Holguín visto por Carlos Martí en 1903 para la Revista Ilustrada Cuba y América.
Es Holguín una de nuestras ciudades más atractivas, que más encantan. He estado en Mántua, he estado en Baracoa, y desde Baracoa á Mántua he oído siempre nombrar á Holguín con afecto, con respeto y satisfacción.
Holguín es una bella ciudad, y da también su nombre á un territorio extensísimo, tan variado como rico en productos; extensísimo y feraz territorio, que, con su capitalidad á la cabeza constituye un floreciente cantón con ciudades y zonas tan populosas como espléndidas:
Gibara, Puerto Padre, Mayarí, Tunas, Velazco, Chaparra, Agua Ras, Banes, Vijanú, Tacajó, Guabajaney, Samá, Bariay, Yaguajay, Manatí, Barajagua, Lengua de Tierra, Mayabe…
Holguín es una bella ciudad. Llevaba el nombre de su ilustre fundador. Es histórica, pintoresca, sana, higiénica, bien trazada, puede decirse que se adelantó á la época en que fué construida, pues resulta hoy una población moderna.
Es cómoda, halaga al visitante y conforta al morador. Es histórica: fué cuna del gran Calixto García, de Julio y Belisario Peralta, de Jesús Rodríguez, de Limbano Sánchez, llamado “León holguinero”, Guillermo Cardet , Ldo. Francisco Freixes, de Ángel Guerra; fué en todo tiempo un baluarte liberal.
Y es histórica también porque tiene una página numantina: la Periquera. Los españoles y familias cubanas que en ella se fortificaron, padecieron hambre y sed, sufrieron rigores extremados, sintiéndose dispuestos á morir antes que rendirse.
Era jefe de aquella improvisada fortaleza el caballeroso militar catalán don Francisco de Camps y Feliú quien á la vez que escribía aquella página de honor militar, daba positivas pruebas de ser sincero amigo de Cuba. La Periquera típico nombre que debe á haber sido sitiada, más tiene de palacio señorial que de fortaleza. Hizo bien, no obstante las veces de esta.
Correctos, dignos y heroicos se portaron sitiadores y sitiados, proclamándolo el ya citado señor Camps y Feliú en su libro Españoles é Insurrectos.
Holguín es pintoresco. Está en magnífica posición. Se extiende sobre galana llanura. Tiene característica de ciudad y de jardín.
“Lo encierra negra foja de bohíos, irguiéndose entre esplendida floresta.”
Destacándose la puntiaguda torre de San José, la arrogante Periquera y alguna que otra majestuosa palma.
Lo arrullan el Marañón y el Jigüe, lo guardan el gigantesco cerro de la Cruz, el volcánico del Fraile, el de María Ruiz, las Delicias, la Chomba y lejos, muy lejos, en días clarísimos, se ven las sierras de Bayamo, cautelosas guardas de sus antiguas tierras, pues antes todo el territorio de Holguín era de Bayamo, así como Holguín dió savia para la formación de Gibara, Puerto padre y Mayarí.
Cada piedra de sus caminos es un recuerdo; cada cruz una leyenda; muchos de sus nombres evocan acciones de guerra, otras evocan victorias de paz, del trabajo, de la agricultura. He hecho excursiones á Las Arribas, Melones, Bijarú, Cuaa, Mayarí, San Andrés La Juba, Cuaba, Cauto, Chaparra, Bocas, Barajagua, Cacocún, Samá, Banes, Guabajaney, San Manuel, Puerto Padre…
Natura se presenta siempre esplendida, soberbia, exuberante, grandiosa.
He estado en las tierras mineras. Aproveché el día en que el ingeniero José R. Manduley iba á demarcar dos minas, una de oro y otra de cobre.
—El Transvaal de Cuba —me señaló un acompañante.
Hicimos lavados en el río de Guajabales, y ví oro. Descendimos á un pozo, con un pico arrancamos de las entrañas de la tierra, cobre virgen. Al regresar, hice votos porque Guajabales y Guabasiabo sean sin tardanza un venero de riqueza.
El día siguiente era el anunciado para la llegada de la locomotora del Ferrocarril Central, la primer locomotora cuyo silbido conmovía aquellas vírgenes tierras… A caballo me trasladé á San Pedro de Cacocúm. Ví avanzar la locomotora por el centro de una gran avenida (faja de 40 metros), avenida original, nueva, surgida de entre la selva, cortada rectamente, sin salirse una hoja, ni una rama de la verde y alineada pared formada á uno y otro lado de la avenida.
Subí en tren y me llevaron á San Luís. Decían que era peligroso viajar en dicho ferrocarril, pues se trataba de obras preliminares. No puedo dar razón de ello. El que adora Natura, atraviesa en éxtasis, aquellas soberbias tierras. En una gran extensión se bordea el Cauto. Sólo puedo decir que el viajar por Oriente constituirá un viaje de extraordinario placer.
En la jurisdicción de Holguín se levanta el ingenio Chaparra, el ingenio monumental que tan alto habla en pro de la ingeniería cubana, en pro del ingeniero Mario Menocal; se levanta el Boston, coquetuelamente acluquillado encima del cayo de Macabí; el vetusto San Manuel de cañaverales famosos por lo magníficos; los guineales de Samá y Banes, que al pasear por sus hermosas guardarrayas, recuérdase á Bello.
el banano, primero de cuantos concedió bellos presentes Providencia á las humanas gentes.
¡Lástima de kodak! Esta exclamación la he repetido en cien ocasiones: remontando la boca y río de Samá con artística desordenada y exuberante selva á una y otra orilla, serpenteando el río formando las más encantadoras ensenadas; en lo alto de la loma Sapera, teniendo á los pies la bahía de Banes, y recreándose la vista con las combinaciones del verde claro del cañaveral, del más subido de los platanares, y del verde fuerte de los bosques que se yerguen en la falda de pequeñas lomas;
Costeando el río Chaparra, de cuyos lugares ví premiada hace poco por el certamen de Cuba y América, una fotografía á orillas del Cauto, en el paso de la mula.
En Vita, puerto por donde se embarca el azúcar del ingenio de los señores Sánchez y hermanos; En Bariay y ante extensas plantaciones de yuca; en la anchurosa desembocadura del río Gibara, frente á la que me sorprendió el despertar del día, el de la selva, el de las aguas, el de las aves acuáticas y terrestres;
En el largo y estrecho cañón de Banes en noche de purísima luna, cañón estrechísimo que desde el buque se puede tocar la roca del monte y de una profundidad inmensa, produciendo una verdadera sorpresa la salida del mar;
En Nipe, la colosal bahía; en la cumbre del elevado cerro de Melones, ante mil variados aspectos de la naturaleza; en la inacabable sabana-potrero de la Yuraguana; en la bahía lago de Puerto Padre, ante
los mangles, atalayas de la costa con sus penachos altos y severos;
en Baracoa, que ofrece al mar un bello y digno dosel de palmas, de mil clases de arboles y arbustos, destacándose
“los erguidos, sonantes cocoteros que fruto y sombra al caminante dan,”
Rematando con el gigantesco Yunque; en cien lugares donde árboles corpulentos y frondosos regatean al sol el paso de sus rayos á través de las ramas y del follaje…
He dicho que Holguín es higiénico: informes médicos, las estadísticas de mortalidad lo proclaman.
Llenaría muchas, muchas cuartillas hablando de Holguín, sin decir nada, si se quiere, sin que resultase mi trabajo ni una monografía histórica ni aun descriptiva, sólo por el placer de hablar de Holguín…
A este trabajo acompaña una vista general que nunca con más propiedad puede llamársele “Holguín á vista de pájaro”, una vista parcial de la histórica Periquera, que hoy ocupan el Ayuntamiento y varias escuelas públicas, la Periquera donde estuvo preso, sin ser prisión ni cuartel, ocupando una de las habitaciones del general Morales de los Ríos (la Periquera era la residencia oficial de los comandantes generales de la división de Holguín), el Presidente señor Estrada Palma, alto huésped de la misma Periquera;
Vistas parciales de la espaciosa y elegante plaza de Calixto García la mayor y más hermosa de las plazas de la Isla, del parque Martí é Iglesia de San Isidoro en la que fué bautizado Morales Lemus.
Faltan vistas del holgado parque de Céspedes, la iglesia de San José, parque Maceo, Hospital Civil, viejo y nuevo Cementerio, edificio-cárcel, cuarteles, edificio sociedad El Liceo, el Centro de Artesanos.
He aprovechado una fotografía del Comité del Parque Martí, iniciativa de El Distrito, para presentar un respetable grupo de distinguidas señoras y señoritas de aquella sociedad.
Cuán bello Holguín, la guerrera de ayer, la laboriosa de hoy… En su jurisdicción.
todo respira paz; la fértil vega, el cielo trasparente, el bosque umbrío y el viento que en las márgenes del río sus alas bate y con las ramas juega.
Holguín es un cantón. Su situación geográfica, su extensión territorial, su densidad de población y ¡ay! el olvido en que se le tiene en las esferas de Gobierno, lo convierten en verdadero cantón. La justicia se le administra á unas ochenta leguas. No se le ha querido dar una sala de lo criminal. Ni que la visite una sala volante tres veces al año.
En Obras Públicas se le tiene postergado. Nunca se me logra ver nombres de lugares holguineros en estas largas notas de nuevas obras públicas que á diario se facilitan á los reporteros en la Secretaría correspondiente.
En lo que respecta á comunicaciones se encuentra muy deficiente. Y Holguín es una de las poblaciones en que más se lee. Las listas de suscriptores á El Distrito, (que fué), á El Eco de Holguín, veterano sucesor de La Doctrina, que hizo de nacional renombre el vibrante escritor general Miró Argenter; la importancia alcanzada por todos los exámenes de maestros efectuados en aquella ciudad, pues han ascendido siempre á centenares los examinados, lo prueban.
Holguín es una de las pocas poblaciones del interior que publica una revista exclusivamente dedicada á la instrucción: El Escolar.
Los nombres que recuerdo de hijos de Holguín, que actualmente brillan fuera de él son los del senador, ex-magistrado señor Eudaldo Tamayo, ex-secretario señor Perfecto Lacoste, senador José F. Rondán, Alfredo Betancourt, representante, Gabriel Camps y J. F. Pellón, escritores distinguidísimos, doctor Américo de Feria, justo García Vélez, representante nuestro en Hamburgo, José Vilalta Saavedra el notable escultor.
Walpido de Fuentes, arquitecto, Antonio Masferrer, representante, Cándido Grave de Peralta, jefe general de Telégrafos, general Manuel Rodríguez, jefe de la Aduana de Matanzas, Rafael Baster, alcalde San Juan y Martínez, de gestión elogiadísima.
Miró Argenter, holguinero adoptivo, Doctor Domingo Vázquez, licenciado Manuel de J. Manduley, Ldo. Jesús Rodríguez y otros.
Y permítaseme aquí dedicar un recuerdo a la memoria de la esperanza artística Carmen Betancourt, tronchada en flor… Holguinero es también el autor del himno nacional de Occidente, el inspirado Himno Invasor: Manuel Dosites Aguilera. He dicho himno nacional de Occidente porque no he oído nunca ejecutar desde Artemisa á Mántua otro que el bélico y arrogante Himno Invasor.
Holguín, mitad ciudad, mitad jardín, te aclamamos! Hemos ascendido la altura de tu empinado y agreste cerro de la Cruz y nos has cautivado. En noche de clarísima luna hemos aspirado el perfume de tus jardines y azucenas. Nos ha conformado el despertar de las lomas que te guardan, a las horas en que las esmaltan vivificante rocío. Teniéndote á nuestros pies nos has aparecido seductor. Paseando tus afueras nos has adormecido el ambiente cargado de aromas.
Admirando la limpidez de tus montañas, te hemos bendecido ¡Holguín, te aclamamos! Eres de la tierra y alma de que se hacen las grandes ciudades. Tu serás la capital de la nueva provincia que reclama el denso Oriente.
Bibliografía y notas
- Martí, Carlos. “Holguín”. Revista Ilustrada Cuba y América. Vol. XIII, núm. 5, noviembre 1903, pp. 161-166.
- Personalidades y negocios de Oriente.
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