El Colegio La Empresa y Guiteras en Nuestros Grandes Colegios de Ayer por Manuel Valdés Rodríguez.
Si es cierta, como no cabe dudarlo, la afirmación contenida en el primer epígrafe de este trabajo, con la garantía de un espíritu tan sagaz y tan competente en nuestros problemas históricos, no ha de extrañar que yo, partícipe modesto de las opiniones del maestro, señor Castillo, procure hacer buena la afirmación dentro de mi especialidad de toda la vida: el problema de la enseñanza pública.
No he de referirme ni he de aludir á nuestro interés político; porque á mí, como á todos los cubanos, sólo me puede preocupar en esta hora solemne y crítica de nuestro afanoso presente, recoger todos los anhelos, avivar todas las esperanzas, y contribuir con el esfuerzo más digno y elevado, para salvar la República y salvar con ella la patria de nuestros hijos.
A los hombres de ayer alcanza á todos ellos y por entero el mérito de la grandiosidad más pura y ennoblecedora: á nosotros, el deber de la gratitud por la conquista de la libertad.
La historia de nuestra sociedad cabe en muy pocas páginas; contados están los factores que intervinieron en nuestra riqueza, y manifiesta la influencia que esta última ejerció en la aparición, desarrollo y auge del progreso intelectual.
La acción de la Metrópoli no era ni lograba ser tan enérgica que impidiera la presencia de circunstancias propicias para que la simiente del engrandecimiento intelectual brotara por manera tan pujante, que causa admiración á los espíritus devotos de la crítica.
Cómo y por qué la corriente poderosa se detuvo, y desvió para grave daño de la tierra que atravesaba con viva fecundidad, es cosa que no incumbe en este momento, pero que en otro cualquiera resultaría estudio de no escasa utilidad.
De la serie de escuelas notables que vivieron corto tiempo en nuestra atmósfera intelectual, empecemos por elegir una de tal renombre, que el mismo Luz y Caballero, no dudó señalar como la más importante en el territorio todo de nuestra isla: La Empresa.
Pude yo participar algún tanto y por breve tiempo de su influencia y de su acción docente, severa, enérgica y noble. Por esta razón, miro “La Empresa” con mis ojos de hoy, á la luz siempre grata y dulce de los recuerdos de ayer, en el pedazo de tierra en que nací, en el período más feliz de una existencia, muy poco accidentada.
Conocí, pues, personalmente a Antonio Guiteras, alma del famoso colegio; sentí su influjo poderoso y sano y contemplé la marcha ordenada, regular y entusiasta de aquella casa, bullente en jóvenes animosos muchos de los cuales han sido y son todavía fuerza viva de la sociedad en que nacieron.
En aquellos tiempos, no era raro el hecho de reunirse varios hombres de progreso, amantes de su tierra, para levantar una institución, fundar un colegio, realizar un pensamiento laudable y fecundo.
El último suceso de esta condición fué el establecimiento del colegio “El Progreso”, en Cárdenas, á que contribuyeron eficazmente y con generoso impulso, el señor Rojas, el americano del Sud, Gastón Rabell, el español señor Larrousse y otras personas distinguidas.
No pudo tener todo el desenvolvimiento que debía corresponder, porque ya la época no permitía acometer con éxito, propósito de tal naturaleza. Faltaba el medio ambiente en que pudieran respirar y moverse.
El año de 1851 era el décimo de la fundación de la Empresa por acciones, ó al menos por la prestación de algunos hombres de la época, que siempre vieron en la instrucción de la juventud, el punto capital de sus patrióticos esfuerzos. La dirigía Eusebio Guiteras que, en el siguiente año de 1852, fué sustituído por su incomparable hermano don Antonio.
Funcionaba el colegio en la amplia casa número 40 de la calle del Río (Matanzas) y aquí, hasta después de 1868, ofreció anualmente sus brillantes exámenes, no cesando en el avance constante de sus ideas pedagógicas y en la ardua obra de modelar el carácter de la juventud.
En el elenco de 1851, aparecían aplicados los más eficaces procedimientos para la enseñanza de la lectura: los niños aprendían, componiendo con letras de cartón, mientras aplaudidos ejercicios de lenguaje recibían una grande y muy provechosa aplicación.
Victoriano Betancourt, Manuel y Felix Govín participaban de tan saludable disciplina mental. Llegaron los alumnos á improvisar sobre materias determinadas y entretenían su actividad, redactando discursos, cartas, formación y etimología de palabras, modismos y sinónimos.
En 1852, se dejan ver en el cuadro del colegio, aquel generoso joven, tan popular en Matanzas, con el nombre de Gonzalo Peoly, su hermano Juan Jorge, Manuel Ceballos y nuestro respetabilísimo compañero de hoy, el anciano y venerado maestro, fuerte y vigoroso todavía, Emilio Blanchet.
La instrucción que se dispensaba en el colegio era la primaria, por aquel entonces, y cinco las distintas clases de grados: lapso de tiempo muy superior á nuestra débil enseñanza primaria de hoy, falta de vida, atropellada, inconexa y sin raíz ninguna en la conciencia del discípulo, que disputa, con atolondrada ansiedad, los momentos, para lanzarse sin preparación ni suficiencia, al curso de la segunda enseñanza.
El sentido de esta instrucción primaria era elevado y nada escaso su radio de acción. En la última clase de la quinta, se daban la Teneduría de Libros, Álgebra, Geometría, Latín, Francés, Inglés y Dibujo Natural.
En aquel año aparecen los nombres de Santiago Manzanet, llamado á trágicas escenas, Guillermo Schwayer, José María Carbonell, Bernabé de la Torre, padre de nuestro compañero el eximio naturalista, doctor Carlos de la Torre y Huerta, Pedro, lgnacio y José del Monte.
Fué el año de 1854 de recordación honrosa para La Empresa, porque bajo el nombre de “Clases Extraordinarias” instaló Guiteras la de geometría práctica, con medición de ángulos, alturas accesibles é inaccesibles, nivelación y diferencia del nivel aparente al verdadero, y aplicación de los principales instrumentos en operaciones geodésicas, la trigonometría rectilínea y la aplicación del álgebra á la trigonometría.
Las ideas pedagógicas de don Antonio están expuestas en el elenco de 1855.
Según ellas y según su plan y curso de estudios, el alumno empezaba á los seis años y aún cuando las cinco clases se computaban cada una por seis meses, prácticamente y con las adiciones sucesivas, se necesitaban siete para el completo. A esta sazón y ya en los trece años de edad, podía emprenderse el estudio de la Filosofía, que alcanzaba cuatro cursos, incorporados á la Universidad literaria. El colegio tocaba á su plenitud.
El director remitía mensualmente á los padres para enterarles de la aplicación, conducta, asistencia y aseo de los educandos. Desde primero de mayo, al primero de octubre, los internos se levantaban á las 5 de la mañana. El almuerzo se hacía á las 7 y media en verano y á las 8 en invierno; la comida á las 2.
La Física, en toda su extensión, la Química Inorgánica, Botánica, Anatomía, Mineralogía, Griego, Latín, Música y Dibujo Natural, reciben una extensa dedicación. Al siguiente año de 1857, se instala la clase de Zoología, á cargo de Jiménez, don Diego, así como la Geometría Analítica, el estudio de las Secciones Cónicas, el canto y la flauta.
Una verdadera atmósfera de templanza, de ideas morales, sentimiento de justicia y de deber, eran la norma del famoso instituto. En el elenco de 1858, Guiteras explica sus propósitos con una verdadera unción., propia de apóstol y maestro.
Se advertía que no se inquietaba simplemente por el éxito de la instrucción; el fin ético y moral de sus educandos constituía su anhelo. La especialización de los estudios llegó a ser tal que las clases se subdividían hasta formar á veces nueve secciones.
Obtuvo Guiteras en 1855, autorización, muy trabajosa y dilatada por aquellos días, para dar, por Real Orden, la segunda enseñanza superior. Los gabinetes se instalaron con verdadera riqueza: física, química, mineralogía, etc.
Los profesores llegaron á veintiséis en 1860. En este año Guiteras volvió á exponer con honda satisfacción sus ideas y los progresos de su muy querida empresa.
No necesito recordar, dice, que esta institución se fundó en 1840, con las modestas aspiraciones de una escuela primaria, que, sucesivamente, se ha ido enriqueciendo con todos los ramos de su enseñanza, secundaria, elemental y superior, para proporcionar la mejor instrucción que puede dispensarse en el país.
El nombre de don Hildebrando Martí, virtuoso anciano de 80 años, que regentea hoy modesta escuela de la Sociedad Económica en el Limonar, se ostenta en primera fila en los elencos de la época.
Recuerdo con viva impresión el rostro y la actitud de Guiteras, emblema de un respeto á que nadie osaba atentar. Alto, algún tanto escaso de carnes, la pulcritud de su traje era digna de su sencillez en el vestir. La expresión de su rostro era casi fría, sin que nada lograra perturbarla. Esta expresión de severidad fué la característica de los grandes maestros de la época. Dueñas, el mismo Casado, Sotolongo, Alonso y Delgado…
No participó Luz y Caballero de esta condición, porque si todos sus colaboradores en la gran obra de la educación, eran lámparas de viva luz en la tierra, él era luminar que buscaba para poder vivir las grandes alturas.
La dulzura amorosa y tierna del maestro, se reveló siempre con inefable lenguaje.
Con ilustración muy poco común, con un amor extraordinario á la labor diaria, austera, dotado de una gran dosis de honradez y con la rectitud de carácter que diseñan los hechos narrados, don Antonio fué un modelo como mentor de la juventud, como Director del Colegio La Empresa.
Don Tomás Vicente Coronado. Revista de la Asociación Médica Farmacéutica, Año 2, n. III, página 218.
La compostura, regularidad y temperamento severo é inflexible de Guiteras, no fué discutida ni por discípulos ni por maestros, porque, no sólo tuvo el talento de atraerse los mejores ingenios de su época, sino que hizo de su famoso colegio un verdadero Seminario de maestros.
En este sentido, fué padre de una brillantísima porción de jóvenes talentosos, capaces para acometer las más generosas tentativas Pedro E. Betancourt, Madan, Urbach, Gálvez, Carbonell, Llorach, Ortiz, M. E. Campos, Menocal, Pedro Esteban, Baralt, Estévez, Terry, Dávalos, doctor Coronado, Barnet, Lamar, Fortún, Manuel Piedra, Lamar, Vera, etc.
Era evidente que el lucro no podía ser la aspiración de Guiteras. Por su desinterés y su ideal que no desmentía, fué verdadero sacerdote. Todo lo abandonaba para ser sangre, alma y vida de su privilegiado colegio.
Para que se produjera aquel resultado no bastaba la sola iniciativa de Guiteras, porque ésta, reclamaba por necesidad la condición del medio ambiente social.
Varios factores concurrentes podían señalar en el fenómeno social que se producía.
- La propia contestura mental y moral de Guiteras y sus colaboradores.
- La franca libertad de que disponía para sus medios de acción. Vino á romper esta situación de entonces la política del general Concha, convirtiendo la enseñanza en asunto meramente administrativo, y bien sabido es que la acción personal é individual se pierden dentro del engranaje oficinesco de la administración.
- La colaboración del hogar doméstico de entonces; porque si Luz y Caballero, á esta y análogas instituciones de aquella ..cía una saludable acción “inconsciente”, que no se daba cuenta ella misma de tales influencias.
No hay en la actualidad nada comparable con esta y análogas instituciones de aquella época. Nos falta hoy el medio ambiente que sobraba entonces, el Ideal que llamaba los espíritus á noble empresa, doctrina que discipline no tanto la mente, como la voluntad.
Los que sientan el anhelo de los hermosos móviles de la existencia, deben pensar que, toda la vida, mental y moral de una sociedad es una simple correspondencia de la individual, con la colectiva de la sociedad en que vivimos.
Otra circunstancia favorecía los empeños en aquel entonces: la quietud relativa de los espíritus. Al modo que el gran ingenio español, Cervantes, se refugia en el apacible interior de la naturaleza para obras que colmen al mundo de maravilla y de contento, la formación de la juventud es dura empresa en un momento negado al espíritu para el reposo.
En perenne movimiento de inquietud y de angustiosa zozobra, cuando el porvenir vacila en nuestras manos, una amenaza constante nos impide vivir y educar. Desorienta a la conciencia, buscamos, muy al revés del pasado, la solución del problema educativo en fórmulas absolutamente arbitrarias y sin asiento.
Cambiaremos nuestros planos de enseñanza; anularemos los programas para suscitar otros distintos, renunciaremos al método de ayer, para proclamar la libertad de enseñanza de hoy, y no advertiremos que el éxito de la educación no está en el programa ni en el libro, ni en los mismos métodos; porque todo él depende del estado propicio de las conciencias para educar, adaptando el interés nacional al interés moral.
Al explicarme así, no es un sentir pesimista el que me guía, porque tal estado adolece de un egoísmo, que á nada conduce.
El pueblo de Cuba, no fué nunca de condición pesimista. ¿Quién hizo los enormes é increíbles sacrificios de “ayer”, que debieran impulsarnos para ser libres hoy?
Las enseñanzas de Luz y Caballero y con él la de nuestros más eminentes pensadores, Varela, Saco, Luz, el Lugareño, se inspiraron siempre en un ideal y un optimismo de suprema altura.
Nuestra aptitud política y social depende de nuestra estructura moral y ésta se halla en nuestras manos.
Todo depende, es cierto, de la educación de la generación actual; pero, hay un verdadero contrasentido al pensar que de una sociedad revuelta y conturbada pueda por aislamiento, separarse lo que es precisamente indispensable para formar la juventud, es decir la misma influencia educadora.
Un gobierno justo por sus principios y fuerte porque sea justo; la honrada administración de los intereses públicos: la vía pública; la prensa; el respeto personal; el castigo de la acción baja; todo eso educa y todo eso es condición absolutamente indispensable para que la escuela eduque.
Volvamos —es hora de ello— á Guiteras. Llegó el año de 1868; aquella tempestad política de un pueblo soñador que culminó en el Sinaí de nuestra emancipación política y don Antonio abandonó su Empresa para vivir triste y pobre en Europa.
¿Qué pensaría el maestro de sus enseñanzas para mañana?
Bibliografía y notas:
- Valdés Rodríguez, Manuel. “Nuestros Grandes Colegios de Ayer: La Empresa y Guiteras.” Revista Ilustrada Cuba y América, Abril 1909.
- Matanzas: Personalidades y Negocios.
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