Con el objeto de adquirir datos para algún estudio he tenido que hojear más de una vez las páginas de la edición castellana del “Informe sobre el censo de Cuba 1899” editado por el Departamento de la Guerra de los Estados Unidos é impreso en la tipografía del Gobierno en Washington.
En varias ocasiones he cerrado el libro desilusionado por no haber hallado el dato que creí poder encontrar en un censo. En otras he debido perder horas para deducir de las cifras parciales un resumen estadístico, una cifra total.
Y en otras, lo que es más interesante, buscando ciertos datos he tropezado con algunas conclusiones inesperadas, las cuales me han demostrado que las tablas de población lejos de participar en absoluto de la aridez de unas cifras, guardan para el diligente escrutador amenidades no desprovistas de cierta intensa ironía, que nadie sospecha en una obra de esa índole.
Por si el lector tiene que acudir algún día á la consulta del libro de referencia, escribo los párrafos que siguen como una página de la historia de la estadística en Cuba, que podría dedicar, si tuviera el gusto de conocerlo, al señor M. Iribarren, Jefe de la Sección de Estadística de la Secretaría de Hacienda, el cual trabaja actualmente con acierto por la buena fama de este ramo de la administración, siempre embrionario entre nosotros.
Los principales errores del informe del censo, con los que he tropezado, errores deducibles de los demás datos que el mismo ofrece, son los siguientes.
En la página 104 consta una tabla de las proporciones entre la población de color libre y la esclava según los datos de siete censos anteriores.
De las cifras del año 1877, sumadas ambas, resulta un total de personas de color ascendentes á cuatrocientas setenta y un mil, quinientas setenta y dos. No obstante, en la página anterior (103) se dice que la población de color en 1877 ascendía á cuatrocientos ochenta y cinco mil, ochocientos noventa y siete. No pudiendo consultar el censo original del citado año, me limito á consignar el error.
Otro error. En la página 82 se inserta una tabla de la sub-clasificación por provincias de la población urbana. Sumando las cifras de la población urbana en pueblos de ocho mil (8,000)habitantes ó más, se halla un total de cuatrocientos noventa y nueve mil seiscientos noventa y uno (499,691), en vez de quinientos siete mil, ochocientos treinta y uno (507,831), como es en realidad y como se dice en el censo y hasta en la misma página.
Pero averiguar cuál de estas dos sumas es la equivocada, no es tarea fácil. Hay que acudir á las tablas de población (página 300) y entresacar las cifras de las dieciséis poblaciones de más de ocho mil habitantes, que son Camagüey, Cárdenas, Cienfuegos, Guanabacoa, Güines, Habana, Manzanillo, Matanzas, Pinar del Río, Regla, Sagua, S. Antonio de los Baños, Sancti Spíritus, Sta. Clara, Santiago y Trinidad.
Después clasificarlos por provincias y hacer las sumas parciales y la comparación de éstas y de los totales supracitados:
Provincias | Cifras Erróneas | Cifras Exactas |
Habana | 269,487 | 277,636 |
Pinar del Río | 8,890 | 8,880 |
Camagüey | 25,101 | 25,102 |
Total | 303,478 | 311,618 |
Las tres provincias restantes cuyas cifras son exactas | 196,213 | 196,213 |
Total | 499,691 | 507,831 |
Como se vé, el número de ciudadanos suprimidos es de ocho mil ciento cuarenta.
Y paso al capítulo de las omisiones.
La especificación por provincias de la población rural no he podido encontrarla. Para deducirla hay que restar las cifras que expresan la población urbana (después de corregidas y aumentadas, como se ha visto) de las que indican la población total de cada provincia, ó lo que es peor, se procede á la suma de las cifras de las poblaciones rurales de todos los términos de cada una de las provincias.
Puede observarse además otra omisión que parece inverosímil, pues se trata de un dato que viene á ser casi la piedra angular de una estadística de población.
Uno de los datos que se buscan primeramente en los censos es el de la densidad de la población; pues bien, si el lector quiere ver en el Censo de 1899, cuántos habitantes tiene Cuba por milla cuadrada de extensión, no lo conseguirá á pesar de las setecientas noventa y tres páginas de que aquél se compone, y de extender su estadística hasta averiguar lo que se hacía con las basuras en Pipián y saber que en Casiguas no había ninguna casa con cloaca.
La densidad de población en Cuba ( treinta y seis habitantes por milla cuadrada) tiene que deducirla el curioso averiguador.
Para terminar, he aquí dos amenidades del Censo.
En las páginas 156 y 157 dice refiriéndose á la base para poder apreciar la educación (instrucción pudo decir con más exactitud): “En un censo solamente se puede tomar en consideración el grado de la instrucción de un pueblo según pruebas especiales. Estas pruebas se refieren generalmente á la educación literaria, no porque ésta sea la más importante sino porque es lo que más fácilmente se demuestra”.
Véase ahora lo que ha deducido el Censo, á pesar de la especialidad de las pruebas y la facilidad de demostración de la educación literaria (!). Tomo los siguientes datos de la tabla XXIX que se titula así: “Profesiones, artes y oficios, según sexos y educación”.
En Cuba había según el censo una cantidad considerable de individuos sin instrucción superior, entre los cuales se contaban, ciento treinta y tres abogados, sesenta y dos dentistas, ciento noventa ingenieros civiles y agrimensores, noventa y dos literatos y ¡hombres ele ciencia!
Sirva de consuelo saber que si nada más que el cuarenta y seis por ciento de nuestros literatos y hombres de ciencia tenían instrucción superior, grado al que tampoco llegaba ninguna de nuestras cuatro literatas y mujeres de ciencia, la tenían cuarenta y siete por ciento de los soldados de aquel entonces.
Otros detalles curiosos. No se pudo comprobar, según parece, la instrucción de los sesenta y tres veteranos. Había tres periodistas (?) y un tenedor de libros que no sabían leer ni escribir.
Después de esto no cabe dudar de que las pruebas requeridas para demostrar fácilmente el grado de instrucción de los habitantes de Cuba ante los compiladores del Censo, no pudieron ser más especiales, tanto que será difícil dar con ellas.
La tabla XXVII nos ofrece otros datos no menos interesantes.
Para desquitarnos de la impresión profunda que en nosotros produce saber que apenas la mitad de nuestros intelectuales tienen instrucción superior, podemos aprender que podríamos enorgullecernos de los siguientes enfants prodiges, menores de quince años: un abogado (en la Habana), un artista (?), tres maestros, un periodista, un veterinario y un ¡literato y hombre de ciencia!
Esperemos que cuan nosotros hagamos por primera vez el censo de población de nuestra tierra, aunque gastemos también trescientos setenta y cinco, setecientos cuarenta y dos pesos, traduciremos más fielmente la realidad y ésta no podrá ser más halagüeña.
Dr. F. Ortiz Fernández
Bibliografía y notas:
- Ortiz Fernández, Fernando. “Cosas del último censo de población.” Revista Ilustrada Cuba y América, Febrero 1905.
- Censos de la Isla de Cuba desde la Colonia hasta el siglo XXI.
Roberto Fernandez-Rizo dice
Muchas gracias por la valiosa información que ponen a disposición. Saludos,