La Masonería en Cienfuegos vista por el El Fígaro. Desde el año 1878 existen organizadas en Cienfuegos dos Logias Masónicas, bajo la jurisdicción de la Muy Respetable Gran Logia de la Isla de Cuba: una se llama “Asilo de la Virtud” y otra “Fernandina de Jagua”.
La primera fué fundada en 21 de junio de dicho año por los Maestros Masones José Fernández La Maza, Benigno Eiriz, Magin Font, Francisco de Sola, Victoriano López, José M. Calero y José Comallonga.
Este último es el único superviviente y como ejemplo de perseverancia es miembro activo. Actualmente (1904) posee en propiedad el modesto y artístico edificio que ocupa en la calle de Horruitiner número 45, y forman su cuadro 152 obreros; hallándose constituida su Dirección de la manera siguiente:
- V∴ M∴ Francisco Otero Cossio.
- P∴ V∴ Eduardo Blanco.
- S∴ V∴ Eliseo Rangel.
- Secret∴ Enrique Hernández.
- Tesor∴ Ignacio Pino.
- Orad∴ Abelardo Santana.
- M∴ de C∴ Juan F. Fuentes.
- P∴ D∴ Miguel Mauri.
- S∴ D∴ Juan R. Tenorio.
- L∴ H∴ Andrés Fernández.
- Gda∴ T∴ E∴ Gerónimo Falcó.
- D∴ ante la G∴ L∴ Juan M. Rodríguez.
- Arq∴ Dec∴ Gregorio González.
La reciente fiesta que tuvo efecto en su Templo, tan amplio como elegante, en la noche del 21 de junio último, con motivo del vigésimo sexto aniversario de la fundación de esta Logia, á presencia del muy Resp∴ G∴ Maestro Ilustre h∴ José F. Pellón y con numerosísima concurrencia de sus miembros y de los de distintas Logias, fué un verdadero acontecimiento para la masonería en Cienfuegos.
La logia “Fernandina de Jagua” data también de 1878 y dirigió sus primeros pasos el que fué uno de sus, fundadores y por largos años su Venerable Maestro, Sr. Leopoldo Díaz de Villegas, conocido en aquella época bajo el nombre simbólico de Jesús segundo.
En los trabajos para la fundación fué ayudado por los señores Enrique Barnet, Primer Vigilante, de nombre simbólico Yucayo; Manuel Rodríguez, Segundo Vigilante, de nombre simbólico Mario; José G. Verdaguer y Kiernan, Orador, de nombre simbólico John Milton; y José L. Prieto, Secretario, de nombre simbólico Pethion. Posée, además de su templo masónico, un edificio que ha dedicado á Biblioteca Pública, la única que existe en Cienfuegos.
Actualmente (1904) ocupan los cargos de esta Logia los señores siguientes:
- V∴ M∴ Sotero Ortega.
- P∴ V∴ Juan J. Entenza.
- S∴ V∴ Manuel R. Gatell.
- Secret∴ Bernardo Figueredo.
- Secret∴ Adj∴ Miguel de la Torre.
- Tesor∴ José M. Alonso.
- Limos∴ Francisco Silva.
- M∴ de C∴ Eduardo Terry.
- P∴ D∴ Faustino Meruelo.
- S∴ D∴ Ramón Barrio.
- P∴ E∴ Adolfo Díaz.
- S∴ E∴ José Arcay.
- Hosp∴ Luis M. Borges.
- Art∴ Alberto Martínez Blanchard.
- G∴ T∴ Desiderio Colina.
- D∴ ante la G∴ L∴ Emilio Darder.
Como se ve, figuran en la masonería de Cienfuegos personalidades importantes del comercio, la industria, el foro, la medicina, obreros y profesiones liberales, todo lo que brilla y lo que vale.
Con tan valiosos elementos no es difícil propagar los fines elevados de la fraternidad universal, en la Perla del Sur, donde, en todos los tiempos la masonería ha sido campo neutral en que han podido desarrollar sus poderosos medios de acción los sentimientos de la patria y de la beneficencia.
Utilidad de la Masonería por José Fernández Pellón.
Si hubiera sabido, amigo Catalá, que estaba usted anoche en Cienfuegos, habría tenido el gusto de hacerle pasar un buen rato llevándolo, como visitante, á la sesión extraordinaria que celebró la Logia Fernandina de Jagua con motivo del vigésimo sexto aniversario de su fundación.
Así le decía yo, en días pasados, al simpático Administrador de El Fígaro, cuando me honró visitándome y pidiéndome algún trabajo de colaboración para tan interesante revista. Y á esto respondió Catalá: — Yo hubiera tenido mucho gusto en concurrir, por tratarse de una invitación de persona á quien tanto aprecio y distingo, y por conocer á los masones de Cienfuegos, de quienes tengo muy buenas referencias; pero, á mi entender, ya en Cuba no tiene razón de ser la Masonería.
Combatir tan errónea opinión, y convencer al amigo Catalá y á cuantos con él la comparen, de que ahora más que en tiempo alguno es útil y necesaria la Asociación Fraternal en nuestro país, será el objeto de este trabajo; y así mataré dos pájaros de un solo tiro, como suele decirse:
complaceré al Administrador de El Fígaro contribuyendo, aunque en mínima parte, á la formación del número extraordinario dedicado á Cienfuegos, y desvaneceré el error de los que declaran terminada ya la
labor de la masonería en la Isla de Cuba.
No deja de ofrecer dificultades este trabajo, proponiéndome librarlo del seco dogmatismo y ceñirme, en la exposición á un estilo meramente epistolar, ajeno á toda pretensión doctrinal y á toda cita de Ley.
¿De qué nace el error de los que juzgan ser ya innecesaria en Cuba la Masonería? De que, á juicio de los mismos, es una misión política, la que le está encomendada; y creyendo ellos que la Institución en Cuba tenía por cometido derrocar al gobierno de España y establecer la Independencia, claro es que, logrados estos fines, no hay razón que justifique la existencia de la asociación entre nosotros.
Sabido es que el error engendra siempre el error; y en este caso, el falso concepto formado acerca de la Masonería ha engendrado una falsa opinión respecto á la eficacia de su existencia actual.
Cierto es que desde las célebres conspiraciones del Águila Negra y los Soles de Bolívar, pasando por Yara y llegando hasta Baire, se ha barajado siempre el nombre de la Masonería cuando de revoluciones en Cuba se ha tratado; pero esa coincidencia no explica, ni justifica, la extraviada opinión que aquí, como en otras partes, se ha tenido respecto al objeto de la Masonería.
Contribuyó en no pequeña parte al extravío de la opinión la suspicacia del Gobierno, que siempre vió en los masones enemigos de la soberanía de España, y que miraba con recelo una asociación que celebraba sus reuniones á hurto de las autoridades y esbirros; contribuyó asimismo, y también en no pequeña parte, la declarada guerra de la Iglesia contra la Masonería, y la preponderante influencia que la primera tuvo siempre en Cuba en sus relaciones con el poder público; contribuyó igualmente el espíritu abolicionista, fuertemente desarrollado en las Logias, cuyas colectas libertaron muchos esclavos; y contribuyó, por último, la propia ignorancia de muchos masones, que jactanciosamente creían ser ellos los llamados á la redención política del país.
Por otra parte, los conspiradores, lo mismo en los tiempos del Águila Negra y los Soles de Bolívar, que en los tiempos de Yara y en los más recientes de Baire, tomaron muchas veces los nombres, formas y ritualidades de las Logias para mejor encubrir trabajos revolucionarios, que nada tenían de masónicos; y vivos están muchos que son testigos abonados de la certeza de esta aseveración. A tales manejos, sin duda, obedeció el decreto del general Calleja, en abril de 1895, prohibiendo en Cuba las reuniones de las Logias.
Pero ápoco que se estudie la Asociación fraternal, severá que no es posible realizar en ella ningún fin político determinado, no sólo porque expresamente lo prohiben los Antiguos Preceptos, que constituyen su Carta Magna, su ley fundamental, sino porque no preguntándosele á nadie su opinión política, ni su creencia religiosa, al ingresar en la Masonería, es evidente que en ella se afilian individuos de los más opuestos y contradictorios pareceres; y mal se podría, con tan heterogéneos elementos, realizar ningún fin político ni religioso en determinado sentido.
En las Logias de Cuba, antes de 1898, se veían juntos, fraternalmente unidos por lazos de la más pura amistad, individuos de conocidas ideas revolucionarias y españoles de aquellos que á sí propios se dieron el nombre de incondicionales. ¿Cómo era posible que unos y otros, de común acuerdo, trabajaran en pro de la independencia del país?
No, no era, ni podía ser, ni es, ni será en ningún tiempo, la tarea del masón, romper lazos políticos. No; su tarea consiste en buscar por todos los medios su propio mejoramiento moral. La Masonería agrupa individuos perfectibles, y obligándoles por voluntario juramento, les induce á labrar la propia regeneración, haciéndolos, ó procurando hacerlos, buenos hijos, esposos, padres, hermanos, amigos y ciudadanos.
Mejorar los que existen necesita urgentemente Cuba; y ninguna escuela mejor que la Logia para enseñar, con la palabra y con el ejemplo, la obediencia á la ley, el respeto á las instituciones, la tolerancia, el ejercicio del sufragio, el uso de la palabra en asambleas; en una palabra, la disciplina social.
Si todos los hombres públicos de Cuba fueran masones, y como tales cumplieran sus juramentos ¡cuán distinta sería nuestra actual situación! Yo le aseguro al amigo Catalá, que dentro de los procedimientos masónicos, son inconcebibles ciertos procedimientos electorales y parlamentarios que con asombro hemos contemplado en estos últimos tiempos. Pero dejemos el asunto; que no es mi objeto combatir á nadie, sino defender mi pleito.
¿Hay quien crea que los poderosos y felices estados de la Unión americana necesitan de libertadores? Supongo que todo el mundo estará persuadido de que, en punto á libertad, nuestros venturosos protectores han alcanzado ya el más alto grado de progreso que la mente humana puede concebir.
Pues bien, amigo Catalá: no hay país en el mundo donde la Masonería se halle tan floreciente, prospera y sólidamente establecida como en los Estados Unidos.
Hay allí cuarenta y nueve Grandes Logias, una en cada Estado; y de esas Grandes Logias dependen millares de Logias, formadas por millones de hermanos, que esparcen por doquiera la semilla del bien y de la verdad, la tolerancia política, el respeto á las ajenas opiniones religiosas, el severo cumplimiento del deber; y que sostienen numerosos asilos de viudas, de ancianos y de huérfanos, los más amplios y mejor regidos del mundo:
allí se construyen edificios masónicos que valen quinientos mil dólares, y allí, en una palabra, á nadie se le ha ocurrido decir que la institución que infundió á George Washington y á los célebres convencionales de Filadelfia los nobles y prudentes principios que sirven de base á la Constitución Americana, “no tiene ya razón de ser”. Por el contrario, crece, crece, crece el número de las Logias y se multiplican prodigiosamente los miembros de la nobilísima Intimidad Universal.
José Fernández Pellón
Cienfuegos, 1904.
Bibliografía y Notas
- “La Masonería en Cienfuegos.” El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. (Agosto 21, 1904).
- Fernández Pellón, José. “Utilidad de la Masonería.” El Fígaro, Periódico Artístico y Literario. (Agosto 21, 1904).
- Miranda, Aurelio. “Oración fúnebre del ilustre hermano José Fernández Pellón, 33°.” Habana: Imprenta El Siglo XX, 1916.
- Rumbaut y Yanes, Vicente. “La Masonería y el odfelismo en Cienfuegos. Páginas históricas 1878-1938.” Cienfuegos: Taller Tipográfico de Rafael Caro, 1938.
- Otros artículos de interés sobre la Masonería en Cuba.
- Cienfuegos: Wikipedia.
- Las Villas: Personalidades y Negocios.
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