Empeño delicado en todos los países ha sido siempre la educación de la mujer. La tierna niña de hoy, reina del hogar mañana, esposa y madre, influirá en la dirección del carácter de los hijos, los futuros ciudadanos, de un modo decisivo y si su educación fué descuidada no podrá cumplir, aunque tenga los mejores deseos… Con razón se ha dicho que la elevación de un pueblo se mide por la cultura de la mujer.
Tiene Cuba por fortuna resuelto ese trascendental problema. La mujer tiene, entre nosotros, planteles notables, templos verdaderos elevados á su dignificación, en los que se prepara su alma para la heroica lucha por la vida. Los nuevos horizontes que se abren en todas partes á la actividad de la mujer están abiertos también en Cuba y la mujer cubana no tiene hoy nada que envidiar á la de los países más adelantados.
Uno de esos admirables templos que se alzan en la Habana para la educación de la mujer es el afamado Colegio Francés, que con noble tesón y habilidad extremada, dirije la ilustre educadora Mlle Leonie Olivier. Nacida en el país más culto del mundo, en la Francia inmortal de Víctor Hugo, se ha compenetrado desde sus más tiernos años con el alma cubana, sintiendo y gozando con los grandes dolores y las grandes alegrías de la Patria.
A sus virtudes austeras, á su vasta ilustración, á su carácter firme y dulce á la vez, une la Srita. Olivier una vocación extraordinario para la enseñanza. No es la grave maestra de antaño con el ceño adusto y las severas disciplinas en la mano; es el genio moderno de la educación que penetra, alado y sutil, en el espíritu de las tiernas niñas, de los cuales se apodera con la ternura y el amor, para dirigirlos y encauzarlos por el árido camino del bien y del saber.
Con armas tan poderosas al par que delicadas, no son de extrañarse los éxitos extraordinarios del Colegio Francés y se explica el crecido número de alumnas que acude á esa rica colmena á libar la inapreciable miel de la educación.
Después de un breve receso impuesto por las festividades de fines de año, vuelve á abrir sus puertas el Colegio Francés para recibir, como madre cariñosa, á sus fieles y amadas discípulas. Allá van, en gracioso tropel, las tiernas figuritas femeninas, á descansar, á reír, á gozar y á aprender, en el dulce regazo de Mlle Olivier.
¡Nada más conmovedor que esa sugestión que ejerce la maestra sobre sus alumnas! ¡Y nada también más necesario, para que la educación sea fructífera!
Instalado el Colegio Francés en la espaciosa casa de la calle del Obispo esquina á Compostela, sus amplias aulas situadas en el piso alto, reúnen cuantas condiciones exijen los modernos preceptos de la higiene pedagógica.
El mobiliario de las aulas presta comodidad y confort para el trabajo de las niñas, y este se realiza sin cansancio para sus inteligencias, alternando las clases con juegos infantiles que sirven de recreo y descanso.
Para estas horas de regocijo y pasatiempo se ha creado una interesantísima Estudiantina, bajo la inteligente dirección del reputado profesor Sr. Vallalta.
Esa alegre banda de guitarras, bandurrias y mandolinas, ideada como un simple entretenimiento, ha llegado á una perfección notable: hoy tocan piezas de conciertos con la habilidad de maestras y el público habanero recordará con agrado el memorable y ruidoso succés que alcanzaron en la Velada celebrada recientemente en el Gran Teatro Nacional, en honor del eminente pianista Ignacio Cervantes.
Destácanse en la Estudiantina tres precoces y bellísimas niñas: Delfina Revuelta, Teté Zayas y Anita Raynal, que han llegado á una perfección extraordinaria en el manejo de la mandolina, dominando por completo dicho instrumento.
En la posición en que aparecen en el grabado tocan al unísono las piezas más difíciles. Ese adorable grupo forman los tres petites bijous (joyitas) del colegio, encantadora trinidad en la que se une la inteligencia, el amor al estudio y la belleza infantil.
En la alta inspección del Colegio Francés, de su marcha administrativa, del cuidadoso amoroso de las pupilas y medio pupilas, acompaña á Mlle Leonie Olivier su señora madre, la respetable Mme Laviolette, cuyas altas virtudes, respetabilidad é ilustración son apreciadas de antiguo por la mejor sociedad habanera, de la que es bien conocida desde hace muchos años.
También ha sabido rodearse Mlle. Leonie Olivier de un escogido grupo de ilustradas profesoras, que comparten con ella las tareas de la instrucción. Al frente de ese grupo de profesoras y con el carácter de Vice-Directora, destacase la figura de una notable educadora cubana, de gran renombre en nuestros círculos docentes: la Srita. Miguelina de los Reyes, doctora en Pedagogía y una de las glorias más legítimas del magisterio cubano.
Como se vé, nada falta al Colegio Francés para satisfacer las exigencias de la educación moderna. En su plan de enseñanza figuran los idiomas francés é inglés como asignaturas obligatorias, al lado de la taquigrafía y mecanografía y del grupo de materias indispensables para la sólida y práctica instrucción que necesita hoy la mujer.
No faltan los trabajos manuales, labores y asignaturas de adorno, que son todavía el encanto y la seducción del alma femenina. ¿Qué más puede apetecerse? Hay todavía, sin embargo, en el Colegio Francés algo superior á cuanto llevamos escrito y que para el padre previsor y prudente constituye la cualidad más preciosa: la severa y exquisita moralidad que preside los actos todos del Colegio.
En este punto, la escrupulosidad de Mlle. Olivier raya en lo exagerado. La admisión de una niña es precedida de una información minuciosa de su anterior conducta, para evitar el contagio de los hábitos perniciosos que suelen tener las niñas de educación descuidada. Con esto demuestra el Colegio Francés que no persigue un fin meramente de empresa, sino que realiza una obra de regeneración y purificación de la mujer.
Complemento de esos fines nobilísimos es la educación cristiana que se da á las niñas: no se prepara ni se induce á las educandas para el fanatismo religioso. Se les deja libre su vocación, pero se les inculcan los sanos y consoladores principios cristianos, tan dulces y confortables en los trances angustiosos del espíritu.
El año pasado, cuando Francia en prenda de alta estimación, envió á Mlle. Olivier las palmas académicas con el diploma de Officier d’Académie, preciado galardón de sus esfuerzos por la enseñanza, habló El Fígaro del notable Colegio Francés Entonces coincidió aquella fecha con la del memorable acto —celebrado en los salones del Ateneo de la Habana— de repartición de premios y coronación de las inteligentes alumnas que habían obtenido el segundo grado en los exámenes públicos para maestras.
Hoy habría que coronar á todas las alumnas del Colegio Francés, porque en rigor todas son ya dignas de ese lauro.
Y es que allí la enseñanza sigue una marcha progresiva ascendente, sin interrupción y sin desmayos. Como que Mlle. Leonie Olivier parece haber escrito en su escudo el lema del inmortal Longfellow:
¡Excelsior!
Chroniqueur.
Bibliografía y Notas
- “La Educación de la Mujer: El Colegio Francés”. Revista El Fígaro, (Enero 3, 1904).
- Personalidades y Negocios de la Habana.
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