

El Louvre una peletería de José V. Soto y Francisco Vicente. Recientemente fué inaugurada en el espléndido Paseo de Martí y en el amplio edificio marcado con el número 111 una casa comercial cuya lujosa instalación llama profundamente la atención de los transeúntes numerosos que recorren a diario la céntrica vía del Prado.
Nosotros, al igual, fuimos atraídos hacia el elegante establecimiento, satisfaciendo a la vez, una curiosidad íntima y un deber periodístico. Como nuestros lectores saben, desde ha tiempo, ofrecemos algunas informaciones sobre la vida económica capitalina, con la finalidad de recoger algunos de sus aspectos que permitan darse una idea de nuestro actual estado.
Indudablemente que el progreso de la República es asombroso y por lo que se refiere, particularmente, a la Habana, es portentoso, acaso único en los anales de una ciudad. En una veintena de años la capital de Cuba se ha trocado en un emporio maravilloso que es digno de ser estudiado detenidamente. Las casas de comercio, los centros industriales que hoy surgen se diferencian, por completo, de todos los de otras épocas en su instalación y desenvolvimiento.


Un río de oro circula por las venas de la gran ciudad que, ufana y rica compite, con éxito, con las demás poblaciones análogas del continente. De esto muchos hombres de negocios se dan cuenta cabal y al proyectar alguna empresa saben que deben acometerla con suficiente caudal y mayor pujanza para poder rivalizar con los demás.
La casa de que nos ocupamos, El Louvre, ha sido montada en consonancia con estos caracteres necesarios que hemos apuntado como requisito básico del éxito fructuoso de todo negocio que, en la actualidad, se inicia.


Un punto admirable —el Prado— el más hermoso y concurrido de los paseos de la urbe con un edificio ad hoc instalado a la moderna, con suntuosidad, operarios diligentes y expertos y empleados celosos y afables, escrupulosamente escogidos, han sido los elementos principales, descontando, desde luego, el surtido excelente la calidad de las materias primas y eficiencia de las máquinas, pues El Louvre a más de peletería es zapatería y elabora fino y elegante calzado.
En esta industria la importante casa constituye una especialidad, pues poseen sus dueños experiencia en estas labores y cuentan con obreros peritos.
El Louvre es propiedad de los señores José V. Soto y Francisco Vicente, antiguos y distinguidos comerciantes e industriales, que gozan de generales simpatías y sólido crédito en la plaza.


Ambos condueños son personas inteligentes, laboriosas, activas que reúnen condiciones para la gerencia de su establecimiento, es decir, poseen cualidades de energía, de experiencia, de carácter para dirigir vastas operaciones financieras.
No tan sólo por el capital aportado, muy considerable —si se tiene en cuenta que el valor de las mercancías es más de $50,000—sino por aquellas condiciones señaladas de los Sres. Soto y Vicente, se comprende que El Louvre constituya una empresa seria, potente, de vida asegurada.
Bibliografía y notas
- “Del ambiente comercial: El Louvre zapatería y peletería de Soto y Vicente”. Revista El Fígaro. Año XXXVI, núm. 47, 7 de diciembre 1919, p. 1323.
- Personalidades y negocios de la Habana
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