
La Especial y la Nueva Especial fueron dos tiendas dedicadas a la mueblería y joyería en la calle Neptuno de la Habana. Eran los hermanos Francisco González y Manuel Francisco González propietario y gerente respectivamente.
Las arterias de la ciudad, esas grandes avenidas por las que se desborda y vibra constantemente todo un trepidante río de automóviles y gentes, de tranvías y coches, es el mayor encanto del paseo vespertino.
Neptuno, por ejemplo, está lleno de lujo comercial. Grandes vitrinas detienen al paseante. Comercios de gran fama por el lujo de sus exposiciones fulguran a esa hora con sus grandes pupilas de cristal. Tras esas fantásticas pupilas aparece la Tentación hecha joyas, hecha sedas, hecha muebles… ¡Hecha muebles!
He aquí precisamente por qué escribo esta crónica, resultado de mi vagabundería vespertina por este Neptuno encantador.
Ayer mi bohemia humanidad se detuvo frente a una de esas mueblerías, la situada en el número 159. Siguiendo mi costumbre y la esencia, el lugar y la calidad, observé atentamente. Esta mueblería se llama “La Especial”, y efectivamente, especial es todo en ella.
Inmediatamente penetré al interior en busca del afortunado propietario: tenía necesidad de conocer a fondo esa tentación de comercio. Los muebles: las camas, los asientos de caprichosas formas, los amplios armarios y las cómodas de refinadas líneas, prestigiados por lunas inmaculadas, pusieron un sueño de confort en mis pobres carnes trashumantes.
Lo primero que llamó mi atención fué la calidad de las maderas, finas y sonoras, maderas de cedro tropical, de laurel de la montaña, de itálicos y frágiles pinos; maderas sonoras y finas de árboles que crecieron bajo el beso ardiente del sol; maderas de nervios sutiles y resistentes, como aceros armoniosos.
Los estilos también se multiplicaban, y todas las épocas tenían una una inconfundible representación. ¡Cómo es de poderosa la psicología de los hacedores de muebles! Todos los gustos quedan satisfechos en “La Especial”, y todos los caprichos, por raros, exóticos o equilibrados que sean.
Cuando ya en charla con su propietario, el culto caballero señor Francisco González, hombre de extraordinaria actividad, joven y distinguido, me dijo:
—Pues usted está equivocado en cuanto a nuestro comercio, pues que no solamente es de muebles, sino también de joyas y objetos de arte. Mire usted.
Y al decirme eso, mis ojos recorrieron toda la casa. Las amplias vitrinas expositoras, en efecto, brillaban con cien mil pequeños ojos de brillantes, de esmeraldas, de sardonias, de crisoberilos, de rubíes trémulos. Era toda la Vía Láctea —¡qué digo!—toda el cielo del trópico fulgurando aprisionado en las vitrinas. Además, por todas partes, caprichosamente colocados, los objetos de arte, las lámparas pendientes del techo, las terracotas…
Esta casa —me agregó el señor González— fué fundada en el año de 1907. Su prosperidad ha sido siempre floreciente, debido a la inmejorable calidad de sus artículos, lo módico de sus precios y, muy especialmente, a la facilidad que presta en sus operaciones de venta.
Conocimos después a los que en la diaria labor de engrandecer la casa acompañan al señor González. Su hermano el señor Manuel González, “general manager” del negocio. El señor Francisco Rouco, encargado y parte principal. Y nuestro particular amigo el señor Manuel Muñoz Rubalcaba que es lo que pudiéramos llamar “el hombre de la batuta”, pues a su cargo está el arte numérico, ese difícil arte de sostener una casa fabricando columnas de números.
Todos estos señores han unido sus esfuerzos personales, y a ellos se debe que diariamente la casa tome mayores brillos en su éxito.
Confieso que, en mi calidad de bohemio empedernido, y por ende carente de todo mueble fino y de toda rutilante joya, quedé deslumbrado ante los tesoros que encierra “La Especial”.
Juro que tan bien impresionado quedé, que en cuanto la suerte me depare la dicha de manejar unos cuantos respetables discos metálicos, me voy directamente a esta casa privilegiada y me euro de la bohemia amueblando mi nido, pues las condiciones de venta que me ofrece —como a todo el mundo— el señor González, son inmejorables.
Para no olvidarme del número del teléfono lo apunto aquí, y por si algún otro compañero de bohemia se le ocurre también creer en mis afirmaciones y llegarse n Neptuno 159. El teléfono es el A-7620.
No quiero terminar estas líneas sin antes consignar que el señor González ha adquirido en estos días otro comercio de joyas y muebles situada en la misma calle y en los números 191 y 193. Se llama “La Nueva Especial” y según los proyectos de su afortunado propietario, dentro de poco se convertirá en otra “Especial”. Por hoy es algo así como la hermana menor. Mañana será la gemela.
Estas voluntades férreas que consiguen lo que se proponen, como la de los hermanos González, me encantan y me convencen de que, para hacer nuestro el triunfo en la vida, se necesitan cuatro indispensables cosas que ellos poseen plenamente: talento, laboriosidad, honradez y psicología.
Bohemio.
La Nueva Especial de López y Soto S. en C.
En 1916 se anuncia La Nueva Especial de la siguiente forma: Compramos, vendemos y cambiamos toda clase de muebles, joyas y objetos de valor. Tenemos un gran surtido en muebles de todas clases a precios muy reducidos. Juegos finos de cuarto, comedor y sala de los estilos más modernos, a precios nunca vistos.
No haga sus compras sin avisar a esta su casa en donde saldrá bien servido porque atendemos a toda clase de negocios relacionados con nuestro giro. Una visita y se convencerán. Neptuno número 193, al lado del café Siglo XX o llamen al teléfono A. 2010 que será atendido al momento.
Bibliografía y notas
- Bohemio. “Progresos Industriales: La Especial”. Revista El Fígaro. 11 de febrero de 1923, p. 84.
- “La Nueva Especial”. Diario de la Marina. Año LXXXIV, núm. 125, 4 de mayo de 1916, p. 5.
- Personalidades y negocios de la Habana
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