
El historial de la casa que giraba en la Habana bajo la razón social William A. Campbell, aunque breve fue brillante. Eran importadores de maquinaria y materiales de construcción.
Breve, porque no eran muchos los años de existencia con que la casa contaba; brillante, porque el señor Campbell, siguiendo con atención la marcha progresista de los negocios en general, supo sumarse al número de elementos que la motivaban y aplicó al mismo, en beneficio propio, las operaciones base del negocio de su casa.
William A. Campbell se dedicaba a la importación de maquinaria y de materiales de construcción. En cuanto al primer giro, la evolución que hizo en el mercado fue grande. Infinidad de industrias, grandes y pequeñas, se simplificaron en su desenvolvimiento debido al progreso de la maquinaria que, paulatinamente, fue suprimiendo la mano de obra hasta anular al operario casi en absoluto. Uno solo, manejando una máquina suple la labor de varios hombres.
Y esto hizo que los industriales en general, pese al fuerte desembolso que requería una maquinaria, no titubearon en instalarla contando con que de dicho gasto se podrían resarcir, con creces, con la mayor producción obtenida mecánicamente y con las cantidades ahorradas por concepto de jornales.
De ahí que las casas importadoras y representantes de maquinaria en general, se multiplicaran rápidamente; y de ahí que las pocas existentes en un principio adquiriesen gran auge y llegaran a representar capitales enormes invertidos en el negocio cada vez más productivo.
La casa William A. Campbell sufrió los beneficiosos efectos del impulso que tomó la industria en general.

Y le alcanzaron los no menos beneficiosos efectos del ensanche y urbanización de lugares que nos parecían apartados y que hoy son elegantes e higiénicos focos de población, para fomentar los cuales hicieron falta grandes cantidades de materiales de construcción, precisamente uno de los giros de la casa.
Estuvo primeramente, establecida modestamente en un pequeño local sito en Oficios, 16, en donde estaban instalados el almacén y las oficinas, haciendo en pequeña escala el negocio de importación de maquinaria, cementos, aceros, materiales de construcción, camiones, motores, concreteras, máquinas de panadería, tostadores de café, etc.
Tuvo que trasladarse a un más espacioso local en Lamparilla, 34 teniendo además un depósito en Jesús Peregrino, 81, en donde existía también una estación de servicio para los camiones “Bethlchem & Hurlbort”, cuya representación ostentaba.
La especialidad de la casa eran los aceros y camiones habiéndose hecho cargo el señor Campbell de la representación de los carros “Briscoe”.
Toda la maquinaria importada procedía de los Estados Unidos; y en Lamparilla, 34, en un gran salón-exposición, el público podía examinar detenidamente aquella.
La casa William A. Campbell, cuyos comienzos modestos hemos anotado, contaba hacia 1918 con veinte y cinco empleados en sus oficinas y realizaba ventas anuales por valor de un millón y medio de pesos. Dato éste que habla elocuentemente del auge y de la importancia que tuvo la casa.

Bibliografía y notas
- Diario de la Marina. Año LXXXVIII, núm. 134, 16 de mayo 1920, p. 23.
- Personalidades y negocios de la Habana
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