

Matanzas vista por Francisco Javier de la Cruz desde la Revista del Liceo en 1860. Pocas poblaciones en la Isla presentan á los ojos del observador tan bello panorama como la nuestra. Quizá la de Holguín con sus cerros, sus colinas, sus verdes sabanas, sus bosquecillos y arroyuelos, y sus vistas en lontananza se la asemeje mucho;
Pero faltan allí los del mar y ríos, esos dos ríos entre los cuales se recuesta dulcemente arrullada la bella Yucayo; y faltan también allí los valles rientes del San Juan y Yumurí para dar mas animación al cuadro, para perfeccionar tan admirable obra de la naturaleza.
Y el arte cada día va dotando á Matanzas de nuevos primores. Hubo una época en que el ultimo vástago de la casa de Austria, que dirijiera tan fatalmente los destinos de la Monarquía ibera accediera á los deseos de un jefe previsor del país, y la hermosa población yumurina se alzó humilde y vergonzosa reducida á una muy pequeña parte de las manzanas situadas entre las calles del Río, Medio, Gelabert y Matanzas; precisamente á pocos pasos donde la ilustración y el civismo unidos hacen hoy levantar un templo precioso para las musas.
Su crecer fué lento y trabajoso; pero hubo otra época en que la crisálida empezó á adquirir alas y á extenderlas hasta las colinas de Simpson por el oeste, y hasta las de Pueblo-Nuevo y Versalles por el sur y norte.
Traspasados los ríos, esta circunstancia dichosa le ha proporcionado una división tripartita con que la naturaleza por una parte y por otra el arte se han esmerado en adornarla. Matanzas en el centro entre el San Juan y el Yumurí, ha invadido al mar por el oriente con su prolongado muelle y edificios en que el comercio ejecuta sus transacciones pacíficas á la par que creadoras de riquezas: por el occidente se corrió hasta las frescas colinas de Simpson y levanta allí casas de recreo del mejor gusto.
No hay calle en que no se estén edificando tres ó cuatro casas suntuosas, ó por lo menos, decentes, y tal es el movimiento que en construir se observa que no transcurrirán diez años sin que Matanzas sea una nueva ciudad. Además, los estremos se ensanchan cada dia mas y calles nuevas surjen de un dia á otro como por encantamiento, á lo que indudablemente dará mayor impulso aun la acertada disposición gubernativa de permitir edificar casas de madera en dichos extremos.
Regularizando Matanzas su plaza de la Vijia con el espléndido teatro que está edificando y que naturalmente promoverá allí la creación de edificios mejores; reformando su plaza del Mercado, llevando á cabo la construccion del Departamento de niños y trasladando el Cementerio y Cárcel á lugares mas apropiados, el gusto público, ayudado de la riqueza siempre creciente de la ciudad, hará pronto de esta una de las mas hermosas, mas limpias y de mejor piso de la isla.
Y motivo ninguno debe estorbar que esa Cárcel, edificio ominoso y de mal aspecto no sea llevada lo mas pronto posible á un punto, que siendo salubre, no sirva de borron feo á Matanzas.
Versalles por su parte ostenta sus extensos y bien ventilados hospitales, su bello cuartel, su larga alameda y muy buenos edificios de particulares. Versalles tiene además algunas quintas muy lujosas y es de extrañarse que no se vean algunas en las cimas de las colinas próximas al Abra, punto indisputablemente que proporcionaría las mas esplendentes vistas.
Una bonita aldehuela ó grupo de casas pajizas se va formando allí cerca, merced á la grangería fructuosa de los hornos de cal, y como sea cierto, que cierto es en verdad, que donde los pobres edifican sus chozas, algunos años después van los ricos y plantan sus palacios, debemos esperar con razón que no esté léjos el día en que un poco mas arriba los hombres de gusto y posibles echen los cimientos de casas veraniegas semejantes á las que vemos en las alturas de la derecha del Yumurí, próximas á las canteras.
A Pueblo-Nuevo sin ser uno ni mediano profeta se le puede adivinar un porvenir de esos, que harían saltar de contento ó. barrios de mas categoría. Sus calzadas y sus cuatro ferro-carriles apénas podrán dar una idea aproximada de lo que será ese gran barrio dentro de diez años, dentro de cinco tal vez. La revolucion que esas vías van á formar allí es casi, casi incalculable en sus resultados.
Que transcurran unos años mas y tres ó cuatro magníficos paraderos, dos bellas calzadas, y almacenes vastos darán á Pueblo-Nuevo un aspecto de magnificencia, que harán resaltar las elegantes casas que ya habrá edificadas por distintos lados. Terraplenar ó desecar por algun medio fácil la ciénaga que tiene tras los referidos almacenes, y construir un puentecillo entre los de Bailen y San Luis, son obras a que debe aspirarse en esa localidad ante toda cosa.
Y en medio de todo esto, en medio del progreso material que jamás debemos olvidar, hay que mencionar los que va haciendo Matanzas en diferentes ramos. A tantas escuelas y colejios como cuenta, ha añadido recientemente un Liceo y un Casino, institutos ambos muy dignos de aprecio y á los que para fomento y entretenimiento de la industria, para desahogo y cultura de su juventud debe dar un apoyo eficaz.
La naturaleza la ha protejido con sus dones dándole con prodigalidad un soberbio panorama en que resaltan valles y montes, ríos y cañadas, mares y cielo azul y una posición preciosa á la entrada de los canales de Alaminos y Viejo de Bahama y al paso de todas las naves que comercian con los puertos del golfo mejicano, mar de Colon y Atlántico Austral:
A los hombres, toca aprovechar esos dones y completar tan magnífico cuadro con obras del arte dignas de su riqueza y de la cultura de su vecindario, y esto, me complazco en decirlo, se va realizando á toda prisa.
F. J. De la Cruz.
Bibliografía y notas
- De la Cruz, F. J. «Matanzas.» Liceo de Matanzas, Jul. 15, 1860, 61-62.
- Francisco Javier de la Cruz era en julio de 1860 socio facultativo del Liceo de Matanzas
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