Bernabé de Varona Borrero. Entre los jóvenes que se distinguían en el año de 1868 en la sociedad Filarmónica, en Camagüey, se encontraba Bernabé de Varona y Borrero, generalmente conocido por “Bembeta”, quien, por su carácter jovial y chispeante, siempre dispuesto á bromas, y galante en extremo con el bello sexo, se había conquistado entre las damas generales simpatías.
Asimismo las tenía entre sus camaradas, por los mismos motivos, y también por ser el primero en poner de manifiesto sus hercúleas fuerzas, siempre que se trataba de vengar algún agravio ó castigar alguna ofensa que se hiciera á cualquier amigo ó á la patria.
He oído varias veces referir que en la feria de San Juan del año 1868, como era costumbre siempre en esta época en Camagüey, se usaban bromas más ó menos pesadas, no sólo entre los que tomaban parte en el paseo, sino también entre éstos y los espectadores, ó viceversa, teniendo muy contadas veces ulteriores consecuencias.
Costumbre que por fortuna va desapareciendo, pues realmente causaba muy mal efecto al extranjero que en esos días se encontrase en la localidad y desconociese esa tradicional fiesta, en la que hasta las personas más cultas y recatadas parecían olvidar los más rudimentarios principios de la educación, gastando bromas pesadas con personas desconocidas para ellos, ó con quien antes y después de esos clásicos días, les mereciere y tratare con los mayores respetos.
Parece ser que una de esas tardes pasó por frente de la Sociedad Filarmónica, en un lujoso coche tirado por magnífico tronco, un sargento licenciado del ejército que carecía de bienes de fortuna, y uno de los jóvenes que estaba sentado bajo la enramada, le gritó: “¡Suéltalo que no es tuyo!” ocurrencia que puso de mal humor al paseante, quien contestó con palabras ofensivas y groseras;
Mas, como en la siguiente vuelta, volvieran los jóvenes á decirle otras palabras algo fuertes, descendió el sargento del carruaje apostrofándoles é insultándoles, con lo que se ganó algunas bofetadas, con las que tuvo á bien marcharse.
Al anochecer volvió aquel sujeto frente á la Sociedad, acompañado de todos los sargentos de la guarnición francos de servicio; se armó el gran pleito, repartiéndose entre ellos y la juventud allí presente, silletazos, bofetadas y palos, sin que los sargentos hicieran caso de las órdenes que les daba el Comandante general brigadier don Julián de Mena, de que se retirasen á sus cuarteles, y quien sabe las desgracias que habrían ocurrido, si no hubiera intervenido un valiente comandante de infantería, quien descargando planazos entre sus subalternos, les obligó á cumplir la orden del Jefe de la plaza.
Tanto en este hecho como en todos los análogos, el fuerte puño de Bembeta dejó buen número de marcas cardenalicias.
En la mañana del 11 de octubre de 1868, fueron sorprendidos los habitantes de Camagüey con los aprestos militares hechos durante la noche por el general Mena, distribuyendo tropas en varias calles y situando en otras piezas de artillería, como si esperase ser atacado de momento;
Más tarde se supo que esas medidas las había tomado al tener conocimiento de que en la noche del 9 había salido de su ingenio “La Demajagua”, al frente de doscientos hombres, el patriota Carlos Manuel de Céspedes, dando el día 10 el grito de Independencia en el pueblo de Yara, donde “se escribió con sangre, la primera página de la historia política contemporánea de Cuba”.
Camagüey no había secundado ese día el grito de rebelión, porque Céspedes, por motivos que no son del caso explicar en este artículo, tuvo que anticipar la fecha señalada para ella; pero, ignorando esto el general Mena, tomó no sólo las medidas ya dichas, sino que declaró en estado de sitio á toda la provincia y decretó la prisión de varias de las personas que estimó más exaltadas y que podían secundar el movimiento separatista, entre los cuales estaba comprendido Bembeta.
Pero como éste guardaba cama en esos días, por estar enfermo, se le puso guardia armada, que con bayoneta calada se paseaba día y noche frente á su cuarto, vigilando el catre en que descansaba.
A todas estas, se acercaba el 3 de noviembre, fecha señalada por los camagüeyanos para empezar su campaña armada, en la que quería “Bembeta” ser de los primeros, como lo fué, gracias á la serenidad y valor desplegados por su pariente don José de Varona y Estrada, “El Baracutey”, quien le preparó la huida, sacándole por el fondo de la casa hasta el lugar en que le tenía listo el caballo, regresando á la casa, donde tenía la seguridad de que había de ser preso tan pronto se descubriera la ausencia del detenido, como así sucedió;
Pero él era viejo y enfermo, y en cambio proporcionaba á la insurrección un joven vigoroso, que había de darle días de gloria, y que con su nombre y ejemplo arrastraría á toda la juventud camagüeyana; y no se equivocó. Hoy honramos la memoria de este anciano valeroso, publicando su retrato.
Ya “Bembeta” en el campo, pudo reunirse con sus compañeros esa misma noche del 3 de noviembre de 1868, en la orilla del rio “Las clavellinas”.
Al día siguiente se les rindió la tropa que estaba de guarnición en Guáimaro, cuya vida respetaron y permitiéronles que entraran libres en Camagüey el 8, cuyo día detuvieron el tren de Nuevitas, haciendo prisioneros á varios oficiales que en él iban;
Siendo el primer combate que sostuvieron el 26 de dicho mes en Bonilla, contra el general Valmaseda, donde murió víctima de su arrojo el doctor Rafael Argilagos, resultando también herido, entre otros, el doctor Agramonte Piña.
Distinguióse sobremanera “Bembeta” tanto en los hechos mencionados como en los combates del “Corojo”, contra el brigadier Goyeneche, el 23 de marzo de 1869, al que fueron hostilizando hasta el 25 que entró en Camagüey;
El de “Sabana Nueva”, en 18 de junio de 1869, en que quedó prisionera toda la guarnición, que la componían 5 oficiales y 75 de tropa; en el ataque que por cuatro partes diferentes hicieron á la ciudad de Camagüey, la madrugada del 20 de julio del propio año;
En el combate de “Minas”, el primero de enero de 1870, en que sufrió una gran derrota el general español Pueyo, quien habría perecido allí con toda su columna, si no le hubiera hecho cambiar de táctica el experto coronel de caballería don Pedro Aguilar;
El de “Yamaqueyes”, el 7 de marzo de 1870, en que ya “Bembeta” era coronel y mandaba la fuerza, en cuyo combate cayó prisionero el capitán Parrado, ayudante de “Bembeta”, el que fué fusilado inmediatamente; y en otros varios, hasta alcanzar el grado de General, en 10 de abril de 1871, á propuesta del general Ignacio Agramonte.
En abril de 1871 marchó “Bembeta” al extranjero con una comisión, llegando el 3 de junio á Nueva York procedente de Nassau; fué á París y á su regreso organizó varias expediciones, siendo la última una compuesta de 250 hombres, la más numerosa de las que había salido para Cuba, como también era la que llevaba mayor cantidad de materiales de guerra.
Ese gran contingente que él capitaneaba, venía en un vapor de ruedas que tenía un gran andar, el que habían construido y usado los separatistas del Sur en los Estados Unidos, y su nombre, “Virginius” jamás lo olvidaremos los cubanos.
El mencionado vapor, que era la tercera vez que iba á Cuba con expedición, salió de Kingston y después de una travesía feliz, fué divisado desde la mañana del viernes 31 de octubre de 1873 por el vapor de guerra español “Tornado”, quien empezó á perseguirle, dándole alcance fuera de las aguas jurisdiccionales de Cuba, á las diez de esa misma noche, entrando con él á remolque en el puerto de Santiago de Cuba al amanecer del día primero de noviembre, logrando antes los expedicionarios arrojar al mar todos los pertrechos que conducían.
Formado consejo de guerra á los expedicionarios á bordo del “Tornado”, el 2 de noviembre, fueron gran número de ellos condenados á muerte y fusilados en grupos ¡Hasta el número de 53!; salvándose de correr la misma suerte los otros por haber llegado á dicho puerto en la tarde del 8 de noviembre, el vapor de guerra inglés “La Niobe”, con orden del Gobernador general de aquella Isla, de impedir de todos modos aquella horrible carnicería humana.
El capitán del “Virginius” se apellidaba Fry, de 52 años, y el del “Tornado” Costilla.
Las ejecuciones se efectuaron junto al muro ó pared del matadero municipal de la ciudad de Santiago de Cuba, donde eran conducidos los reos maniatados con esposas, comenzando tan horrenda hecatombe en la mañana del 4 de noviembre en que fueron fusilados los generales Bernabé Varona (Bembeta) y W. C O’Ryan y los coroneles Jesús del Sol y Pedro Céspedes.
En la tarde del día 7 fueron fusilados Juan Nepomuceno Boza, Ignacio Dueñas, Antonio Deloyo, José Manuel Teiran, Ramón Larramendi, Eusebio Gariza, Francisco Soto Trujillo, Porfirio Corvisón, Pedro Alfaro, Leopoldo de la Rosa, Alonso Arcí, José Fry y 25 más.
Y en la mañana del día 8. Arturo Loret de Mola, Agustín Varona, Oscar Varona, Guillermo Valls y Wilson, José Boitel, Salvador Penedo, Agustín Santa Rosa, Herminio Quesada, Enrique Castellanos, Justo Consuegra, Francisco Porras Pita y José Otero.
Todos se portaron valientemente; al ser conducidos al suplicio, unos cantaban y otros daban vivas á Cuba; y como rasgo de serenidad y gran tranquilidad de conciencia, haré constar que la noche en que estaban en capilla los que debían ser fusilados el día 8, uno de ellos, el nombrado Arturo Loret de Mola y Betancourt, con el dinero que le quedaba, costeó la cena de los 12 que á la mañana siguiente debían entregar su alma al Creador.
En esa fecha gobernaba en Santiago de Cuba, el general Juan N. Buriel, y era presidente de la república en España don Emilio Castelar. quien, en conferencia celebrada con el Ministro americano Mr. Sikles, la noche del 11 de noviembre de 1873, le dijo:
Qué desgracia que mi orden no llegase á tiempo de impedir aquel hecho, que es contrario á la Ley. Esos escándalos deben cesar.
Pero á los responsables de tales hechos ¡Ni siquiera intentó imponerles un correctivo! En cambio, tanto los Estados Unidos como Inglaterra hicieron una reclamación al Gobierno de España por haber fusilado ciudadanos de ambos países, y al fin en 29 de noviembre del mismo año se firmó un convenio entre Hamilton Fish, secretario de Estado americano y el Contraalmirante don José Polo y Bernabé, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de España, obligándose esta nación
“A devolver inmediatamente el buque y los individuos que aun vivían, de los qué llevaba como pasajeros y tripulantes, saludar en Santiago de Cuba el 25 de diciembre tanto la bandera inglesa como la americana, castigar á los culpables del fusilamiento é indemnizar á los familiares que tuvieran derecho á pedirla.”
En Madrid temieron que este acuerdo causara desórdenes en la Habana, pero no fué así, pues el 13 de diciembre telegrafiaba desde dicha ciudad el general Jovellar á su gobierno:
“Esta mañana ha salido de este puerto para Bahía Honda, donde debe ser oportunamente entregado, el vapor Virginius convoyado por el Isabel la Católica. Aquí tranquilidad completa. Están dadas las órdenes y el arreglo será cumplido en todas sus partes, según tengo ya anunciado á V. E.”
En el año de 1880, fueron trasladados los restos de los cuatro fusilados el día 4 de noviembre de 1873 al terreno que había comprado en el Cementerio de Santa Efigenia, en Santiago de Cuba, don Francisco Javier Céspedes, donde había depositado los restos de Carlos Manuel Céspedes, sepultura número 103 del pentágono B.
En 1901, siendo Alcalde de dicha ciudad don Emilio Bacardí Moreau, se inició una suscripción popular para levantar un monumento á las víctimas del “Virginius”, contribuyendo también el Ayuntamiento, y siendo al fin inaugurado con solemnidad el 31 de mayo de 1908.
En la mañana del domingo 14 de junio de ese año, se trasladaron los restos de Bernabé Varona, Jesús del Sol, Pedro Céspedes y W. C. O’Ryan, de la sepultura 103 en que estaban, á un osario construido ad hoc en el lado Oeste de la plataforma del mausoleo; y las cuatro esposas y otros objetos allí encontrados fueron remitidos al Museo de la ciudad.
Por diversas circunstancias no pudieron ser recogidos á tiempo los restos de las otras víctimas del “Virginius”, y como con el tiempo esas sepulturas han sido removidas, los huesos de dichos mártires de la patria fueron á confundirse quizás con los de algunos de los que tomaron parte en aquellas sangrientas escenas.
Arturo ROCA
Barcelona, mayo de 1912.
Bibliografía y notas
- Roca, Arturo. “Bernabé de Varona Borrero”. Revista Cuba en Europa. Año 3, Núm. 52, 30 de mayo de 1912, pp. 1-5.
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