El Café Restaurante “El Correo” de Jesús Mayo en la Habana visto desde El Fígaro en 1912.
Nuestra Habana, de la cual indudablemente podemos empezar a enorgullecernos con justicia si la consideramos en algunos de sus aspectos de gran ciudad moderna, obtiene de día en día un nuevo triunfo en su progreso urbano indiscutible y de día en día se hace más acreedora a la admiración que inspiran sus iniciativas.
El proceso del desarrollo asombroso de la Habana, que bien pudiera denominarse el vértigo de la piedra, tiene su explicación fácil y lógica en el radical cambio de gobierno verificado en un país de fuerzas vitales tan exuberantes como el nuestro, y donde esa misma vitalidad asombrosa hallábase como estancada esperando el momento propicio para des bordarse.
Y efectivamente, con el cambio de gobierno que hizo de la antigua colonia la joven y prometedora república ambicionada por todos, inicióse con fuerza arrolladora el período de actividades que en muy pocos años han hecho de aquella ciudad colonial qué todos recordamos, la populosa urbe que hoy, pletórica de vida, se ensancha pasmosamente en todos sentidos y se perfecciona en todos los órdenes adaptándose a la civilización universal.
Así vemos que el gran desarrollo de la Habana no consiste precisa y únicamente en la edificación de los amplios barrios nuevos que han hecho de nuestros antiguos alrededores la prolongación de la propia capital, sino que, principalmente, llama la atención en la suntuosa reedificación y mejoramiento de sus edificios y de sus establecimientos de todos los barrios, algunos de los cuales merecen citarse como ejemplos de lo que alcanzan la actividad, el esfuerzo y la perseverancia, puestos al servicio de un espíritu emprendedor y de una voluntad inquebrantable.
Uno de estos casos es el que se refiere al antiguo y muy acreditado café y restaurant El Correo, del señor Jesús Mayo, tan conocido desde hace un tiempo inmemorial por todos nuestros hombres de negocios.
El espléndido restaurante El Correo en O’Reilly número dos, logró, como es sabido de todos, con las excelencias de su cocina y de su despacho de bebidas; con la amabilidad exquisita de su propietario; con la actividad y buen servicio de su dependencia toda, adquirir un crédito envidiable y ser el punto de cita de todo el elemento oficial y de todos los hombres de la banca y del alto comercio.
Más de una importantísima transacción y de una combinación política trascendental, salió de aquellos salones siempre invadidos por el público, y de los que era parroquiano con frecuencia el propio general Gómez, antes de ocupar la Presidencia de la República.
Pero he aquí que, como era natural, el espíritu emprendedor y agradecido del amable señor Jesús Mayo, se dió cuenta de dos cosas:
Primero, que los salones de su acreditadísimo café y restaurant ya no eran suficientemente capaces para el público que lo favorecía, y Segundo, que a sus parroquianos debía, ofrecerles, en agradecimiento, y en atención al progreso moderno, todo el confort, toda la amplitud, todo el lujo y las comodidades todas de un suntuoso edificio nuevo, de un gran establecimiento a la moderna. Y así lo ha hecho. Por lo que merece toda clase de felicitaciones.
Bibliografía y notas
- “Por esas calles” El Fígaro. Año XXVIII, núm. 40, Octubre 6 de 1912, p. 587.
- Personalidades y negocios de la Habana.
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