
Los Fantasmas de Hato de Guane Provocan Hechos Sorprendentes. Con este titular publicó un periodista habanero este relato en 1928 y como si no fuera suficiente agregó estas no menos sorprendentes letras: Seres de ultratumba que custodian las fortunas que dejaron en este pecador planeta.
¿De qué se trataba todo esto? Desde hacía un tiempo el cronista reportaba que, en Hato de Guane, provincia de Pinar del Río, ocurrían hechos misteriosos con motivo del hallazgo de un desconocido cementerio español. Y curioso al fin para dar realce a su trabajo se entrevistó con personas que conocían palmo a palmo esos “terrenos embrujados”.
Investigó la desconocida necrópolis colonial en el centro de una manigua exuberante y reunidas las versiones acerca de las misteriosas apariciones y otras anécdotas circulantes por Hato de Guane contó así sus investigaciones:
Hace algún tiempo que llegan a nuestra mesa de trabajo noticias escalofriantes, llenas de pavor, pletóricas de fantasía, que durante las noches se sienten ruidos extraños, voces de ultratumba, figuras prodigiosas de animales extraños, luces y cantos melodiosos…
Estos hechos taumatúrgicos no nos asombraron por ser propios de gente sencillas, del rústico campesino cubano, falto a veces de estos falsos conocimientos.
Pero… de repente la mente del periodista se detiene y reflexiona, su pluma corre veloz y su deber informativo le obliga a dar cuenta de hechos que solamente han existido en las tradiciones orientales, como Las Mil y una Noches, donde se describen como hechos reales la aparición de Genios y Hadas.
Y prosigue el periodista con su historia:
Allá por el sitio “El Ají”, ubicado en el término de Mantua, reside un ferviente creyente de las falsas doctrinas espiritualistas de Allan Kardec y de Camilo Flammarion, nombrado José Domínguez y a quien nos dirigimos pensando pudiera prestar útil concurso a nuestras investigaciones.
Ya en su amable compañía y a preguntas nuestras nos dijo que aquel lugar donde se había descubierto el cementerio hubo un fuerte español en nuestra Guerra de Independencia, y las personas que morían víctimas de las epidemias eran sepultadas allí. Aquí mismo, en aquel tiempo fue un campamento del Titán de Bronce, cuando se encontraba operando en Vuelta Abajo.
Muchos insurrectos —agregó— enterraron sus modestas fortunas por estos alrededores, haciendo sobre el lugar una señal que les permitiera en lo futuro, encontrar de nuevo sus ahorros “embotijados”.
Muchos de ellos, sin embargo, habían de caer para no levantarse jamás y aquellos pequeños capitalitos permanecieron ignorados para la posteridad, ya que la muerte selló sus labios antes de que pudiesen contar a nadie su secreto.
Firmada la paz, algunos aventureros que tenían noticias de esos áureos entierros cavaron la tierra en distintos lugares de la comarca y muy especialmente en un sitio escabroso, rodeado de intrincadas malezas, conocido por “Los Derramaderos”. Nadie ha podido dar un dato completo si los buscadores de los tesoros ocultos encontraron algo o no.
Por aquella época hizo su primera aparición en “Los Derramaderos” el primer fantasma de la tétrica y espeluznante caravana que después irrumpió en aquellas soledades pinareñas.
Las gentes campesinas, en su sencilla candidez, motejaron la fantástica aparición denominándola con el nombre pintoresco de “La Visión de Guayabo”.
Los hermanos Amarales, residentes en el lugar conocido por “El Roblar” tenían una encantadora hermana llamada Rosa, hoy residente en el poblado de Macuriges, barrio de Boja, en el término de Mantua, casada con un tal Miranda. Era Rosa la única persona que se hallaba en “buenas relaciones” con la visión, la que en mas de una oportunidad ofreció a la estremecida criatura una botija rebosada de relucientes “peluconas”.
Rafael Valdés, vecino de aquel paraje, tuvo conocimiento de los detalles de estas apariciones y localizando el lugar del “entierro” lo extrajo y lo empleó en su beneficio personal.
Andando el tiempo, Valdés se trasladó a vivir para Punta Brava. Pero cierta vez fue invitado por unos amigos a una cacería de venados y ya de madrugada cuando se disponía a partir la comitiva, sucedió algo extraño. Valdés, preso de horribles convulsiones fue acostado en su lecho, muriendo a los pocos momentos. Los hermanos Amarales también fueron cayendo uno por uno de esa manera trágica.
Según suponen los espiritistas fué este un castigo por participar indebidamente del botín que a ellos no pertenecía, sino, a Rosa, que era para quien estaba designado.
Más tarde, un tal Gervasio Miranda, quien tenía noticias de esos “entierros”, monteando cierto día con un hijo suyo llamado Julio, tropezó con una de aquellas “manos” misteriosas.
A poco que cayó, descubrió, un envoltorio y sin dar cuenta a nadie del contenido de su hallazgo, se marchó a su casa ocultándolo en el sitio que creyó seguro.
A los tres días justos del encuentro, cayó muerto por un rayo, sin que ni aún su hijo Julio pudiese dar jamás con el nuevo escondite de lo que suponía un tesoro.
Corría a la sazón el año 1902 y no se volvió a hablar más de aquel suceso. Otros hechos trascendentales vinieron a la actualidad, el diez y siete de agosto de 1906 estalló la revolución de su nombre y más tarde el 1910 apareció en el espacio aquel monstruoso cometa “Halley” y ese mismo año nos azotó el famoso ciclón de los cinco días y aquellos hechos macabros fueron cayendo en el olvido.
Pero andando el tiempo, más tarde volvieron los fantasmas a hacer su aparición y con hechos taumatúrgicos asombraron de nuevo a las sencillas familias campesinas.
Se escuchaban músicas lejanas, cánticos eclesiásticos, toques de campanas, mientras cruzaban las malezas, luces misteriosas y un cuerpo vaporoso, etéreo, con figuras prodigiosas de animales desconocidos.
Los espiritistas consultados, sobre estos hechos exóticos manifestaron que esas apariciones no eran más allá a sus pequeños tesoros enterrados, los que custodiaban con celo tal que costaría la vida a todo ser carnal que quiera utilizarlos en todo lo que no fuesen obras piadosas.
Muchos aventureros de “pelo en pecho”, dicen que a pesar de todo eso, tienen el firme propósito de desenterrar hasta la ultima piedra que haya en esos terrenos “embrujados” para encontrar las botijas que esperan hayan enterradas en dichos lugares, desafiando de esa manera las iras de los seres del espacio.
Muy bien les vendrían en los actuales momentos de crisis económica…
Si algo nuevo ocurre tendremos a nuestros lectores al tanto de estos hechos pletóricos de fantasía.
Juan R. Lozano, Corresponsal —1928.
Bibliografía y notas
- Bibliothèque nationale de France (BnF).
- Wikipedia – Escudos en or à l’effigie de Philippe V.jpg Atribución: cgb, CC BY-SA 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0
- Historias y Leyendas.
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