
La Villa de Trinidad, colonial y cubanísima visitarla es casi un regreso a siglos pasados. Un atisbo a la arquitectura de aquellos tiempos en los que el elemento autóctono y lo importado se unen aspirando por sus postigos el aire y las miradas que desde la cercana vía discurren hacia el sagrado espacio doméstico.
Aún en nuestros tiempos, y a pesar de que existen varias vías de acceso, llegar hasta Trinidad requiere de paciencia y atención vial por la cantidad de animales que pastan en los badenes y se pasean por las carreteras.
Curiosa anécdota es que por la vía de Cienfuegos a Trinidad fuimos detenidos en un punto de control porque los autos turísticos rentados sirven al transporte no refrigerado de carne de vacuno… Y en ese momento recordamos al vaquero que entre hueco y bache de la carretera conduce a su torete y riente nos advierte: ¡Cuidado que embiste!
Felizmente llegamos a la villa y, a pesar de que la aplicación telefónica nos conduzca por el camino equivocado a la Popa y nos perdamos en un barrio en apagón, finalmente desembarcamos en el destino agradeciendo a los gentiles vecinos por su ayuda y guía.
El Trinitario es hospitalario y buen conversador, no dudará en hacerlo pasar y mostrarle sus pequeños tesoros que pueden estar a la venta o no, y podrían asombrarle por su amplia diversidad: Desde un retrato de los últimos héroes a la moda, pasando por un juego de sala Renacimiento Egipcio y terminando con un exquisito y angelical biscuit del siglo XVII.
La ciudad es una fiesta visual al ojo, a la cámara y al alma. Su arquitectura es reina y disfrute. Allá la cruz se empotra en la fachada, aquí el tejadillo corona aleros corridos, las ventanas protegen con guardapolvos y balaustres de madera, mientras los pisos echados de losas isleñas y hasta dameros invitan a pasar.

La sala en su espacio cubierto de altísimas vigas y armadura de bosques preciosos aporta sombra y frescura invitando al reposo del visitante.
De los primeros tiempos y la fundación dejó constancia don Diego Velázquez en carta al Rey en primero de abril 1514.
En el Puerto de Xagua ques en la provincia de Guamuhaya, hai un mui buen asiento rivera del rio Aximo… hice pueblo con el del nombre de la Santísima Trinidad.
Diego Velázquez
De este relato se desprende que el río Aximo es el actual Arimao y la villa de la Santísima Trinidad se asentó primeramente a una legua de la bahía de Cienfuegos. Este primer asentamiento se hace aproximadamente en enero de 1514 siendo trasladado en el mismo año al lugar en que se encuentra actualmente y que es junto al río Táyaba o Guaurabo, cerca del puerto de Casilda.

Así, después de fundar Nuestra Señora de la Asunción hoy Baracoa y San Salvador de Bayamo es la Santísima Trinidad la tercera villa en ser fundada en Cuba por Diego Velázquez en el siglo XVI.
Apenas algunos años después Hernán Cortés se detuvo aquí antes de la Conquista de México, reclutando hombres y aprestando armas y vituallas.
Para 1527 será un terrible temporal el que arremete contra Trinidad y, en ella:
…Todas las casas y iglesias se cayeron, y era necesario que anduviésemos siete u ocho hombres abrazados unos con otros para podernos amparar que el viento no nos llevase. Oímos toda la noche, especialmente desde el medio de ella, mucho estruendo y grande ruido de voces, y gran sonido de cascabeles y de flautas y tamborinos y otros instrumentos duraron hasta la mañana, que la tormenta cesó.
El relato que es de Alvar Núñez Cabeza de Vaca evoca al rito aborigen aplacando la naturaleza.
Será este mismo suelo origen de enormes riquezas acumuladas desde el azúcar y la esclavitud. Y los apellidos del gran hacendado erigirán palacios y ostentarán fineza de importaciones europeas. Otros como José Aniceto Iznaga y Borrell serán tempranamente partidarios de la Independencia. Encendidas las guerras por esta y agotado el maná de la caña la villa de Trinidad quedó, atada a su historia.
No falta en esta el ataque del temible pirata Carlos Gant y el pillaje de la Iglesia Parroquial.
Eran muy cristianos los Trinitarios. El trayecto que recorremos, desde la Plaza Mayor, por la calle Cristo y del Convento, doblando en San José, tomando Amargura para pasar por San Antonio frente a la Plaza de las Tres Cruces, que representan las del Calvario y regresar por la Real del Jigüe, permite apreciar varias cruces empotradas en los muros de las casas.

Muchas de estas cruces representan el Vía Crucis que sufrió Jesucristo en su camino al Calvario y marcan el camino de oración y devoción en la religión católica.
En la Trinidad antigua, las procesiones del jueves y viernes santos eran tradición hasta llegar al Calvario. De estas nos cuenta el historiador Francisco Marín Villafuerte que se estima ocurrió la primera del Jueves Santo el 16 de marzo de 1716 y asistió el Obispo Fray Gerónimo Valdés siendo la primera vez que el venerado Señor de la Veracruz recorrió las calles de Trinidad.
La historia del santo cristo crucificado es de las más bellas en las tradiciones trinitarias pudiéndose apreciar la escultura en la Iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad. Una visita inaplazable. Inaplazable igualmente es recordar a aquellos que alguna vez caminaron estas calles, estos lugares ha tiempo ya.
Aquí en Trinidad sufrió prisión el poeta Plácido en 1843, preludio del final definitivo del cisne del Yumurí al año siguiente. Más adelante y por esta misma calle encontramos la casa natal de Jose Aniceto Iznaga y Borrell, precursor de la Independencia de Cuba y poco más lejos la esquina de las calles Real del Jigüe y de la Boca donde una plazuela y un árbol rememoran que por tradición fue este el lugar de la primera misa. Una tarja adosado al muro homenajea a Fray Bartolomé de las Casas insigne co-fundador de Trinidad.
Un valioso tesoro que la UNESCO ha declarado: Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Bibliografía y notas
- “Trinidad”. Albúm Pintoresco de la Isla de Cuba. B. May & Co. 1855
- Núñez Cabeza de Vaca, Alvar. Naufragios y Comentarios. Calpe, 1922
- Roig de Leuchsenring, Emilio. Recuerdos de Antaño: Trinidad. Revista Social, 1928
- Marín Villafuerte, Francisco. Historia de Trinidad. 1945
- Guerra, Ramiro. Historia De La Nación Cubana. Guerras Coloniales, Conflictos y Progresos (Desde 1697 hasta 1790). Vol. 2. Editorial Historia de la Nación Cubana S. A., 1952
- Raggi Ageo, Carlos M., ed. Velázquez Carta de relación. Círculo de Cultura Panamericano, 1965
- Pichardo Viñals, Hortensia. La Fundación de las primeras villas de la Isla de Cuba. Ada de la Nuez González. Editorial Ciencias Sociales, 1986
- Trinidad y el Valle de los Ingenios, Cuba. Guía de Arquitectura. Junta de Andalucía & Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios, 2003
- Trinidad una villa colonial fundada por Velázquez
Deja una respuesta