Los autores no están de acuerdo, y no hemos de ser nosotros los que nos pongamos a revolver papeles apolillados para averiguarlo, respecto a si fué en Matanzas o en Sagua o en la Habana, o en Macarabomba donde primero se jugó en Cuba, a la pelota.
Algunos hay que aseguran que cuando Cristóbal Colón descubrió éste Paraíso que se llama Cuba, dando por cierto que haya sido él el descubridor que tampoco eso está muy claro, encontró a unos indios que jugaban “en pelota” a la ”pilota” y si esto es cierto, que no tenemos por qué dudarlo, ya se comprenderá lo difícil que ha de resultar cual fué el primer “cacicazgo” en que nuestros “antepasados” ( ?) se entretuvieron por vez primera en pegarle a una bola con un palo.
Haya sido en “Yucayo” o en el “Caney” o en “Guananí” o en “Bayamo”, donde el hecho indiscutiblemente trascendental, ocurrió es lo cierto que en Matanzas se juega al baseball desde los más remotos tiempos, que se ha jugado en todas las épocas. que los matanceros, y las matanceras, han sido siempre fidelísimos súbditos del Emperador y que lo mismo en Versalles, que en el “mero” Matanzas que en Pueblo Nuevo, han nacido y se han criado muchos de nuestros más famosos peloteros y que ayer como hoy Matanzas ha mantenido siempre en el campo del baseball un buen número de notables players.
Desde la época inolvidable de los Matos. Cayro, Tápanes, los Olívares. los Amievas, etcétera, hasta esta de los Junco, los Solaun y los Ferreras, pasando por la edad de oro del baseball matancero en la que brillaron astros de la magnitud de Julio López, Castañer, Padrón, Emilio Ruiz, Enrique García y sobre todo y por sobre todos, el grande, el incomensurable Román Calzadilla siempre ha habido en los diamantes baseboleros cubanos un hijo de Matanzas distinguiéndose por su labor.
El nombre de Román Calzadilla, por sí solo, sería suficiente para que la hermosísima ciudad, notable por más de un concepto, por el talento y el patriotismo de sus hijos, por la belleza incomparable de sus mujeres, por los encantos de sus alrededores, ocupará una página de oro en la historia de Cuba deportiva.
Román Calzadilla fué un player de tal calibre que de él puede decirse sin temor a ser desmentido que nadie, hasta el presente lo ha superado en Cuba.
Receptor valiente, seguro e inteligentísimo, tirador rápido y precise como quizás no haya existido otro en nuestro país, y bateador de una seguridad y una dureza asombrosa, estaba, además, dotado de las más bellas condiciones de carácter pues era afable, respetuoso, serio, enérgico, honrado y entusiasta.
Román Calzadilla fué un coloso. Desde que en 1890 apareció en las filas del Club Santa Clara en el primer Campeonato Provincial Villareño, hasta que la terrible tuberculosis hizo presa en su cuerpo delgado y airoso para arrebatarlo a cariño de sus incontables admiradores y amigos, el player en cuestión figuró siempre de modo prominente, en nuestras contiendas baseboleras bien en el Club Progreso de la ciudad yumurina o bien en el Club Habana del que fue durante mucho tiempo columna principal y base de las más famosas victorias por dicha novena alcanzadas.
Román Calzadilla creó una escuela y en esa escuela se “educaron” baseboleramente, Striker, primero, después Mike, ahora Abreu.
Los que proclaman y aplauden el valor demostrado por un catcher de la actual generación al verlo «blaquear” el home para esperar un corredor que pretende ganarlo, deben saber que eso lo hacía con una naturalidad pasmosa, sin peto y sin canilleras, pues él solo usaba la careta, Román Calzadilla que era, como podrá apreciarse por la fotografía que engalana esta página, un hombre delgado aunque fuerte..
Román Calzadilla es y con razón el orgullo de los fanáticos matanceros, pues a pesar de que como hemos dicho siempre han habido allí y en la actualidad los hay, grandes peloteros, Calzadilla ha sido el más grande.
El amor propio excesivo de los matanceros ha sido , causa de que, mal comprendidos, hayan sido recriminados a veces por hechos ocurridos en la bella ciudad con motivo de las juegos de base ball en ella efectuados, pero aparte de que no es lógico hacer responsable a toda una sociedad de los desmanes de unos cuantos exaltados, ello no puede ser óbice para que reconozcamos y proclamemos que Matanzas, haya sido o no la cuna del base hall, ha sido siempre campo abonado para que en él viva y prospere el Emperador de los deportes.
Siempre que en Cuba se hable de base hall habrá que pensar en Matanzas, bien para dedicarles un recuerdo cariñoso a los héroes que fueron, como Cayro, Tápanes, Castañer, Julio López, Enrique García y Calzadilla o para reconocer el valer de los que como Martín Junco, Solaun, Ferrera, Paco Luján, Dreker y otros muchos brillan hoy con luz propia y radiante en el cielo del baseball, y sobre todo para conocer y proclamar también el alto espíritu deportivo de los matanceros, su amor al Emperador y el decidido apoyo que siempre han prestado y prestan al baseball.
Circunstancia, ésta, que obliga a los fanáticos a sentir vivas simpatías por aquella población
Bibliografía y Notas
- Recluta, El. “Matanzas Basebolera.” Revista Carteles, Mayo 1920.
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