La Revista Social de la Joven Intelectualidad por Juan Marinello Vidaurreta. Entre nuestras publicaciones ilustradas, y aún entre las de la América toda, se distingue con muy característicos relieves y con méritos en verdad eminentes la Revista Social, que dirigen Conrado W. Massaguer, Emilio Roig de Leuchsenring y Alfredo T. Quílez.
Como toda gran obra, es esta revista el producto de una fuerte voluntad y de un entusiasmo sin desalientos, al mismo tiempo que la resultante de la larga y rica experiencia en empresas editoriales, de Conrado W. Massaguer, con el tesoro de su arte, y con la inteligente observación de métodos editoriales utilizados de modo admirable por los norteamericanos.
En el año 1916 comenzó Massaguer la publicación de Social. Desde entonces hasta hoy se ha ido operando en esta revista un mejoramiento ininterrumpido. En sus primeros números, quizás respondiendo a su propio nombre, dominó en su texto la nota frívola y ligera.
Por fortuna se hizo cada día más raro el comentario banal; la nota familiarmente insustancial fue desapareciendo y comenzó a prestarse especial atención a la colaboración artística y literaria.
En esta obra de “medularización” ha hecho su director literario, Roig de Leuchsenring, una obra verdaderamente notable, actuando con raro acierto. Comenzó su labor obteniendo la colaboración de lo más valioso de nuestro mundo intelectual, y por Social pasaron, prestigiándola con sus producciones, nuestros primeros escritores con nuestros privilegiados del lápiz y el pincel.
Más adelante, asegurada la estabilidad y bien cimentado el prestigio, comenzó Roig de Leuchsenring la obra de adquirir una brillante colaboración extranjera.
Pocos son los escritores y artistas de los países indo españoles, que no han regalado a Social con sus talentos; y en los últimos tiempos, debido a la labor de nuestro valioso Chacón y Calvo, y del ilustre Alfonso Reyes, representante de Social en Madrid, ha sido esta revista espejo fidelísimo de la actividad intelectual de nuestra antigua metrópoli, en los más variados aspectos.
Sin que nos posea el más leve temor de pecar de hiperbólicos, nos atrevemos a afirmar que es Social la revista de más alta significación literaria y artística que jamás haya tenido nuestro país.
Paralelamente a su obra de cultura, ha venido realizando esta publicación una labor patriótica de no escasa trascendencia.
Ninguna circunstancia nacional ha dejado de ser consignada con serenidad y desinterés; ningún vicio propio de nuestra incipiente democracia ha dejado de ser puesto a luz para provocar la enmienda salvadora, ningún valor cubano ha dejado de ser exaltado justicieramente; a ningún triunfo patrio ha faltado el regocijo y el aplauso de Social.
Consecuente con esta labor de sereno patriotismo ha dado especial atención Social al estudio de nuestros problemas internacionales, tan numerosos y delicados, y a los estudios de investigación en el campo feraz y casi inexplotado de nuestra historia.
Tiene la revista que nos ocupa entre sus excelencias, una que importa poner de relieve: su interesante variedad. En ello se ha libertado gallardamente del capital vicio de monotonía, tan propio de las revistas españolas y sudamericanas, que reproducen incansablemente las mismas secciones, con casi idéntico contenido, y que, preocupadas solamente de la realidad circundante, dan la espalda a movimientos literarios y artísticos alejados de su lugar de publicación.
Nada hemos de decir de los altos méritos de nuestra revista en lo que mira a sus bellezas materiales y de los procedimientos exclusivos que hacen posible tan alta perfección. Basta hojearla, para aquilatar lo que representa en nuestro medio por fuerza reducido, la labor de hacer de Social, en su presentación, un verdadero prestigio americano, obra que se debe al buen gusto y talento artístico del que es uno de los primeros caricaturistas contemporáneos, Conrado Massaguer.
Aún con tan grandes empeños la labor de Social está, en cierto aspecto, por hacer. Junto a ella se agrupan hoy, haciéndola portavoz de nuevos y simpáticos anhelos, lo más valioso y representativo de nuestra joven intelectualidad.
La generación nueva, curada en gran parte del vicio de la improvisación, que tan enormes males produjo en la precedente, y poseída del ardiente deseo de producir una obra sincera y fuerte, ha comenzado a dejar en las páginas muestras gallardas de su preparación y de su talento.
Por primera vez entre nosotros se observa un grupo numeroso de hombres desinteresados y de cultivado espíritu, unido sin prejuicio, ni futiles recelos, junto a una bandera de alta cultura. Tócale a Social robustecer esta unión fructífera, aspirando, cada día más, a ser, con el concurso de los capaces, la avanzada, en tierras extrañas, del sentimiento y de la cultura cubanos.
Palabras a los lectores a propósito del primer número de la Revista Social en enero de 1916 por Conrado W. Massaguer.
He aquí, bella lectora o amable lector, el primer número de Social.
Como la joven y tímida “girl” la noche de su “debut” en el gran mundo, así se presenta esta publicación, ruborosa, pero acicalada con sus mejores galas, dispuesta a conquistarte. En Cuba, donde somos pesimistas por idiosincrasia, se reciben las ideas nuevas, con un gesto de escepticismo, sobre todo, si se trata de publicaciones de lujo como ésta.
A pesar de ello, hoy aparece, animosa y dispuesta a triunfar, esta revista cubana, que no te atormentará con artículos de política de barrio, ni estadísticas criminales, ni crónicas de la Guerra Europea por “croniqueurs” a veinte millas del “fighting front”, ni disertaciones sobre las campañas de Sanidad o la mortandad de los niños.
Social, será una revista consagrada únicamente a describir en sus páginas por medio del lápiz o de la lente fotográfica, nuestros grandes eventos sociales, notas de arte, crónicas de modas y todo lo que pueda demostrar al extranjero, que en Cuba distamos algo de ser lo que la célebre mutilada, la sublime intérprete de “L’ Aiglon” nos llamó hace algún tiempo.
Este primer número es ya un programa, de lo que nos proponemos hacer. El resto, de ti depende. Sobre todo tú, linda lectora, el sorprenderte nuestro fotógrafo, en amable charla con tu amigo preferido, ya en el palco del Hipódromo, en el “foyer” del “Nacional” o en la terraza de algún café de moda, guarda para entonces tu más sugestiva y encantadora sonrisa.
Y tú, caro lector, cuando nos veas lápiz en mano mirándote, con aire de vista de aduana, o detective de película, no te molestes en afinarte las puntas del bigote o adoptar una pose, que haría rabiar al mismo Beau Brummel o al encopetado André de Fouquieres.
Referencias bibliográficas y notas
- La Revista Social en El Libro de Cuba. Habana: Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, 1925. p. 673
- Personalidades y Negocios de la Habana
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