
La primera anécdota de un aficionado al radio en Cuba. Mucho ha llovido, desde que allá por el año de 1915, un grupo de jóvenes cubanos aficionados al radio (?) (entonces se decía telegrafía sin hilos) hacía experimentos con unos cuantos aparatos: bobinas kilométricas, bobinas de Ruhmkorff1, cohesores, etc.
Cuba entonces, país neutral en la gran conflagración europea nada tenía legislado sobre esta materia de las comunicaciones aéreas.
El grupo de los jóvenes aficionados a que antes nos referimos, con tanta ignorancia de la nueva ciencia como buenos deseos, experimentaba con verdadero entusiasmo el entonces moderno y complicado sistema.
En la calle G, en el Vedado, se alzaba solitaria la antena de la Estación transmisora que empleaba la Compañía Concesionaria del Servicio. Pocos, muy pocos, eran los aficionados a la “sin hilos” pero si pocos éramos el entusiasmo era grande.
No había entre los experimentadores, cohesión; cada cual se arreglaba como podía y trataba de trasmitir sin pensar en lo más o menos abierto de la onda que usara. Esto dió lugar a que un aficionado, prevalido del misterio en que existían las tres o cuatro estaciones transmisoras de amateurs, le gastara una broma tanto pesada al operador de guardia de la Estación receptora del Morro.
Con asiduidad absoluta, todas las mañanas, a las 7 y media, el aficionado en cuestión lanzaba al aire, dirigidas al operador de turno una llamada y un saludo un poco incorrecto.
Esto lo hizo por espacio de varios días; y finalmente una mañana o una noche, (no recordamos bien este detalle) lanzó un S. O. S. seguido de una posición geográfica, longitud y latitud correspondiente al Golfo de México. Esta petición de auxilio, que se supuso lanzada por un barco francés torpedeado en nuestras costas, por algún submarino alemán, causó una verdadera conmoción en los centros oficiales, especialmente en el Estado Mayor de la Marina, que ordenó la salida de varios guardacostas en busca de los supuestos náufragos.
Tomáronse grandes precauciones: las luces del litoral se apagaban a primera hora de la noche y la Habana, riente y luminosa, parecía una ciudad desierta; al menos por la parte de la Avenida del Golfo y el Vedado. Pero la sospecha de los radiotelegrafistas oficiales de que tal mensaje había partido de alguna estación de un aficionado, tomó cuerpo y haciendo uso de un goniómetro2 lograron localizar la estación transmisora sobre la que recaían las sospechas.
El coronel Aurelio Hevia y Alcalde, Secretario de Gobernación, ordenó la detención del aficionado dueño de la planta en cuestión; pero como nada había legislado sobre el particular, se convino en desarmar la estación del amateur perturbador del orden y conminar a su propietario a que dejara de trasmitir so pena de ser enviado a la Cabaña. Fuimos testigos de la sorpresa del aficionado por miembros de la policía secreta. Poco después no quedaba de la Estación transmisora ni el más insignificante pedazo de alambre.
Un periódico de la tarde, al enterarse, se creyó en el caso de salir en defensa del aficionado, pero éste fué el primero en ir a pedir que suspendieran la campaña en su favor.
Fué esta acaso, la primera anécdota en que intervino en Cuba, un aficionado a la radio telegrafía. Hoy (1929), al cabo de catorce años, aquel joven aficionado, conserva con el mismo entusiasmo, su afición al radio; y recuerda con agrado, su primera llamada S. O. S.
Bibliografía y notas
- Giró, Alberto. “Cuba ha elevado la radio a su mayor desarrollo”. Diario de la Marina. 1929.
- “Nuestros problemas nacionales: ¿Por qué el señor Hevia es reeleccionista?”. Diario de la Marina. Año LXXXIII, núm. 291, 11 de diciembre 1915, p. 1
- Personalidades y negocios de la Habana
- Bobina de Ruhmkorff o de inducción: La bobina de inducción (antiguamente llamada bobina de Ruhmkorff por Heinrich Daniel Ruhmkorff) es un tipo de transformador eléctrico que permite generar pulsos de alta tensión, a partir de una fuente de corriente continua de baja tensión. Véase Wikipedia. ↩︎
- Goniómetro: Instrumento que sirve para medir ángulos. (R.A.E.) ↩︎
Deja una respuesta