Eusebio Guiteras Font[1] nació en Matanzas el 5 de Marzo de 1823; muy temprano, á los diez años de edad, quedó huérfano de madre, una de las víctimas de aquella epidemia del cólera que azotó nuestro país en el año de 1833.
Fué educado en el colegio de San Cristóbal, más generalmente conocido por colegio de Carraguao , nombre del barrio donde se hallaba situado ; muy pronto se hizo allí estimar por sus condiscípulos y profesores, particularmente su director D. José de la Luz y Caballero, quien le distinguió con su cariñoso afecto por su dedicación al estudio de los clásicos.
Su hermano Antonio había concebido ya la idea de establecer una institución de enseñanza en su ciudad natal, Matanzas. A Eusebio le atraía también en alto grado este empeño, su vocación por la enseñanza hubo de manifestarse bien pronto: quiso estudiar directamente, por sí mismo, los sistemas de educación practicados con más éxito en las naciones de Europa, para recomendarlos en su patria y ensayarlos personalmente.
Viajes de Guiteras.
Estos deseos y propósitos le llevaron á un viaje prolongado y á la vez altamente útil y provechoso por Francia, Italia, España, Grecia y Turquía; y también por Egipto y Siria, donde realizó una peregrinación á Jerusalem y la visita á las Pirámides.
En París tuvo ocasión de asistir á un curso de literatura en la Sorbona siendo su estudio preferido el Dante que explicaba el afamado Ozanam y con frecuencia oyó á los elocuentes oradores Michelet y Lacordaire.
Su asidua dedicación al estudio de los idiomas le llevaron á visitar como dignos representantes de ellos al Cardenal Mezzofanti, célebre polígloto italiano, al que, también atraído por su fama hubo de visitar D. José de la Luz y Caballero;[2] y de la propia suerte y atraído asimismo por su fama merecida visitó á D. Vicente Salvá, el reputado autor de los léxicos latinos y castellano.
Durante su permanencia en Constantinopla el representante de España en aquella ciudad le brindó cortésmente la ocasión de visitar personas y lugares de muy difícil acceso. En sus impresiones de viaje, esta parte de su relato, tomado por directa y viva observación, tiene cierto carácter indefinible, un sello de localidad delicadamente recogido, no brusco, ni de gran relieve, sino como nota suave y lejana de aquel exotismo de hábitos, paisajes y costumbres de la célebre ciudad asentada en el pintoresco é histórico Bósforo.
De España también trazó con marcado sabor local la descripción de la catedral de Sevilla, la otra población también histórica y pintoresca, de costumbres propias , de sello original, asentada en el opuesto extremo del gran Mediterráneo. Muéstrase Guiteras observador, que á la fidelidad, exactitud y claridad de su impresión sacrifica toda gala y brillo de altisonante retórica: sencillo, breve, claro; en ocasiones, lacónico.
Esta minuciosa fidelidad en los detalles que observa se puede estudiar aún más en su descripción de las cuevas de Bellamar[3] escrita en castellano y en inglés y que constituye una serie de impresiones curiosa y detallada, con los nombres que á los distintos accidentes, galerías, figuras, bóvedas, precipicios, arcos y escalas quiso ponerles la imaginación popular.
D. Jacobo de la Pezuela en su Diccionario sobre la Isla de Cuba insertó esta curiosa narración de una de las verdaderas maravillas de nuestra naturaleza, en el artículo Matanzas.[4] También la reprodujo nuestro antiguo amigo y compañero en las letras, el distinguido bibliógrafo Domingo Figarola Caneda, en la Guía Oficial de la Exposición celebrada en Matanzas el año 1881.
Retornó á Cuba Guiteras en 1845 y contrajo nupcias con la que siempre fué dulce é inseparable compañera de su vida, la Sra. Josefa Gener. La delicada salud de su esposa le hizo salir de Cuba y establecerse por entonces en los Estados Unidos.
Visitó á Longfellow en su casa de Cambridge, habiendo cambiado con él impresiones que motivaron su interés por el estado de las letras en Cuba: el resultado de estas relaciones con el insigne poeta fué un artículo en The North American Review en 1849.
Mantuvo correspondencia con personajes muy señalados en la cultura norte americana tales como William Cullen, Bryant, Washington Irving, Ticknor, Bancrof y John Greenleaf Whitter, cuyo centenario acaba de celebrarse en los Estados Unidos, el 17 de Diciembre próximo pasado.
Su Prisión.
A su regreso fué reducido á prisión en el castillo del Morro de la Habana acusado de propagar ideas levantiscas entre sus paisanos. Soportó sin murmurar siquiera con el estoicismo del inocente y del justo este inesperado golpe. Al cabo de seis meses, más que por sus propios esfuerzos, le sacaron de aquella prisión en que permaneció durante los más cálidos meses del año, teniendo en derredor, en la ciudad, la epidemia del cólera que diezmaba la población.
Libre ya de su injusta prisión, tomó puesto entre los profesores del colegio La Empresa, que se había hecho ya famoso en medio de las dificultades que le creaban las agitaciones políticas de la época, tan llena de suspicacias.
Opinión de Luz y Caballero sobre Eusebio Guiteras.
Algún tiempo, poco, estuvo en la Dirección del colegio; los cuidados de la salud de su hijo le obligaron á retornar muy en breve, en ese año mismo, á los Estados Unidos. De un autógrafo de Don José de la Luz y Caballero tomamos este valioso juicio sobre Guiteras:
Siento en el alma que hayas dejado la dirección de ese colegio porque te creo de los pocos capaces y dignos de tal ministerio. No es menester que me digas que habrás tenido graves motivos para ello.
José de la Luz y Caballero
Y en otro autógrafo de 1858 reitera su opinión sobre las aptitudes de maestro de Eusebio Guiteras; refiriéndose á su colegio le dice el citado Luz y Caballero:
habiendo echado los ojos sobre todos los elegibles para encargarse de su dirección en mi lugar, ninguno me ha parecido desde el principio más á propósito que tú. Mucho me alegro por tanto de tu vuelta en el próximo Noviembre para que hablemos detenidamente del asunto.
José de la Luz y Caballero
De 27 de Abril de 1859 es esta otra carta, de José Manuel Mestre: “Mi estimado amigo: un pequeño viaje que acabo de hacer á la Isla de Pinos me ha impedido contestar antes á la apreciable de usted fecha 5 del corriente. Al hacerlo, no puedo menos de manifestarle lo mucho que he sentido la decisión de usted de no aceptar el puesto con que le brindábamos algunos amigos y yo en el colegio que se proyecta.
Un hombre como usted es el que le hace falta á esta pobre Habana, y lejos de hacerle á usted favor con nuestro ofrecimiento, como usted, modestamente, cree, entendíamos que no rehusándolo, ese favor lo recibíamos de usted nosotros, este pueblo, es decir, Cuba.
Lo peor es, amigo Guiteras , que otras personas del género selecto á que usted pertenece, á quienes hemos explorado en el propio sentido que á usted, se han excusado también — ¿será posible que la Habana no llegue á tener un establecimiento de enseñanza digno del país?
Esperamos en Dios que así no sea, y dispuestos a que tan extremada desgracia nunca dependa de nuestra inconstancia é indiferentismo, seguiremos adelante con nuestros esfuerzos, y sobre todo, buscando al hombre con la lámpara de Diogenes. Cuánto nos alegraríamos de que usted variase de determinación.”
Obras: Las Cuevas de Bellamar, Un Invierno en Nueva York, Irene Albar, Traducciones.
Cuando se estableció, ya definitivamente, en Filadelfia, Eusebio Guiteras escribió sus celebrados libros de lectura que han hecho su nombre familiar también en los países sur-americanos. No pocos editores hicieron con ellos negocios muy lucrativos, de los cuales, en alguno no tocó la debida parte, como es frecuente ocurrencia en el campo de las letras, al autor. La casa de Appleton y Co. hizo en 1886 una edición de 18,000 ejemplares.
En su ciudad natal, Matanzas, hubo de distinguirse Guiteras en los círculos y fiestas literarias. Fué uno de los fundadores de El Liceo y obtuvo de manos de la distinguida poetisa cubana, Gertrudis Gómez de Avellaneda, con ocasión de los juegos florales de 1861, medalla de oro por su composición Romance cubano.
El Colegio La Empresa.
Cuando Don José de la Luz le invitó según lo comprueba el autógrafo, ya leído, á la dirección del Colegio El Salvador, fué su natural modestia quien le impulsó á no aceptar tan honroso puesto; además, pesaban sobre él los deberes de profesor de La Empresa, á quien puso término en su período más brillante, la situación creada en la sociedad cubana, por el movimiento revolucionario del año 1868.
Los alumnos de este plantel recibieron una educación esmerada de tolerancia y respeto mutuo, de libertad de pensamiento, y se les preparó mediante los más sanos preceptos de moral para los deberes sociales. Infundió sospecha el colegio de ser núcleo de laborantes. Poco tiempo después se prohibía la circulación y estudio en las escuelas de los libros de lectura de Guiteras.
En sus últimos años publicó su novela Irene Albar, que imprimió en 1885, en Barcelona, el Director de La Ilustración Cubana, Sr. Figarola Caneda, en dos tomos de unas 200 páginas cada uno. Y también en la propia Biblioteca publicó Un invierno en New York.
Es el primero de estos libros una obra escrita con la sencillez y naturalidad de estilo propios del autor que hoy tiene interés y valer histórico por la fidelidad con que describe locales, escenas y episodios de la vida cubana, por los años 1838 en que da principio la acción.
El segundo libro consta de impresiones de la vida de la gran metrópoli comercial de América, en sus calles, parques, teatros, fiestas, observaciones curiosas y anécdotas amenas recogidas de cerca por su observación personal.
Son entre ellos de oportuna cita, dada la índole de este trabajo En la escuela, que trata de las clases y enseñanzas y En la casa de pupilos, que también contiene anotaciones muy curiosas sobre la educación social de la mujer.
Por encargo del Arzobispo Wood corrigió para reimprimirlo, de una antigua versión española, la Biblia, rectificando con notas numerosas los muchos errores de la traducción. Sus conocimientos en el latín han hecho que algunos, entre ellos Calcagno, le atribuyan la traducción de la Eneida de Virgilio, y algunas odas de Horacio; estos trabajos son de su hermano Antonio, que dominaba esta lengua con la perfección que puede suponerse para la difícil tarea de adaptarla á la forma poética.
Es suya la novela Gabriel Reyes publicada en Cuba y América. Y una traducción de Inni Sacri de Manzoni; unas notas de sus viajes publicadas antes por los años 1860 á 1861 en El Liceo de Matanzas bajo el título Dos cubanos en Tierra Santa, un volumen de poemas religiosos, otro de Reminiscencias, Ensayos sobre Educación y un libro para aprender el inglés.
Fué miembro de la American Catholic Historical Society.
Habiendo abandonado á Cuba definitivamente por el año 1869, como dijimos, fué en Filadelfia donde más trabajó como autor; y excepto cuatro años pasados en Charleston, allí permaneció hasta su muerte, ocurrida en 24 de diciembre de 1893, veinticuatro horas después que ocurrió la de su inseparable compañera.
Enfermo y débil no pudo resistir este fuerte golpe moral que le hirió profundamente en sus sentimientos de constante y fiel esposo, de hombre bueno cuya conducta virtuosa y honrada no sufrió nunca el más
ligero eclipse. La prensa, vocero exacto entonces de la opinión, recogió con carácter de duelo para Cuba la triste nueva.
En el extranjero, El Porvenir de New York de 27 de diciembre de 1893 refirióse al suceso y dió un extenso artículo en su número de 3 de enero de 1894. The Press y The Times de Filadelfia de 28 de diciembre de 1893. Y del mismo día The Catholic Times, de la propia ciudad, algo más extenso que los anteriores y escrito con emoción verdadera. The Public Ledger de 29 de diciembre de 1893. Y en Key West el Advertiser de 6 de Enero de 1894.
Casi todos los periódicos de la isla dieron también cuenta del acontecimiento, publicándose buenos artículos necrológicos, en Santa Clara J. R . Tristá, su discípulo, La Aurora del Yumurí de Matanzas, diciembre 27 de 1893, La Región, de la misma ciudad, de 8 de enero de 1894. Y algunos más de los cuales podrá juzgarse en otro capítulo del presente trabajo.
Bibliografía y Notas
[1] Brief sketch of the life of Eusebio Guiteras, by Laura Guiteras.
[2] Vida de D. José de la Luz y Caballero, por J. I.Rodríguez, New York, 1874, pág.34
[3] Guía de las Cuevas de Bellamar, por Eusebio Guiteras. Matanzas, Imprenta El Ferrocarril, 1866.
[4] Diccionario Geográfico-estadístico-histórico de la Isla de Cuba, por D.Jacobo de la Pezuela. Tomo IV, pág. 19. Madrid, 1866.
- Meza y Suárez Inclán, Ramón. “Eusebio Guiteras: Estudio Biográfico.” Habana: Imprenta Avisador Comercial, 1908.
- Guiteras, Eusebio. Guía de la Cueva de Bellamar. Matanzas, 1863.
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