La casa de Lorenzo Abascal y Sobrinos fue fundada en la ciudad de Santiago de Cuba en el año de 1884. Se dedicaba el negocio a la importación y exportación así como consignaciones y comisiones. El almacén estaba situado en Marina baja 44 y el depósito del mismo en Casamayor 4.
Fueron sus gerentes los señores Lorenzo Abascal, Manuel M. Abascal y Pedro Abascal, personas laboriosas y de especial inteligencia comercial y buena posición social.
En el negocio se hablaba el español, el inglés y el francés. La correspondencia postal podía dirigirse al Apartado no. 30 y a la cablegráfica bajo el termino de “Abascal”.
Los comerciantes L. Abascal y Sobrinos tenían la representación de varias casas extranjeras, entre ellas la de Pinillos, Izquierdo y Ca., de Cádiz, España; la de Larrinaga y Ca. de Liverpool, Inglaterra, y la de la United Fruit Co., de New York y Boston, EE. UU.
Entre los artículos que exportaban al exterior estaban el cacao, el azúcar y el tabaco; y entre los que importaban la harina y el arroz principalmente y, en grado general todos los artículos pertenecientes al ramo de los víveres. El almacén estaba bien montado y contaba con un personal activo y completo.
En Santiago de Cuba, como en todos los lugares del país en donde la firma de Abascal y Sobrinos era bien conocida, se tenía por esta casa aprecio y confianza merecidos. La más completa circunspección presidía todos los actos de estos comerciantes y sus relaciones comerciales, tanto en Cuba como en Norte América y Europa, eran muy amplias.
Todo cuanto pudiera escribirse en relación a este establecimiento quedaba justificado con la observación práctica que se hiciera de él.
Podemos decir con toda seguridad, sin temor a equivocarnos que el establecimiento de los señores Abascal y Sobrinos, no solo era orgullo de Santiago de Cuba, donde radicaban, sino de la república entera.
La casa montañesa L. Abascal y Sobrinos de Santiago de Cuba celebró el éxito de su último balance con una gira campestre en 1920.
Verdaderamente hermosa resultó la fiesta con que el día 20 del próximo pasado mes de junio 1920 fuimos obsequiados por la casa L. Abascal y Sobrinos, de ésta, todo el personal perteneciente a la misma y algunos invitados más que nos honraron con su asistencia.
El objeto que impulsó a sus organizadores a llevarla a cabo fué el de festejar el éxito obtenido en el balance del último ejercicio 1919-20, al propio tiempo que realizar un acto de confraternidad entre jefes y empleados, los cuales, reunidos en cordial amistad, compartimos las delicias de aquella gira campestre, coronada por el esplendoroso día primaveral con que la Naturaleza completó aquella simpática reunión que, con indelebles caracteres quedó impresa en nuestros corazones.
A las diez de la mañana del citado domingo, ya estaba en marcha la caravana automovilista que había de conducirnos a la finca “La Guadalupe”, propiedad de los señores Velázquez y Quintana, sita en el Alto de Puerto Boniato, lugar admirablemente escogido, desde donde podía contemplarse un encantador panorama.
Una hondonada rodeada de bambúes que proporcionaban amplia sombra con sus altas varas cubiertas de verde hojarasca y la fresca brisa del manso arroyuelo que se deslizaba entre peñas, completaban el lugar aquel, dándole así cierto aroma campestre embriagador que venía a contrarrestar las fatigas que, de otro modo, nos hubieran aportado los cálidos rayos del ardiente sol, que caen implacables sobre estos campos cubanos, donde la Naturaleza es pródiga en bellezas.
Llegada la hora del almuerzo, y en torno de rústica mesa fuimos colocándonos para saborear los manjares, allí mismo condimentados.
Al comenzar, nuestro gerente don Pedro Abascal, nos dirigió su elocuente palabra, explicándonos el motivo de aquella reunión y exhortándonos para que perseverásemos en el cumplimiento de nuestros deberes, que con ello, no solamente laboraríamos en bien de la casa, sino en el nuestro propio.
Una salva de aplausos cerró aquellas cordiales palabras tan llenas de cariño hacia los que nos hallamos bajo sus órdenes.
Durante el almuerzo, como en el resto del día, reinó general alegría y se obtuvieron algunas instantáneas, las cuales ofrecemos hoy a los lectores de esta Revista, dedicándoselas, principalmente, a todos los montañeses residentes en Cuba y enviando con ellas, desde estas columnas, un cariñoso saludo tanto a nuestra querida tierruca como a cuantos en ella se hallen.
Ricardo Rivero Torres. Santiago de Cuba, 1920.
Referencias bibliográficas y notas
- L. Abascal y Sobrinos en El Libro Azul de Cuba (The Blue Book of Cuba). Habana: Imp. Solana y Cía., 1917, 316.
- Rivero Torres, Ricardo. “Simpática Gira Campestre.” La Montaña, Año V, no. 36, Septiembre 4, 1920.
- Personalidades y Negocios de Oriente
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