Entre los atractivos con que contaba la ciudad de la Habana podemos mencionar el Frontón Habana Madrid como uno de los preferidos, el que venía a ser una rama más para agregar al juego de pelota vasca, conocida más bien por Jai-Alai.
Este juego se realizaba de igual forma que el de pelota a cesta, con la diferencia de ser practicado por muchachas perfectamente entrenadas, en el manejo del Raquet.
Los lances del juego se verificaban en medio de una destreza, galanura y fortaleza tal como lo requiere este atlético deporte; la belleza y gentileza de las jóvenes que lo practicaban, realzaban indiscutiblemente el bello espectáculo que atraía a aquel recinto a cuantos visitaban la ciudad de la Habana.
La acertada iniciativa que dió lugar a implantar este nuevo deporte en Cuba débese en primer término al señor Panchito del Barrio, como cariñosamente lo nombraban sus amigos, quien en unión de los señores Aurelio Vázquez, Fernando Serafín y Angel del Cerro obtuvieron la autorización correspondiente para su implantación y funcionamiento.
En 1925 presidía la sociedad que al efecto fue constituida la señora Cora Dumbard, viuda de del Barrio, siendo Vicepresidente el señor Vázque, Secretario el señor Serafín, Tesorero y Administrador el señor Angel del Cerro.
La inauguración del espectáculo que reseñamos tuvo lugar el 13 de octubre de 1922 previa la fabricación de un edificio apropiado para el deporte, que iba a funcionar, en el corto plazo de cincuenta y ocho días, con armazón de acero y ladrillos y una Cancha (lugar donde se realiza el espectáculo) de treinta y cuatro metros de largo por nueve y medio de ancho.
En dicha inauguración figuraron diez y siete señoritas pelotaris y desde aquella fecha se mantuvo la animación del público concurrente a tan brillante espectáculo.
Las jóvenes pelotaris vivían dentro del mismo edificio bajo el cuidado de familiares de respetabilidad, y sólo salían de paseo o a diligencias acompañadas de señoras que estaban a su cuidado, evitándose de esta suerte se maleen con tratos que a su buen nombre y al de la empresa pudiesen ser perjudiciales.
Existía, pues toda la honorabilidad posible en aquella Bombonera, de bellas raquetistas.
El señor Román Beloqui, que fué en su época verdadera estrella del varonil juego de pelota vasca, y a quien todos respetaban y distinguían como una reliquia del difícil arte de vasconia, ocupaba hacia 1925 el cargo de intendente de la empresa Habana-Madrid, combinando y sirviendo de juez en los partidos que a diario allí se realizaban.
Las fotografías que engalanan estas páginas corresponden a las distintas muchachas que han prestado sus servicios en el “Habana-Madrid”.
También algunos gerentes de la empresa Habana-Madrid tenían participación en los frontones de Miami y Cienfuegos, los que funcionaban con brillante éxito.
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