El valle de San Juan, donde está situada la ciudad de Matanzas, confina en su mayor radio con las lomas de Cabezas y serranías de Seiba Mocha y el Aguacate, teniendo una extensión de 5 a 6 leguas en su parte más ancha.
Encuéntranse en su centro los pueblos de Seiba Mocha y San Agustín, el caserío de Benavides, y valiosos ingenios, potreros y otras fincas de cultivo menor, fertilizadas por los ríos llamados San Juan, San Agustín y Cañas, unidos estos dos últimos por una catarata de cinco metros de caída, que afluyen al San Juan para desaguar en la bahía de Matanzas.
Junto al mar, y entre los ríos Yumurí y el San Juan, existía, cuando acaeció el descubrimiento de esta isla, un pequeño caserío de indios, denominado Yucayo, del cual no se tuvo conocimiento hasta el año 1503, en que los indios ahogaron á 30 españoles náufragos que intentaron pasar la bahía con dirección á Baracoa; quince años después, en 1518, el célebre Cristóbal de Olid practicó un reconocimiento jurisdiccional y se posesionó de mucha parte de las riberas del San Juan; andando el tiempo, hacia los anos de 1607 á 1628, hiciéronse algunos repartos de tierras y se fomentaron fincas y criaderos de reses, con objeto de surtir de carne á las flotillas que pasaban de Méjico á España, y por tal motivo se designó á la mayor de aquellas haciendas con el nombre de Matanzas, así como también al río (llamado después de San Juan), o bien en recuerdo de la matanza de los 30 náufragos que se verificó en la bahía, también se la llegó á titular Segunda Nápoles, por el parecido topográfico que guarda con esta ciudad de Italia.
Merced al tráfico que hacían los buques procedentes de la Península y Méjico, tomaron incremento el pueblecillo indio y las haciendas que le rodeaban, viéndose aquél invadido repetidas veces por los piratas que recorrían las Antillas, y despoblado; mas el Sr. D. Cárlos II, rey de España entonces, prevenido por el maestre de campo D. Juan Fernandez de Córdova, ordenó en 25 de Setiembre de 1690 que se poblase nuevamente con treinta familias traídas de las islas Canarias, si bien esta disposición no tuvo cumplimiento hasta el 10 de Octubre de 1693, en que se reunieron en este lugar el maestre de campo D. Severiano Manzaneda y Salinas, el contador D. Bartolomé de Arriola, el tesorero D. Juan de Arnate, el obispo D. Diego Evelino de Compostela y el escribano y agrimensor D. Juan de Uribe y Ozeta, quienes empezaron la delineacion de la futura ciudad por la plaza de la Vigía, titulada de Armas, donde se erigió un fortín, partiendo de este las calles del Río, del Medio y del Manglar, que fueron las tres primeras, señalóse el lugar que debía ocupar la iglesia, poniéndose la primera señal el día 11; el 13 señaló el radio de la fortificación del Vigía; el 14 se echaron los cimientos de una ermita, titulada de San Sebastian; el 15 se delinearon las manzanas de las calles abiertas, y el 16 y 17 se deslindaron cuatro caballerías de tierra, señaladas para el ensanche de la población.
Los treinta primeros pobladores, á los cuales se cedió u solar en poblado y una caballería de tierra de cultivo, fueron : Jacinto González, Miguel Alfonso de Armas, Ángel Pérez, Salvador Pérez, Diego García de Oramas, Miguel Pérez Mallea , Luís Pérez, Juan González Bello , Blasina de Goyas, Sebastian Rodríguez, Juan Domínguez, Esteban Torres, Matías Laguna, Juan Rivero, Domingo Alfonso Ruiz, Domingo Rodríguez, Pedro Fernandez Guerrero, Andrés Díaz Baltasar, Simón Díaz, Gaspar de los Reyes, Julián González, Francisco Martin Jiménez, Simón González, Andrés Hernández Barroso, Pedro Hernández, Baltasar González, Pedro Pérez, Ubaldo Pérez, Salvador Alvarez y Felipe de Boza.
Formada la base de la nueva población, se celebró en 1694 la primera Junta de vecinos que debían componer el ayuntamiento; en 1717 se instaló una factoría para el estanco del tabaco; en 1724 se creó en el Ayuntamiento la mayordomía de propios; en 1724 se demarcó la jurisdicción municipal en un radio de seis leguas; en 1735 se creó una alcaldía mayor; en 1748 se echó el primer puente sobre el río San Juan; en 1741 se estableció una sucursal de la Real Compañía de Comercio, establecida en la Habana; en 1764 se organizo el primer escuadrón de Milicias disciplinadas; en 1775 se instaló el primer colegio de instrucción primaria; en 1781 se nombró el primer cirujano titular; en 1795 se abrió al tráfico extranjero el puerto, y la población tenía en aquella época diez y seis calles y tres plazas; en 1802 vinieron emigradas de Santo Domingo varías familias, contribuyendo en gran manera al aumento y prosperidad del nuevo pueblo; en 1805 se instaló el primer abogado; en 1814 se estableció la primer imprenta, y poco después apareció el periódico El Patriota, uno de los primeros que se publicaron en la isla; y por último, en 1815 se declaró á Matanzas tenencia de Gobierno, teniendo entonces 5.000 habitantes, que en 1827 ascendían á 14.341, en 1841 llegaban á 18.991, y en 1857 pasaban de 23.923. Hoy cuenta con más de 50.000, alojados en unas 9.000 casas, delineadas por 105 calles y ocho plazas, y es, por su aspecto, una linda ciudad moderna, y por su prosperidad se la considera como la segunda ciudad comercial de la isia de Cuba.
Matanzas está situada á los 23° 2’30» latitud , y á los 75° 15′ longitud occidental de Cádiz, al fondo de una espaciosa bahía formada por el Atlántico, á la entrada del canal de Bahama, y ocupa una superficie de 3.360 varas de Norte á Sur, y 3.200 de Este á Oeste, que es la dirección de sus calles, dividiéndose en tres diferentes grupos : Matanzas, el que compone todo el conjunto en su centro; Pueblo Nuevo, al Sur, separado por el río San Juan, y Versalles, al Norte, limitado por el Yumuri y la bahía.
Hay en esta ciudad edificios públicos bastante notables, como el Hospital Militar y de Caridad, abierto en 1838, y el de San Nicolás, para mujeres, erigido en 1848; el asilo de San Vicente de Paul, de hermosa planta, aunque sin concluir, y la Casa de Beneficencia; el cuartel de Santa Cristina, en Versalles, que ocupa un paralelogramo de 100 varas de lado, y el de caballería en Pueblo Nuevo, que puede dar alojamiento á una fuerza de 1.500 á 2.000 hombres.
La iglesia parroquial, nuevamente reedificada, y la de Versalles, de nueva planta, erigida á expensas de la señora Santa Cruz de Oviedo, son bastante espaciosas; el Palacio de Gobierno ocupa toda la parte oriental de la plaza de Armas, y en él, además de residir el gobernador civil, se hallan instaladas las oficinas de la Diputación provincial, las del Municipio, la secretaría política, la comandancia de Estado Mayor, el gabinete de Telégrafos y la escribanía de Gobierno ; el teatro Estéban, hermosa construcción en el centro de la plaza de la Vigía, está considerado como uno de los mejores de la isla por su aspecto y valor arquitectónico; la casa donde está la sucursal del Banco Español de la Habana presenta un golpe de vista agradable; la Aduana, frente al teatro Esteban, que tiene todas las dependencias necesarias para el mejor servicio, ofrece un aspecto grave, y revela exactamente el gusto arquitectónico de mediados del siglo pasado.
En cambio, los edificios particulares son ligeros, aunque algunos descuellan por su elevación, como las ferreterías de Labayen y de Dea, que tienen tres pisos sobre el subsuelo; los almacenes de Miels de Torriente y los de Castañer, situados en la orilla del rio San Juan, cruzados por vías férreas anexas á los tres ferro-carriles que entroncan en esta ciudad, encierran en sí un emporio de riqueza durante la zafra, por ser centros de depósito mercantil, de donde se trasbordan en lanchas, con destino á la exportación, los azúcares del país; la Estación del ferro-carril de Sabanilla es un vasto paralelogramo, adecuado al objeto, y encierra en sus muros todas sus oficinas y talleres; el hotel El León de Oro está formado de tres cuerpos sobre el subsuelo, con localidades espaciosas; el edificio donde se halla situado el café de la Diana, al Oeste de la plaza de Armas, también tiene tres pisos y es elegante y esbelto.
Pero las casas particulares, en su gran mayoría, son de planta baja, y su arquitectura presenta mucha semejanza con la morisca, aunque muy modificada hacia los hábitos del país: entre ellas, las que más sobresalen, adaptadas al gusto europeo, son: la de D. Fabián García, la del doctor Santo, la de Torriente y la de D. Anselmo García, con su pequeño parque al estilo inglés; y entre las quintas de recreo, debemos mencionar las de la Cumbre y las de Simpson, porque gozan de la mejor vista y ventilación que pueda apetecerse , descollando la de los Sres. Díaz, García, Mílian, Torres, Cardenal y Hernández.
Las fortalezas que defienden el puerto son : el baluarte de San Severiano, al final del paseo de Versálles y al Norte de la bahía, erigido en 1694; el de Peñas Altas, en la costa Sur, edificado en 1740, y el del Morrillo, á la entrada del rio Canimar, construido en 1780.
Las calles que cruzan la población de N. á S. y de E. á O. son anchas, y tan rectas, que se ve todo su trayecto; intercaladas se hallan las plazas, siendo la de Armas, frente al Palacio, la más espaciosa, en la cual se forma el paseo durante las noches, al estilo de la plaza de San Antonio, en Cádiz, y la plaza Nueva, en Sevilla; las calzadas exteriores, como paseos vecinales, son igualmente espaciosas, con anchas aceras y árboles en sus orillas.
En cuanto á los alrededores de Matanzas, presentan hermosa perspectiva desde las elevadas colinas de la Cumbre, hacia el Valle de Yumuri y la costa del Atlántico, y las alturas de Símpson con vista hacia la ciudad y el valle de Yumuri, en forma panorámica, así como las de Belismelis, abarcando toda la población en su conjunto más pintoresco.
Matanzas, como ya hemos dicho , es la capital de la provincia, y está dividida en los distritos judiciales de Matanzas, Cárdenas, Alfonso XII y Colon, formando un total de 238.185 habitantes.
En esta hermosa ciudad ha de efectuarse la Exposición regional, á fines de enero próximo , y en describirla detalladamente nos ocuparemos en otro artículo.
L.S.
Matanzas, 4 de Diciembre
- L, S. “La Ciudad de Matanzas en la Isla de Cuba.” La Ilustración Española y Americana 48 (1880): 403.
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