

La Bayamesa fue una fábrica de dulces y conservas de frutas del país que estando situada en Manzanillo, Oriente, fue propiedad de Francisco Utset Masiá. En la población manzanillera y con el patriótico nombre que hace evocar tantas glorias de la patria cubana, se levantaba esta fábrica de dulces y conservas.
El negocio principal de La Bayamesa consistía en comerciar con los ricos frutos del país, los cuales perfectamente conservados y dispuestos de mil artísticas maneras iban por mediación de La Bayamesa a todos los países del mundo como heraldos de la riqueza de nuestro suelo y de la exquisitez de nuestras frutas.
Era propietario de tan importante casa el señor Francisco Utset Masiá, uno de los comerciantes más apreciados en el alto comercio de la República por sus condiciones de laboriosidad, honradez y clarividencia que podríamos llamar en asuntos de su género.


Fué fundado este importantísimo negocio el año de 1894 radicándose en la calle de Masó, número 843, y en este lugar acrecentó día por día su gran crédito. Extendió su radio de acción alcanzando lejanos lugares los que solicitaban constantemente los riquísimos productos de esta empresa manzanillera.
La especialidad de la casa la constituía la jalea de guayaba y la crema de la misma fruta, productos ambos que se vendían mucho y que en el extranjero gozaban de gran cartel, siendo constantemente solicitados por los mercados más importantes y conocidos.
Las pastas y jaleas de frutas del país y las conservas en almíbar eran también productos muy importantes y solicitados de la casa que motiva esta información. Estas últimas fueron las más solicitadas en toda Cuba por su especialísima confección y lo escogido de la fruta que para el caso se destinaba.
El edificio comercial ocupaba una extensión de 2592 metros cuadrados que sumaban un total de media manzana.
La Bayamesa tuvo una venta anual de cien mil pesos, cantidad que de no haber sido la guerra europea hubiese aumentado considerablemente.
Es muy curioso y casi novelesco el por qué esta importante casa llevó tan simpático nombre.
Hagamos la historia: El día dos de febrero del año 1868 llegó a playas cubanas un bergantín romano en el cual venía como pasajero y al abrigo de un tío suyo, Francisco Utset, un niño de doce años no cumplidos. Apenas desembarcado este niño se trasladó al Dátil, residiendo en la casa de otro familiar que allí vivía tiempos atrás.
Poco después de llegar a Cuba nuestro mozalbete estalló la Guerra de los Diez Años, la que entre otras propiedades de la comarca destruyó las pequeñas del niño Utset y sus familiares.


En estas condiciones y al alborear el año 1869 pasaron todos a Bayamo y tratando de ayudar en la medida de sus esfuerzos al sostenimiento de la familia, hacía frecuentes excursiones al campo, adquiriendo las guayabas silvestres que en gran cantidad se dan en la vega La Glorieta, contigua al río Bayamo.
Luego pasó al comercio de víveres como empleado en una casa de aquel pueblo, pero ya había arraigado en él la afición a la fruta criolla y se devanaba los sesos pensando que podía dar a ésta importantes usos.
Casado con una “bayamesa” heroica y abnegada como todas las mujeres de aquel pedazo de Cuba, en unión de su virtuosa compañera comenzó sus trabajos modestamente como fabricante de dulces y pastas. Á los desvelos y al batallar constante de ambos se debió el éxito creciente de la casa que modesta y humilde había iniciado sus trabajos. Entonces surgió el nombre “La Bayamesa”, cariñoso homenaje de Utset a su buena y abnegada compañera.
Tan importante industria cubana alcanzó infinidad de recompensas, siendo las principales las de Charleston en las Exposiciones de 1901 y 1908, la obtenida en la Exposición mundial de San Luis en 1904 y las de San Francisco de California en 1916.
Una gran maquinaria de vapor ponía en movimiento esta importante industria y manipulaba la fruta no obstante lo cual daba vida a innumerables familias de aquel pueblo de Manzanillo, pues a su amparo trabajaban más de treinta obreros.


En aquella región el mal estado de los caminos en épocas de lluvia dificultaba grandemente el desarrollo que hubiera podido ser aún mayor si por esta razón no se viera comprometido el acarreo de la fruta necesaria para el abastecimiento de las distintas casas y países que se surtían de “La Bayamesa”.
Tal fue, a grandes rasgos, la casa creada por el entusiasmo y la abnegación sin límites de un hombre trabajador y honrado que tuvo la suerte de encontrar en el camino de la vida una compañera noble y buena, capaz de todas las abnegaciones y heroicidades.
Los expositores cubanos que participaron en la Exposición Sesquicentenial celebrada en Filadelfia en 1926 recibieron varias medallas correspondiendo una de oro a Francisco Utset y Maciá por sus jaleas y mermeladas.1
Bibliografía y notas
- “Gran Premio en la Exposición de Filadelfia, al pabellón de Cuba”. Diario de La Marina. Año XCIV, núm. 340, 7 de diciembre 1926, p. 1. ↩︎
De interés: Personalidades y negocios de Oriente
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