Temas de Historia Contemporánea Cubana. La Muerte de Antonio Guiteras. Versión de los Periódicos de la Época. Escrito por Jorge Quintana para Bohemia.
Con esta serie de trabajos destinados a esclarecer la muerte del más caracterizado jefe de la Revolución Cubana de nuestros días, Bohemia inicia toda una serie también de sondeos indagatorios sobre hechos recientes de la vida pública de Cuba, que ya forman parte de su historia.
De todos estos sucesos incluidos en su acervo histórico, tal vez el más discutido y a la vez el más ignorado en su cierta intimidad, sea éste de la muerte de Antonio Guiteras y Holmes y Carlos Aponte, ocurrida el 8 de mayo de 1935 en las inmediaciones de El Morrillo, junto al río Canímar, en la bahía de Matanzas.
De ahí que Bohemia lo haya seleccionado como el primer punto a esclarecer en esta serie de indagaciones históricas con las que aspiramos a ofrecer a los estudiosos de estas cuestiones, fuentes veraces y autenticas que les permitan enjuiciar aspectos muy fundamentales del proceso histórico de la República en los últimos cuarenta y cuatro años de su existencia.
Con tales propósitos resulta del todo imposible manifestarnos parciales. Bohemia aspira a esclarecer, importándole muy poco quién o quiénes resulten responsables ante la opinión pública por actos reprobables en algunos casos o quién o quiénes resulten héroes en otros. Lo importante es esclarecer definitivamente cada uno de estos temas de nuestra historia contemporánea.
Sin embargo, fieles a lo que Bohemia ha considerado su línea recia dentro del periodismo nacional y consecuentes con ese criterio de imparcialidad que inspiran estos trabajos, las páginas de esta revista se ofrecen, desde hoy, a todo aquél que siendo actor o testigo de algunos de estos hechos desee fijar una posición, aclarar una actitud o diafanizar una conducta.
A este trabajo un poco prolijo sobre la muerte de Guiteras seguirán otros. La destitución del Presidente Miguel Mariano Gómez, el proceso de la Mediación, la Revolución del Cuatro de Septiembre, la muerte de Julio Antonio Mella, la organización de instituciones de tanta resonancia en nuestra vida pública como el Directorio Estudiantil Universitario de 1930, el Ala Izquierda Estudiantil, el Partido Comunista de Cuba, el Partido Unión Nacionalista, el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), la Joven Cuba, Partido Realista, el movimiento revolucionario de agosto de 1931, etc., serán temas a indagar y esclarecer convenientemente.
La labor es ardua, pero no nos arredra. Bohemia considera que con ella será posible, en el futuro, realizar el proceso de enjuiciamiento histórico con abundantes datos y materiales cuyo valor no podrá ser objeto de discusión.
Si tal cosa fuese lograda, Bohemia se sentiría satisfecha por haber sabido cumplir con el deber a la manera que lo demandaba se cumpliese José Martí, “sencilla y naturalmente”.
Nada más grande ni más honroso para un mortal que inmortalizar su nombre con la bendición de todo un pueblo.
Antonio Maceo
A la larga lista de mártires cubanos de todos los tiempos, el ocho de mayo de 1935 hubieron de incorporarse dos nombres gloriosos: Antonio Guiteras y Holmes y Carlos Aponte. El acto se epilogó en las inmediaciones de El Morrillo, y es una de las páginas más bochornosas de las armas de la República.
El siete de mayo de 1935, cuando el sol se ocultaba en el horizonte de la bahía de Matanzas, llegaron a El Morrillo, Antonio Guiteras, Miguel Muñoz, Juan Antonio Casariego y el entonces Teniente de Infantería de Marina Rafael Díaz Joglar que desde la Habana los había acompañado, siguiendo instrucciones del capitán Carmelo González que se hacía pasar como uno de los más activos revolucionarios adictos a Guiteras.
Ya se encontraban allí alojados Carlos Aponte, las señoras Concepción Valdivieso y Xiomara O’Hallorans, Julio Ayala Vázquez, Olimpo Luna del Castillo, Juan Ponce, Rafael Crespo Tamayo, Adolfo Castillo Miranda, el Cónsul de Honduras, señor Emilio Pinol, cuya tortuosa actuación ahora develaremos y los matanceros capitán de Infantería de Marina Antonio Santana y los entonces estudiantes universitarios Pedro Fernández, Alberto Tió y Carlos Alfara. También se encontraban el capitán de la marina mercante Urquidi, el Chino Ramos y A. Sánchez.
La noche transcurrió con un poco de inquietud. Para las primeras horas de la madrugada se esperaba el yate “Amalia”, propiedad del doctor José del Cueto. Pero este no llegó a tiempo y al amanecer el doctor Guiteras sólo tenía una idea: la de sacar la gente, salvar a las mujeres y buscar la manera de regresar a Matanzas o La Habana, para preparar otra intentona, porque era evidente que la de aquel día había fracasado.
Pronto Guiteras advirtió la presencia de los soldados. Se le trataba de copar en El Morrillo y dispuesto a vender cara su vida o a encontrar una salida a aquella situación salió seguido de todos los que allí se encontraban rumbo a la maleza. El grupo se fué dispersando.
Unos tomaron la dirección que mejor les pareció y lograron salir sin dificultad —Urquidi, Sánchez y Ramos—, otros hicieron frente a las fuerzas del ejército y cayeron presos o heridos, Guiteras y Aponte con Paulino Pérez Blanco y Rafael Crespo se encaminaron hacia la margen del río donde buscaron un práctico.
Iniciaron de nuevo la marcha en busca de la carretera central pero a unos pocos metros, junto a una cerca de piedra y al borde mismo de una pequeña cañada seca, Guiteras y Aponte caían sin vida, mientras parapeteado en la cerca misma Paulino Pérez Blanco hacía retroceder a los soldados causándoles unas cuantas bajas entre muertos y heridos y lograba, después de estar cerca de una hora junto a los cadáveres de los jefes muertos, sin otra posibilidad que la de morir también, evadirse rompiendo el cerco de los soldados para ir a la finca “Monticello” donde al fin lo hicieron prisionero.
Tal fué, en síntesis, todo lo ocurrido en El Morrillo aquella mañana aciaga del ocho de mayo de 1935. Los detalles, los antecedentes, lo que allí ocurrió con más minuciosidad, todo ello será objeto de una serie de indagaciones que Bohemia publicará en próximos artículos. Por hoy nos limitaremos a ofrecer la tragedia de El Morrillo según la versión de los periódicos de la época.
Para que la acción de El Morrillo fuese un mayor baldón para la soldadesca de los Batista y los González, para denigrarse más aún ante los ojos del pueblo que sabe bien quien era Antonio Guiteras, la versión, la especie —diríamos mejor— echada a rodar en el país, envuelve en una niebla de suspicacias y falsedades todo el hecho en sí.
Guiteras y los suyos fueron víctimas de una traición incalificable. No fueron sorprendidos, sino atrapados como ratones en ratonera. La vileza se confundió con la cobardía en todo sentido y la única grandeza de la acción se la llevaron Antonio Guiteras y Carlos Aponte, cuando las balas homicidas de sus asesinos los hicieron caer para siempre en medio de la maleza a pocos metros de la margen izquierda del río Canímar.
Pero veamos lo que dijeron los periódicos de la época.
El Mundo
El Mundo, que nos luce el más imparcial, comentó el suceso de la siguiente manera: “Tres muertos, uno de los cuales es el doctor Antonio Guiteras, ex Secretario de Gobernación durante el Gobierno Provisional del doctor Ramón Grau San Martín, jefe de la organización revolucionaria “La Joven Cuba”; cinco heridos, tres de los cuales lo son de extrema gravedad y dieciséis prisioneros entre los cuales figuran dos mujeres fué el resultado final de un tiroteo que se entabló como a las seis y media o siete de la mañana de ayer, cuando al advertirse un camión con fuerzas de la Marina y del Ejército, se dieron a la fuga unos catorce individuos que se habían refugiado la noche anterior en el castillo El Morrillo, situado en la boca del río Canímar, a dos leguas de distancia de la ciudad de Matanzas”. (El Mundo, jueves nueve de mayo de 1935.)
Según El Mundo el marinero Tomás Bayono, que cuidaba dicha fortaleza cuando advirtió en las últimas horas de la tarde del día siete la presencia de los guiteristas, decidió hacerse pasar por simpatizante o adicto a las ideas de los revolucionarios. Los guiteristas ocuparon todo el castillo e instalaron postas por los alrededores. El marinero Bayono aprovechó la noche para escapar llegando a la ciudad de Matanzas e informó a sus superiores lo que había acontecido, regresando después a El Morrillo, sin que los que allí estaban se pudieran dar cuenta de su ausencia.
Al amanecer cuarenta y cinco marineros y soldados rodearon la fortaleza. Avistada por los integrantes del grupo la fuerza que se acercaba salieron al campo internándose en unos matorrales espesos que cubren todo el litoral hasta la misma playa de Los Cochinos. Al darse a la fuga intimidaron al marinero Bayono para que les siguiera, pero este echó a correr hacia donde estaban las tropas del Gobierno.
La fuerza que avanzaba al advertir la fuga abrió fuego intimidando rendición. Después inició la persecución. Los guiteristas, lejos de amilanarse, respondieron al fuego con sus armas tomando parte en el tiroteo que se entabló y en el que tomaron parte hasta las mujeres. La lucha duró quince minutos. Los guiteristas continuaron su huida, agazapándose y deteniéndose breves momentos para volverse hacia los que los perseguían y hacer fuego.
Una bala disparada por un marino alcanzó al doctor Guiteras en el pecho, matándolo instantáneamente. Guiteras cayó de bruces lo que le ocasionó las lesiones del rostro. Los demás componentes del grupo continuaron intentando la fuga y resistiendo por otros quince o veinte minutos en el curso del cual cayeron el coronel Carlos Aponte y el cabo del Ejército Marcelo Man.
Otros fueron heridos de una parte y otra. Los guiteristas se rindieron entonces incondicionalmente. Fueron presos todos. El ejército recogió herido a Juan Antonio Pérez, al soldado Juan Ruano González y al cabo del Ejército Eugenio Marcelino Trujillo, así como a los civiles Fermín Sangra Hernández de 16 años, vecino del barrio Bellamar, así como su primo Guillermo Hernández Hernández, de 18 años, que se encontraban pescando en un bote en el mar cerca del lugar donde ocurrió el combate.
En el bote que ocupaban estos jóvenes fueron trasladados a Matanzas los cadáveres del doctor Antonio Guiteras y Carlos Aponte, siendo depositados en el cementerio de dicha ciudad.
A los rendidos se les ocuparon una pistola Thompson, otra ametralladora de mano sistema Chau Chau, una ametralladora Lewis, de mano, otra pistola calibre 45 y un revólver calibre 38.
El cabo Trujillo, que resultó herido fué llevado a las barracas del Regimiento 4. El soldado Ruano, J. A. Pérez y Guillermo Hernández al Hospital Civil. Fermín Sangra se trasladó a su domicilio.
Los detenidos fueron trasladados al Castillo San Severino. Se prohibió tomarles fotografías con excepción de las señoras Valdivieso y O’Hallorans y el señor Miguel Muñoa Selva. El teniente coronel José Pino Donoso, Jefe del Distrito Militar de Matanzas, el comandante Eliseo Guerra, Jefe del Tercio Táctico Número Cinco y el Servicio de Inteligencia Militar estuvieron hablando con los detenidos guardándose absoluta reserva sobre el asunto.
El yate Amalia llegó a la bahía de Matanzas dos horas después del encuentro. Es una embarcación de dos palos, con motor auxiliar, muy parecido al que poseía el ex Secretario de Obras Públicas, doctor Carlos Miguel de Céspedes. El Teniente García, de la Marina, con un piquete de marineros le abordó auxiliado por el Teniente Valle, deteniendo a los tripulantes, los cuales fueron trasladados al Cuartel Plácido.
Los cadáveres de Guiteras y Aponte fueron tendidos en las losas de mármol del Necrocomio. Guiteras presentaba distintas lesiones diseminadas por el rostro y otros lugares del cuerpo que se suponen fueron producidas durante las caídas que llevó en los momentos en que huía por entre los matorrales y peñascos. Las ropas se encontraban desgarradas. Vestía traje de dril blanco, camisa blanca también, corbata gris a rayas azules, medias de color azul oscuro y no tenía zapatos, ni sombrero.
Aponte presentaba rasguños en el cuerpo tan sólo y en el antebrazo izquierdo apareció un tatuaje con un ancla y en el derecho la palabra “Socorro”. Vestía un traje gris con camisa de color morado claro, medias carmelitas claro y corbata gris carmelita. Tampoco tenía zapatos ni sombrero.
Presentaba una herida de bala en la parte superior lateral derecha de la cabeza con orificio de salida por la parte izquierda; otra herida de bala también en la región costal derecha con orificio de salida por la parte costal izquierda. Como consecuencia del balazo que recibió en la cabeza los parpados y la cuenca toda de los ojos estaban totalmente morados.
El cabo Marcelo Man pertenecía al Escuadrón Núm. Tres del Tercio Táctico Núm. Cinco. Se encontraba de guardia en el cuartel. Cuando se enteró que las fuerzas iban a salir a perseguir a los Guiteristas le pidió reiteradamente a su jefe el capitán Iglesias que lo llevara. Este accedió.
Como a una legua de El Morrillo lo dejó de posta con la orden de impedir que las máquinas pasasen hacia aquel lugar. Al pasar por allí el comandante Guerra, Jefe del Tercio Táctico Núm. Cinco, se dirigió a él, pidiéndole que lo llevase a la línea. El comandante Guerra accedió dejando en su lugar a otro cabo. Apenas llegó a la línea de combate un disparo lo alcanzó matándole instantáneamente.
Las tropas que tomaron parte fueron el Escuadrón Núm. Dos del Tercio Táctico Núm. Cinco al mando del capitán Apolinar Iglesias; un piquete de Infantería del Regimiento Núm. Cuatro al mando del teniente García; otro piquete de infantería del propio Regimiento al mando del teniente Valle; fuerzas del Batallón 27 al mando del capitán Rogerio Caraballo, estimándose que fueron estas las que derribaron a Guiteras y a Aponte.
Además fué movilizado el servicio de Sanidad Militar con una ambulancia al mando de los tenientes Médicos, doctor Juan F. Saavedra y el farmacéutico doctor Carlos M. Torralva.
Al frente de todas estas fuerzas se encontraba el teniente coronel José Pino Donoso, Jefe del Distrito Militar de Matanzas y el comandante Basilio Guerra Molina, Jefe del tercio Táctico Núm. Cinco.
Las fuerzas de Infantería de Marina estaban al mando del capitán Carmelo González. Además la Marina disponía de una gasolinera para cortar el paso al mar de los allí copados. El crucero “Cuba” fué movilizado y llevado a Matanzas en las primeras horas de la tarde del día ocho.
Primeramente salió en horas de la mañana, pero al recibir el Jefe del Estado Mayor de la Marina Teniente Coronel de Infantería Ángel Aurelio González, noticias de que ya habían sido presos los guiteristas regresó a puerto para recoger a un batallón de Infantería de Marina que trasladó después a Matanzas.
El “honor” de haber descubierto la tentativa del doctor Guiteras de salir al extranjero lo reclamó el Servicio de Inteligencia de la Marina.
Según “El Mundo” el capitán Carmelo González que se encontraba al mando del puesto naval de Matanzas, distribuyó sus fuerzas en combinación con las del Ejército, notificando después a su jefe superior el teniente coronel A. A. González el resultado de las operaciones. Por tierra además se envió a Matanzas una compañía de infantería de Marina para reforzar la guarnición.
Apenas si se conoció en la Habana la noticia se trasladaron a Matanzas el coronel Fulgencio Batista, los tenientes coroneles Pedraza y Galíndez, el Inspector general de la Marina teniente coronel Gómez Casas, el Jefe del Distrito Naval Norte, comandante Rafael Paz, los tenientes José L. Núñez y Leonardo Ullivarri, los cuales visitaron a los detenidos en el Castillo de San Severino. Fué designado oficial investigador el comandante Domingo Pérez Arocha.
No quedaron partidas dispersas. Un cordón militar de doscientos cincuenta hombres continuó registrando hasta Limonar. La policía, por su parte, hizo numerosos registros en Matanzas y La Habana. Guiteras y Aponte fueron enterrados en el panteón de la familia Guiteras en el Cementerio de Matanzas.
En los bolsillos de Antonio Guiteras se le ocuparon ochenta y tres centavos.
El teniente coronel Ángel Aurelio González, visitó al Presidente de la República, señor Carlos Mendieta y Montefur, dándole cuenta de la muerte de Guiteras por fuerzas de la marina.
En su edición del día diez de mayo de 1935, El Mundo daba la noticia de la prisión del doctor José Ramón del Cueto, así como la del sargento José M. Valdés, medio hermano del capitán Antonio Santana, el cabo Joaquín Bravo, los alistados Juan Placeras, Francisco Díaz, Pedro Manuel Diaz y Jesús Mayor. Para instruirles la correspondiente causa se designó al capitán Auditor, doctor Julio Díaz Arguelles.
El Diario de la Marina
El Diario de la Marina destacó hacia Matanzas, inmediatamente que tuvo noticias del suceso, a uno de sus redactores más distinguidos, el señor José Ignacio Solís. En la edición del nueve de mayo de 1935, Solís comentaba el suceso de la siguiente manera:
“Una gran conmoción hizo vibrar a la opinión pública cuando se tuvieron las primeras noticias de la muerte del líder de la Joven Cuba, Antonio Guiteras. El discutido héroe de San Luis, el que fuera Secretario del Interior en el Gobierno de Grau San Martín, el a veces prófugo de la justicia, el sembrador del terror dinamitero, cayó abatido por fuerzas del Ejército en la acción de El Morrillo en las márgenes del caudaloso río Canímar, que desemboca en la bahía de Matanzas.
Según el Diario de la Marina a las cuatro de la tarde del martes 7, llegaron a El Morrillo en dos automóviles como veinte personas con maletas y bultos. Al marinero Tomás Bayono declararon que venían a pasear, de gira y efectivamente mataron un lechón, lo asaron y se lo comieron. Después de comer y beber se internaron en la manigua.
A la mañana siguiente, cerca de las ocho, hallándose los huéspedes en el castillo llegaron dos camiones repletos de tropas. Los huéspedes se fueron nuevamente a la manigua, comenzando el combate que duró mucho tiempo.
La Marina, de acuerdo con el Servicio de Inteligencia Militar, según el Diario de la Marina planearon el golpe. Desde la Habana el teniente coronel Ángel Aurelio González había tenido toda la dirección del asalto a El Morrillo. Para trasladar tropas a Matanzas, la Marina utilizó un yate, propiedad de míster Steinhart, la noche del siete de mayo.
A las diez de la mañana, según el Diario de la Marina, Ángel Aurelio González concurría a Palacio para informar al Presidente de la República todos los detalles de la operación. La partida de Guiteras se componía de unos veinte hombres. La Marina movilizó primero 150 hombres y después fué reforzada con 100 más.
Un avión misterioso tripulado por los norteamericanos Schwartz y Keith, que había caído en Jaruco días antes donde se encontraron seis chinos estaba destinado para recoger a Guiteras y sus amigos.
El mismo día ocho el general Rafael Montalvo, desde Artemisa, enviaba al doctor José Ignacio Rivero el siguiente telegrama que el Diario de la Marina insertaba en su edición del día diez de mayo de 1935:
“Artemisa, mayo ocho, Pepín Rivero, “Diario de la Marina”. —Habana. —Los lamentables sucesos de El Morrillo deben ser la causa para demostrar nuestra simpatías y nuestro cariño a los familiares de los que han caído gloriosamente defendiendo la causa del orden, de la civilización y de la moral cristiana. Tiene por tanto la sociedad cubana la dolorosa oportunidad pero oportunidad al fin, de demostrar todo lo que le debe a los cuerpos armados de la República.
Yo inicio esa suscripción generosa y necesaria a los intereses permanentes de nuestra nacionalidad, con la suma de mil pesos que hoy envío al coronel batista. —General Montalvo.”
Y Pepín Rivero, en carta contestando al general Montalvo el anterior telegrama, publicada en su columna “Impresiones”, en la edición del sábado once de mayo de 1935, decía: “Guiteras fué, a mi juicio un extraviado en el laberinto de […] literatura que ha causado tantas bajas y calamidades en el mundo moderno como las epidemias asoladoras en los tiempos medioevales”, y muy adelante añadía
“… el guiterismo, que era y es algo así como una rabia criolla que muerde a derecha e izquierda, no echó jamás raíces en el corazón del pueblo, por lo que no podía madurar en un sentimiento revolucionario y sí en un impulso delictuoso, mirado con simpatía platónica por cuantos tenían un agravio que vengar o un deseo imposible de satisfacer, del mismo modo que un hombre aprisionado entre las peñas oye con regocijo el anuncio de un terremoto susceptible de proporcionarle la libertad aun a riesgo de morir.”
Y Tartarín de Tarascón1 aprovechó la ocasión para reverdecer un viejo proyecto suyo de crear una condecoración con el lema: “A los defensores de la República”.
El País
La edición matutina de El País del nueve de mayo de 1935 comentaba el suceso de la siguiente manera:
Según llegan a nuestra redacción los nuevos antecedentes del sensacional encuentro de El Morrillo de Matanzas aumenta de interés el episodio que puso un final trágico a la vida del ex Secretario de Gobernación, el doctor en Farmacia Antonio Guiteras, cuya vida política desde la toma del cuartel de San Luis, Oriente, pasando por la invasión de Gibara con un grupo de legionarios enemigos del régimen machadista, fué un exponente de un carácter inquieto, de un dinamismo turbulento.
Entre los revolucionarios se destacó el doctor Guiteras, como un ideologista. Ocupó la Compañía Cubana de Electricidad, siendo considerado aquel acto como golpe de izquierda y pronto discrepó del Gobierno de Grau, para reclamar la adhesión de sus amigos que formaron con él un grupo radical dentro del principio revolucionario, buscando su dimisión, una crisis gubernamental, y después el surgimiento del sector político “La Joven Cuba” que bajo su directo control empezó a actuar con reflejos de la energía que la propulsara”.
Y es entonces que el nombre de Antonio Guiteras rueda de continuo por las hojas periodísticas en relación con una serie de sucesos que se dicen responden a su táctica política, los cuales reclaman la intervención judicial: bastando a balancearlos el frustrado asesinato de Chano Penabaz, al cual, por ser su amigo nombrado Gobernador de Oriente y el del secuestro del millonario Eutimio Falla Bonet, que entregó la respetable suma de trescientos mil pesos.
Y es entonces, también, que todos los cuerpos de policía y el Servicio de Inteligencia del Ejército se lanza en la búsqueda del doctor Antonio Guiteras, al que presumen acompañado de un grupo de leales que hoy se ocultan aquí, mañana allá, en un incesante afán de despistar a los perseguidores, los cuales se crecen en entusiasmo, no se decepcionan y al fin lo hallan en El Morrillo, luchan y le dan muerte.
Según esta edición de El País el sargento del ejército José Santa Cruz denunció la presencia de gente sospechosa en El Morrillo pidiendo tropas e instrucciones, mientras él, ametralladora en mano, escondido en la maleza acechaba los movimientos de los guiteristas. Así pasó toda la madrugada del ocho de mayo. Al romper el alba llegaron los soldados que enviaba la jefatura del Distrito Militar al mando de los comandantes Guerra Molina y Pérez Arocha para operar en aquel sector.
El plan de ataque lo dirigió el comandante Guerra Molina, mientras el comandante Pérez Arocha con un grupo de soldados a bordo de automóviles salía para cortar la retirada a los guiteristas estableciendo un cordón militar en toda la zona desde El Morrillo hasta Limonar.
Se había acordado iniciar el ataque a las seis de la mañana, pero Guiteras y sus amigos lograron enterarse por un lechero de la presencia de los soldados que tomaban posiciones, por lo que hubo que iniciar la persecución a esa misma hora, buscando a los fugitivos entre la maleza.
El cabo Marcelo Man con ocho soldados avanzaba el primero buscando el contacto con los guiteristas cuando descubrió a Guiteras que seguido de otros individuos salía a un limpio. Al hacer fuego los soldados, Guiteras y los suyos respondieron, mientras de otros lugares hacían fuego a la vez.
Los guiteristas se replegaron, cosa que aprovechó el cabo Man para avanzar, siendo en ese momento alcanzado por una bala que le derribó matándole instantáneamente.
En ese mismo momento el cabo Trujillo y los soldados Ruano González y Guillermo Hernández caían heridos.
En una de las ventanas de El Morrillo un hombre agitaba una camisa a guisa de bandera de parlamento. Era el cónsul Pinol que se rendía.
El fuego cesó al fin siendo recogidos de la maleza los cadáveres de Guiteras y Aponte. Llevados a El Morrillo los prisioneros los reconocieron siendo trasladados después a Matanzas en cuyo cementerio se les hizo la autopsia y se les dió sepultura.
Por la tarde llegó a Matanzas el coronel Fulgencio Batista acompañado de sus ayudantes los capitanes Ponce y Cernada así como también el jefe de la Marina teniente coronel Ángel Aurelio González, el jefe […] Policía José E. Pedraza y los comandantes Raimundo Ferrer y […].
A los periodistas, según El País, el coronel Batista dijo “Que el cabo Man había muerto en defensa de Cuba”. Luego visitó a los heridos “felicitando a los soldados por su heroísmo y valor”.
También esa misma edición de “El País” publicó la versión de los sucesos de El Morrillo facilitada a los reporteros en el Estado Mayor de la Marina de Guerra. He aquí, textualmente, lo que se publicó,
“En el Estado Mayor de esa institución, al igual que en la del ejercito, tenían confidencias de que Guiteras y sus acompañantes pretendían abandonar el territorio nacional por las playas de Matanzas. Para impedirlo, combinaron un servicio especial de vigilancia y emboscada, durante toda la noche de ayer, abandonando aparentemente la observación de El Morrillo, a fin de que los fugitivos penetraran en él y sorprenderlos.
La combinación tuvo éxito, Guiteras y los suyos, no suponiéndose observados, intentaron una salida. Entonces las fuerzas del Ejercito y la Marina les dieron el alto, iniciándose un violento tiroteo, en el que resultaron varios muertos y heridos. A saber:
Del grupo fugitivo Guiteras y un desconocido muertos. De las fuerzas, el cabo José M. Man Hernández muerto; Juan Antonio Pérez, soldado Juan Ruano y cabo Eugenio Trujillo, heridos graves. Los heridos fueron trasladados al Hospital Civil de Matanzas para su curación. Juan Antonio Pérez estaba incorporado a la dotación del “Cuba” en calidad de aspirante a ingreso en la Marina.
Los prisioneros, siete u ocho, fueron conducidos al cuartel Agramonte. Fuerzas del Ejército persiguen de cerca a través de los montes a varios de los componentes del grupo de Guiteras que se fugaron.
Avance
En su columna “Síntesis” el director —edición del ocho de mayo de 1835— a la sazón de “Avance”, doctor Oscar Zayas comentaba el suceso de la siguiente manera:
El doctor Antonio Guiteras, Secretario de Gobernación del presidente R. Grau San Martín, tenaz líder rebeldista encausado en varios procesos criminales y por ello prófugo de la justicia, murió hoy en un encuentro con la fuerza pública a cinco kilómetros de Matanzas, cuando en unión de un grupo de partidarios trataba de embarcarse para el extranjero.
En esta misma página hallará el lector los detalles del suceso que ocupa la atención nacional.
La actuación del doctor Guiteras, organizador y jefe de La Joven Cuba entidad ilícita y terrible, fué lesiva al interés nacional. Contraria al orden publico y riesgosa para la sociedad cubana, en contra de la cual hubo de situarse, recurriendo a los peores extremos. El terrorismo, el atentado personal, el secuestro y otras formas de delito tan repugnantes, eran los sistemas favoritos de este hombre extraviado al que debe nuestro pueblo muchas iniquidades y numerosos dolores.
Ha muerto Guiteras cuando huía de la justicia que le perseguía por sus múltiples actos punibles de los últimos tiempos. Uno de ellos, el secuestro del millonario Falla Bonet, que recientemente hubo de escandalizar a […]nciencia nacional. Acusado de numerosos delitos , autor intelectual de innumerables crímenes, era un constante factor de desorden. Sus actos iban todos contra la paz y la República.
Y después, en la misma edición se informaba al público que Guiteras se encontraba en El Morrillo desde hacía varios días y fué sitiado por la fuerza pública pereciendo cuando intentó romper el cerco que los soldados y marinos le habían tendido. Los que habían logrado fugarse eran perseguidos por tierra, mar y aire.
El ingeniero Feliciano Aldereguía había sido detenido. Según las autoridades, un Consejo de Guerra sumarísimo decidiría la suerte de los prisioneros. Insistía, como El Diario de la Marina y El País en que el avión caído en Jaruco días antes estaba preparado para la fuga de Guiteras.
Según “Avance” el jefe de la Marina Teniente coronel Ángel Aurelio González había dirigido desde la Habana toda la operación habiendo dado instrucciones al capitán Carmelo González para que cooperara con sus fuerzas.
Los tenientes José Landa Nussa y Leonardo Ullivarri habían salido para Matanzas a incorporarse a las fuerzas de la Marina que manda el capitán C. González. Los civiles Guillermo González y Fermín Sangra, heridos en El Morrillo eran espías de los guiteristas.
“Avance” publica integras las declaraciones del doctor Maximiliano H. Smith, Secretario de Gobernación en aquel Gabinete del Presidente Mendieta. Según este periódico, interrogado el doctor Smith en relación con los hechos acaecidos en El Morrillo, hizo las siguientes declaraciones:
Entiendo que cuando el coronel Carlos Mendieta ocupó la Presidencia de la República, fué cuando realmente se vieron logrados los verdaderos fines perseguidos por la revolución cubana que no eran otros que dar al traste con la tiranía y tener en la primera magistratura de la nación a un hombre honrado y justo, que ha sido el verdadero padre de la revolución contra Machado.
Por tres motivos entiendo así mismo, que todos aquellos individuos que sin méritos de ninguna clase ocuparon puestos de importancia durante el gobierno del doctor Ramón Grau San Martín y que después han pretendido enarbolar los principios revolucionarios utilizando el robo en cuadrilla o “gangsterismo” como medio de arbitrar fondos para saciar sus ambiciones, no son más que unos “outlaws” (cualquier cosa) como llaman los americanos.
La muerte, pues, de Guiteras, presenta solamente el fin del gangsterismo en Cuba y el fin de los mal llamados revolucionarios. Después refiriéndose al elemento femenino que ha tomado parte activa en el movimiento de la “Joven Cuba”, el Secretario de Gobernación declaró:
Muchas mujeres en Cuba son más peligrosas que los hombres. Por eso, si los compañeros de las que estuvieron en la acción de El Morrillo, son sentenciados a ser fusilados, entiendo sinceramente que ellas deben correr igual suerte.
El País (Edición de la tarde).
La edición vespertina de El País del ocho de mayo de 1935 informaba que el Servicio de Inteligencia Militar había comunicado al Jefe del Distrito Militar de Matanzas Teniente coronel José Pino Donoso que tenia confidencias de que Guiteras pretendía salir al extranjero por El Morrillo, en aquella provincia.
El teniente coronel Pino Donoso comisionó al sargento José Santa Cruz para que pusiera una vigilancia en dicho lugar. A la madrugada cuando el sargento creyó que estaban todos los guiteristas reunidos envió a un soldado por refuerzos y se quedó solo, con una ametralladora vigilando.
Apenas recibió el teniente coronel Pino Donoso la noticia, ordenó la salida de las tropas a fin de que desalojara a los guiteristas y los aprehendiera. Para ello utilizó automóviles particulares, ambulancias y camiones del Ejército y de la policía, así como también los carros de los bomberos, designando jefe de las tropas atacantes al comandante Guerra Molino.
Los que estaban en El Morrillo al advertir la presencia de tropas, abrieron fuego entablándose un combate que se prolongó hasta las nueve de la mañana y en el que perdieron la vida Guiteras, Aponte y el cabo Man, resultando heridos todos los demás antes mencionados.
El Crisol asevera también lo de la confidencia al Servicio de Inteligencia Militar desde la noche del lunes 6 de mayo. Relata también la “odisea” del sargento Santa Cruz vigilando solo con una ametralladora a los guiteristas y la solicitud de refuerzos.
Según “El Crisol” muchas armas arrojaron al mar los guiteristas y ofrece el parte oficial de las operaciones facilitado en la tarde del mismo ocho de mayo por el capitán Ramón Álvarez, ayudante del Teniente Coronel José Pino Donoso, Jefe del Regimiento Plácido.
Según este parte: Hoy por la mañana un grupo de quince hombres al mando del doctor Antonio Guiteras, armados de ametralladoras y pistolas y en estado sedicioso se apoderaron del castillo El Morrillo.
El comandante Guerra, con fuerzas del Tercio y de La Marina Constitucional, ocupó dicho castillo y en el combate resultó muerto el cabo José Man Hernández, heridos menos graves el cabo Eugenio Trujillo Rivero y herido grave el soldado José Ruano González.
De las fuerzas rebeldes resultó muerto Antonio Guiteras y un individuo conocido por el coronel Aponte y herido grave Juan Antonio Pérez que más tarde fué identificado como Juan Antonio Casariego.
Fueron detenidos nueve individuos y dos mujeres. Se les ocuparon infinidad de documentos, tres ametralladoras, un poco de parque y otros objetos.
También según El Crisol el coronel batista felicitó al comandante Guerra Molina y declaró a los periodistas: En esta ocasión hemos perdido un hombre por adecentar la República, pero ello no importa porque hemos de ver una Cuba con amplias garantías y donde la paz más absoluta reine.
Hasta aquí las versiones del trágico suceso de El Morrillo publicadas en los distintos periódicos de la época. Como se podrán observar hay muchas inexactitudes y contradicciones. Sin embargo, sería injusto negar que los periódicos cumplieron su misión a plenitud, confrontando obstáculos a veces insuperables y teniendo que publicar lo que la dictadura militar les permitió que publicaran porque hasta las fotografías fueron objeto de censura.
En el próximo artículo publicaremos una entrevista con Paulino Pérez Blanco hecha en el mismo terreno donde cayeran Guiteras y Aponte. Es la versión del único sobreviviente que estuviera junto a Guiteras y Aponte en el acto mismo de sus muertes y que comenzará a descorrer el velo de misterio conque está envuelta hasta el presente aquel suceso que Bohemia, con esta indagación, se propone hoy esclarecer.
Véase también:
- Bohemia 1946-08-04 — La Muerte de Antonio Guiteras. Versión de los Periódicos de la Época. (Está en esta página)
- Bohemia 1946-08-18 — La Muerte de Antonio Guiteras. Versión de Jorge Octavio Domínguez, el práctico de Guiteras. Las Mujeres de El Morrillo.
Bibliografía y notas
- Tartarín de Tarascón (en francés Tartarin de Tarascon) es un personaje ficticio protagonista de la novela Las aventuras prodigiosas de Tartarín de Tarascón de 1872 de Alphonse Daudet. (Wikipedia). ↩︎
- Quintana, Jorge. “Temas de Historia Contemporánea Cubana. La Muerte de Antonio Guiteras. Versión de los Periódicos de la Época.”. Revista Bohemia. Año 38, núm. 31, Agosto 4 de 1946, pp. 4, 5, 92, 93, 96, 97.
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