

La sastrería y camisería “Nueva Granja” de Anselmo García Barrosa en la Habana. El progreso creciente de nuestra poderosa capital ha hecho que todas las industrias y los comercios hayan escalado alturas verdaderamente envidiables, Los que conocieron la Habana de hace treinta años la desconocerían hoy, de no haber seguido, como nosotros, los pasos que la gran ciudad ha dado en el camino de su mejoramiento.
Una prueba elocuentísima de lo que decimos es la afirmación de Godwall Efrenna, el hacendista inglés que visitó recientemente la Habana: “Aquí todo, desde los fabricantes de azúcar hasta los más modestos artesanos, son ricos: ricos de dinero, ricos de iniciativas, ricos de confianza, ricos de energía esperanzada y creadora. Cuba llegará a ser un gran país”.
Estas palabras se comprueban al visitar un establecimiento ayer modesto, hoy poderoso y digno de ser citado: la sastrería y camisería “Nueva Granja”, propiedad de don Anselmo García Barrosa y establecido desde hace largos años en Muralla núm. 14 ½.


El señor Anselmo García Barrosa ha hecho de su casa una de las más famosas de la capital cubana. Además de ser una tienda de fantasías y novedades, es la Nueva Granja un verdadero templo de la moda, que viste a toda una legión de “elegantes profesionales” los más exigentes de la Habana.
A la fama de la antigua y gloriosa calle de la Muralla ha contribuido no poco Anselmo García Barrosa, por el talento y la discreción con que ha llegado a ser el “arbiter elegantiarum” de su calle.
Además es la Nueva Granja un gran centro de producción en materia de sastrería: García Barrosa es el confeccionador casi exclusivo de los uniformes para los alumnos del Colegio de Belén. Como camiseros y creadores de novedades, e importadores de mercancías finas, los hombres de Muralla 14 ½ son insuperables.
El Fígaro se complace en reconocerlo, con efusión y sinceridad, así como en recomendar la Nueva Granja a todos sus numerosos favorecedores. No se trata de un simple reclamo, desprovisto de valor y autoridad, y hecho sólo a cambio de una retribución previamente estipulada. Se trata del elogio sincero y desinteresado, hecho en beneficio del cliente antes que en el del comerciante.


García Barrosa no necesita anunciarse. El crédito de su casa y la fama de que disfruta están de tal manera consolidados, que bien podría pasarse sin estas palabras de elogio: somos nosotros los empeñados en expresarlas, como un tributo de justicia y como un reconocimiento de méritos que no pueden ser discutidos.
Mercurio
Bibliografía y notas
- Mercurio. “Templos de la moda: La Nueva Granja”. El Fígaro. Año XXXVI, núm. 6, 23 de febrero 1919, p. 169.
- Personalidades y negocios de la Habana
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