El Hotel Sevilla se fundó en marzo de 1908 en la ciudad de la Habana por los señores Manuel López y Urbano González. Este ultimo nació en Caldas de Oviedo en 1866 y llegó a la Habana muy joven consagrando su vida a la industria hotelera en Cuba. Se invirtió más de medio millón de pesos en la construcción del Sevilla, que tenía entradas por las calles de Trocadero y Zulueta además de amplios espacios en habitaciones, salones y pasillos.
Un escritor refiriéndose a las bellezas de la Habana y al Hotel Sevilla decía que en el edificio levantado por don González un hotel americano hubiera hecho probablemente seis pisos de los tres que formaban el hotel. El dueño de este prefirió sin embargo, reducir el número de los pisos y elevar los techos de modo que en todas sus dependencias se siente una grata sensación de frescura. Los balcones son grandes, el suelo está cubierto de azulejos magníficos.
Y continúa: Consta el hotel de 162 habitaciones aparte de los salones y todas abren sus huecos a sobre la calle o sobre patios inmensos donde el aire goza de tanta libertad como en la calle misma. Todas las habitaciones tienen cuarto de baño instalado como en los mejores hoteles de Nueva York y de Londres. Todas tienen teléfono larga distancia. En el hotel hay además oficina de correos, telégrafo y cable. Aparte del espléndido salón comedor, los de visitas y los de fiestas no menos suntuosos, hay otros de exposiciones, bar, restaurante, peluquería, cinematógrafo, salones reservados y un gran jardín de invierno estilo árabe muy en armonía con el clima donde abundan las palmeras.
En aquellos tiempos era afamado por su cocina y el ambiente de gran vida que imponía el confort y el lujo. Una orquesta selecta amenizaba las comidas y daba por las tardes conciertos en los salones de té. Las habitaciones espaciosas y alegres estaban alhajadas con magníficos muebles de caoba y persianas para mitigar el sol.
Contaba con clientela todo el año y sobre todo en invierno contando entre sus clientes a diplomáticos y adinerados millonarios.
Etapa del Hotel Sevilla Biltmore.
En 1919 fue comprado por John McEntee Bowman quien se convirtió en presidente y dueño de este negocio. Era el señor McEntee igualmente propietario de establecimientos de este tipo en Coral Gables, Florida, Los Ángeles y Nueva York. Fallecido en 1931 gustaba de la equitación siendo varias veces presidente de la Havana American Jockey Club, asociación encargada de las operaciones del Hipódromo de Marianao en la Habana.
El Hotel Sevilla Biltmore (formalmente conocido como Hotel Sevilla) lidereaba la lista de los hoteles cubanos de primera clase, no solamente por su moderna construcción, equipamiento y emplazamiento superior sino también por ser parte de la cadena de hoteles Bowman Biltmore, cada uno de ellos merecedor de deseada reputación por sus buenos servicios, excelente cocina y un entendimiento a fondo de las necesidades de los viajeros.
El Sevilla Biltmore contaba con trescientos cincuenta grandes, aireados y lujosos cuartos amueblados, cada uno con baño y servicios sanitarios privados además de línea telefónica con acceso local e internacional. Algunos de ellos conformaban suites con salón y vestíbulo asegurando a las familias absoluta privacidad y todo el confort de un hogar.
Hacia 1925 la nueva parte construida del Hotel tenía coronando sus diez niveles de altura un atractivo restaurante en el que se servían un sinnúmero de delicadezas preparadas por un competente jefe cocinero francés sobre mesas cubiertas de blanco lino destellantes de plata y vidrio decorado.
Desde las terrazas y balcones de este encantador lugar se apreciaban vistas extraordinarias de la Habana, el pintoresco Prado que atraviesa el centro, la antigua fortaleza que proyecta su sombra sobre la entrada de la bahía y el mundialmente famoso malecón bordeando el océano hasta donde se pierde la vista. En un piso especialmente preparado también se podía bajo el encanto de luces tamizadas y música ambientada disfrutar de los bailes que se sucedían cada noche.
El «Main Foyer» o Lobby del Sevilla-Biltmore ocupaba prácticamente la totalidad del piso principal. Estaba este deliciosamente decorado con cajas de flores y palmillas además de encontrarse amueblado con sillas y divanes acolchonados de cretona los que impresionaban al huésped que llegaba con una idea de descanso y confort.
El té a las cinco en punto en el Patio vecino del Foyer era una costumbre diaria en la vida social del hotel. El sonido del agua de la fuente y el murmullo musical de felices personas saboreando sus copas ofrecían la emoción de placer que tanto importa al viajero.
Referencias bibliográficas y notas
- Hotel Sevilla Biltmore en El Libro de Cuba. Habana: Talleres del Sindicato de Artes Gráficas, 1925. p.654
- Hotel Sevilla. Libro de Oro Hispano Americano. Sociedad Editorial Hispano Americana, 1917. p. 251-254
- Personalidades y Negocios de la Habana
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