
La Estrella fue una nobilísima manufactura industrial que existió en Cuba y se dedicó á la industria de galleticas, chocolates y toda clase de confituras.
La Estrella vista por El Fígaro en 19011
Situada en la Calzada de la Infanta, en la Habana, era propiedad de los señores Vilaplana, Guerrero y Comp. y se conocían sus productos desde el cabo de San Antonio al de Maisí. El día primero del año 1901 fue un día de regocijo al inaugurarse oficialmente su espléndida manufactura, que ya venía funcionando desde hacía algunos meses en su nueva casa.
Constaba el edificio de tres cuerpos, estando cada uno destinado á diferentes productos. El departamento del chocolate se situaba en la planta baja, en el piso principal el de las galleticas y el de los caramelos, confituras bombones en la planta alta. Cada uno de estos departamentos constaba de una constitución mecánica completamente diversa y adaptable á la manufactura para la que estaba destinada.
Al gran dínamo sucedía la maquinilla automática, al cortante de hojalata, el modelador de cajas, al soldador candente, la plegadora, á las planchas del satinador y los rodillos de triturar y así sucesivamente continuaban todos los locales repletos de impresiones nuevas, manifestación elocuentísima de lo que la inventiva, humana nos ha dejado como herencia del esplendente siglo XX.

Con un número de trabajadores crecidísimo, a la perfección de la maquinaria se unían la excelencia y calidad de los productos empleados los que junto a la hábil manipulación daban un resultado excepcional premiado premiado con medalla de oro en la Exposición de París.
A la entrada del edificio y al lado de la carpeta existían dentro de elegantes vitrinas los diferentes productos que la casa elaboraba. Todos los salones eran amplios y admirablemente ventilados, especialmente el de la planta alta, en donde se confeccionaban los tan famosos caramelos suizos y los bombones, teniéndose que subir á él por elevador para mayor comodidad de los operarios.
Sólo hacían esto los dueños de tan importante establecimiento, para quienes la protección al obrero era una obligación, como lo demuestra el hecho de haber abastecido á infinidad de ellos durante la triste época del bloqueo2; desprendimiento que llegó hasta agotar las existencias de sus almacenes. Quizá por esto todo el pueblo veía en esa casa á una de las que más servicios prestaban al mismo.
Allí se podía admirar también la gran máquina que en la planta baja estaba destinada á la elaboración del chocolate y el mecanismo sencillísimo empleado para que los resultados fuesen los apetecidos.
Invitados a la inauguración de la nueva fábrica cuantos concurrieron allí, pasaron momentos de júbilo y de entusiasmo como bien decía el periodista del Fígaro: “De júbilo por los objetos nuevos que allí vimos, y de entusiasmo por encontrar en la Habana una fábrica que aventaja á cuantas puedan existir en el extranjero, por la perfección y calidad de sus artefactos”.
En aquella ocasión se honró El Fígaro publicando una información gráfica de esta poderosa casa industrial, orgullo y gloria de la Habana, mejor dicho, de Cuba. A las vistas de sus máquinas acompañan los retratos de las personas que con su labor incomparable, verdadero trabajo de Hércules, levantaron esa gran empresa á próspera y envidiable altura.

Destácase, entre ellos, la figura respetabilísima del Sr. Luis C. Guerrero3, en cuya noble fisonomía se retrata al trabajador incansable, al inteligente industrial, al hombre de negocios perspicaz, en quien el labor omnia vincit parece ser el lema de su escudo.
Enero, 1901.
La razón social Vilaplana, B. Calbó, S. en C., fue propietaria de la fábrica “La Estrella”, uno de los mayores y más importantes establecimientos dedicados en las Antillas a la producción de chocolates, galleticas, confituras y dulces y a la refinería de azúcar.

La empresa en explotación desde mediados del siglo XIX pasó en 1890 a la sociedad “Guerrero, Vilaplana y Cía.”, que funcionó hasta 1914. En esta fecha, por fallecimiento del señor Guerrero, se transformó la sociedad en Vilaplana, B. Calbó, S. en C.

El edificio de la fábrica ocupaba una superficie de 16.000 metros cuadrados, extendiéndose en una serie de edificaciones distintas sobre el perímetro de tres manzanas. En sus pabellones trabajaban cómodamente los 450 hombres y las 190 mujeres que la fábrica ocupaba a diario.
Existían también talleres para la fabricación de los envases de madera y hojalata que la casa necesitaba. La planta que movía todo esto tenía una fuerza eléctrica de 1.000 caballos y la más moderna y completa maquinaria. Por lo perfecto de su organización y la calidad de sus productos, “La Estrella” podía competir con cualquier establecimiento semejante de Europa o de América.
Su especialidad fue, durante mucho tiempo, la elaboración de chocolate, artículo que fabricaba en más de 200.000 libras mensuales. Pero sin que este producto sufriera merma alguna en cantidad de elaboración ni en crédito, adquirieron análoga importancia otras fabricaciones de la empresa, entre ellas la de galleticas y dulces, de lo más perfecto que se conocía.
Elaboraban también jaleas y conservas, teniendo por base para esta fabricación las frutas características del país. Este producto, no sólo se consumía en la Isla en cantidades considerables, sino que se exportaba abundantemente a los Estados Unidos, Canarias, Centroamérica y Europa.
La refinería de azúcar mereció elogios de cuantos la visitaron por su espléndida y potente maquinaria y la calidad del producto que elaboraba. La maquinaria de “La Estrella” era tal y de tan complicado manejo, que se hizo necesario un personal de extraordinaria pericia para dirigirla y encargarse de las reparaciones.

De la importancia de esta casa nada puede dar tan exacta idea como algunas cifras con ella relacionadas. Sus empleados ganaban mensualmente más de 20.000 pesos. Para atender al servicio del público, la casa tenía en constante movimiento 30 carruajes en la capital y contaba con depósitos en las principales ciudades de la Isla. Sus ventas anuales pasaban de dos millones de pesos.
La Estrella obtuvo las más altas recompensas en todas las Exposiciones donde se presentó. Finalizando la primera década del siglo XX perfeccionó de un modo notable la fabricación de bombones finos de chocolate, consiguiendo colocarla a la altura de las mejores del extranjero.
La Estrella, Fábrica de chocolates, galleticas, dulces y confituras, de Vilaplana B. Calbó S. en C. vista por Adolfo Dollero en 1916.

Imaginaos una inmensa montaña de dulces, de chocolates, de galleticas ¡por un valor de $1.500,000…!
Tal es la enorme producción anual de esta fábrica que fundada solamente desde 1889, deja muy atrás a todas las industrias similares existentes en Cuba, por la importancia que ha adquirido.
El público de la Habana no se figura que los artículos más finos y mejor presentados de las dulcerías, proceden directamente de esta fábrica admirable, artículos todos que hace unos 15 años se importaban casi exclusivamente del extranjero.
¡Diré yo todo lo que he visto!
Imposible. Haré de ello un resumen para que mis lectores estén al tanto de los adelantos de Cuba en todos los ramos de la actividad humana, y concedan también a los grandes esfuerzos industriales toda la importancia que merecen.
Trabajan en “La Estrella” 450 hombres y 120 mujeres aproximadamente. Detalle que no debe pasar inadvertido: su Caja de Ahorros, que funciona admirablemente desde hace unos ocho años. Creada para fomentar el ahorro entre los obreros ¡ha logrado reunir un capital de 170,000 pesos! Reparte utilidades del 8 al 9%, sin invertir los fondos depositados en alguna empresa de carácter aleatorio, sino en hipotecas exclusivamente.
Es una Caja de Ahorros modelo: no causa gastos generales. Local, luz, mesa directiva, contabilidad, todo es gratuito para los afortunados clientes.
Ejemplo digno de ser imitado, y de grandísima eficiencia moral y socialmente.


Los departamentos de pastillaje y confituras, y de caramelos fueron los que llamaron primeramente mi atención, haciéndome pensar de una manera involuntaria en uno de los más agradables de los 7 pecados capitales.
Grandes bombos de cobre dan vuelta continuamente, ya cubriendo poco a poco de azúcar las ricas y seleccionadas almendras de España, ya preparando los confites rizados de diferentes tamaños, sabores y colores, ya las almendras garapiñadas, ya los confites finos con naranja, licores, canela, etc., y cien otras clases a cual más exquisita.
Para dar brillo a los confites corrientes se usa sólo cera de abejas. De cada clase se conserva abundante existencia en depósitos de la capacidad de una tonelada cada uno. En el Departamento de caramelos me fijé en unas máquinas perfectísimas para envolverlos, como yo no había visto aún en otras fábricas.
Caramelos de todas clases, de todos los colores, duros, blandos, al estilo americano, chicos, grandes, de formas distintas, desde los que endulzan las largas horas de bocas ancianas, sin dientes, hasta los automóviles y los soldaditos que tanto divierten a los niños, además de satisfacerles el paladar…
Para estas últimas figuras hay maquinaria especial, como la hay para cortar los caramelos, para fabricar pastillas comprimidas; además de una abundancia extraordinaria de moldes de bronce, de tachos de cobre, de mesas de doble fondo con plancha del mismo metal, calentadas o enfriadas por el vapor que pasa en las serpentinas o por el aire frío, según se necesite, de estufas y cuartos secadores, etc.
Es interesantísimo el ver manufacturar los bombones de crema que se cubren después de chocolate, y otros que se moldean en tableros, rellenos de harina.
Con movimientos progresivos la máquina hace los moldes en la misma harina: la miel baja ya preparada a los moldes; y los tableros pasan continuamente y descargan su contenido en otra máquina que tamiza los bombones dejándolos completamente limpios de harina. Solamente necesitan secarse.
Los caramelos redondos u ovalados, veteados, de colores chillones, se fabrican también de una manera muy curiosa. Con masa de caramelo de diferentes colores se forma un cilindro enorme que el obrero con habilidad indiscutible estira continuamente cortando de vez en cuando un pedazo de la tira que se forma.
Otro compañero coloca el recorte en la máquina inmediata: una vuelta solamente y ya sale una cadena de caramelos perfectos que parecen juguetes de vidrio.
Noté con satisfacción que ¡Predominaban los colores de los aliados! Hasta 600 latas diarias se producen ¡Cada una de 6 libras de caramelos!
Pasé después al Departamento del Cacao. El sistema es suficientemente conocido para que no necesite explicarlo; sin embargo, también en ese departamento hay detalles interesantes.
La máquina que limpia y escoge el cacao es muy perfecta y muy moderna, lo mismo que los molinos que lo trituran. La cáscara cae por un lado y se vende en Europa: el cacao triturado sale por otro lado y un tubo conductor lo lleva a la planta baja de la fábrica, en donde está el departamento del chocolate.
Este último departamento está dotado igualmente de todos los adelantos modernos.
Máquinas batidoras, prensa hidráulica para la extracción de la manteca de cacao; un molino especial para reducir el azúcar en polvo impalpable; cuarto frío para los bombones. Nada falta y todo lo que hay es perfecto, grandioso como lo exige tamaña industria…

La envoltura de los chocolates y de las galleticas está a cargo de obreras. La producción diaria de chocolate es de 4 a 5,000 libras.
En el Departamento de Galletas y Biscuits se trabajan diariamente de 40 a 50 sacos de harina. Funcionan continuamente tres grandes hornos, y tres máquinas alimentan cada uno de ellos.

La pasta se amasa en unas mesas ad hoc; en seguida pasa a los cilindros; después a las máquinas que moldean, cortan y pasan las bateas, al horno.
Para la bizcochería fina hay otro horno de gas.
Visité después el departamento de fruta en almíbar. Desfila un ejército de pomos y de latas que se llenan y se tapan o se cierran a máquina después; pasando por último al baño-maría. Inútil hablar de las gigantescas pailas de cobre, proporcionadas, como es natural, a la importancia de la producción. Se antojan las que nos describe Dante en su Infierno…
Para la guayaba hay un departamento especial. En un día se producen hasta 32,000 libras de la exquisita pasta, y en los meses en que se cosecha, trabajando día y noche, se llega a manufacturar hasta 500 barriles de esa fruta en las 24 horas.
Una vez enfriada la pasta en las cajitas, éstas se cierran por medio de máquinas clavadoras y se forman líos de 100 barras con un peso de 4 quintales cada una.
El taller mecánico es de lo más completo que yo he visto. Tornos grandes, chicos, taladros, etc. De todo hay, para reparar los dinamos y hacer piezas para la maquinaria.
Cada departamento tiene un motor eléctrico de 15 hasta 60 HP. de fuerza. Junto al taller está la maquinaria que mueve toda la fábrica. Es eléctrica y desarrolla unos 300 HP. Hay todavía una maquinaria de 10 toneladas de refrigeración, otra para establecer el vacío y una máquina de repuesto con un dinamo de 100 HP.

Creía haber concluido mi visita empezada 3 horas antes. Nada de eso. Faltaban aún la Refinería de azúcar, la fábrica anexa de envases de hoja de lata y la carpintería.
El describir la Refinería sería muy prolijo. Con decir que está a la altura de los demás departamentos está dicho todo. Montada a la perfección, refina mensualmente unos 4,000 barriles de a 300 libras de azúcar, sirviendo también pedidos de particulares.
Es inmensa la cantidad de azúcar depositada en la refinería y en el almacén: quien no visitara los demás departamentos, pudiera creer que éste fuera el ramo principal de la Casa, tanta es su importancia.
El Departamento de Hojalatería (titulado así con sobrada modestia) constituye una industria aparte. Su maquinaria es completa y modernísima; sistema norte-americano Bliss. Unas máquinas cortan las láminas, otras las unen sin soldaduras, otras colocan los fondos, otras doblan las orillas. Solamente se sueldan las latitas destinadas a los líquidos.
Este Departamento ocupa cuando menos 1,000 metros cuadrados.
La Carpintería, de hecho, es una verdadera fábrica de cajas de todos tamaños. En el patio hay un depósito tal de tablas y de tablones que parece entrar en un aserradero de madera. Miles y miles de pies…
De vez en cuando llega a la Habana un buque cargado de tablas para “La Estrella”.
Hay máquinas que cortan por el largo y por su espesor, las tablas; otras que clavan las cajas chicas y las de tamaño mediano, (sólo las grandes se clavan a mano). Observé que una de ellas introducía hasta 9 clavos contemporáneamente.
Un sistema de tubos absorbe el aserrín por medio de una máquina neumática.
Hay máquinas para imprimir en las cajas el rótulo de la Casa y otras todavía para afilar las cuchillas que cortan el papel para envolturas, y para afilar las sierras. La existencia de cajas vacías de todos tamaños es colosal, sin exageración.
Para aprovisionar las bodegas y dulcerías de la capital, la fábrica tiene dos depósitos: uno en la misma Calzada de la Infanta y otro en la calle de Belascoaín, con 30 carros repartidores. De la misma fábrica se surten solamente los vapores, los ferrocarriles y los almacenes al por mayor.
“La Estrella” ocupa un área de terreno de 15,000 metros cuadrados.
Hay todavía personas que no creen en la importancia industrial de Cuba, excepción hecha del azúcar y del tabaco.
Si no hubiera más industrias que las fábricas descritas en el capítulo anterior, y «La Estrella», a la que acabo de referirme, ya bastaría como una prueba elocuente de lo contrario.
Referencias bibliográficas y notas
- La Estrella, fábrica de chocolates, galleticas, confituras, dulces y refinería de azúcar de Vilaplana, B. Calbó, S. en C. en Libro de Oro Hispano-Americano. Sociedad Editorial Hispano Americana, 1917. pp. 297-298
- Dollero, Adolfo. “La Estrella, Fábrica de chocolates, galleticas, dulces y confituras, de Vilaplana B. Calbó S. en C.” Cultura Cubana. Imprenta El Siglo XX, 1916, pp. 354-361.
- Boletín Oficial de Marcas y Patentes. Habana: Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo, Julio 1918. En línea [PDF]
- Boletín Oficial de la Cámara de Comercio Industria y Navegación de la Isla de Cuba. Año XIII, núm. 9, Septiembre 30, 1918.
- A próposito de Ernesto Bernach decía el Heraldo de Gerona en 28 de junio 1901: Uno de estos días contraerán matrimonio por carta de gracia el jóven abogado don Ernesto Bernach, residente en La Habana, socio de la importante casa de comercio conocida bajo la razón social de “Villaplana, Guerrero y compañía”, con la bellísima y simpática señorita Enriqueta Ginesta. El señor Marqués, padre político del novio ausente, es el que se casará en nombre y por poderes del señor Bernach, con la agraciada hija de don Juan Ginesta.
- Manuel Vilaplana y Alemany falleció en Barcelona y se supo la noticia en la Habana por cable en la mañana del 7 de noviembre de 1916 (Diario de la Marina, 8 de noviembre 1916, p. 5).
- Personalidades y Negocios de la Habana
- “Visitas de El Fígaro. Una Fábrica Modelo”. Revista El Fígaro. Año XVII, Núm. 3, 20 de enero 1901, pp. 30-31 ↩︎
- Probablemente el autor hace referencia al bloqueo de la Isla durante la Guerra Hispano Norteamericana de 1898. ↩︎
- Luis C. Guerrero nació en Santa Eulalia de Ladrido (Santalla de Ladrido), Galicia, en 1858. Falleció á bordo del vapor “Corcovado” el 8 de Noviembre de 1911. ↩︎
Angel L. Riguero Sr. dice
Estaba o está La Estrella en la Via Blanca o en la calle Buenos Aires?
Almar dice
Hola Angel, en algunos textos se dice que estuvo en Buenos Aires No. 35, muchas empresas daban direcciones disimiles al contar con variados edificios y hasta utilizaban direcciones particulares, debe de tenerse en cuenta que muchas calles cambian de nombre con el tiempo… Un buen artículo sobre el tema de La Estrella lo puede encontrar en Cultura Cubana de Adolfo Dollero (1916) p.354, a no confundir con los que dedica a Matanzas/Pinar del Río el autor. Se lo aconsejo pues recorre la fábrica y lo cuenta… Tiempo mediante ese texto será agregado (ya está disponible) al final de esta página pues merece la pena su contenido, verifíquela en los próximos días! Saludos
Angel L. Riguero Sr. dice
Otra duda que tengo… He leído que La Estrella era propiedad (por los 50’s) del Ingeniero Basilio del Real, y que en 1868 la fundó el Catalán Antonio Gasol, en la calle San Miguel… pasando la propiedad a distintas manos… el libro que Usted menciona se puede adquirir en los EUA, donde resido ?
La agradezo su gentileza en responder a mis dudas sobre el interesante tema.
Angel L. Riguero Sr.
Almar dice
Don Angel, el libro lo puede ver desde el enlace que le dejo debajo, igualmente ya he agregado lo que escribe el autor en la publicación de esta página, si desea consultar el artículo en el libro puede seguir el enlace y a partir de la pág. 354 puede leerlo. Si desea compartir los datos que menciona y la fuente donde aparecen será un placer agregarlos a la publicación. Que sea un excelente domingo!
https://books.google.cat/books?id=bABBAQAAMAAJ&printsec=frontcover&hl=ca#v=onepage&q&f=false
Julio c valdivia dice
La dirección de La Estrella, la fábrica que aparece en la foto, que primeramente fue de frutas, es Infanta # 953 entre Sitios y Peñalver. Nací ahí en 1976
José dice
Existe una gran confusión con ambas fábrica, la de Infanta era la verdadera “Estrella” y la del Cerro su nombre era la “Ambrosía” al desaparecer la Estrella, comenzaron a llamar la “Estrella” a la del Cerro!