E. S. Resin. A la Habana ha llegado un hombre extraordinario, que ha recorrido el mundo americano dejando en todas partes una estela de admiración Se apellida Resin y es realmente un hombre notable como sastre de señoras y caballeros.
Lo mismo corta un frac a un elegante que entalla una chaqueta sastre a unas encantadora damita. Hemos recibido la visita de Resín y nos ha encantado con su charla amena, con el relato de sus viajes por toda la América, con las curiosas anécdotas de su vida accidentada y siempre triunfante.
Nos llamó tanto la atención este hombre con sus cuentos, que quisimos oírlo de nuevo y para ello fuimos a verlo al elegante salón de la calle de O’Reilly en donde ha establecido su sastrería. Es en el número 21 de O’Reilly, entre Habana y Aguiar.
Salió el propio Resin a recibirnos, tijera en mano, dispuesto a cortarnos… cualquier cosa.
—Es algo más que un cliente, el que llega —le dijimos.
—No comprendo.
—Soy también admirador del sastre y del “causeur”.
Resin nos miró con algún recelo. Estos piropos a boca de jarro inspiran desconfianza a los hombres de mundo.
—No he encontrado en la Habana un verdadero sastre de señoras. Hay algunos que saben cortar un traje femenino; pero eso no basta. A la mujer hay que adivinarle el pensamiento. Hay que crear el traje sobre sus propios hombros, en su fino talle hacer el vestido, todo dentro de la multiforme variedad de las formas femeninas, satisfaciendo sus caprichos, llenando sus coqueterías.
Resin nos hablaba de todo esto con la inspiración de un convencido, como un sacerdote habla de su religión. Para él, su arte es un culto sagrado. Ha ido dejando en todas partes, no sólo los prosélitos, sino discípulos. No es, por tanto, un comerciante, sino un artista, y muy pronto podrá la Habana elegante convencerse de lo que decimos.
Resin nos ha mostrado su récord en Buenos Aires, en Lima, en Santiago de Chile. El de la Habana lo conoceremos muy pronto, pues no cabe duda que nuestros elegantes se apresurarán a vestirse en casa de Resin.
Ya desde los tiempos de Franklin se decía que el ir bien vestido era necesario no sólo a la gente frívola, sino también, y aún con más razón, a los hombres de negocios. ¡Cuántas transacciones se han realizado por la sugestión de una levita bien cortada!
Y no digamos nada en el mundo social. ¡Cuántas miradas sugestivas ha merecido un frac! ¡Cuántos matrimonios se deben a un traje elegante! ¡La elegancia, la elegancia! Supremo resorte en la vida social.
Su importancia es tan grande, que una vez se habló en París de crear una cátedra que enseñase la mejor manera de saludar, de vestir; y esto que París quiso implantar, lo tendremos, sigilosamente, en este sastre que puede ser nuestro profesor de elegancia; un profesor que sabe tanto de la distinción femenina hasta el punto de ser lo que en Europa se llama un modisto.
Resin viene a Cuba a hacer una revolución en el arte de cortar y, por tanto, en el vestir. El FÍGARO da la bienvenida a este revolucionario del arte que muy pronto habrá ganado muchos prosélitos entre nuestras damas y nuestros hombres elegantes.
Chroniqueur
En la Guía Comercial de The National City Bank of New York (1920) aparece que la Rojas, Randall & Company Inc. de Nueva York contaba en O’Reilly 21 con dos agentes, A. Marcé y Manuel Díaz. La empresa exportaba maquinaria de todas clases, telas, ropa para mujeres y hombres, víveres.
Bibliografía y notas
- “De la Vida Elegante. La mayor tirana, la moda.” Revista El Fígaro. Año XXX, núm. 51, 20 diciembre 1914, p. 612.
- Personalidades y negocios de la Habana
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