabado en las balas que habían de tronchar sus vidas, las iniciales de ambos; y se ha dicho así mismo que desde la reciente muerte de su padre, su melancolía morbosa y sus ideas suicidas se habían acentuado grandemente.
De todos modos, el caso es conmovedor por más de un concepto, y desde luego puede afirmarse que se trata de espíritus complejos y alucinados, alejados por su potencia romántica del medio en que vivían.
Se sabe que el infortunado matador había sufrido intensamente en su corta vida por contrariedades y desgracias de toda índole, lo que le hacía pensar fatalmente en la muerte como una liberación, y es lógico suponer que, de temperamento exaltado, y enamorado profundamente como estaba, asociara en su mente de continuo la idea de la muerte de la mujer amada á la de su propia muerte.
Ahora bien, ¿nuestra alma determina los hechos, dirige la ruta de nuestra vida, ó los accidentes de la vida influyen en el alma para orientarla en sus determinaciones extremas?
Como quiera que sea, si la torturadora idea dominante, si el dolor ha terminado para el infeliz suicida, quizás lo más sombrío de este romántico drama de pasión y de ensueño comience ahora en el alma de la desgraciada novia, de la virgen viuda que ha conservado la vida, que ya le era enojosa desde el momento en que pensó en quitársela y que ahora debe serle abrumadora.
Porque ama en la muerte el recuerdo del adorado ausente que emprendió solo la ruta, que se fué sin ella creyéndola su compañera inviolada é inseparable en la eternidad, y que acaso pensara en el momento de morir que una sola tumba guardara sus restos unidos en el triunfo de la muerte redentora, en un abrazo de amor indisoluble, de posesión más íntima, más completa y más definitiva que el que los estrechara poco antes en el triunfo de la vida.
Federico Uhrbach, Marzo 1912.
Y así concluyó aquel artículo de Uhrbach que fué escrito desde su alma de poeta buscando respuestas a aquella desesperanza humana. En los periódicos y revistas es estrecha la línea entre la mentira y la verdad, entre lo cierto y el rumor.
Así, se dice que Brígida tenía quince años aunque las fotos muestren a una bella mujer ya adulta… Que se llamaba Oteiza, lo que ciertamente era verdad aunque bien pudiera haberse ocultado el primer apellido para no escandalizar la comarca y proteger los intereses familiares, económicos y políticos. La huida fue tildada de rapto para no comprometer el honor virginal de los amantes acompañada hasta de la floritura de la “compañera inviolada”.
Brígida a quien llamaban afectuosamente “Bila” sobrevivió milagrosamente y sabemos que el padre Viera, quien era parte de su familia, le acompañó en aquellos difíciles momentos. Manuel Merlán su amado compañero descansó desde aquel triste día en el Camposanto de Unión de Reyes víctima de una tragedia que bien hubiera podido evitarse si no se hubieran considerado perdidos ante los obstáculos que hacían imposible su amor.
Aquel mismo mes Jesús Castellanos, otro escritor, publicaba algunos fragmentos titulados “La Alborada del Optimismo” y decía que El pesimismo y lo mismo el optimismo pueden ser, sin embargo, una modalidad de nuestro espíritu… Aquel texto se acompañaba de un soneto de Uhrbach nombrado en latín Aptum Reddere que bien pudiera traducirse como “Ser Capaces” y estar dedicado a Manuel y Brígida… las ultimas estrofas cantan a:
La gracia que imploramos está en nosotros mismos,
y fecundando, estoicos, serenos optimismos
vencer alcanzaremos en las desolaciones,
Si del amor siguiendo las luminosas huellas
el alma deslumbramos con un temblor de estrellas
para aclarar la noche de nuestros corazones.
Un caso raro.5
Bolondrón. Marzo 1 á las 12 y 40 p. m.
Secretario de Gobernación.
Habana.
El Jefe de Policía de este término, que había ido al barrio de la Güira para detener por orden judicial á Manuel Merlán y Brígida Oteiza, me acaba de telegrafiar lo siguiente:
“Urge venga médico municipal enseguida. Al ser conducidos el raptor Merlán y la raptada Oteiza, se suicidaron, debiendo informarle que el Merlán había raptado á la señorita Oteiza hace dos días y que el Juzgado había iniciado causa por rapto, habiendo salido para el lugar de la ocurrencia.
Luis Tarafa. Alcalde Municipal.
De la Rural
Herido y suicidio. En Güira de Macurijes, Bolondrón (Matanzas), hirió gravemente Manuel Merlán á Brígida Oteiza, á quien había raptado. El referido Manuel Merlán se suicidó, estando bajo la custodia de la policía municipal de aquel pueblo.
Asistencia religiosa á Brígida Oteiza. —La piedad del P. Viera.6
El lamentable suceso de que fueron protagonistas la señorita Brígida Oteiza, salvada milagrosamente de la muerte, y el Sr. Manuel Merlán (q. e. p. d.) y que de tan diversas formas ha sido comentado por la prensa, tendrá
un final que esperábamos los que conocemos las virtudes cristianas que adornan á “Bila”.
El incansable y virtuoso P. Viera, que por razones de su parentesco con la mencionada señorita y también en
cumplimiento de un deber tan elemental para un sacerdote como es iluminar con las luces de la verdad un espíritu eclipsado momentáneamente, ejercía cerca de ella tan santa misión.
Fué comisionado espontáneamente por la propia señorita Oteiza para obtener del Sr. Obispo, de visita en esta parroquia, el honor de que la escuchara en confesión y la confirmara después, en señal de reconciliación con Dios Todopoderoso y de desagravio con esta sociedad, en que es tan estimada.
Peticiones á la que accedió gustoso el ilustre Prelado. Celebramos en el alma esta determinación
de la señorita Oteiza.
B. Rodríguez. Corresponsal.
Bibliografía y notas
- Uhrbach, Federico. “Crónicas sentimentales. El Amor y la muerte”. El Fígaro. Año XXVIII, núm. 10, 10 de marzo 1912.
- Se agradece al Sr. Orlando Martínez por su gentil cooperación.
- Memoria de la administración del presidente de la república de Cuba Mayor General José Miguel Gómez durante el período comprendido entre el primero de enero y el treinta y uno de diciembre de 1912. Habana: Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y Cía., 1913. ↩︎
- “Matanzas. De Unión de Reyes”. Diario de La Marina. Año LXXII, núm. 36, 11 de febrero 1910. p.8. ↩︎
- Gaceta Administrativa. Núm. 1, Tomo IV, Habana: Establecimiento Tipográfico Editorial de Maresma y Pérez, p. 10. ↩︎
- Si Brígida Oteiza fue en realidad Brígida Albístur Oteiza (Brígida María del Rosario Albístur Oteiza nació el 8 de Octubre de 1887 y fue bautizada el 17 de diciembre de 1887) contaba con 24 años en el momento del drama. Datos cortesía del Sr. Orlando Martínez y la Parroquia de Bolondrón. ↩︎
- “Un caso raro”. Diario de La Marina. Año LXXIII, núm. 54, 2 de marzo 1912, p. 4. ↩︎
- “Asistencia religiosa á Brígida Oteiza. —La piedad del P. Viera”. Diario de La Marina. Año LXXIII, núm. 61, 12 de marzo 1912, p. 9. ↩︎
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